EL ORDEN ECONÓMICO NATURAL

EL ORDEN ECONÓMICO NATURAL

Silvio Gesell

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1. De cómo se nos revela la existencia del dinero

Si las inscripciones en las monedas tienen por objeto enseñarnos la naturaleza del dinero, el trabajo fué hecho muy ligeramente. Estas inscripciones dicen: "10 marcos" o "10 francos" o "10 pesos", y quien por ellas no logra reconocer la naturaleza del dinero, menos se ilustrará con las anotaciones marginales de las monedas que rezan: “Con Dios” o (en las francesas) "Libertad, Igualdad, Fraternidad", etc.

Comparando las inscripciones de las monedas alemanas actuales con aquellas de los antiguos “Táleros” prusianos, obsérvase que se ha omitido la indicación del peso del metal fino qué contenían ¿Por qué? Con esta omisión se perseguía alguna finalidad, y ello cabe suponerlo con tanto más certeza, cuanto que la indicación del peso puede resultar en muchos casos de verdadera utilidad (1).

Es incuestionable que la indicación del peso en la forma como figuraba en el "tálero prusiano" sugirió muchas cuestiones que no pudieron aclararse con los conceptos que aun hoy predominan acerca de la esencia del dinero y que con la omisión de la indicación del peso en las monedas nuevas se ha orillado el peligro de enredarse en contradicciones.

Si "XXX" es un libra fina (2), una libra fina también será XXX, y el concepto "Taler" se convierte con tal inscripción en una simple unidad de peso reservada para la plata, como aun hoy existen en Inglaterra unidades especiales de peso para ciertas mercancías. (Diamantes, por ejemplo, se pesan por kilates. En Neuchatel, una arroba de manzanas o de papas contiene 20 litros; una arroba de cereales, en cambio, contiene solamente 16 litros).

Pero, si una libra de plata fina equivale a 30 táleros, si una moneda es igual a un peso determinado de plata (según inscripción y teoría de los táleros), ¿cómo puede desmonetizarse la plata; cómo separar del tálero la 30ª parte de una libra de plata fina? ¿Cómo puede desdoblarse un concepto en dos: Tálero y Plata? Antes del año 1872 "XXX" era una libra de plata fina, y después de esta época dejó de serlo. Si esto último es posible (que lo es), lo primero jamás fué verdad, y la inscripción del tálero nos ha hecho aparentar como un concepto lo que en realidad fueron siempre dos: el tálero y la materia de la cual ha sido elaborado. El tálero pesaba la 30a. parte de una libra de plata fina, esto era todo. Se necesitaba para la elaboración de los táleros una libra de plata fina por cada treinta Táleros, de igual modo que para forjar una herradura se emplea una libra de hierro. El tálero no era una cantidad determinada de plata, como una casa no puede ser, en su esencia, un montón de ladrillos, ni mucho menos un par de zapatos el sinónimo de un metro de cuero. El tálero era un producto de la casa de moneda alemana completamente diferente de la plata. Y lo era, a pesar de su inscripción, tanto antes como después de la des monetización de la plata.

La inscripción del tálero reunió a éste y a su materia en un mismo concepto; la desmonetización de la plata nos demuestra que los conceptos contenidos en el tálero eran dos. La derogación del derecho de la libre acuñación de la plata presentó al tálero transparente, de manera que a través de la plata reconocimos su substancia. Hasta aquel entonces creíamos que el tálero fuera sólo plata, pero, luego, descubrimos en él, por primera vez, el dinero. Se negaba que el tálero tuviera un alma, hasta que al desaparecer se desprendió de ella a la vista de todos. Mientras no se derogó el derecho de libre acuñación, los súbditos prusianos no vieron más que plata; ahora se les reveló en la unión de la plata con la ley la existencia de un producto extraño: el dinero.

Antes de la derogación del derecho a la libre acuñación de la plata, nadie contradijo la explicación que sus defensores daban del patrón metálico (oro, así como bimetalismo); la desmonetización de la plata demostraba que, aunque las monedas se acuñaban de barras de metal, no por eso tales barras ya eran monedas.

