18. La
compra
19. La venta
20. Mercados y ferias
21.
La Bolsa de mercancías
18. La
compra
El punto de partida del comercio es la compra de las mercancías. En esta
operación el comerciante ha de hacer gala de su conocimiento de la
mercancía, de su ingenio comercial, de su discernimiento y empuje, pues la
compra depende solamente de él, mientras que la venta depende de la voluntad
del cliente y el papel del comerciante en ella es en general pasivo. El
comerciante que compra para vender al por mayor dirigirá su mirada a la
situación del mercado universal, procurará comprar lo más barato posible,
dirigiéndose si es preciso al extranjero y eligiendo entre los diversos
mercados el que le resulte más ventajoso. Para ello procurará estar siempre
al corriente de las condiciones de los diversos mercados, sirviéndose de los
periódicos, de las noticias de Bolsa, de las circulares comerciales y de los
informes de sus agentes y corresponsales. Estas noticias no se refieren
solamente a los precios del día, sino también a las impresiones del mercado,
la cuantía de las reservas, de las compras y de las ventas, los destinos de
éstas, los fletes, las perspectivas del negocio y el aspecto de las futuras
cosechas. En los mercados extranjeros, los precios se cotizarán en moneda
extranjera y por partidas acaso no usuales en el país. Los precios de las
materias primas para el negocio efectivo se cotizaran para diversas
cualidades y para negocio a término para una calidad tipo. También importan
las condiciones de entrega, o sea el lugar en donde ésta ha de realizarse
por el vendedor. Entre estas condiciones figuran la llamada "fob", del
inglés que significa "franco a bordo" a la cual se equipara la condición
"franco sobre vagón" y con la cual ofrece cierta analogía la condición
"franco estación" que puede referirse a la estación de envío o a la de
destino. Las mercancías compradas en ultramar se compran bajo las
condiciones "cf", o sea "coste y flete", o "cif", o sea "coste, seguro y
flete", incluyéndose en ambos casos el transporte por mar, y en el segundo
también el seguro. También son importantes las condiciones de pago, y al
juzgarlas hay que tener en cuenta el tipo de descuento y las oscilaciones
del cambio que en los últimos tiempos son un factor del mayor interés.
Frecuentemente se requiere un cálculo muy complicado para determinar el
precio de coste que en último término tendra la unidad de mercancía comprada
en el extranjero cuando llegue al almacén del comprador. Si la mercancía
puede adquirirse en diversas plazas el comerciante llevará a cabo una
especie de arbitraje, calculando los precios y gastos de cada plaza y
decidiéndose por la operación que le resulte más barata. También procurará
prescindir de intermediarios, cubriendo lo más directamente posible sus
necesidades. De ahí que, desde la propagación del telégrafo ultramarino, los
mayoristas procuren proveerse de café, algodón, etc., prescindiendo de los
importadores establecidos en los puertos de mar. Los exportadores de café
del Brasil ofrecen por ejemplo, por medio de sus representantes o
comisionistas en Alemania, el café a los mayoristas del interior, bajo las
condiciones de "cf" o "cif", en vez de subastarlo en los puertos de llegada.
En la compra de mercancías de producción nacional, como el carbón y el
hierro, el comercio ha de someterse a veces, como se ha dicho, a las
exigencies de Ios kartells o sindicatos de Ios productores; pero estas
exigencias pueden ser también neutralizadas por medio de organizaciones para
la compra.
Las mercancías de la pequeña producción se compran, como hemos dicho, en
pequeña escala. Los compradores acostumbran a ser, tratándose de productos
agrícolas, especuladores independientes, los cuales a menudo hacen adelantos
a los campesinos sometiéndoles así a una especle de tiranía usuraria. En
cambio, los productos de la industria doméstica acostumbran a comprarse
directamente por los mayoristas, y aun a no fabricarse sino por encargo. Es
más: los artículos 115 a 119 de la Iey alemana de Industrias exigen que a la
industria doméstica se le pague en metálico el precio de la mano de obra y
que no se le carguen mercaderías en cuenta. Esta industria está, pues,
protegida en Alemania contra el pago en especie, lo mismo que el
proletariado, aun cuando el productor doméstico no se considere como obrero.
