Principios de Economía Política

Por el Doctor
D. Manuel Colmeiro
Catedrático de la Universidad de Madrid


Alojado en "Textos selectos de Economía"
http://www.eumed.net/cursecon/textos/

 

PARTE PRIMERA. - De la producción de la riqueza.

CAPITULO V. Del precio.

Todas las cosas que tienen valor, son instrumentos de cambio, porque mediante cierta cantidad de mercaderías ó servicios propios, adquirimos una cantidad equivalente de mercaderías ó servicios ajenos. La parte de nuestro trabajo ó del producto de nuestro trabajo que damos en compensación de la que recibimos de manos de una tercera persona, ó la suma de valores que nos cuesta la posesión de un objeto extraño, constituye verdaderamente el precio de las cosas.

Sin embargo, el uso común de la moneda hace que el lenguaje vulgar y el científico discrepen en este punto, y conviene evitar toda confusión de ideas, fijando el sentido de cada palabra.

No hay transacción alguna en la sociedad que no se reduzca á un cambio. Son los cambios directos, cuando se trueca una cosa por otra sin intervención de la moneda, v. gr. lana por trigo, y entonces se llaman permuta; é indirectos cuando media el dinero, y se denominan compra y venta.

En realidad no existe ninguna diferencia esencial entre la permuta y la compra y venta, porque el dinero sólo es una forma accidental de los valores. Con esta advertencia podemos prescindir del rigor de la terminología, siguiendo el ejemplo de muchos economistas, y separar el valor del precio para mayor claridad.

Precio será pues la suma de moneda que se da por una cosa, ó el valor de ella expresado en dinero.

Distinguen el precio natural ó necesario que se de termina por el coste ó los gastos de la producción, del vulgar ó corriente que se regula por la común estimación que un objeto tiene en el mercado. Si el precio corriente es sabido ó esta convenido de antemano por el tácito consentimiento de los vendedores y compra dores, se llama fijo.

Precio nominal significa la cantidad absoluta de dinero que una cosa nos cuesta, y real la suma de valores que dicha cantidad representa.

Cuando los precios son altos, las mercaderías van caras, y baratas, si son bajos. Si no hay carestía ni tampoco baratura, el precio será medio ó justo, como si dijéramos proporcionado.

En esta larga nomenclatura se encierra la importantísima teoría de los precios, según lo iremos demostrando conforme lo pida el orden de las ideas. Llámase coste de la producción la suma de valores que el labrador ó artesano, el mercader ó fabricante anticipan durante su trabajo y recobran al tiempo de vender sus géneros ó frutos. El pan, por ejemplo, representa el precio del trigo, el importe de la molienda y cocedura, la renta del propietario de la tierra, las ganancias del cultivador, los intereses del capital, los jornales empleados, el alquiler de los edificios para talleres ó almacenes, el consumo de primeras materias y utensilios, y en fin, los desembolsos hechos por todos cuantos de cerca ó de lejos hubiesen concurrido á la fabricación de este articulo de comercio, añadiendo los gastos de transporte y hasta las contribuciones. El expendedor del pan á todos adelanta la paga con la esperanza legitima de indemnizarse y sacar algo más que significa el beneficio de su industria, á costa del comprador.

El precio necesario de todas las mercaderías de una especie no es igual, porque varían los gastos de la producción; y como, por otra parte, no puede haber más que un solo precio corriente, pues todos los compra dores acuden á lo más barato, resulta que aquél se de termina por los gastos de la producción más costosa.

El precio corriente de una mercadería no puede ser de un modo constante inferior al necesario, porque si el trabajo no obtiene la debida recompensa, cesa, y más pronto y con más razón todavía, si causa pérdidas en vez de rendir ganancias al especulador.

Por fortuna la libertad de la concurrencia interviene para corregir el dado y mantener en su justo nivel el precio remunerador, pues como el corriente se establece por el influjo de la ley compuesta de la oferta y la demanda, cuando baja el de una mercadería hasta el punto de no cubrir los gastos de la producción, el productor se retira y se aplica á otro ramo de industria más favorable á sus cálculos é intereses. Su retirada disminuye la oferta de aquella mercadería; y continuando la misma la demanda, al cabo prevalece el precio normal, mientras que su nueva profesión aumenta la oferta en otra parte, y siendo la misma la demanda, contribuye en opuesto sentido á igual resultado.

Hay, pues, dos tendencias distintas en el movimiento libre de los precios: la una á confundir el precio corriente ó vulgar con el necesario ó natural de las cosas que es el mínimo posible, así como el máximo es el de monopolio; y otra á establecer una igualdad proporcional entre los precios de todas las mercaderías, porque todas gravitan hacia un centro común que es el coste de la producción. Hemos dicho tendencias para denotar la inclinación ó el conato de realizar esta ley económica, sin que por eso desconozcamos los obstáculos que impiden convertirla en un hecho general y completo.

Claro está que si no hubiese libertad de industria, se rompería el equilibrio de los diversos precios, pues aunque una mercadería se vendiese relativa y constantemente mas cara que las demás, y el vendedor obtuviese una ganancia extraordinaria, no se aumentaría la oferta, no pudiendo el interés individual acudir á este llamamiento; y por el contrario, si se ven diese relativa y constantemente más barata, tampoco se disminuiría, no siendo el particular dueño de apartarse de aquel camino.

Mucho menos se conseguirá acercar el precio corriente al necesario allí donde no reina la plena y absoluta libertad del comercio, esto es, la facultad omnímoda de comprar y vender sin sujeción á monopolios, tasas, tanteos, licencias y otras limitaciones cualesquiera.

El precio nominal causa frecuentes ilusiones, porque la carestía ó la baratura de un objeto suelen determinarse por la mayor ó menor cantidad de dinero que cuesta, sin reparar en las alteraciones que padece el valor de la moneda. En efecto, si la fanega de trigo se vendía antes á razón de 25 reales y hoy á 50, podrá suceder que su precio real se haya doblado; pero también es posible que el valor de la moneda haya disminuido hasta la mitad. así, pues, cuando la relación de dos precios se perturba, importa averiguar cuál de ellos ha variado, para discernir en semejantes casos lo aparente de lo real y verdadero. De otra suerte se cometerán graves errores. Si el gobierno observa que el precio de los cereales ha subido una tercera parte en pocos años, y si no considera lo que han encarecido, las demás mercaderías ó perdido de su valor la moneda, tal vez se incline á recargar la contribución territorial, suponiendo un aumento de riqueza donde sólo existe un aumento del precio nominal de los granos.

Los progresos de la industria favorecen la baratura de todas las cosas, porque las invenciones y mejoras que se introducen de día en día disminuyen sucesivamente los gastos de la producción. Las fuerzas gratuitas de la naturaleza reemplazan el trabajo del hombre. entonces los vendedores despachan con facilidad sus géneros y frutos, y se contentan con ganar menos cada vez, hallando en los muchos pocos una liberal compensación de los pocos muchos que ganarían siendo tardo el movimiento del comercio. Por su parte, los compradores se multiplican y satisfacen sus necesidades con holgura, el consumo se dilata y la producción se aviva y acelera.

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