Alexander Alban Alencar
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Toda persona que haga uso profesional de la palabra, debe tener su voz impostada, es decir, colocada correctamente. Impostar es fijar la voz en las cuerdas vocales para emitir el sonido en su plenitud sin vacilación, ni temblor. Cuando no lo está, se habla con esfuerzo y se producen trastornos que el orador debe evitar. Hablar con la voz impostada es hablar sin esfuerzo, con naturalidad, aprovechando al máximo las condiciones fisiológicas del aparato de fonación.
La impostación de la voz consiste en apoyarla en la base de la caja toráxica, respirando de manera que descienda la tráquea, el aire salga con libertad y produzca los sonidos con amplitud y en su mejor calidad. Esto requiere una educación especial que suele estar a cargo de médicos foniatras, profesores de canto u otros especialistas. Sólo así conseguirá el orador colocar su voz en un tono natural para mantener la palabra, por mas tiempo sin fatigarse y matizarla con amplitud, en su grado óptimo.
IMPOSTACION VOCAL
La impostación vocal se utiliza tanto en el canto como en la oratoria, ella permite fijar la voz en las cuerdas vocales para emitir el sonido en su plenitud sin vacilación ni temblor. En la foto, Los tres tenores; Luciano Pavarotti (a la derecha), Plácido Domingo (a la izquierda) y José Carreras (en el centro). Encarta ® 2005.
El Dr. Loprete, a quien pertenece la mayoría de ideas vertidas en el presente capítulo, manifiesta que hay tres elementos determinantes de la voz humana: el organismo, el ambiente y la personalidad.
La parte orgánica condiciona la voz, pues esta depende en gran parte de la conformación del aparato vocal y del estado físico general. El ambiente tiene también su importancia, pues muchos hábitos elocutivos provienen de la imitación o del contagio, como por ejemplo, la típica tonada o acento regional. Por último, la personalidad también influye, pues revela indudablemente el temperamento, el carácter y el yo del hablante.
Impostar la voz es colocar nuestro timbre (matiz personal de la voz) de acuerdo a los requerimientos del auditorio. Nos permite adoptar nuestro propio timbre de voz y hablar sin fatiga durante un largo período. Es necesario conocer la amplitud de nuestra voz en tres niveles: agudo, medio y grave a través del siguiente método:
1. Realizar una profunda respiración abdominal.
2. Expresar el sonido de la vocal “a” de diferentes maneras posibles, sin apretar o forzar la garganta.
3. De esas emisiones, escoger la que resulte más fácil de expresar y la que es más vibrante.
4. Tome ese sonido como nota media y lea un escrito, tratando de que su voz gravite alrededor de esa nota.
5. Trate de evitar las desviaciones, que, a causa de su amplia escala, generan riesgos más extremos.
OTRAS CARACTERISTICAS DE LA ELOCUENCIA:
LA VELOCIDAD:
Se llama rapidez o tiempo, a la velocidad ordinaria de la conversación o discurso. La rapidez del discurso varía según la personalidad del orador, las circunstancias y principalmente, según las emociones o ideas que se expresan. Habitualmente las personas se expresan con distinta rapidez y lo que en unas es natural y agradable, en otras es falsa y desagradable. En ese sentido podemos recomendar que al dirigirnos a un público numeroso, la velocidad deberá ser menor que cuando nos dirigimos a un público pequeño.
Asimismo, la exposición de ideas abstractas, de estadísticas, de razonamientos difíciles o complicados, debe ser lenta; mientras que las ideas sencillas puedan decirse con mayor rapidez. En cuanto a las emociones; las de alegría, gozo, etc., son más rápidas que las de dolor, pena y tristeza. Los discursos solemnes exigen también un ritmo majestuoso, lento, mientras que las arengas militares o la polémica permiten más rapidez.
LAS PAUSAS Y SILENCIOS:
En íntima relación con la rapidez y duración de un discurso –según Loprete- están las pausas. Estas se anuncian en lo escrito por los signos de puntuación y en el discurso oral, por la duración relativa del silencio. En el discurso leído, las pausas se hacen normalmente en mayor número que los signos escritos. Deben aprovecharse en todos los casos para aspirar aire. Las pausas no deben ser largas, deben guardar relación con los signos que normalmente se respetarían en una lectura.
Las pausas se utilizan para separar los grupos naturales de ideas de un párrafo, para anticipar palabras, frases o ideas que deseamos destacar y para meditar lo que se va a decir a continuación en el último caso, el oyente no deberá notar esta estratagema. Existe por ejemplo la formula 7 – 7 que consiste en pronunciar siete palabras y hacer una pausa, otras siete palabras y otra pausa. Pero existen oradores que hacen pausas largas con cada dos o tres palabras pronunciadas, convirtiendo su discurso en un monumento a la desesperación y al aburrimiento.
RECOMENDACIONES IMPORTANTES:
La voz, es un valioso aliado que debemos utilizar con propiedad para que nuestras alocuciones resulten exitosas y satisfactorias, en ese sentido debemos tener presente las siguientes recomendaciones:
• Evitar fumar cigarrillos y todo tipo de tabaco.
• No abusar de las bebidas alcohólicas.
• Evitar la ingesta de líquidos muy calientes.
• Evitar la ingesta de líquidos muy fríos.
• No exponerse a bajas temperaturas de frío.
• No “hablar” con la garganta y mucho menos gritar.
• Realizar ejercicios de inspiración y expiración.
• Ejercitar el diafragma con una correcta respiración abdominal.
• Ejercitar los músculos cercanos a la boca.
• Realizar ejercicios de articulación y vocalización.
• Y finalmente, ejercite su voz a través del canto o de las lecturas a viva voz.
A continuación queridos amigos, prepárense para el estudio de uno de los capítulos más importantes sobre el arte de hablar en público.