Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Coral Martínez Erades
Universidad de Málaga
coralmerades@hotmail.com
INTRODUCCIÓN
El problema de la migración no es un tema nuevo, pues las migraciones masivas sin control se encaran desde la revolución industrial. No obstante, aunque el móvil de los nuevos emigrantes sigue siendo la búsqueda de mejores oportunidades materiales de vida, ya no ingresan a los países con el fin de poblar nuevas tierras y hacerlas producir; en cambio, muchos de ellos se incorporan a empleos mal remunerados, que requieren escasa calificación, y que por lo general se localizan en el medio urbano. En México la migración resulta cada vez más relevante por la pérdida de fuerza de trabajo como por los efectos multiplicadores que generan las remesas en las comunidades de origen. En la década de los noventa del siglo pasado la migración se intensificó, por un lado, debido a la fuerte crisis de la economía mexicana y al rezago del sector agrícola, y por otro, a que la economía estadounidense ha venido teniendo un auge relativamente importante, descontando la leve contracción que ha tenido a principios del nuevo siglo; no obstante, sigue habiendo demanda de trabajo para migrantes mexicanos.
En México, la migración es de larga tradición histórica, aunque nunca a los niveles que ha alcanzado ahora. Hacia finales del siglo XIX ya se conoce de la existencia de reclutadores estadounidenses que viajaban a la región centro – occidente de México - con el fin de contratar trabajadores destinados a emplearse en la agricultura y la construcción de ferrocarriles de la región sudeste de Estados Unidos. La migración tuvo otro impulso importante por el déficit de mano de obra en el mercado laboral norteamericano producto de la participación de este país en la segunda guerra mundial, ya en el siglo XX; la consistente demanda de mano de obra mexicana orilló al Congreso de Estados Unidos a aprobar en 1942 el “Programa Bracero” que se dio por terminado de manera unilateral en 1964.
Cada periodo migratorio influye en el siguiente, por ello se ha considerado conveniente esquematizar, en la Primera Sección, la evolución en los patrones migratorios desde el fines del siglo XIX hasta la actualidad. En los últimos años se han producido modificaciones en los patrones migratorios mexicanos. Estas modificaciones vienen determinada no solo por el contexto económico, demográfico, político y social actual en México, también por las mismas dimensiones que se dieron en etapas anteriores. A largo plazo las políticas migratorias, los lazos establecidos entre familiares, los “booms” de natalidad y otros muchos factores acaban determinando futuros patrones migratorios. Dada la larga trayectoria histórica de la migración mexicana a Estados Unidos, los patrones migratorios alcanzan a profundizar en ambas naciones modificando sus perfiles económicos, sociales, políticos y demográficos nuevamente. La Segunda Sección de este trabajo trata de reflejar los patrones migratorios más actuales y su impacto socio-demográfico. La Tercera Sección destaca dos impactos socio-demográficos de enorme importancia: el envejecimiento de la población y la creciente relevancia de las redes sociales. La última y Tercera Sección ofrece las conclusiones del estudio.
El trabajo enmarca el estudio del impacto de los movimientos migratorios en un contexto histórico y global. La metodología usada es la de argumentación con datos. Primeramente tratamos de comprender el fenómeno con una visión histórica y global, en segundo lugar profundizamos en los nuevos patrones migratorios y su relación con la situación socio-demográfica de México, y por último destacamos los aspectos que resaltan sobre el impacto socio-demográfico de los nuevos patrones migratorios México-Estados Unidos.
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Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Coral Erades: “El impacto demográfico de los nuevos patrones migratorios en México" en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 149, 2011. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/la/
ANTECENTES HISTÓRICOS DE LA MIGRACIÓN MEXICANA A ESTADOS UNIDOS
Desde fines del siglo XIX hasta la Gran Depresión.
Desde fines del siglo XIX hasta la Gran Depresión, la demanda laboral de Estados Unidos fue el principal factor que atrajo a numerosos inmigrantes mexicanos a Estados Unidos. Principalmente se reclutaba mano de obra para labores agrarias1, mantenimiento de vías ferroviarias2 e industrias manufactureras (Leite, Ramos y Gaspar 2003). A pesar de ciertos movimientos migratorios y las malas condiciones económicas que atravesaba México, junto a las deplorables condiciones laborales durante el “Porfiriato” (1876-1911); aún no se daban en México las condiciones suficientes para iniciar el éxodo al Norte. Sin embargo ya se daba un notable incremento de la migración mexicana. Entre 1911 y 1921 México perdió 2.7 millones de personas en el conflicto armado revolucionario (frente a una población que se esperase que fuese 17 millones). El 49% de estas pérdidas se asocian a la mortalidad por la guerra, 38% a la disminución de nacimientos, 8% a la emigración a Estados Unidos y 5% a la emigración a otros países, principalmente a Cuba y a Guatemala (Verduzco 1997).
Otro factor de gran influencia sobre la emigración mexicana en este periodo fue la orientación de la política norteamericana, ésta restringió el acceso a primeramente China, luego a Japón y el resto de Asia para más tarde cesar parcialmente la entrada a los europeos. Sin embargo un sector de la economía estadounidense dejaba las puertas abiertas a los migrantes laborales de carácter temporal mexicanos, asegurándose así la satisfacción de la demanda laboral imperante en su economía (Verduzco 1997). Con la entrada de Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial, el gobierno impulsó un contrato laboral, el Programa Bracero, que duró hasta 1922. Lo particular de este programa era que algunos de los contratados eran enviados a luchar a la Guerra mientras que otros permanecían trabajando en Estados Unidos cumpliendo con el contrato del Programa Bracero. La política migratoria de Estados Unidos fue un factor que se imantaba con la realidad económica mexicana del momento que se caracterizaba por escasas oportunidades de modernización económica bajo el régimen de Porfirio Díaz y la Revolución Mexicana (Orcinoli 2003).
Desde la Gran Depresión hasta 1941.
Desde la Gran Depresión hasta 1941 la demanda estadounidense de trabajadores se vio sustancialmente reducida. La crisis económica imperante llevó al gobierno estadounidense a la repatriación de 345 000 mexicanos entre 1929 y 1932, según las estadísticas del gobierno mexicano: el 47% de todos los mexicanos que habían inmigrado entre 1901 y 1930 (Verduzco 1997). Muchos inmigrantes mexicanos se sintieron confundidos por el estrechamiento de las regulaciones y el cambio de poder entrar sin restricciones a una restricción severa. Un inmigrante podía entrar a territorio estadounidense con una ley en vigor y que su hermano encontrarse, unos años más tarde, nuevas reglas, o nuevas interpretaciones de las reglas existentes que impidan su entrada (Hoffman 1974). La Gran Depresión provocó que muchos inmigrantes mexicanos y americanos de origen mexicano perdieran su ya escasa seguridad económica durante los años 30, no solo por la economía deprimida, también porque fueron forzados a vender o dar su propiedad y dejar el país (Guerin-Gonzales 1994).