19. La venta
El comercio al por mayor encuentra su base más sólida de negocio en una
clientela adicta que sólo puede conseguirse a copia de actividad y celo, y
de la más escrupulosa seriedad en el cumplimiento de los pedidos. Para una
casa de larga existencia, la clientela adquiere el valor de un patrimonio
transmisible que puede, sin embargo, disolverse en manos de un sucesor que
no sepa conservarla por los mismos medios por los cuales la adquirió y
conservó el fundador. Es claro que estas relaciones entre el comerciante y
la clientela se han hecho más deleznables a causa del aumento de la
competencia, y el comerciante ha de procurar mantener constantemente el
contacto con sus clientes, anticipándose a sus necesidades, ofreciéndoles
nuevos artículos, etc. A este propósito, el comerciante hace salir
regularmente a sus viajantes, los cuales trabajan al mismo tiempo en la
adquisición de nuevos clientes. En el extranjero es, sin embargo, imposible
mantener relación directa con un gran número de detallistas, y de ahí que,
salvo si el vendedor tiene establecidas sucursales propias, el negocio con
el extranjero se haga por cuenta de mayoristas extranjeros o, especialmente
en el negocio de ultramar, por medio de casas de comisión, las cuales venden
por medio de muestrarios o reciben depósitos de mercancías en consignación
para venderlas en las mejores condiciones posibles. Esta venta se hace a
veces en forma de subasta, especialmente en los puertos europeos cuando se
trata de artículos coloniales. Este procedimiento fue introducido por la
Compañía Holandesa de las Indias Orientale para la venta de especies y otros
productos del archipiélago índico. Actualmente, la Compañía Comercial
Neerlandesa celebra cada mes en Amsterdam y Rotterdam, alternativamente,
subastas del café obtenido e Java, por cuenta del gobierno holandés. Pero
también entre particulares adquirió gran predicamento esta forma de venta
que se mantiene todavía aun cuando haya perdido parte de su importancia por
el establecimiento de relaciones directas con los centros de producción. Así
tienen lugar subastas de lana en Londres, El Havre, Amberes; de algodón en
Liverpool; de café, té, cacao y otros coloniales en Londres; de maderas
finas y pescados en Hamburgo; de carnes ahumadas en Leipzig; de vinos en el
Rhin y el Mosela. En general el sistema de subastas es conveniente para el
vendedor si se celebran en una plaza de considerable importancia, pues allí
se concentra la demanda y hay posibilidad de obtener precios elevados, venta
rápida y pago al contado. Es claro que en épocas de depresión la subasta es
peligrosa y puede equivaler al malbaratamiento de la mercancía. Las subastas
de productos ultramarinos que representan para los remitentes operaciones de
venta, constituyen para los comerciantes europeos ocasiones para comprar,
especialmente si en vez de tales subastas celebran, como sucede con las
partidas de tabaco de Sumatra en Amsterdam y Rotterdam, "inscripciones" a
base de ofertas escritas que hacen los presuntos compradores. También
sucede, por ejemplo, que se subasten en Nueva York productos europeos
consignados al extranjero.
En el comercio al detall, el mejor medio de conservar la clientela es
naturalmente vender buenas mercancías a precios baratos, y servir rápida y
amablemente. Pero la clientela debe ante todo adquirirse y ello se hace por
otros medios. Muy importante es una buena situación del establecimiento y su
presentación elegante a la que cada día se presta mayor atención en las
grandes ciudades. En éstas es también más factible que en las pequeñas
poblaciones la especialización en los artículos, en cuyo caso hay que reunir
dentro del ramo que se cultiva la máxima variedad de clases. Grandes
establecimientos al detall cifran también el éxito en la propaganda hecha
por medio de diarios y prospectos. De todo ello se deduce que el comercio al
detall exige capitales nada despreciables si quiere alcanzar la prosperidad.
Los recargos sobre el precio de coste de las mercancías del comercio al
detall para alcanzar un beneficio varían según la rapidez del giro, siendo
muy pequeños si se trata de mercancías del consumo diario y superiores
cuando se trate de géneros solicitados con menor frecuencia y de los que sea
necesario tener un buen surtido. El giro de esas mercancías en la fábrica o
en el comercio al por mayor es relativamente rápido, mientras que en el
comercio al detall se estancan par ser vendidas con lentitud.
