Por el Doctor
D. Manuel Colmeiro
Catedrático de la Universidad de Madrid
Alojado en "Textos selectos de Economía"
http://www.eumed.net/cursecon/textos/
INTRODUCCIÓN
CAPITULO VIII. - Historia de la Economia politica.
Los antiguos contemplaban las riquezas á la luz de la moral, profesando sus filósofos la doctrina que debia el hombre poner limite á sus necesidades, y estimar los dones de la fortuna en cuanto permitian elevar el espiritu á cosas mayores y ejercer la liberalidad. La agricultura gozaba de favor y estimacion; pero las artes y oficios mecanicos pasaban por ministerios serviles, y el comercio, sobre todo el de menudeo, por sordida ganancia. Los pueblos fiaban su prosperidad á la conquista y despojo de los vencidos, y tenian en poco los bienes logrados con el trabajo. Una multitud de esclavos que á los ojos de la ley no eran personas sino cosas, alimentaba la mezquina industria compatible con el grado infimo de actividad é inteligencia de estos miserables obreros sin libertad ni propiedad, más bien maquinas que hombres.
En la edad media se forma el estado llano compuesto de labradores, artesanos y mercaderes, solicitas abejas de la república, que anunciaban desde léjos el advenimiento de la vida industrial. Los gobiernos empiezan á comprender los beneficios de la abundancia; y por medio de privilegios y reglamentos, mezclando la verdad con el error, establecen cierto órden económico derivado del principio de intervencion de la auto ridad y sostenido por la rutina. Las rentas públicas se administran á ciegas, y apénas se reconoce la necesidad de procurar la igualacion de los tributos. El sistema feudal daba suma importancia á la riqueza inmueble, hija de la conquista, y la tierra fué el simbolo de la autoridad. La agricultura encomendada primero á los siervos, despues á los vasallos solariegos, y más tarde á colonos libres, iba creciendo y mejorando con forme adelantaba la obra de la emancipacion del hombre, y se acercaba el momento de la consolidacion del dominio. Las artes y oficios toman vecindad en las ciudades y villas, y resisten á la adversidad de los tiempos al abrigo del régimen municipal.
Las Repúblicas italianas en el mediodia de la Europa, y al norte el Hansa teutónica, ó liga de las Ciudades anseáticas, aventajaron por este tiempo á todos los pueblos en fábricas, comercio y navegacion. La flaqueza de su poder las obligó á inventar una politica sutil y envidiosa de la prosperidad ajena, que les asegurase el monopolio de la industria y el imperio de los mares.
El descubrimiento del Nuevo Mundo y del cabo de Buena Esperanza trastornó el órden establecido en la edad media, convidando á largos viajes, sacando el comercio del Mediterraneo para llevarlo al Océano, y despertando la actividad de todas las naciones con la perspectiva de tantos y tan ricos mercados y la novedad de los frutos y materias laborables. Beneficiáronse las minas de América, y la Europa se inundó de me tales preciosos.
Poco despues apuntan los escritores politicos que discurren sobre varias materias de gobierno, algunas de ellas esencialmente económicas, como poblacion, fábricas, comercio, tributos y otras análogas, esforzándose en dar consejo á los reyes para enriquecer á sus pueblos. Todos ó casi todos ponen la riqueza del estado en la abundancia de oro y plata.
La politica de intervenir el gobierno en el comercio con restricciones y prohibiciones, iniciada en las Re públicas italianas y Ciudades anseáticas, y convertida en arma de guerra durante el siglo XVI, obtuvo la sancion oficial y fué universalmente aceptada en el siglo XVII. Llamóse sistema mercantil, y Colbert, famoso ministro de Luis XIV, la confirmó con su nombre. Consistia, en pocas palabras, en moderar los de rechos á la salida de los géneros y frutos del reino, imponerlos may suaves á la entrada de las materias primas que alimentan las fábricas nacionales, y repeler con aranceles muy subidos las manufacturas extranjeras. En fin, queríase á fuerza de reglamentos vender y no comprar, ó ya que de todo en todo no fuese posible, vender mucho y comprar poco, para tener siempre inclinada la balanza de la moneda en favor de la nacion. De aqui provino la distincion del comercio en activo y pasivo, éste señal de pérdida y aquél de ganancia, segun que el uno daba ocasion á pagar y el otro á cobrar en dinero la diferencia del valor de las importaciones y exportaciones en cada año.