El hecho de que durante las primeras décadas de este siglo los mexicanos fueron considerados trabajadores más que inmigrantes tuvo sus implicaciones futuras en la relación bilateral. En medio de la crisis a Estados Unidos no le convenía seguir recibiendo mano de obra de México, con la mismas facilidades que ofrecían para atraer a trabajadores mexicanos en el periodo anterior, favoreciendo su entrada mientras restringían la de otros países, ahora los impedimentos a la entrada se centraban en México. Las deportaciones masivas (1921, 1929-1933 y 1939) fueron una respuesta selectiva en tiempos de crisis por parte de Estados Unidos. Sólo y únicamente los trabajadores mexicanos, entre decenas de otros grupos de inmigrantes, fueron deportados de manera masiva y en repetidas ocasiones. Con ninguna otra comunidad de inmigrantes se aplicó una política semejante (Durand 2007).
Las inmigraciones masivas de las décadas del veinte y treinta respondían al sistema de enganche en el cual el manejo de la mano de obra migrante fue nefasto. Las consecuencias de este modelo de explotación fueron los contratos leoninos, el endeudamiento perpetuo, las condiciones miserables de vida y trabajo, el trabajo infantil, las policías privadas y las casas de contratación. Todos estos acontecimientos llevan en 1942 al nacimiento de un Segundo Programa Bracero o Contrato Bracero, precisamente para romper con los sistemas de enganche y de redes a favor de la migración individual y temporal (Durand 2007).
Desde 1942 a 1964.
En 1942 los gobiernos de Estados Unidos y México firmaron un acuerdo para establecer la contratación legal de trabajadores mexicanos, con el objetivo de suplir temporalmente a los obreros norteamericanos. Esto se debía principalmente a la escasez de trabajadores norteamericanos como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. El Contrato Bracero se dio por terminado en el año 1964. No obstante, un programa de esa magnitud, con una duración de 22 años tuvo que tener un impacto tanto en la sociedad de origen como la de destino. Además debemos recordar que este proceso de migración laboral surgió sobre los mecanismos y costumbres que se habían ido estructurando durante las primeras tres décadas del siglo (Verduzco 1997).
La Segunda Guerra Mundial vino a ser la coyuntura que propició este espectacular crecimiento económico, que se ha dado en llamar "el milagro mexicano" y que permitió que en esos años el producto nacional creciera a un ritmo promedio anual de 7%. El Programa Bracero se mantuvo vigente desde 1942 hasta 1964 y puede decirse que fue literalmente la salvación para muchas familias rurales que en ese entonces se encontraban sin tierra y compitiendo por los jornales en una economía que se ocupaba poco de la crisis agrícola, menos por los empleos y mucho por las ganancias (Durand 2007). Sin embargo, el Programa Bracero tenía precisamente el objetivo de romper con los sistemas de enganche y de redes a favor de la emigración individual (Orcinoli 2003). Y si bien el convenio Bracero propició la emigración de trabajadores con documentos, también dificultó al gobierno mexicano, proteger a los 220,640 trabajadores mexicanos que fueron aprehendidos y deportados por las autoridades norteamericanas, por no cumplir con las leyes migratorias (Mercado y Palmerín 2009).
No obstante, actualmente existe considerable consenso en cuanto a la ineficacia de las políticas en cuanto a que la nueva modalidad contractual no afectaba el flujo de migrantes indocumentados. De hecho la migración indocumentada propiciaba a los empresarios agrícolas con mayor y más apropiada fuerza laboral temporal que podía desecharse sin problemas contractuales en el momento en que dejara de ser necesaria (Verduzco 1997). Destaca la progresiva presencia de una cantidad considerable de indocumentados ya durante la vigencia de dicho programa, misma que se incrementó sustancialmente tras su cierre en 1964.
Desde 1964 hasta inicio de los 80.
Para 1964 gran parte de la población rural mexicana tenía experiencia de migración laboral en Estados Unidos, ya fuera mediante del Contrato Bracero o bien como indocumentado. El hecho de que muchos de estos migrantes tuvieran una participación eventual y asilada en el mercado laboral estadounidense determinó los patrones de migración que siguieron en los años posteriores (Verduzco 1997). Asimismo, las redes sociales que habían surgido con el fin de facilitar la entrada por la frontera, mejorar la adaptación del inmigrante mexicano y la promoción en el mundo laboral, se encontraban en su momento de apogeo. El fenómeno de la inmigración indocumentada provocó una seria discusión en las administraciones estadounidenses. A partir de 1986 comenzaron los ciclos de tensión entre los dos gobiernos y las nuevas medidas restrictivas a la migración (Orcinoli 2003).
Este periodo es conocido como “el periodo de los indocumentados” y comprende entre 1965 y 1986. Desde de manera unilateral Estados Unidos decidió dar por terminados los convenios braceros en 1964 y optó por controlar el flujo migratorio con tres tipos de medidas complementarias: la legalización de un sector, bajo el sistema de cuotas por país, la institucionalización de la frontera que dificulta el paso y la deportación de los que no tuvieran sus documentos en regla (Mercado y Palmerín 2009).
Con la terminación de los Programas Braceros en diciembre de 1964, las detenciones de trabajadores mexicanos ilegales aumentaron rápidamente de 55 mil en 1965 a 265 mil en 1970 y a casi un millón en 1978 (Leite y otros 2003). No obstante, durante los 70 había grandes flujos de emigración mexicana. Trabajadores jóvenes trabajaban como indocumentados temporal y aisladamente principalmente en tareas agrícolas. Se calcula que en los 70, el número de mexicanos indocumentados que trabajaban temporalmente en Estados Unidos se situaba entre 0.48 y 1.22 millones (Verduzco 1997).
La suspensión del Programa Bracero, redujo la corriente migratoria hacia el país del norte al iniciar la década de los 70. La razón: gran parte de los migrantes legales contratados contaban con el financiamiento de su traslado hasta sus centros de trabajo por parte del patrón; a demás el paso hacia el otro lado no implicaba ningún costo adicional por su calidad legal. Al término de las contrataciones los migrantes siguieron su movimiento pero ahora de forma indocumentada, por lo que debían financiar ellos mismos los costos de su traslado, pero sobre todo el costo de su paso hacia Estados Unidos (Mercado y Palmerín 2009).