En los países beligerantes se impusieron durante la guerra notables
limitaciones a la libertad de comercio, que han perdurado en una u otra
forma años después de terminadas las hostilidades. La guerra limitó en gran
manera la producción de mercancías, y los gobiernos hubieron de impedir el
alza de los precios que el exceso de demanda hubiera determinado, regulando
la producción y la distribución, y fijando los valores en venta. Ya el 4 de
agosto de 1914 se publicó en Alemania una ley implantando la fijación de
precios máximos en los artículos de primera necesidad. Pero ni esta ley ni
las múltiples disposiciones que la completaron produjeron el deseado efecto,
pues si el precio legal era inferior al del mercado, los géneros
desaparecían del comercio legitimo y reaparecían en el comercio clandestino,
por cuya manera las leyes económicas triunfaron de hecho sobre las
disposiciones gubernativas. Siguieron nuevas disposiciones castigando con la
cárcel y la confiscación a los que retenían las mercancías y subían los
precios, y autorizando a la administración local para apartar del comercio a
personas sospechosas, y obligando también a la creación de oficinas de
precios en los municipios de más de 10000 habitantes. Más adelante se
publicaron disposiciones contra los que pretendieran obtener en el comercio
beneficios usuarios; pero estas disposiciones, sobre todo en la época de la
rápida depreciación de Ia moneda, perjudicaron grandemente al comercio de
buena fe mientras que resultaron impotentes contra el comercio clandestino
que continuó medrando en la sombra.
Todos estos hechos demuestran la imposibilidad de gobernar y violentar por
medio de Ieyes el curso natural de los fenómenos económicos y en la
actualidad están desapareciendo ya los últimos restos de esta llamada
"economía pública", pues se ha impuesto el convencimiento de que la economía
nacional no puede sanearse por medio de leyes coercitivas, sino solamente
mediante el fomento de la producción.
20. Mercados y ferias
Entre las instituciones encaminadas a favorecer la compra y la venta figuran
los mercados y las ferias que se distinguen entre sí en que las segundas se
reservaban y reservan para las grandes transacciones, llamándose también en
algunos países "misas", pues originariamente tenían lugar a la salida de
éstas o en combinación con fiestas religiosas, caracterizándose además por
la concesión de libertades y privilegios por medio de los cuales los
soberanos procuraban fomentar el comercio en sus respectivos países. La
feria alemana más importante desde el siglo XVIII ha sido la de Leipzig,
habiendo tenido también mucha importancia la de Francfort del Oder, mientras
que la de Francfort del Main decayó notablemente desde mediados del siglo
XIX y sólo después de la guerra ha reconquistado su fama. La feria de
Brunswick fué siempre de mediana importancia. Modernamente se han organizado
también ferias en Breslau y en Könisgberg para el fomento de las relaciones
comerciales con la Europa oriental.
Las ferias en su primitiva forma eran no sólo una reunión de compradores y
vendedores que llegaban de los puntos más apartados, sino que también se
mandaban a ellas telas, pleles y otras mercancías en grandes cantidades para
su venta. El desarrollo de los medios de comunicación hizo con el tiempo
inútil la movilización de mercancías que, por otra parte, iba resultando
imposible por la gran cantidad y variedad de ellas. De ahí que las ferias
fueron perdiendo su importancia y se redujeran a la categoría de ferias de
muestras, al mismo tiempo que se las conservaba en su carácter de términos
de vencimiento de las obligaciones. En Rusia existían, sin embargo, antes de
la guerra ferias en las que se acumulaban grandes partidas de géneros. La
más importante de ellas era la de Nijny Novgorod, en la cual se hicieron en
1881 transacciones por 256 millones de rublos, habiendo perdido luego parte
de su importancia. En segundo lugar estaba la feria de Irbit.
Para el aprovisionamiento de las ciudades con verduras, huevos, pescado,
carne, caza, etc., existen los mercados semanales en las pequeñas
poblaciones y los mercados permanentes en las grandes, en las cuales están
organizadas convenientemente las ventas al por mayor y menor. Los mercados
de las grandes pobiaciones acostumbran a pertencer a los Ayuntamientos; pero
en Londres hay también mercados particulares como el de Covent Carden que
pertenece al duque de Bedford. La venta al por mayor acostumbra a realizarse
en el mercado central de la población. En Berlín es éste el único mercado
que tiene una vida próspera, pues los mercados al por menor van decayendo en
beneficio de las tiendas y bazares a los que el público con preferencia se
dirige. También revisten gran importancia los establos municipales
combinados con los mataderos, como el de la Villette en París y el fundado
en Berlín en 1881.
