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Trueque y Economía Solidaria
Susana Hintze (Editora)2. Los estudios sobre el trueque en la Argentina
Las investigaciones empíricas sobre el trueque
Los estudios que se incluyen en este apartado, con trabajos de campo realizados recientemente, no se reconocen entre sí como fuentes (ninguno es citado por los otros). Sin embargo, a pesar de la diversidad de intereses, enfoques y preguntas que intentan responder, de la revisión comparativa de los mismos surgen notas comunes para una interpretación del trueque en esta coyuntura de la Argentina que, en general, confirman tendencias que venían siendo observadas:
a) la fuerte presencia entre sus integrantes de sectores medios empobrecidos, con graves problemas laborales o desocupados; b) el reconocimiento de la distancia que media entre el discurso de organizadores –en especial los “los fundadores”– y los participantes en la actividad del trueque, así como los diferentes sentidos que adquiere para éstos según sus condiciones de inserción en la práctica;
c) su consideración en términos de estrategias adaptativas, defensivas o de supervivencia;
d) la percepción de la “transitoriedad” de la práctica del trueque, vivida por los actores como expresión del estar “adentro” y “afuera” en una sociedad y un mercado que excluye y segrega;
e) su carácter de refugio ante la devastación social, pero que es a la vez revalorizadora del trabajo y re-creadora de lazos sociales, intercambios, valores solidarios y sentido de pertenencia social;
f) los problemas que el trueque enfrenta derivados de la falta de insumos, bienes intermedios y productos básicos, y debido a la introyección de problemáticas propias del mercado y la sociedad capitalista que configuran “desviaciones” de los principios que sustentan discursivamente la práctica;
g) la dificultad de generar por sí mismo condiciones para salir de la pobreza –e incluso de amortiguar la caída de los sectores medios– y la necesidad de articularlo con otras formas socioproductivas y con instituciones públicas y de la sociedad civil.
a) La potencialidad de las experiencias “desde abajo” (nodo de Mendoza) Patricia Lescaro y Bárbara Altschuler (2002) estudian experiencias de organización comunitaria en las cuales incluyen los Clubes del Trueque en Mendoza y la acción de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) de Gral. Mosconi, provincia de Salta. Preocupadas por indagar el potencial de “desarrollo local desde abajo” de estas experiencias, y discutir el papel que las políticas sociales cumplen en su obstrucción o fortalecimiento, especialmente desde los gobiernos locales, toman como caso un nodo en Mendoza Capital.1
Desde el punto de vista de la composición social, los integrantes del nodo corresponden a clase media empobrecida, en general pequeños productores y cuentapropistas, 43% son desocupados, 70% mujeres, y dos tercios es mayor de 45 años, con nivel educativo medio (20% con estudios terciarios o universitarios y 30% secundario completo). En lo que respecta al impacto económico del intercambio en el nodo, los entrevistados cubren entre el 21% y el 40% de las necesidades del hogar con estos productos; este nivel es explicado por las autoras debido a la escasez de insumos básicos en los nodos.
Consideran que, si bien los prosumidores entrevistados poseen un cúmulo importante de conocimientos y habilidades adquiridas formal o informalmente, que van desde manualidades y artesanías hasta conocimientos técnicos y profesionales, esto no se ve reflejado en los productos que ofrecen en el nodo, lo cual implica una importante subutilización de los recursos humanos existentes en éste.2 En este estudio se relaciona la actividad del trueque con otras instituciones. Se indica que se han realizado con el gobierno acuerdos y convenios de cooperación, y con las empresas de la zona algunos acuerdos para prestación de servicios y adquisición de bienes a través de moneda social (cuasi-dinero). Algunas escuelas prestan el edificio a cambio de moneda social que cambian por insumos para los comedores.
En términos de las representaciones sobre el trueque en el caso de Mendoza, las autoras encuentran que: “Aparecen juntas valoraciones positivas en relación con la ayuda económica que aporta la pertenencia al club y en relación a la revalorización personal de los participantes como sujetos productores-consumidores y al descubrimiento, desarrollo y reactivación de capacidades entre quienes intervienen en el nodo. De esto se desprenden otros comentarios aún más cercanos a lo afectivo y anímico, como los que consideran al club como espacio de diversión, entretenimiento, ocupación productiva del tiempo, es decir un lugar en el que se conjugan el ocio y el trabajo, como una fórmula contra el sentimiento de angustia y la depresión generada por la exclusión del mercado formal de trabajo. Este tipo de evaluaciones generalmente pertenecen a personas que se acercan al club en situaciones de fuerte presión, inestabilidad o exclusión económica y social, y que ven en él, no sólo una estrategia de supervivencia, sino también un espacio de construcción de nuevos vínculos, que a su vez hacen posible la continuidad y expansión del club”.