Verduzco (1997) caracteriza la migración de trabajadores mexicanos durante los 70 con los siguientes rasgos:
Desde inicios de los 80.
Desde inicios de los 80 el patrón migratorio tradicional México Estados Unidos ha sufrido transformaciones importantes en cuanto a magnitud, intensidad, modalidades y características. Un aspecto importante que caracteriza a la década de los 80 en relación al tema de migración fue la Ley Simpson Rodino, la cual no pretendía en realidad evitar la entrada de trabajadores mexicanos, si no ejercer una mayor control sobre los indocumentados. Esta ley se caracterizó por percibir al fenómeno migratorio como de naturaleza penal, es decir, al migrante indocumentado se le ve como un delincuente que infringe las leyes de inmigración. La etapa de los “Rodinos” se inició en 1987 con la puesta en marcha de la ley Inmigration Reform and Control Act (IRCA) (Portes y Rumbaut 1996).
IRCA parece haber puesto en marcha la transformación de una migración tradicionalmente temporal o circular en una modalidad más permanente y familiar, debido por un lado a las posibilidades de reunificación familiar facultados por los procesos de legalización, y, por otro, al refuerzo del control fronterizo que provoca una mayor permanencia de los migrantes indocumentados (Portes y Rumbaut 1996). Entre las políticas que sucedieron a IRCA destaca la estrategia “prevención por medio de disuasión”, implementada entre 1993 y 1994 y que suponía un gran refuerzo fronterizo. Posteriormente la Ley de Inmigración de 1996 y la Ley de Reforma de la Seguridad Social buscaron disuadir la migración mexicana limitando los derechos de los migrantes residentes. No obstante existe consenso en cuanto a la ineficacia de estas medidas ya que no solo fracasan en disuadir los flujos de inmigrantes mexicanos si no incentivan a los indocumentados a permanecer más tiempo y disuaden su retorno (Leite y otros 2003).
Finalmente, con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), en enero de 1994, han aumentado los desequilibrios y disparidades alinterior de México y con respecto a Estados Unidos. El crecimiento económico derivado del actual modelo no ha servido para disminuir las tensiones en el mercado laboral. De este modo, la liberalización comercial ha facilitado e inducido a una nueva dinámica de la migración en la cual se encuentran involucrados un creciente número de migrantes cada vez más diversificado y provenientes de un conjunto de regiones más vasto (Leite y otros 2003).
Por el lado de la demanda debemos considerar los cambios experimentados por la economía estadounidense a partir de los 70 ya que estos requirieron un mayor volumen de mano de obra y más diversificado para integrarse en los sectores de actividad económica estadounidenses en plena expansión: servicios y manufactura. Por ello, desde finales de los 70 principios de 80 podemos observar un cambio ocupacional de los migrantes mexicanos. Podemos considerar la demanda de trabajadores mexicanos como un componente estructural del desarrollo de la economía estadounidense ya que los mexicanos desempeñan labores menos calificadas y peor remuneradas de las que está dispuesta a realizar la mano de obra nacional (Portes y Rumbaut 1996).
Por el lado de la oferta resulta relevante considerar la determinación de los nuevos patrones migratorios. En los años ochenta se ha producido un elevado crecimiento de la población en edad laboral y junto a las sucesivas crisis y procesos de reestructuración económica ha influido en el fenómeno migratorio de México. Éste se ha masificado y extendido por todo el territorio mexicano a la vez que los perfiles de los migrantes se han visto diversificados. Ante el deterioro del nivel de vida, la creciente brecha de disparidades tanto al interior de México como entre el país y Estados Unidos, y la incapacidad de ocupar la creciente oferta de mano de obra; la emigración resulta el escape de muchos mexicanos (Leite y otros 2003).
De acuerdo con Massey, Arango y otros (2000), los factores que determinan la migración internacional son muy distintos de aquellos que la hacen perpetuar en el tiempo. En este sentido cobra gran importancia la influencia que ejercen las redes sociales, la importancia/dependencia de las remesas para las familias mexicanas y la creciente interacción económica y social entre los dos países ya que ambos vienen beneficiándose del flujo migratorio y considerando a éste como un factor estructural de sus economías.
LOS NUEVOS PATRONES MIGRATORIOS MÉXICO-ESTADOS UNIDOS Y LA SITUACIÓN SOCIO-DEMOGRÁFICA DE MÉXICO
Entre la literatura existente en el campo de los movimientos migratorios existe bastante consenso en cuanto a la modificación de los patrones de migración mexicanos que se ha ido desarrollando en los últimos años. Los patrones de migración de las épocas anteriormente caracterizadas, así como las tensiones y contradicciones sucedidas en ambos países durante las décadas anteriores; determinó el futuro del fenómeno migratorio México-Estados Unidos. Los patrones migratorios entre ambos países desde los 80 han presentado ciertas características que han llamado la atención de numerosos académicos y expertos. Entre los nuevos patrones migratorios de la migración México-Estados Unidos podemos distinguir los siguientes.
Las diferencias, principalmente económicas entre México y Estados Unidos han hecho mella en los flujos migratorio, los cuales han crecido de manera conforme con la búsqueda de mejores oportunidades por parte de los mexicanos. A este nuevo patrón hemos de añadir que los últimos cambios en las políticas migratorias de Estados Unidos han provocado un mayor flujo de migrantes indocumentados. Según la OCDE (2007) México queda como la mayor población migrante en Estados Unidos, alcanzando sorprendentes cifras en cuanto al número de residentes en el país, tanto de documentados como de indocumentados. En siguiente gráfico se muestra como en el año 2007 México es el país con mayor número de migrantes residente en Estados Unidos, conformando entorno al 30% de la migración total y seguida por Asia con un 26,4% de los migrantes procedentes de otras regiones.
Gráfico A. Porcentaje de inmigrantes por región de origen 2007.
Fuente: CONAPO (2008)
En las últimas décadas ha destacado el considerable aumento del flujo neto anual de migrantes mexicanos a Estados Unidos, éste ha pasado de 235 mil en el período 1980-1990 a 390 mil en 2000-2002. Además debemos considerar que el porcentaje de inmigrantes mexicanos residentes en Estados Unidos alcanzó, en el periodo 2002, al 28.7 por ciento del total de inmigrantes en dicho país, equivalente al 3.5 por ciento de la población, proporción que supera a los provenientes de otras regiones del globo (Leite y otros 2003). En el Gráfico B se refleja el periodo de mayor número de emigrantes mexicanos residiendo en el país vecino, aquel que comprende entre 1990 y 2000. Habiendo pasado en sólo esa década de 4.4 millones a 8.1 millones de mexicanos. Similarmente el número de residentes de origen mexicano en Estados Unidos se incrementó desde 14.1 millones a 23.2 millones.