21. La Bolsa de mercancías
El verdadero mercado del comercio en grande no es ya hoy la feria, sino la
Bolsa. A ésta no se remiten ya mercancías ni sus visitantes son forasteros
que llegan de grandes distancias, sino comerciantes de la localidad que
frecuentemente operan, sin embargo, por cuenta de contratantes ausentes. Las
sesiones de Bolsa no se celebran tampoco con ocasión de solemnidades
determinadas, sino todos los días laborables o en ciertos días de la semana.
En general puede definirse la Bolsa como una reunión permanente y organizada
de comerciantes e intermediarios para la compra y venta de mercancías y
efectos y el concierto de operaciones de transporte y seguro. Hay Bolsas
especiales para determninadas mercancías u operaciones; pero las grandes
Bolsas del continente europeo acostumbran a comprender gran variedad de unas
y otras. Así, en Berlín hay una sola Bolsa dividida en dos secciones: la de
mercancías y la de efectos.
La Bolsa tiene su origen en reuniones libres que se celebraban a fines de la
Edad Media, en las que se contrataban giros y moneda y también seguros
marítimos en las plazas costeras. Su nombre proviene del de la familia de
corredores van de Burse, establecida en Brujas, con el cual se bautizó la
plaza de aquella población en la cual estaban establecidos los edificios
consulares de los italianos. En el siglo XV este nombre pasó a Amberes y de
allí a casi todos los países. Sólo en Inglaterra ha persistido el nombre de
Exchange, pues en 1566, Sir Thomas Gresham fundó la Bolsa de Londres con el
nombre de Royal Exchange. La Bolsa de Lyon tuvo gran importancia en el siglo
XVI por la gran cuantía de transacciones de dinero y giros que en ella se
operaban. En París los cambistas se reunían desde el siglo XIV en el
Pont-au-Change; pero la Bolsa de efectos y cambios no fué establecida hasta
el año 1724. La técnica de las modernas Bolsas se formó en el siglo XVII en
Amsterdam, cuya Bolsa era entonces la primera de Europa. Pero entonces la
actividad bursátil se limitaba a giros, efectos públicos y privados,
mientras que el tráfico de mercancías seguía desarrollándose principalmente
en las ferias y sólo fué incorporándose poco a poco a las Bolsas empezando
por las operaciones a plazo que se pusieron en boga en Amsterdam a fines del
siglo XVII.
En Inglaterra y los Estados Unidos, las Bolsas han conservado su carácter de
corporaciones privadas y autónomas, mientras que en el continente europeo
han sido sometidas en los siglos XVIII y XIX a la influencia más o menos
absorbente del Estado. En Francia sucedió ello ya en 1724 a raíz de los
escándalos de Law, y el código de comercio de Napoleón, en su art. 71 dice
que "La Bolsa de comercio es la reunión de comerciantes, capitanes de
buques, agentes y corredores, bajo la protección y la autorización del
gobierno."
Para las operaciones de Bolsa sólo se prestan las mercancías de carácter
fungible, o sea aquellas que pueden sustituirse fácilmente por otras en la
misma cantidad y calidad. Sólo asi pueden concertarse operaciones en vista
de muestras o según ciertos tipos o clases que ni siquiera necesitan
enseñarse. Las mercancías pueden encontrarse en los docks o en buques o
barcazas en puerto, en cuyo caso se trata de operaciones en plaza, de
contado o disponible, o pueden encontrarse en camino (operación a plazo),
siendo en ambos casos el negocio una venta en firme o de efectivo, cuya
mercancía debe ser entregada y admitida. Los productos ultramarinos, como el
café, algodón, etc., acostumbran a embarcarse para Europa a un "puerto de
orden", en la esperanza de que se venderán durante la travesía y en tal caso
el buque encuentra al arribo instrucciones sobre el puerto de destino.
También se celebran contratos para embarque dentro de un determinado plazo
que permite fijar aproximadamente el plazo de arribo. Estos contratos se
acostumbran a hacer bajo las condiciones de "cf" o "cif". Finalmente se
hacen también negocios para entrega dentro de un plazo de uno o dos meses,
con obligación del comprador de hacerse cargo de la mercancía. Aun cuando
estos negocios se hagan sobre muestra, son negocios en firme y se distinguen
de los negocios "a voluntad", de que más adelante hablaremos, en que estos
últimos pueden liquidarse mediante el pago de diferencias, mientras que en
los primeros ha de entregarse y recibirse efectivamente el género. Las
reglas sobre determinación de la cantidad y calidad de la mercancía y fecha
de entrega deben determinarse por las partes. La fecha de entrega dentro del
plazo convenido queda al arbitrio del vendedor si no se ha dispuesto lo
contrario. El vendedor ha de poner la mercancía a disposición del comprador
mediante una notificación acompañada de un certificado de reconocimiento
pericial.