Chevallier, La monnaie, p. 39: “Las monedas son barras de metal cuyo peso y quilate está garantizado por el sello."
Otto Arendt: "Nuestro Reichsmark no es más que el nombre para la 1/1395ª Libra de oro."

Olvidábase que la libre acuñación de la plata, cuya característica consistía en convertir las monedas en barras y éstas en monedas, tiene por base una ley naciónal, emanada de la voluntad soberana de los legisladores. Olvidábase que el tálero era un producto, un fruto de la legislación, y que la plata no era más que la materia, nada más que la materia prima arbitrariamente elegida para el tálero. La ley creaba el tálero y la ley lo destruía. Y lo que acabamos de decir respecto del tálero vale naturalmente también para su sucesor: el Reichsmark. El derecho a la libre acuñación de oro que aun hoy convierte la moneda y el oro en un concepto es creación de nuestros legisladores. Así como apareció puede desaparecer, puede ser derogado, si algún día se llegase a demostrar que tantas cosas aceptadas sin mayor estudio como axiomas en materia del patrón oro no resisten ya ningún examen.

Pero si esto sucediera - me refiero a la derogación del derecho de acuñación libre - (la declaración del billete de Banco como medio legal de pago es el primer paso hacia ese fin) ¿ qué relaciones subsistirán, entonces, entre el oro y nuestro dinero? Una sola: la de que así como el cobre, la plata, el nikel y el papel, el oro sirve de materia prima en la fabricación de nuestra moneda, es decir, la misma relación que existe entre la piedra y la casa, entre el cuero y los zapatos, entre el arado y el hierro. La más leve apariencia de igualdad entre la esencia del dinero y su materia desaparecería y la diferencia entre el oro y el Reichsmark sería tan evidente como entre tálero y plata, sombrero y paja (3).

Tenemos que distinguir, pues, estrictamente entre el dinero y su materia prima, entre el Reichsmark y el oro. Ambos - el dinero y su materia prima - nunca pueden declararse como una sola cosa, dado que entre ambos existe la ley, que el día de hoy une a ambos, y que mañana los puede separar.

Esta diferencia entre el dinero y su materia ha existido siempre. Existía ocultamente en la época del derecho a la libre acuñación de la plata; ocultamente flota también en el sistema actual del patrón oro. Pero la diferencia resalta cuando ese derecho de libre acuñación de la plata es derogado arbitrariamente por la ley. Y ella es, asimismo, evidente hoy para todo aquel que aprendió de la historia de la plata, que las prerrogativas del dinero no son inherentes a metal alguno, sino que pueden ser transferidas por vía legal de una materia a otra.

Y ¿qué opinan ahora nuestros legisladores del sistema monetario alemán cuando toman en sus manos un marco oro y lo contemplan? ¿Se darán cuenta, acaso, que ese Reichsmark carece aún de un concepto legal, que ninguna definición escolástica de la esencia del dinero cuadra al sistema monetario alemán, que la declaración del billete de banco como medio legal de pago priva a la teoría del patrón oro del último punto de apoyo, y que la leyenda de nuestros billetes de banco ya resulta un absurdo?

"El Reichsbank paga al portador y a la vista y sin legitimación 100 Reichsmark", así reza la leyenda, y la teoría del billete de banco dice que tales billetes circulan y son aceptados sólo en virtud de su promesa de pago. Ahora, esta leyenda se ha tachado con una raya gruesa, declarando al billete como medio de pago legal y, no obstante ello circulan en la misma forma que antes. ¿Cómo se explica ésto? ¿Cómo se explica que el campesino alemán que ya vendió su vaca por 1000 marcos de plata, los que, llevados al crisol sólo le hubieran producido por 400 marcos en plata, venda ahora su mejor caballo por un billete de banco que material y teóricamente carece de valor?