Gráfico B. Población de origen mexicano residente en Estados Unidos 1990-2009
Fuente: Mendoza y Tapia (2010)
Los datos confirman que junto al incremento de la migración mexicana en general se está fortificando una tendencia creciente a la masificación de la migración tanto documentada como indocumentada, en un contexto de continuidad. En el Gráfico C es fácilmente reconocible el nuevo patrón migratorio en cuanto a regularidad de los migrantes mexicanos. Tanto el incremento en el número de migrantes con autorización para trabajar como en la cuantía de aquellos sin autorización, el ensanchamiento de la población mexicana en Estados Unidos ha sido más intenso durante el periodo que comprende desde los 90 hasta el curso 2000.
Las estimaciones del volumen de emigrantes mexicanos residentes en Estados Unidos en situación irregular pasan de 2.4 millones en 1996 a cerca de 3.5 millones en 2000, lo que da cuenta de la ineficiencia de la política inmigratoria de Estados Unidos para controlar y detener el fenómeno. En el Gráfico D resaltan los 6.2 millones de mexicanos indocumentados residentes en Estados Unidos. No solo la cuantía pero la evolución de la emigración indocumentada resulta de gran interés, en el Gráfico E podemos observar la evolución del porcentaje de migrantes temporales que entraron de manera indocumentada a Estados Unidos, pasando de un 45.2% de los migrantes temporales en el periodo 1993-1997 al 66.7% entre el 2005 y el 2007, una evolución similar podemos observar en el Gráfico F donde se representa un crecimiento de más del 10% del total de inmigrantes mexicanos que residen en Estados Unidos sin los papeles en regla. A pesar de que estas cifras muestran el flujo masivo de inmigrantes indocumentados, algunos estudios se preocupan por el modo en cada vez resulta más peligroso atravesar la frontera (Gráfico G).
Gráfico C. Situación de regularidad de los migrantes mexicanos 1993-2003.
Fuente: CONAPO (2008)
Gráfico D. Población indocumentada residente en Estados Unidos por región de origen, 2005
Fuente: CONAPO (2008)
Gráfico E. Porcentaje de migrantes temporales que entraron de manera indocumentada a Estados Unidos
Fuente: CONAPO (2008)
Gráfico F. Porcentaje de inmigrantes indocumentados respecto al total de mexicanos residentes en Estados Unidos, 1990, 2000, 2002 y 2005
Fuente: CONAPO (2008)
Gráfico G. Mexicanos fallecidos en su intento por internarse en territorio Estadounidense
Fuente: CONAPO (2008)
La circularidad migratoria se refiere al patrón de migración por el cual el individuo sale periódicamente del lugar de residencia ante mejores perspectivas de trabajo en Estados Unidos3.
Actualmente el flujo laboral en ambas direcciones supone entre 800 mil y un millón de movimientos anuales de personas nacidas en México. A pesar de tratarse de una cifra considerable, como podemos observar en el Gráfico H los indicadores del tiempo promedio de estancia de los migrantes temporales reflejan un desgaste de los mecanismos de circularidad de la migración (Tuirán 2001 y Mojarro 2006).
Gráfico H: Tiempo promedio de estancia en Estados Unidos 1993-2003.
Fuente: Leite y otros (2003)
Asimismo, debemos considerar que mientras que mientras entre 1993 y 1997 los movimientos migratorios los realizaban personas con experiencia migratoria (es al menos la segunda vez que cruzan la frontera), a partir de 1998 el flujo de las personas que emigran por primera vez aumenta en detrimento de aquellos emigrantes con experiencia. En el punto donde se cruzan las series del Gráfico I queda reflejadoel enorme cambio en torno a 1998, fecha a partir de la cual, los migrantes mexicanos sin experiencia superan en número a aquellos que ya viajaron al menos una vez al país vecino, representando un promedio de 71,8% en 2001-2003 frente al 28% en 1993-1997.
Además debemos considerar que por un lado, 66% de los emigrantes mexicanos que residían en el país vecino en el 2002, había ingresado desde 1986. Y la población de origen mexicano (emigrantes más primera y segunda generación) en Estados Unidos se ha incrementado en casi tres veces entre 1980 y 2002, desde entorno a 9 millones a 25,5 millones. De ellos se calcula que para el año 2002, 9.5 millones corresponden a la población nacida en México y cerca de 16 millones a la nacida en Estados Unidos. En relación con estos últimos, 8.2 millones incluyen a la población residente de origen mexicano de primera generación y 7.8 millones a los de segunda generación o más.
Gráfico I: Tiempo promedio de estancia en Estados Unidos 1993-2003.
Fuente: Leite y otros (2003)
La siguiente tabla elaborada a partir de las encuestas de CONAPO muestra un enorme crecimiento de las intenciones de los/las migrantes mexicanos/as que pretenden quedarse el mayor tiempo posible en territorio estadounidense.
Tabla A: Intenciones de permanencia de migrantes mexicanos 1995-2007.
Piensa quedarse en Estados Unidos "lo que se pueda o Siempre" |
Porcentaje del el total de encuestados |
1995 |
37.1% |
2000 |
35.7% |
2005 |
66.0% |
2007 |
75.4% |
3. Diversificación de las regiones de origen y de destino, con una tendencia a la configuración de un patrón migratorio de carácter nacional y no meramente regional.
En los últimos años los destinos estadounidenses que mayor concentración de migrantes mexicanos han mostrado son California con un 42.5% de migrantes mexicanos en el 2002 y Texas con un 20.3% en el mismo periodo. No obstante desde los 80 se los movimientos migratorios mexicanos han experimentado una mayor diversificación territorial en Estados Unidos. Entre 1975 y 1985 el porcentaje de migrantes mexicanos que residían en California era 49%, entre 1994 y 2002 ya había disminuido a 31% por ciento. En Texas en cambio, se observa una menor variación con una disminución del 21 al 20 por ciento para los mismos periodos. Sin duda, el cambio más notorio y que más llama la atención de numerosos académicos es la diversificación de los estados de destino diferentes de California y Texas. El peso relativo de nuevos estados ha variado desde 17 a 37 por ciento para los periodos ya nombrados. En 1990 los mexicanos son la primera minoría inmigrante en 14 estados, y se ubican en los 5 primeros lugares en 23 estados. En 2005 los mexicanos son la primera minoría inmigrante en 31 estados, y se ubican en los 5 primeros lugares en 43 estados.
