Milka Elena Escalera Chávez
El dueño o administrador para contribuir a la creación de valor involucra la toma de decisiones relacionadas con la planificación de las actividades, la realización de nuevas inversiones, y la selección de fuentes de financiamiento requeridas.
Las decisiones tienen que estar soportadas en información de calidad que le permita al dueño o administrador alcanzar el objetivo de crear valor para la empresa. Las actividades de los administradores no se limitan sólo al diseño y establecimiento de un ambiente interno que facilita y hace posible el desempeño organizacional, sino también a comprender y a estar consciente de los elementos del medio externo que afectan las áreas de operación.
Ross, Westerfield y Jiordan (2002) señalan que las decisiones financieras tienen importancia trascendental para el mundo empresarial, porque debido a la calidad de decisiones, más que a factores externos, es que depende el éxito o fracaso de una empresa. Esto implica que el dueño o administrador no solamente va asignar los recursos para las inversiones, también determina los medios que la empresa ha de utilizar para financiar sus inversiones.
La asignación de recursos financieros a través del tiempo da lugar a tres tipos de grandes decisiones financieras (Pascale, 2000).
Las decisiones de inversión son las que destinan los recursos disponibles a la adquisición de activos para la actividad productiva de la empresa.
Las decisiones de operación son aquellas en que las decisiones y estrategias clave se deben de orientar hacia la utilización eficiente de los recursos invertidos. Esto demanda la elección de mercados meta y un apropiado establecimiento de precios y políticas de servicio que son competitivas desde el punto de vista de las necesidades de los consumidores.
Finalmente, las decisiones de financiamiento buscan las óptimas combinaciones de fuentes para financiar las inversiones.
La toma de decisiones acertadas en las áreas mencionadas anteriormente, nos conduce al proceso de creación de valor (figura 3.2).
3.5.2 Estado de las decisiones financieras en la pequeña y mediana empresa
La gestión financiera es un aspecto que constituye una condición necesaria para la administración de las empresas. La toma de decisiones financieras adecuadas y la consecución de una apropiada estructura de recursos financieros constituyen uno de los principales factores explicativos de la competitividad de las empresas más rentables.
Sin embargo, la práctica de las decisiones financieras en la pequeña y mediana empresa es muy particular. Existen varios aspectos importantes a considerar en el proceso de la toma de decisiones financieras en las PyMES, uno de ellos es que la administración financiera de las pequeñas empresas es inevitablemente más dependiente de la habilidad de un solo individuo o de un grupo pequeño de individuos, y sus metas están encauzadas a las del propietario, en ese sentido, las decisiones financieras que se toman dependen del dirigente.
En general, las PyMES como señala Cazorla (2004) se caracteriza por 1) la identidad en una misma persona de las funciones de propiedad y control (no separación de propiedad y control) y 2) la concentración del capital en manos de un número reducido de agentes (empresario, promotores del proyecto y núcleos familiares), por tanto, justificaría la no utilización de la deuda.
Ibrahim y Goodwin (1986) explican que el dirigente debe evaluar constantemente los activos fijos y de trabajo en los que ha de invertir la organización porque cambia conforme transcurre el tiempo y las metas organizacionales. Sin embargo, el dirigente toma esas decisiones de acuerdo a su perspectiva y beneficio propio, por ello, su posición se convierte en un elemento que impide o limita el tipo de inversión que la empresa desea adoptar. (Begley y Boyd, 1987, Miner, 1997, Keats y Bracket, 1988, Veciana, 1999, Hornaday y Whealtey, 1996, Lee y Tsang, 2001).
Así, el proceso que se realiza para evaluar, elegir y distribuir los recursos financieros en las pequeñas y medianas empresas se centra en el dueño o administrador. Su preferencia personal, experiencia previa, motivos, prejuicios o predisposiciones personales son elementos que influyen en la forma de elegir sus alternativas (Chrisman, Bauerschmidt, Hofer y Charles, 1988).
En un estudio realizado en las empresas de la zona conurbada Veracruz - Boca del Río, Herrera, Limón y Soto (2006) afirman que la estructura financiera de la empresa está influida por las características personales de quien toma las decisiones y las variables que influyen son la antigüedad, el estado civil y el género.