En esta investigación las diferencias internas son explicadas en términos de la duración e intensidad de la participación de los actores en la práctica del trueque: “Podemos distinguir dos grupos bien definidos a partir de las opiniones, que están sujetos tanto a la antigüedad de pertenencia al club como al modo de reclutamiento. Se advierte la existencia de un grupo de prosumidores que cumplirían una función de pilares en la organización, estos participantes son en su mayoría socios fundadores del nodo o prosumidores con mayor antigüedad en el mismo. En los comentarios de este grupo aparece un alto grado de conciencia y compromiso con los objetivos del club a largo plazo, como la pretensión de concretar un modo alternativo de producción y consumo, la puesta en funcionamiento y difusión de valores como la solidaridad y el cooperativismo. Entre estos participantes se destacan comentarios que revelan una apuesta al club como el principio de un cambio a mediano y largo plazo y no como una salida coyuntural o un paliativo.
“El segundo grupo contiene a participantes de menor antigüedad (el 50% se incorporó en el último año), cuya razón principal de inclusión al nodo ha sido la situación de extrema necesidad, éstos se vuelcan al club considerándolo como una salida inmediata. Entre estos participantes se destacan opiniones que hacen referencia a la actividad en el club como algo pasajero que puede abandonarse en cuanto se resuelva el problema del desempleo.”
Aunque el estudio caracteriza a las redes de trueque en este momento como “una estrategia adaptativa de los marginados o precariamente insertos en la economía formal”, la considera como parte de la solidaridad entre los pobres o desempleados, desarrollada mediante mecanismos de autoorganización, que “fundados en la capacidad colectiva para encontrar solución a sus propios problemas, poseen un potencial de construcción de alternativas”.
Al igual que en otros estudios, entre las principales dificultades que afronta el trueque para el desenvolvimiento de toda su potencialidad, encuentran la falta de acceso a materias primas y bienes intermedios para la elaboración de productos y el aumento de la producción (problema de la reproducción ampliada). Asimismo, la falta de herramientas, que genera una producción escasa, artesanal y de baja productividad. A la inversa, su mayor potencialidad proviene del ejercicio que la “organización de lo común” y el “hacerse cargo de la necesidad” implican para los actores sociales, al transformar una actitud pasiva y de tipo individual en una práctica colectiva, y el sentido que adquiere para la reconstrucción de identidades colectivas y locales. Sostienen que esto requiere apoyo del Estado: “[..] a fin de elaborar y ejecutar políticas de contención y promoción social que puedan a su vez generar desarrollo a nivel local. [..] Para ello sería necesario rediseñar las políticas públicas, con una intervención decidida del Estado en el camino del desarrollo ya emprendido por estas comunidades locales, con fuertes programas de capacitación y empleo, políticas y programas de apoyo a micro, pequeñas y medianas empresas, con lo cual podría pasarse de la economía informal al desarrollo local”.
c) Estrategias de supervivencia y de reinserción social y laboral (nodo de Bernal)
e. Las organizaciones populares y el trueque en cuanto actor sociopolítico
1. El estudio fue realizado en diciembre del 2001 en un nodo de unos 100 prosumidores de una de las redes existentes en Mendoza, utilizando un cuestionario semiestructurado aplicado a una muestra del 30% de los prosumidores. Las autoras mencionan dos de las experiencias de redes de trueque existentes en Mendoza, la Red Global de Trueque, de alcance nacional, y las vinculadas con la Fundación “El Prosumidor”. El nodo se corresponde a esta segunda y su selección se basa en que: “esta red tiene características diferentes a la red nacional, dada la especial atención que se pone en el fomento de las actividades productivas y artesanales del participante, en oposición a la mera reventa; el mayor control que existe por parte de los coordinadores respecto de la distribución y circulación de los ecovales; en cuanto al nodo, es el más antiguo de la provincia (cinco años), por lo que una gran parte de los prosumidores son socios fundadores, compenetrados con el espíritu original de los clubes, aunque, en el último año, el número de prosumidores se ha duplicado con lo que el 50% del nodo tiene características diferentes, lo cual hace más interesante la comparación”.
2. En su gran mayoría alimentos elaborados (pizza, tartas, tortas, empanadas, etc.), observan una sobredemanda no satisfecha de mercadería y productos de primera necesidad y una sobreoferta importante de elementos secundarios como regalos y adornos.
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