Tabla B. Proporción de migrantes mexicanos por lugar de residencia 1975-2002
|
1975-1985 |
1994-2002 |
Migrantes mexicanos residentes en California |
49% |
31% |
Migrantes mexicanos residentes en Texas |
21% |
20% |
Peso relativo de otros estados |
17% |
37% |
Estados de la Unión Americana donde los inmigrantes mexicanos se ubican entre los cinco grupos de inmigrantes de mayor tamaño, 1990.
Estados de la Unión Americana donde los inmigrantes mexicanos se ubican entre los cinco grupos de inmigrantes de mayor tamaño, 2005.
Además de la diversificación de lugares de destino, los patrones migratorios mexicanos también se han visto modificados al extenderse los puntos de procedencia dentro de México. En el periodo de 1995 a 200 el 70% de los emigrantes mexicanos dejaba sus hogares en ocho entidades federativas: Baja California, Chichuahua, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, San Luis Potosí y Zacatecas, sin embargo en el periodo de 1995 a 2000 la emigración se convierte en un fenómeno nacional aunque con diferentes intensidades de flujos de migrantes según las entidades federativas de procedencia. Para este periodo el 70% de los migrantes mexicanos pasa a preceder de un mayor número de entidades federativas (once). De hecho algunas entidades del centro (Estado de México, Puebla, Hidalgo y Distrito Federal), del Sur (Guerrero y Oaxaca) y Sureste (Veracruz), se han transformado en importantes áreas de partida de migrantes. En el siguiente mapa podemos observar el grado de intensidad migratoria a Estados Unidos por municipio en el 2002.
En los siguientes mapas podemos observar las principales corrientes migratorias México-Estados Unidos por región de origen, según región de destino, 1997-2002.
Región en Estados Unidos:
1. Sudoeste primera fase
2. Sudoeste expansión
3. Grandes Lagos
4. Costa Este
5. Grandes Planicies
En el siguiente mapa queda reflejada la distribución porcentual de la población nacida en México residente en Estados Unidos por región de nacimiento. Según los cálculos para el 2004, la zona rosada del Norte constituye un 22.5% de la emigración mexicana; La zona Tradicional, en azul, concentra el 48.2% de los emigrantes mexicanos; del área amarilla del Centro parten el 19.1% del total de emigrantes y por último, la zona verdosa del Sur-Sureste que representa un 10.4% de los emigrantes mexicanos en Estados Unidos.
La mayor importancia relativa de los migrantes que provienen de áreas urbanas de México se explica, en gran parte, por el propio proceso de urbanización de México. La población mexicana se ha concentrado en las zonas urbanas desde que el proceso de urbanización se aceleró en la década de 1960 (Canales 2002). Sin embargo para el sub-periodo 2001-2003 la proporción de migrantes rurales se vio incrementada. La mayoría de estudios vinculan este fenómeno con las nuevas incorporaciones de regiones expulsores de migrantes, argumentando que son las zonas rurales de estas regiones las que se han incorporado a la dinámica migratoria. (Leite 2003).
El siguiente Gráfico J muestra como a comienzos de la década de 1990 menos de un tercio de los migrantes temporales habían nacido en localidades urbanas (de más de 15 mil habitantes), mientras que el 67 por ciento era nativo de zonas rurales. No obstante, a fines de la década pasada la relación se había equiparado con la mitad de migrantes laborales temporales de origen rural y la otra mitad nacidos en zonas urbanas, especialmente en las ciudades con más de 100 mil habitantes, las que aportaban casi 70 por ciento de la migración de origen urbano.
Gráfico J: Composición Rural-Urbana de la migración circular 1993-1999.
Fuente: EMIF 1994 y 1999.
Si bien en el patrón migratorio tradicional predominaba la presencia masculina, los datos recientes muestran una creciente relevancia de la migración femenina mexicana en Estados Unidos desde finales de los 90 hasta 2004. Observándose un incremento de la proporción de mujeres de 44.5 por ciento en 1994 al 46.2 por ciento en 2002. En los últimos años se sigue una mayor tendencia a la migración femenina, no obstante el número de mujeres que emigraron a Estados Unidos se ha visto disminuido desde el 2004, al igual que el número de hombres migrantes mexicanos (Leite 2003). Si aceptamos que la migración está compuesta principalmente por migrantes laborales, la mayor participación del sexo femenino refleja un cambio importante en las modalidades migratorias de las mujeres. Si bien tradicionalmente se ha relacionado a la migración femenina con un proceso de migración en el contexto de la reunificación familiar. Actualmente se puede argumentar que las mujeres participan también y de modo importante en la migración laboral mexicana (Canales 2002).
Gráfico K: Población nacida en México que ingresó a Estados Unidos en los cinco años previos al año de referencia, por sexo 1994-2007
Fuente: estimaciones de CONAPO con base en Bureau of Census, Current Population Survey (CPS), marzo 1994-2007.
No obstante sigue existiendo una asimetría considerable entre ambos sexos, fácilmente identificable en el siguiente gráfico de la población nacida en México y residente en Estados Unidos por edad y sexo en 2005.
Gráfico L: Población nacida en México residente en Estados Unidos por edad y sexo, 2005
Fuente: Estimaciones de CONAPO con base en U. S. Census Bureau, American Community Survey, 2005.
El cambio en el patrón migratorio de México en cuanto a sexo, se acompaña por una mayor diversidad en cuanto a edad. Entre los migrantes siguen predominando los jóvenes y adultos, sin embargo los jóvenes menores de 40 años va ligeramente perdiendo importancia con el tiempo. Esta disminución de la importancia relativa de los migrantes más jóvenes se complementa con un incremento de los migrantes en edades mayores, principalmente entre 40 y 64 años, habiendo pasado de significar un 23.8% del total de los migrantes en 1994 a un 29.1% en 2002. Del mismo modo, la edad promedio ha incrementado 1.3 años entre 1994 y 2002, alcanzando los 33.6 años de edad en el 2002. En general podemos concluir que el nuevo patrón de migración mexicano se caracteriza por romper con el patrón tradicional de migración, mayoritariamente masculina y joven, para mostrar un carácter más heterogéneo y familiar.