La falta de una preparación adecuada de los integrantes de la empresa es otra limitación, que pone de manifiesto las necesidades específicas para mejorar la capacidad de dirección y administración financiera de este sector (Luoma, 1967, D'Amboise y Gasse, 1980 Lindecamp y Rice, 1983), sólo un porcentaje bajo (11%) de los dirigentes, que pertenece al sector manufacturero, consideran la información financiera para tomar decisiones. En México el 72.5% de los directivos son los dueños de las empresas o familiares directos y apenas un 12% de los actuales empresarios dejan la operación a los administradores. Así los responsables de la toma de decisiones muchas veces no cuentan con una administración financiera.
Además como señala McConnell y Pettit (1983) la teoría financiera tiene muy poco que ofrecer a los dueños o administradores de las PyMES en determinar la mezcla de capital óptimo de deuda - capital para iniciar su negocio- y trae como consecuencia que las empresas pequeñas se enfrentan con poca inversión y baja liquidez. Aún cuando el estudio en el campo de las finanzas corporativas ha adquirido gran importancia en los últimos años, en México, como señala De Gortari (2001) las investigaciones empíricas realizadas en esta materia todavía son muy escasas. Algunos estudios como los realizados por NAFINSA y SECOFI en 1990 señalan que las empresas pequeñas carecen de una estructura formal, falta de sistematización de sus operaciones y falta de conocimiento financiero (Palomo, 2005).
El principal determinante de la estructura de capital es la composición de activos, en general, las empresas con una mayor proporción de activos tangibles están más apalancadas, ya que estos activos pueden servir como colateral al momento de emitir deuda y ayudan a reducir la información asimétrica. Asimismo, las empresas que tienen activos intangibles o cuantificables a través de las oportunidades de crecimiento tienen en promedio niveles de deuda más bajos (Titman y Wessels, 1988, Rajan y Zingales, 1995 citados por Zamora y Garibay, 2000).
Otro determinante importante es la rentabilidad, ya que en promedio las empresas más rentables requieren menores recursos externos para financiarse y utilizan su recurso más barato de acuerdo a los costos de agencia (Myers, 1984 citado por Zamora y Garibay, 2000). Las investigaciones anteriores revelan que sin importar el tamaño de su empresa un administrador o empresario, debe tomar tres decisiones importantes inversión, financiamiento y operación. Así, las decisiones financieras responden al cuestionamiento sobre cuánto debe invertir la empresa para facilitar la producción y en qué activos específicos debe realizar dicha inversión Jiménez (2004) señala que un ente corporativo requiere de bienes tangibles o intangibles destinados a la producción de bienes o servicios.
Sin embargo, la falta de financiamiento es otra limitante a la que se enfrenta este sector productivo. Se ha mencionado que existen tres formas por medio de las cuales se pueden financiar las empresas: a) con la generación de sus propios recursos b) a través del incremento del capital social de la empresas y c) con créditos obtenidos de diversas fuentes de financiamiento externo (Garmendia, 2006). Los dirigentes eligen diferentes fuentes; estas comprenden los fondos propios, el crédito de proveedores, el financiamiento de instituciones financieras, y el mercado de capitales. Los fondos propios y el crédito de proveedores constituyen dos de las principales fuentes de financiamiento para las PyMES. El financiamiento a través de fondos propios es realizado a través de la reinversión de utilidades y los aportes de socios.
Los autores reportan que la inversión que se hace al inicio de una empresa, procede en un 35% de capital propio, y aproximadamente un 65% se obtienen de instituciones bancarias o fuentes alternativas. Garmendia (2006) señala que el crédito de proveedores constituye una importante fuente de financiamiento de corto plazo para las PyMES. En México, el 60% de las pequeñas y el 50% de las medianas empresas se financian con crédito de proveedores, y menos del 5% de sus recursos de financiamiento provienen de bancos.
Además señalan que los directores, cuando requieren de financiamiento externo prefieren deuda y sólo en última instancia recurren al capital accionario para obtener liquidez (Zoppa, 2002). Sin embargo, el financiamiento que prefieren las empresas es a corto plazo en lugar de un financiamiento a largo plazo, aun cuando las oportunidades de crecimiento sean mayores en las empresas que se financian a largo plazo Ravindra (1997). Esto se puede explicar por la menor capacidad que tiene este tipo de sociedades para asumir los mayores costos fijos que implica la emisión de deuda a largo plazo (Titman y Wessels, 1988; Chittenden, Hall y Hutchinson, 1996).