Las operaciones de Bolsa pueden efectuarse directamente entre los
interesados o por mediación de un corredor, y en todo caso ha de redactarse
por duplicado una nota o póIiza que contenga los extremos esenciales de la
operación. En las plazas importantes se han constituido asociaciones de
comerciantes que han determinado las condiciones corrientes de las
operaciones en firme, siendo costumbre consignar en la nota la sumisión de
las partes a dichas condiciones y a los arbitrajes especiales establecidos
en plaza. A base de los negocios concertados se establecen por personal
competente las cotizaciones oficiales, sobre cuyo extremo existen en cada
país disposiciones minuciosas.
También en España (1) aparecieron las
Bolsas de mercancías al finalizar la Edad Media. Incluso fuera de la
Península encontramos bolsas españolas, como las lotgias, lonjas o
llotjas
de los catalanes en Alejandria, almacenes de mercancías en los cuales tenía
lugar la contratación de las mismas. Ya en el siglo XIV existía en Barcelona
la Lonja del Mar, reconstruida a partir de 1772 hasta formar el hermoso
edificio de la actual Bolsa, legítimo orgullo de la capital de Cataluña.
Posteriormente, fundóse la Lonja de Valencia, hermoso edificio de estilo
gótico y más tarde las de Zaragoza, Sevilla, Burgos, Madrid y Bilbao y otras
varias en las antiguas posesiones de ultramar. La Bolsa de Madrid funcionaba
en sus principios en un café llamado del Espejo. Felipe IV empezó a
preocuparse de la creación de una Bolsa nacional. Sin embargo, ésta funcionó
todavía largos años en la llamada Casa de Filipinas de la calle de Carretas,
en los claustros de San Martín, en la iglesia de los Basilios, en la nave de
la de Vallecas y en el edificio de la plaza de la Leña reconstruido en 1873,
hasta que en 1878 se dispuso la construcción del actual edificio de la plaza
de la Lealtad.
Las Bolsas de comercio se rigen en España por el reglamento general de 31 de
diciembre de 1885, reformado por distintas disposiciones hasta 1911. Además
existe el Reglamento de la Bolsa de Madrid redactado por última vez en 20 de
marzo de 1919. La Bolsa de Barcelona se rige actualmente por el Real decreto
de 26 de marzo de 1915 que le declaró aplicable el Reglamento de la de
Madrid. Existen además disposiciones especiales sobre corredores de
comercio, intérpretes de buques, etc. Todas estas disposiciones desarrollan
las de los títulos V y VI del libro primero del Código de Comercio.
También se ocupa el Código de Comercio español de las ferias, mercados y
tiendas, en sus arts. 81 al 87, estableciendo que tanto el Gobierno como las
sociedades mercantiles podrán establecer lonjas o casas de contratación; que
los lugares y fechas para la celebración de las ferias seran anunciados por
la autoridad, que los contratos de compra-venta celebrados en ferias podrán
ser al contado o a plazos, debiendo cumplirse los primeros a las 24 horas
siguientes lo más tarde so pena de pérdida de los gajes, señal o arras y de
nulidad de contrato; que las cuestiones suscitadas en las ferias cuya
cuantía no exceda de 1500 pesetas se decidiran en juicio verbal por el juez
municipal con arreglo al Código de Comercio; que las compra-ventas
verificadas en tiendas se presumirán al contado, siendo irreivindicable la
moneda en que se hagan los pagos y causando prescripción de derecho la
compra de mercaderías en tiendas, a favor del comprador, salvo las acciones
criminales de civiles que correspondan a los propietarios de las mercaderías
i debidamente vendidas contra los que las vendieron.
Según el art. 67 del Código de Comercio, serán materia de contratación en
Bolsa: 1. Los valores y efectos públicos; 2. Los valores industriales y
mercantiles emitidos por particulares o por sociedades o empresas legalmente
constituídas; 3. Las letras de cambio, libranzas, pagarés y cualesquiera
otros valores mercantiles; 4. La venta de metales preciosos, amonedados o en
pasta; 5. Las mercaderías de todas clases y resguardos de depósitos; 6. Los
seguros de efectos comerciales contra riesgos terrestres o marítimos; 7. Los
fletes y transportes, conocimientos y cartas de porte; 8. Cualesquiera otras
operaciones análogas a las expresadas en los números anteriores, con tal de
que sean lícitas conforme a las leyes.