Gráfico M: Variación en la edad predominante entre residentes mexicanos en Estados Unidos. 1994-2002
Fuente: Estimaciones de CONAPO con base en U. S. Bureau of Census, Current Population Survey (CPS), de marzo de 1994, 1998 y 2002.
En los últimos años ha mejorado el nivel de escolaridad entre los migrantes mexicanos residentes en Estados Unidos. En 1994 el 49% de los migrantes tenían nueve o más grados, en 2002 se pasa al 58 por ciento, según algunos estudios, como el de Leite, Ramos y Gaspar (2003) o el de Canales (2002); resultado de una creciente calificación laboral de los migrantes mexicanos.
Gráfico N: Variación en la edad predominante entre residentes mexicanos en Estados Unidos. 1994-200
Fuente: Estimaciones de CONAPO con base en U. S. Bureau of Census, Current Population Survey (CPS), de marzo de 1994, 1998 y 2002.
Como se puede observar en el gráfico de abajo cerca de la mitad de la población mexicana residente en Estados Unidos tiene menos de 10 grados, esto le sitúa diez puntos porcentuales del mismo porcentaje para inmigrantes de Centroamérica pero en una enorme brecha con el nivel escolar de los nativos donde únicamente el 4,6% de la población tiene menos de 10 grados. De manera inversa sucede si nos fijamos en los grados más superiores, únicamente el 5.9% de la población mexicana en Estados Unidos tiene dicha calificación mientras que más de un 10% de los emigrantes de Centroamérica tienen tal calificación superior.
Gráfico Ñ: Población de 25 años o más residente en Estados Unidos por escolaridad 2007.
Fuente: estimaciones con base en el U. S. Census Bureau, Current Population Survey (CPS), marzo de 2007.
Entre los periodos 1993-1997 y 2001-2003 se puede distinguir una importante disminución de los migrantes mexicanos que trabajan en el sector primario estadounidense, pasando de un 44% del total en el periodo 1993-1997 a un 20% en periodo 2001-2003. Conjuntamente los migrantes mexicanos ocupados en el sector secundario y terciario estadounidense han incrementado de un 29% a un 40% y de un 27% a un 40% respectivamente. La siguiente Tabla C muestra los sectores en los que se ocuparon migrantes temporales mexicanos durante su estancia en el país vecino. Concorde a los datos recién mostrados, se observa un detrimento de los trabajadores en el sector primario estadounidense en beneficio de una mayor proporción de migrantes ocupados en los sectores secundarios y terciarios.
Tabla C: Distribución porcentual de migrantes temporales que regresan de Estados Unidos según sector de actividad en estados Unidos 1993-2003
PERIODO Y SECTOR DE ACTIVIDAD DE MÉXICO |
SECTOR DE ACTIVIDAD EN ESTADOS UNIDOS |
||
1993-1997 |
Primario |
Secundario |
Terciario |
Primario |
59,4 |
21,4 |
19,3 |
Secundario |
38,1 |
36,5 |
25,4 |
Terciario |
28,7 |
33 |
38,3 |
1998-2001 |
|||
Primario |
52,1 |
21 |
26,9 |
Secundario |
18,1 |
55,9 |
26 |
Terciario |
15,7 |
24,5 |
59,8 |
Primario |
36,8 |
32,1 |
31,1 |
Secundario |
19,8 |
50,9 |
29,3 |
Terciario |
21,1 |
23,2 |
55,7 |
Fuente: Leite (2003).
La Tabla D resulta otra muestra del carácter nacional de la migración mexicana ya que muestra la creciente diversificación sectorial y ocupacional de los migrantes y por tanto reflejo de un ensanchamiento de del conjunto de grupos sociales y ocupacionales de migrantes mexicanos en Estados Unidos. En 1994 cerca del 89 por ciento de la población mexicana económicamente activa se encontraba ocupada, el 12% en el sector primario, el 36% en el secundario y el 53% en el terciario. Para 2002, la población migrante experimenta un incremento del nivel ocupacional al 91%, de los cuales entorno al 95% se ubica bajo la categoría de asalariados, y tres cuartos del total a tiempo completo. Una vez más la tabla muestra como la ocupación de trabajadores mexicanos en los sectores secundario y terciario crece, con 36 y 56 por ciento, en detrimento del sector primario. En cuanto a la ocupación laboral, podemos observar como los servicios cobran importancia, al tiempo que demuestran que los profesionistas encuentran incrementada su importancia.
Tabla D: Distribución porcentual de la población de 15 años o más nacida en México residente en Estados Unidos por características laborales, 1994, 1998 y 2002.
Características laborales |
Año |
||
1994 |
1998 |
2002 |
|
Población económicamente activa |
100 |
100 |
100 |
Ocupados |
88,8 |
92,7 |
91,2 |
Desocupados |
11,2 |
7,3 |
8,8 |
Sector de actividad |
100 |
100 |
100 |
Primario |
11,9 |
10,2 |
8,3 |
Secundario |
36,2 |
35,3 |
35,8 |
Terciario |
51,9 |
54,5 |
55,9 |
Tipo de trabajador |
100 |
100 |
100 |
Asalariado |
95,2 |
94,5 |
95,2 |
Cuenta propia, sin pago, y trabajo durante menos de 2 semanas continuas |
4,8 |
5,5 |
4,8 |
Ocupación laboral |
100 |
100 |
100 |
Administradores, profesionales y técnicos |
6,1 |
7,4 |
6,6 |
Servicios, ventas y reparación |
29 |
51 |
55,7 |
Operadores de maquinaria, fabricantes, obreros y jornaleros |
44,9 |
41,6 |
37,7 |
Tiempo y tipo de trabajador |
100 |
100 |
100 |
Trabajador de tiempo completo |
63,2 |
70,1 |
74,5 |
Trabajador de tiempo completo-Parte del año |
8,9 |
7,3 |
7,4 |
Trabajador de tiempo parcial-Todo el año |
21,2 |
16,9 |
13,9 |
Trabajador de tiempo parcial-Parte del año |
6,7 |
5,7 |
4,2 |
Salario promedio anual (dólares) |
14,431 |
16,922 |
20,471 |
Fuente: Estimaciones de CONAPO con base en U.S Bureau of Census, Current Population Survey (CPS), de marzo de 1994, 1998 y 2002.
