EL ORDEN ECONÓMICO NATURAL

EL ORDEN ECONÓMICO NATURAL

Silvio Gesell

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El teórico en cuestiones de salario

Desde que el ferrocarril, la navegación a vapor y el derecho de transitar libremente han puesto a disposición de los obreros vastas regiones del suelo fecundo en América, Asia, Africa y Australia; desde que se ha desarrollado también el crédito personal, debido al amparo de las leyes mercantiles y al progreso de la civilización y de la cultura, y desde que el capital se ha hecho accesible al obrero, faltan las condiciones esenciales para la aplicación de la „ley de bronce“ en materia de salarios.

El trabajador ya no está supeditado al favor o desfavor del terrateniente; puede romper las cadenas de la esclavitud y abandonar la patria. El monopolio del suelo ha sido quebrantado. Millones de trabajadores se han independizado emigrando y a los que quedaron tuvo el terrateniente que tratar como a hombres libres. La sola posibilidad de emigrar los hacía efectivamente libres.

En cuanto al salario, tuve que abandonar la „ley de bronce“, porque los hechos no hablaban en mi favor. Según los cálculos de Moleschott y Liebig, encuéntrase en ½ litro de aceite de bacalao y 4 kilos de habas la cantidad de nitrógeno y de hidrato de carbono, que se requieren para la manutención y procreación de un hombre que trabaja 12 horas diarias. Y estas substancias cuestan en total 17 centavos. Agréguese 3 centavos para papas, vestuario, vivienda, necesidades religiosas, y todo suma 20 centavos. El salario, según ellos, no podía pasar esos límites básicos. Sin embargo los ha pasado. Luego queda en la nada la ley de bronce del salario.

Para salir del apuro me decía yo, que el salario de la ley de bronce sería, según el grado de cultura del obrero, el mínimo necesario para la vida y la procreación (mínimo de la existencia cultural). Pero es una frase demasiado hueca para llevarla adelante, pues ¿cómo pudo el obrero, alimentado con habas, alcanzar una cultura? ¿Cómo pudo escapar tal bribón del establo? No porque faltaran guardianes. Por otra parte, ¿qué es cultura? ¿cuál es el mínimo para la manutención? Los porotos con aceite de bacalao componían el plato preferido de los tejedores de Silesia en Noche Buena. Con conceptos tan elásticos la ciencia no va a ninguna parte. En opinión de muchos (naturalistas, cínicos, etc.) la ausencia de necesidades es un signo de cultura máxima; por lo tanto el salario de la ley de bronce, que corresponde a cada standard de vida, debería bajar al aumentar la cultura y disminuír las necesidades. Los tejedores de Silesia ¿acaso son menos cultos que esos burgueses panzones, más parecidos a cerdos que no a seres humanos, que empiezan su día con un „Chop“. Tampoco es cierto que el salario sube en proporción al número de chops y a la calidad del tabaco.

El Ministro de economía señor Moeller, indicó en la Dieta de Prusia los siguientes promedios de salarios percibidos por los mineros de la región del Ruhr.

1900               M 4,80
1901               M 4,07
1902               M 3,82
1903               M 3,88
1904               M 3,91

Luego, en el período de 3 años los salarios habían bajado en 20%. ¿Acaso bajaron en el mismo período también las necesidades de los obreros en un 20% ? (1) ¿Habían caído acaso, los obreros en la barberie de la „abstinencia“? Los que son continentes, por cierto, se arreglan con poco dinero, y esto sería en realidad un excelente argumento para reducir el salario mínimo al grado cultural más inferior de la abstinencia. Pero en este caso cabe preguntar ¿por qué los potentados se han entusiasmado tan poco por la abstinencia? Si se pudiera bajar el salario por medio de las privaciones en beneficio de la renta sin trabajo, qué pronto habríase prohibido el comercio de bebidas embriagadoras. Pero los potentados lo saben mejor, y se dicen: „Cuidado con los antialcoholistas!“ Pues ningún pueblo se deja „regir“ sin bebidas espirituosas. (2)

En una palabra ni el „mínimo de la existencia cultural“ ni la „ley de bronce“ con respecto al salario son satisfactorias. Las luchas por el salario se realizan sin relación alguna con el grado de cultura. El mismo aumento del salario, que los obreros creen haber „conquistado“ hoy, lo pierden mañana, si las perspectivas comerciales (coyunturas) son desfavorables. En cambio, si mejoran las condiciones del mercado, obtienen el aumento de salario sin luchar por él, y hasta sin exigirlo, al igual como el campesino obtiene el alza de precio del trigo tan pronto anuncian desde América una mala cosecha.

¿Qué es salario? Salario es el precio que paga el comprador (empresario, comerciante, industrial) por las mercancías que le provee el productor (obrero). Este precio es determinado, como el de todas las mercaderías, por el precio anhelado de venta. El precio de venta menos la renta territorial y menos el interés del capital, eso es el salario. Debido a ello, la ley del salario ya está contenida en las leyes de la renta territorial y del interés del capital; el salario es la mercadería menos la renta territorial y el interés del capital. Luego no existe una „ley de salario“ especial. El vocablo „salario“ es superfluo en la economía política, pues salario y precio son sinónimos. Sabiendo como se forma el precio de la mercancía, se sabe también lo que el obrero percibe por sus productos. (3)

A esta conclusión llegué con la ayuda de la libremoneda. Ella me libró por de pronto de las fantasías sobre el „valor“, dado que la sola existencia de la libremoneda es una refutación viva y palpable de todas las teorías del valor y de la fe en él. Después de la ilusión del „valor“, le tocó el turno al concepto, enteramente inútil para las investigaciones económicas, del „trabajo“. Pues, ¿qué es trabajo? No se puede tomar por tal los movimientos de los brazos, o la fatiga, sino el producto de esos esfuerzos. James Watt trabaja ahora en la tumba más que todos los caballos del mundo. No es la labor que importa, sino su resultado, o sea el producto. Este se compra y se paga, como lo demuestra claramente el llamado trabajo a destajo (trabajo por pieza); y, en el fondo, todo es trabajo a destajo.

Y comprar los productos del trabajo, o sea las mercancías, significa cambiarlas. De esta manera toda la economía se descompone en innumerables transacciones de cambio, y mis conceptos de „salario“, „valor“ y „trabajo“ resultan ser vanos circunloquios en torno de los dos conceptos: „mercancías“ y „cambio“.

 

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(1) Admitamos que en este caso el salario real ha participado en las fluctuaciones del salario nominal. De lo contrario deberíase declarar en bancarrota al llamado „sistema Monetario Alemán“.

(2) Una nueva era empezó en la historia de la humanidad. Hoy, el día 15 de septiembre de 1918, el Presidente Wilson ha prohibido la fabricación, el comercio y la importación de todas las bebidas alcohólicas. ¡Cúmplase su voluntad tanto en los Estados Unidos como en otras partes!

(3) En la última parte de este libro „La teoría libremonetaria del interés“, voy a probar que los poseedores de los medios de producción (los fabricantes) son simplemente prestamistas; lo que, por otra parte, cada vez se reconoce más.