Dejando para más adelante lo referente a la Bolsa de valores, hemos visto
que la contratación de mercancías puede tener lugar en las tiendas o
establecimientos comerciales, en los mercados y ferias, en las casas de
contratación llamadas lonjas y en las Bolsas de comercio. De hecho, las
lonjas y las bolsas se confunden, designándose vulgarmente con el primer
nombre a la Bolsa de mercancías y con el segundo a la de valores, pero
estando ambas en el mismo edificio y funcionando a horas distintas. Según el
Código y el Reglamento hay cuatro clases o categorías de Bolsas: 1. Las
establecidas oficialmente por el Gobierno a su costa, con carácter oficial;
2. Las establecidas por las corporaciones locales con la autorización del
Gobierno, a costa de las primeras y teniendo también carácter oficial; 3.
Las establecidas por sociedades mercantiles con autorización del Gobierno,
para que sus cotizaciones tengan carácter oficial, y 4. Las fundadas por
sociedades con carácter particular. Estas últimas se rigen por sus
respectivos reglamentos y en su defecto por las disposiciones generales del
Código de Comercio (2). Las demás acostumbran a tener
reglamentos oficiales muy detallados y su dirección está encomendada a las
respectivas Juntas Sindicales de los Colegios de Agentes de Cambio y Bolsa,
que son los que, al final de cada sesión, establecen el acta de cotización
oficial, de la que se manda certificado al Registro mercantil.
Establece el Código, en su art. 74, que toda persona, sea o no comerciante,
podrá contratar sobre valores o efectos sin intervención de agente de
cambio; pero tales contratos se regirán por la Iey común, de modo que no
gozarán de las garantías que caracterizan a los contratos intervenidos por
agente, sobre todo por lo que respecta a la irreivindicabilidad de los
valores o mercancías.
Las operaciones de Bolsa (art. 75) podrán ser al contado o a plazo, en firme
o a voluntad, con prima o sin ella, según se estipule. Así como las
operaciones en la de Bolsa de efectos se anuncia en seguida de viva voz, en
la Bolsa de mercancías se publican en Boletín de la cotización.
Las operaciones al contado hechas en Bolsa se deberán consumar el mismo día
de su celebración o a lo más tarde hasta la reunión siguiente de Bolsa,
debiéndose cumplir las condicionales o a plazo con arreglo a las condiciones
convenidas. Si las transacciones se hicieren por mediación de agente
colegiado callando éste el nombre del comitente o entre agentes con la misma
condición, el agente responderá por el vendedor o comprador moroso.
En materia de organización bursátil, España ocupa una posición intermedia
entre el régimen restrictivo y de riguroso control público, representado por
Francia y Alemania, y el régimen de libertad característico de Inglaterra y
los Estados Unidos. El sistema italiano se aproxima bastante al español. En
las repúblicas hispano-americanas predomina el régimen de libertad. Así, las
Bolsas argentinas reguladas con el art. 75 y siguientes del Código de
Comercio, son sociedades de carácter privado e igualmente es asociación
privada la Boisa de Comercio de Montevideo con estatutos de 7 de agosto de
1907. El art. 32 del Código brasileño sujeta las Bolsas a la inspección de
las autoridades. Los arts. 64 y 65 del Código peruano son copia del español,
mientras que Chile, Méjico, Nicaragua, Guatemala, Honduras y Costa Rica no
se ocupan de las Bolsas en sus Códigos.
Por regla general so permite en todas las Bolsas la entrada y actuación a
toda persona con plena capacidad civil y jurídica. Sin embargo, en la Bolsa
de Londres y hasta cierto punto en la de París sólo tienen intervención los
agentes. Sobre la naturaIeza y atribuciones de éstos, véanse nuestras notas
al final del Capítulo II.
___________
(1) Véase MARCOS J. BERTRÁN, Operaciones de Bolsa,
Manuales Gallach, Barcelona; CAPDEVILLE, La Bolsa al alcance de todos,
Librería nacional y extranjera, Madrid, 1905.
(2) Modelo de ellas en el mejor sentido de la palabra es
el Casino Mercantil o Bolsín de Barcelona. Véase MARCOS J. BERTRÁN,
Operaciones de Bolsa.