Las familias mexicanas sustentan las redes sociales y la solidaridad intergeneracional. Las redes sociales y las familias son los principales proveedores de apoyo instrumental y emocional. La situación geopolítica de México con respecto a países norteamericanos, transforma la dinámica económica del país y, a través de la familia, también transforma su dinámica social. Estudios sociológicos consideran a las familias transnacionales (familias dispersadas en varias realidades nacionales e internacionales) como resultado de la globalización. El cambio de residencia de los mexicanos altera el funcionamiento de las redes de apoyo social de las familias: los más afectados son los niños y los hombres y mujeres de más edad (UNFPA 2009).
El medio en el que se las redes sociales más se desarrollan es el de la migración de origen rural, donde los sistemas de reciprocidad suelen operar de manera cotidiana. Las redes tienen mayor impacto sobre la población indocumentada, las más desprotegida y la que requiere de mayores apoyos para reducir los costos y los riesgos de cruce de la frontera y facilitar la instalación y la integración en el mercado laboral. Debe tenerse en cuenta que las políticas públicas no tienden a alcanzar el sistema de redes de relaciones. Si bien las políticas pueden actuar en el cambio del modelo migratorio, estableciendo por ejemplo un programa de trabajadores huéspedes, de tipo temporal que vinculase la oferta y la demanda de mano de obra sin la necesidad de favorecer a una red; a menudo los propios empleadores buscan una relación personal con los peones, del mismo modo se encuentran en el sistema los contratistas, quienes generalmente mantienen relaciones de reciprocidad negativas que exigen al migrante la retribución inmediata por el favor concedido (Durand 2005)
El peso de las redes sociales y familiares como nexo y soporte de flujos migratorios resulta un factor de gran relevancia en México. Como podemos observar en el siguiente Gráfico O, un 79 por ciento de los migrantes temporales mexicanos recibió ayuda de parte de redes en Estados Unidos, en 1993-1997, en el periodo 1998-2001 un 84 por ciento la recibió y entre el 2001 y el 2003 este porcentaje decreció a 80 por ciento. Este ligero decremento del último sub-periodo se relaciona con la incorporación reciente de migrantes procedentes de regiones sin tradición migratoria, lo cual se refleja en el creciente número de migrantes sin experiencia migratoria (29%, 57% y 72%, en los tres sub-periodos estudiados.
Gráfico O: Porcentaje de la población mexicana según condición de ayuda 1993-2003.
Fuente: Estimaciones de CONAPO con base en STyPS, CONAPO, INM y EL COLEF, Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF), 1993-2003.
EL IMPACTO DEMOGRÁFICO DE LOS NUEVOS PATRONES MIGRATORIOS MÉXICO-ESTADOS UNIDOS: EL ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL Y LA MODIFICACIÓN DE LAS REDES SOCIALES MEXICANAS.
México resulta un ejemplo paradigmático de cómo la migración transforma la estructura de la población, favoreciendo diferentes patrones de envejecimiento a nivel regional y estatal. Durante el periodo 1930-1970, conocido como la primera etapa de transición demográfica en el país, la población mexicana se incrementó ininterrumpida y crecientemente tal y como podemos ver en el Gráfico de abajo. Tal crecimiento fue resultado directo de las elevadas tasas de natalidad (aproximadamente 45 nacimientos al año por cada mil habitantes) y de una pronunciada caída de las tasas de mortalidad debido a los avances en salud para el control y prevención de enfermedades transmisibles y la expansión de los servicios médicos por todo el país. En esos años, la esperanza de vida de la población al nacer se incremento de 36.9 años en 1930 a 60.1 en 1970. Estos procesos resultan además de en el crecimiento poblacional en un incremento de la población joven (Ramírez 2010).
Gráfico X: Población nacida en México residente en Estados Unidos, 1900 – 2007.
Fuente: CONAPO (2008)
Como hemos visto en la sección anterior la mayoría de migrantes son jóvenes y adultos, el hecho de que gran proporción de la mano de obra laboral migre a Estados Unidos deja a México con una mayor proporción de la población envejecida ya que la mayoría de las personas que emigran son jóvenes y en edad reproductiva. Así la migración afecta a los grupos de edad de la base y el centro de la pirámide poblacional, al reducirse la proporción de población infantil y adultos jóvenes dentro del total e incrementando la proporción de población en edades avanzadas. En los siguientes gráficos podemos observar como si se cumple la previsible evolución de la fecundidad y de la mortalidad la pirámide continuará reduciéndose, por lo que la población infantil decrecerá en volumen y tendrá menor importancia relativa. Las personas que nacieron en la época de alta fecundidad comenzarán a engrosar la parte superior de la pirámide conforme vayan cumpliendo los 60 años (Zúñiga y Gomes 2002 )
Gráficos X, C, V y Z. Pirámides de población de México 1970-2050
Fuente: Estimaciones de CONAPO (2008)
La tipificada imagen de México en la que abuelos/as, tíos y tías y adultos, viven con sobrinos y/o nietos está siendo transformada por casas en las toda una generación entre abuelos y nietos está ausente debido a que los mercados de trabajo se encuentran lejanos de sus hogares. Estas familias dependen económicamente de remesas, pero en el día a día son independientes, siendo las remesas para inversión, emergencias y objetivos muy concretos. En las áreas urbanas las remesas complementan las pensiones y salarios de actividades pagadas. Transformaciones generales y específicas en las familias reflejan que la creciente longevidad provoca estados más avanzados en el ciclo de vida familiar. Además del proceso de envejecimiento de la población mexicana, el tamaño de las familias se ha reducido (de 5 a 4 miembros), los hogares no-familiares han incrementado (entre los cuales se encuentran los hogares con una sola persona) y, se han incrementado los hogares encabezados por mujeres (UNFPA 2009).
En suma, diferentes estudios concluyen que el tejido social de las relaciones de la familia tradicional está cambiando debido a la migración internacional junto con otros factores como la migración de ámbito rural a urbano, la decreciente fertilidad y, los cambios en los valores y normas que podría dañar la efectividad del tradicional contrato social intergeneracional. En algún momento la demanda de atención para las personas más adultas resultará una prioridad en la agenda política de México y otros países de renta media, tal y como ya ha pasado en el Globo Norte. Las familias están cambiando; los matrimonios son más tardíos, la ruptura matrimonial más frecuenta y también se produce un incremento en las restricciones de oferta de cuidado para las personas de edad avanzada. Si los gobiernos y familias no pueden atender las necesidades de las personas de edad avanzada nos encontraremos ante nuevas formas de organización social de las cuales sabemos muy poco (UNFPA 2009).