El sistema mercantil se robusteció con el régimen económico impuesto al trato y comercio de las Indias. Todos los pueblos navegantes del Antiguo Mundo quisieron conquistar y poseer una parte grande ó pequeña de la América, dando la preferencia á las tierras abundantes en minas de oro y plata. Entónces nació el sistema colonial moderno, cuya más alta perfeccion se cifraba en vivir las colonias apartadas de la madre patria, salvo el vinculo de un comercio reciproco derivado del pacto bilateral que obligaba á la colonia á consumir los géneros y frutos de la metrópoli, mientras que ésta debia dar salida á las producciones de aquella, abriéndole de par en par los mercados de la nacion, y pasando lo sobrante á los reinos extranjeros. Así pretendian los gobiernos de Europa estancar los metales preciosos de las minas propias, y apoderarse con sutileza de los que rendian las ajenas.
El error fundamental del sistema mercantil y del colonial, su legitima consecuencia, estriba en la falsa idea de la riqueza, suponiendo que la única y verdadera, la firme y estable, no dependiente de la voluntad de los hombres ni de los caprichos del tiempo, es la moneda de oro y plata de peso y valor intrinseco que no desaparece con el uso, como los alimentos y las ropas que pronto se acaban.
Cuando el sistema mercantil estaba en todo su vigor y pujanza, apareció Quesnay anunciando la doctrina de la fisiocrácia, que formó escuela con el nombre de secta de los economistas franceses. Era el punto de partida de los novadores que todas las riquezas venian de la tierra, porque sólo la tierra suministraba al hombre las primeras materias y los medios de existencia. Decían que las artes y el comercio transformaban las cosas sin aumentar su valor, á diferencia de la agricultura que daba un sobrante ó producto neto; de donde vino la teoria de la única contribucion directa y territorial.
Aunque el principio en que descansaba el sistema agricola fuese no ménos falso que el asentado por el sistema mercantil, no dejan los fisócratas de merecer bien de la ciencia económica, en cuanto condenaron los impuestos nocivos á la libertad de la agricultura y la intervencion de la autoridad en las fábricas y comercio para facilitar el consumo de los frutos; y resumiendo su pensamiento, proclamaron aquella máxima tan sabida: laissez faire, laissez passer.
En la práctica, el sistema agricola y el mercantil difieren en extremo, pues el uno solicita á cada paso la intervencion del gobierno con prohibiciones, privilegios, tasas y reglamentos; y el otro nada pide á la autoridad fuera de una proteecion igual á todo el mundo, para que todo el mundo goce de ámplia y completa libertad de industria y comercio.
Poco despues Adam Smith funda el sistema industrial, que señala como fuente de riqueza el trabajo del hombre, sea aplicado á la agricultura, sea á las artes, y oficios ó al comercio; proclama la libertad de con currencia, considerando que el interés privado es la unidad primordial del interés público, y excluye al gobierno de toda intervencion on el órden económico, salvo si se limita á remover los obstáculos al desarrollo de la actividad individual.
Por esta senda de verdad camina hoy la Economía politica, puesto que los sucesores de Smith explica ron su doctrina, en algo la corrigieron y la profundizaron en tratados especiales; pero siempre tomaádola por norte y guia de sus estudios, y respetando la autoridad de tan grande maestro.
El socialismo, aunque pretende entroncarse con la Economia política, no es escuela económica, porque no acepta los dogmas de la ciencia. Los economistas defienden el órden natural de la sociedad, fundado en el principio de la libertad individual. Los socialistas as piran á una organizacion artificial forzando el principio opuesto de la autoridad. Pretenden corregir los errores é injusticias de la libre concurrencia, y halagan las pasiones del vulgo con la oferta de una más equitativa distribucion de la riqueza; pero todos los medios de regenerar el mundo que proponen, terminan en el despotismo económico que despojando á los unos, no enriqueceria á los otros y labraria la miseria general.
El comunismo es el limite extremo y necesario del socialismo. Supone la abolicion absoluta de la propiedad particular y la consiguiente disolucion de la familia, creando así una sociedad fantástica sin vinculos de reciproco interés, ni afectos tiernos y generosos.
El socialismo y el comunismo son la degeneracion de la escuela filosófica ó puramente racional que rinde culto supersticioso al principio de la igualdad; pero la igualdad absoluta sólo cautiva á los pocos filósofos que consideran los hombres como cantidades abstractas, y no como piedras animadas de un inquieto edificio.