I.—División del trabajo.
División del trabajo.—La división del trabajo es un reparto de los trabajos, en la cual los trabajadores se distribuyen las diversas operaciones de la producción, de suerte que cada uno de ellos no ejecuta más que una parte del producto definitivo.
La primera forma de la división del trabajo consiste en la diversidad de los oficios. Esta división profesional del trabajo tiene grandes ventajas. Un hombre que pone toda su inteligencia y toda su fuerza en una obra única, tiene muchas probabilidades de prosperar y de adquirir en ella una gran habilidad. Ejecutará con una mayor rapidez y mayor economía y escogerá la profesión que mejor convenga a sus gustos y a sus aptitudes. Todos aprueban la división profesional en la pequeña industria. Productores independientes, que hacen un producto completo, de, arroban a la vez su situación y su arte con su habilidad y sus cualidades especiales.
La segunda forma de la división del trabajo, se manifiesta en la distribución de las diversas operaciones elementales necesarias para la producción de un producto completo. Como ejemplo de la división del trabajo en una misma manufactura, el de la fabricación de los alfileres ha llegado a ser legendario. «No sólo, dice Adam Smith, la fabricación de alfileres constituye un oficio especial, sino que esta tarea se divide en un gran número de ramas, constituyendo cada una de ellas un oficio particular.» Smith toma una manufactura que no ocupa más que diez obreros, siendo la producción cotidiana de 48.000 alfileres, o sea de 4.800 cada obrero. «Si cada uno de ellos, dice, hubiera trabajado aparte, no habrían hecho más que 20 alfileres en una jornada, quizá ni uno solo.» Supongamos que la producción de un obrero que trabaja solo hubiera sido de 20 alfileres al día, la fuerza productiva se encuentra, por el hecho de la división del trabajo, multiplicada por 240—puesto que 20X 240 =4.800.
Ventajas de la división del trabajo.—1.° Reunión en un mismo taller de las distintas operaciones que constituyen una serie continua. De ahí resulta una gran economía de tiempo, hallándose regulada la organización de manera que los obreros se hallen ocupados sin interrupción.
2.° Supresión del tiempo perdido en disponerse para la tarea; cuando se cambia de ocupación, según la expresión pintoresca de Carlos Max, la continuidad del trabajo permite disminuir la demasía de los paros de la jornada.
3.° Mejor empleo del instrumental, porque si a cada tarea parcial se hallan afectas herramientas especiales, se utilizan al mismo tiempo todas Ias porciones del material.
4.° Desarrollo de la habilidad técnica de los obreros. Un herrero solo haría de 200 a 300 clavos diarios y a máquina hará 2.500. En las manufacturas del tabaco algunas obreras llegan a arrollar 1.500 cigarros al día.
5.° Mejor distribución del trabajo, según la fuerza física y las diferentes aptitudes de los obreros. Esto ha permitido la introducción en grande escala de las mujeres, de las muchachas y de los niños en las manufacturas. En las fábricas inglesas de agujas, los ágiles dedos de los niños aguzan el doble de puntas que los adultos.
Inconvenientes de la división del trabajo.—1.° Decadencia de la inteligencia del obrero.—«A medida, dice Tocqueville, que el principio de la división del trabajo recibe una aplicación más completa, el obrero se hace más débil, más limitado y más dependiente. El arte progresa, pero el artesano retrograda» (1). Adam Smith hace la misma observación: «Un hombre, dice, cuya vida toda se pasa en ejecutar un pequeño número de operaciones simples, cuyos efectos son siempre los mismos, pierde, naturalmente, el hábito de desplegar o de ejercitar sus facultades y, generalmente, llega a ser todo lo ignorante y estúpido que pueda ser una criatura humana. Así, su destreza en su oficio particular, es una cualidad que parece haber adquirido a expensas de sus cualidades intelectuales. Ahora bien; este estado es aquel en que el obrero pobre, esto es, la masa del pueblo, debe necesariamente caer en toda sociedad civilizada y adelantada en industria, a menos que el Gobierno no adopte precauciones para prevenir el mal (2)».—J.-B. Say, Proudhon (3) y Sismondi, expresan el mismo pensamiento.
2.° Alteración de la salud.—La repetición de la misma estúpida ocupación prolongada durante toda una vida, la uniformidad de los movimientos ejercitándose durante largas lloras de inmovilidad en medio de máquinas en movimiento y en el seno de una atmósfera recalentada y viciada, acarrean de un modo necesario la degeneración del obrero industrial.
3.º Mayor dependencia del obrero.—El obrero que no sabe fabricar más que una parte comúnmente ínfima del producto depende, de una manera más estrecha, de la industria y del patrono. Si la industria se paraliza es despedido por su patrono y le es necesario buscar en otra parte, con frecuencia muy lejos, un empleo similar.
Límites de la división del trabajo (4).-Estos inconvenientes, exagerados por las declamaciones de los socialistas o disimuladas en las disertaciones platónicas de la escuela ortodoxa, provienen sobre todo de la excesiva y minuciosa división del trabajo en la fábrica. En realidad, la división del trabajo es una necesidad de la industria mecánica moderna; constituye un progreso y una fuente legítima de riqueza y de provechos; querer suprimirla para volver a la industria patriarcal o doméstica, es un absurdo de gran calibre. Pero si los abusos de la división del trabajo no son razón suficiente para proscribir el trabajo dividido, no por eso es menos necesario remediar, en la medida de lo posible, los males que engendra. Una buena organización del trabajo realizada por reglamentos de talleres permanentes y equitativos, impedirá la excesiva división del trabajo y dejará al trabajador el tiempo suficiente para reparar sus fuerzas físicas y morales.
Los límites racionales de la división del trabajo comienzan donde ya no hay para el obrero economía efectiva, donde los provechos sobre la mano de obra se hallan compensados con las pérdidas de la salud y de la inteligencia del obrero. El trabajador independiente que posee los instrumentos de producción determina fácilmente el punto en que la división riel trabajo usurpa el campo de sus fuerzas físicas y morales; pero cosa muy distinta acontece en la gran industria. donde reina la separación del capital y del trabajo.
Hostigado por la competencia, el empresario se somete a esta ley: disminuir los gastos de producción para rebajar el precio de venta, vencer a sus rivales y aumentar la producción. Así, con mucha frecuencia, la división del trabajo aprovecha más al empresario que al trabajador. ¿Cómo mantener la balanza en el fiel y hacer equitativas las relaciones entre el capital y el trabajo? Ese será el papel de conciliación y de mediación que se atribuya a las jurisdicciones profesionales, cámaras sindica-les, gremios, consejos del trabajo, consejos de la industria, los que, con calma y espíritu de justicia, discutirán las reivindicaciones equitativas de los obreros y los intereses de los patronos.
El poder productivo del hombre, aumentado con la división del trabajo, recibe nuevo incremento y nuevo impulso con el empleo de las máquinas.
(1) De la Democracia en América.
(2) Riqueza de las naciones, lib. V, cap. 1.
(3) Contradicciones económicas.
(4) Schmöller, Revue d'econ. polit., 1889, p. 588.