Carter y Van Howard (1991) han observado que hay otros factores que impiden obtener financiamiento, por ejemplo, no se cuenta con una técnica para determinar el capital necesario que se debe destinar a la inversión de su negocio. En este sentido, Van Auken, Neeley y Lynn (1996) han encontrado que este sector no posee una estructura inicial de capital, por ello, los dueños de este tipo de empresa se financian con otras opciones diferentes a las que recurren las grandes empresas (Myers y Majluf, 1984 citado Sánchez y Ucedo, 2005).
Entre los principales obstáculos identificados para otorgar crédito a las PyMES destacan las dificultades para cumplir con los requisitos planteados por los bancos para otorgar el financiamiento (balances, garantías, informes comerciales, proyección de flujos de fondos) y la informalidad con la que llevan a cabo su actividad. Los resultados marcan que la severidad de las restricciones disminuye a medida que aumenta el tamaño de la empresa.
Las PyMES suelen manejarse con información mínima e incompleta. El actual uso de los informes financieros por directivos de las pequeñas y medianas empresas es más bien limitado (Mc Maho y Holmess, 1991). Un problema común entre los pequeños empresarios es la escasa información con que están informados cuando toman decisiones financieras ya que con dificultad consiguen identificar fuentes y contenidos relevantes de información comercial y financiera, para una adecuada estrategia. Sin embargo, señala Arguelles (2003), en México, la falta de claridad que muchos emprendedores tienen de sus proyectos no les permite acceder a financiamiento. El argumento de la banca es que las personas que acuden a pedir financiamiento no tienen claro si el dinero requerido es para capital de trabajo, compra de materiales, importación de insumos o adquisición de servicios.
La falta de información sobre los proyectos de las PyMES, conduce a que los bancos normalmente perciban a estas empresas como más riesgosas respecto de las grandes al momento de analizar el otorgamiento de un crédito. En consecuencia, la mayor tasa de interés que los bancos cargan a las PyMES surge usualmente por un problema de información.
La falta de información sobre los proyectos de las PyMES, conduce a que los bancos normalmente perciban a estas empresas como más riesgosas respecto de las grandes al momento de analizar el otorgamiento de un crédito. En consecuencia, la mayor tasa de interés que los bancos cargan a las PyMES surge usualmente por un problema de información. Es decir, las altas tasas no siempre son indicativas de un mayor riesgo, sino simplemente de la incompleta información que el banco posee de la empresa en cuestión.
Las PyMES mexicanas manifiestan que el financiamiento obtenido se concentra en operaciones a corto plazo, destinadas a financiar capital de trabajo. Garmendia (2006) muestra que en México el 28% de las empresas pequeñas y el 38% de las medianas declararon en el año 2000 no haber utilizado crédito por las altas tasas de interés, y las dificultades asociadas a la constitución de garantías.
Por otra parte, en las PyMES, cada vez es más frecuente que los propietarios sean un grupo de accionistas y acuerden encargar la dirección de la empresa a un administrador. Un inconveniente al que se enfrentan los dueños es la percepción diferente del administrador, esto conduce a una discrepancia en la forma de evaluar a la empresa, generando entonces los conflictos de agencia. Para evitar el conflicto, Yanagawa (2000) expresa que los dueños podrían conseguir que los administradores actúen en beneficio de ellos si plantean una adecuada estructura de incentivos o un sueldo superior para los administradores.
La teoría de agencia postula que el valor de la empresa estará permanentemente penalizado por los costes de las relaciones de agencia, dado que los inversionistas conscientes de los conflictos de intereses, no estarán dispuestos a participar de ellos. Dado que los costos de agencia van a estar presentes en todas las sociedades debido a la característica de separación entre los propietarios y los directivos, la magnitud de estos costos y, por tanto, la consiguiente penalización del valor puede variar considerablemente de unas empresas a otras, dependiendo, entre otras cuestiones, de los costos y dificultades que encuentren los propietarios para controlar y evaluar las actuaciones de los directivos (Lev, 1992).
Una vez examinado y analizada la situación financiera de las PyMES se concluye que en este sector también se toman decisiones financieras; sin embargo, las dificultades para adoptarlas de manera semejante a las grandes empresas son diversas; pero esto no limita el proceso, ya que los dueños y administradores tienden adoptar las decisiones financieras para hacer crecer el negocio.
Además, las decisiones que se toman en las pequeñas empresas, también son un proceso importante para su desarrollo económico, porque las decisiones correctas conducen a crear valor para los accionistas, empleados y la sociedad. Las decisiones equivocadas destruyen valor y perdida de algún o todo el capital.