Las redes se retroalimentan y que siempre que haya nuevos migrantes que demandan favores y servicios, de este modo a medida que van saliendo antiguos miembros o van distanciando sus relaciones otras personas van ingresando. Si es una red madura y consolidada muchos de los miembros originales o fundadores de la red permanecen en un estado de latencia y sólo se reactivan en casos de extrema urgencia o cuando la relación es muy cercana. De este modo las redes sociales se han ido ampliando conforme el volumen de migrantes mexicanos ha ido creciendo. Como hemos mencionado con anterioridad las políticas públicas raramente alcanzan a influir en el sistema de redes de relaciones. De un modo u otro, podemos argumentar que el capital social de los migrantes es un patrimonio de ellos, de la sociedad, donde el estado no tiene por qué tener injerencia (Durand 2005).
En la sección anterior hemos visto que en los últimos años se ha producido un decremento de los migrantes mexicanos que llegaron a Estados Unidos sin recibir ayuda. El siguiente gráfico muestra dicha disminución a partir del año 2001. Eso es debido a la extensión de las zonas migrantes mexicanas y a la incorporación de nuevos migrantes de estas zonas, quienes no tienen experiencia migratoria y no reciben ayuda de redes sociales. Sin embargo las redes de familiares o amigos siguen siendo un elemento importante para la migración mexicana pues al menos el 40% de los migrantes sigue usando este sistema para garantizarse una inserción más segura (Montes 2009).
Gráfico X: Migrantes temporales que recibieron ayuda por parte de familiares o amigos en Estados Unidos por región de residencia, 1999-2001 y 2002-2005
Fuente: CONAPO (2008)
Conjuntamente debemos considerar la evidencia de la relación positiva entre recibir transferencias formales o informales desde las redes sociales y el estado de salud. Una mejor salud únicamente se garantiza con transferencias formales o con una combinación de transferencias de dinero formales e informales. Las personas de edad avanzada más vulnerables al deterioro de su salud y las transferencias ineficientes viven en las áreas rurales, son mujeres y mayores de 80 años (Montes 2009).
En suma, podemos establecer que las redes sociales han ido cobrando importancia durante el proceso de migración México-Estados Unidos. La mayoría de migrantes irregulares cuentan con el apoyo de las redes sociales para cruzar la frontera y muchos miembros de la familia migrante, en especial las mujeres de edades avanzadas en zonas rurales, dependen de la seguridad que les proporciona el envío de remesas a través de las redes. La tendendencia al uso de redes ha ido ascendiendo desde los primeros movimientos migratorios mexicanos, y han cobrado importancia y se han fortalecido durante aquellos periodos en que las medidas restrictivas de Estados Unidos en cuanto a migración se veían endurecidas. Sin embargo como porcentaje de migración, los migrantes que se ayudan de redes son menos ahora debido a la incorporación y diversificación de la migración mexicana. Por último, las políticas migratorias raramente alcanzan a influir en las redes sociales (Durand 2005).
CONCLUSIONES
El proceso de migración mexicana viene determinado por la relación de México con Estados Unidos. Cada etapa de migración que se encuentran en los diferentes contextos históricos y económicos mexicanos influye en las características de la siguiente etapa. Las generaciones de migrantes crean vínculos que perduran con el tiempo y a los que difícilmente puede afectar ninguna política migratoria. En los últimos años la migración Mexicana se ha caracterizado por nuevos patrones que muestran como el fenómeno migratorio mexicano se ha extendido a nivel nacional. El grupo de migrantes se ha diversificado en cuanto a sexo, edad, y sector y actividad ocupacional. La migración tiende a ser cada vez más permanente debido a las políticas restrictivas que desincentivan la entrada y salida del país de los migrantes irregulares. También existe una mayor proporción de migrantes de origen urbano, debido al propio proceso de urbanización de México. Las mujeres están incrementado su presencia en los movimientos migratorios y las redes sociales y familiares han ido cobrando relevancia.
Todos estas modificaciones en los patrones de migración de México tienen un impacto socio-demográfico en el país. Es decir, la demografía, se ve influida por el fenómeno migratorio entre otros factores. De tal alcance son los movimientos migratorios entre México y Estados Unidos que la gran pérdida de población joven y adulta mexicana que marcha en busca de mejores condiciones junto a los decrecimientos en natalidad y mortalidad provocan un envejecimiento de la población mexicana que tendrá importantes implicaciones futuras en el diseño e implementación de políticas nacionales. Conjuntamente, las redes sociales cobran importancia y modificaciones que tienden a presentar una estructura familiar mexicana diferente, donde cada vez hay mas casas no-familiares y donde toda una generación de migrantes está ausente y transformando las relaciones inter-generacionales y dificultado la transmisión de conocimientos entre una generación y la siguiente, es decir de padres a hijos y de hijos a padres.
México resulta un ejemplo paradigmático de la migración como fuerza estructurante, modificadora de patrones sociales, demográficos y económicos. Y determinada por un contexto de globalización donde se defiende el libre movimiento de bienes y materiales de producción, excepto de uno, y quizás el más importante: el factor humano. En el caso México-Estados Unidos es fácilmente identificable como las diferencias en el poder de negociación entre ambos países son más fuerte que la supuesta libertad de circulación de trabajadores de podría aportar la globalización. Ambos países han utilizado políticas migratorias que se adaptan a sus estructuras económicas para garantizar cierta estabilidad en el país. Sin embargo los movimientos migratorios están influidos por situaciones económicas, sociológicas, y políticas que no siempre pueden controlar las políticas.
Tras este estudio hemos podido conocer la envergadura del fenómeno migratorio y su impacto a grandes rasgos en la población mexicana. Se han identificado dos posibles líneas de investigación que podrían ampliar el limitado conocimiento que tenemos de las relaciones entre los patrones migratorios y los ámbitos sociales, políticos, demográficos y económicos. Primeramente, el papel de la mujer en los procesos migratorios, tanto cuando son ellas quienes emigran como cuando son las que permanecen en el lugar de origen familiar, incorporar una dimensión femenina al proceso de migración de México esclarecería muchas dudas sobre la estructura y funcionalidad familiar de los migrantes mexicanos. En segundo lugar queda pendiente la búsqueda de efectos de la crisis económica global en los efectos migratorios. Resultaría realmente interesante disponer de datos que reflejen el impacto de la Actual Crisis Económica en la población de México. En cualquier caso a pesar de la extensa literatura existente existen numerosas líneas de investigación sin abordar, y dado que la migración es un fenómeno que va cobrando relevancia de manera acelerada, es fácil intuir que aún nos queda mucho que aprender sobre este extraordinario fenómeno.
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