¡Póngase pues la leyenda de los billetes de banco en concordancia con los hechos, imprímase sobre el papel, como se hizo con las monedas de plata y de oro simplemente 10 - 20 - 100 marcos y bórrese todo lo demás, y especialmente la palabra ¡”pagar”! Esta palabra úsase en reconocimientos de deudas, pagarés, intimaciones de pago, y el billete de banco no es precisamente un pagaré. Reconocimientos de deuda, especialmente fiscales producen intereses en favor del poseedor; en cambio en el caso del billete de banco es el fisco, en su calidad de librador, el que percibe los intereses (4). En vez de imprimir "El Reichsbank pagará al portador etc.", escríbase sencillamente "Esta billete representa 100 marcos". Sería demasiado ingenuo creer que con esa leyenda el billete de banco se convierte en un documento de crédito. Hoy no es posible imaginar un documento de crédito sin el interés. Y sin embargo, en todo el mundo sólo la leyenda del billete de banco habla de documentos de crédito que al poseedor (acreedor) cuestan intereses y al librador (deudor) aportan intereses, y que circulan a la par con los verdadéros papeles de crédito. Los empréstitos del Estado alemán, que al poseedor le aportan regularmente el 3% anual, se cotizan hoy (1911) a 84,45; el billete de banco alemán que al poseedor (acreedor) le cuestan anualmente 4-5-6 y hasta 8,5 % está en 100 (a la par) (5). Y ambos se confunden igualmente ante la ley y la teoría; ambos documentos son considerados teórica y legalmente como reconocimientos de deuda entregados por el mismo librador.

Termínese, de una vez, con leyes y teorías pseudocientíficas, que conducen a contradicciones tamañas.

El papel de los billetes de banco es, como el cobre, el nikel, la plata y el oro, una materia prima para la fabricación del dinero; todas estas distintas formas de dinero ostentan derechos iguales, son recíprocamente intercambiables. Se encuentran todas bajo la superintendencia igualmente eficaz del Estado. El papel-moneda no se compra ni se paga con metal-moneda del mismo Estado, sólo se canjean entre sí. De ahí que lógicamente ha de ser borrada toda clase de promesas de pago en la leyenda de los billetes. “Estos son: Diez, cien, mil Reichsmark". Así debe rezar su leyenda.

No es a causa, sino a pesar de la promesa de pago que el billete de banco circula a la par con la moneda metálica. (6)

¿ De dónde surgen las fuerzas que mediante el billete de banco convierten al librador en un acreedor que percibe intereses, y al poseedor en un deudor que paga esos intereses? El privilegio de ser dinero dota al billete de banco de estas fuerzas, ha producido el milagro. Por consiguiente, debemos considerar la naturaleza de ese privilegio.

 

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(1) La indicación de su peso convierte a la moneda en una unidad contrastada de peso, con lo que cada cual puede verificar las pesas del mercader.

(2) Inscripción en los antiguos táleros prusianos que indicaba: 30 táleros contenidos en una libra de plata fina.

(3) La teoría del patrón oro está hoy completamente desorientada, y sería seguramente difícil explicarla aun con palabras. Cuando se estableció el patrón oro, la teoría de barras regia aún en la forma más crasa. "Valor de la moneda es el valor propio de ésta", dijo Bamberger, "y en virtud de sus cualidades de metal, el oro se nos impone como dinero". ¿Cómo se concilia con esta afirmación el hecho de que pocos años después, en Alemania, se fundó una sociedad protectora del patrón oro? ¿No valía, acaso, el oro más en virtud de sus propiedades de metal, y como se llegó a hablar de un patrón oro alemán? Si el Reichsmark, como la teoría lo afirma no representa más que una cierta cantidad de oro, el marco no es más alemán que francés, ruso, japonés. ¿O producen las minas acaso oro alemán, y en qué sentido se distingue éste quimicamente de otro? El rótulo de la sociedad mencionada contiene tantas confusiones como palabras, y lo mismo sucede con los volantes que difunde.

(4) En el caso de una emisión de 10 mil millones en billetes, el Reich percibe anualmente 500 millones en concepto de intereses.

(5) El Reichsbank adquiere del comercio con sus billetes las letras de cambio y no hace distinciones para nada entre oro y billetes. Percibe en concepto de ambos el mismo interés. Y con todo esto declara al oro como su propio capital y los billetes como sus deudas!

(6) Desde el momento en que queda desvirtuado el concepto "a la par" se inicia el éxodo del oro más allá de la frontera, según la ley de Gresham. Sólo permanece el papel.