La economía y la moral (1).Después de haber considerado a la ciencia económica en sí misma, conviene considerarla en relación con dos ciencias cercanas: la moral y la política: La economía social ¿es una ciencia distinta, o bien no es más que una rama de la moral, una ética particular? Esta segunda opinión la defienden varios economistas: Liberatore, Devas, De Pascal, Ott, etcétera. Otros en mayor número: CostaRosetti, H. Pesch, Cathrein, V. Brants, Réchaux, etc., aunque admiten una dependencia íntima y necesaria entre la economía política y la moral, sostienen la distinción formal de estas dos ciencias. Esta manera de ver nos parece más exacta. ¿Cuál es, en efecto, el objeto propio de la moral? La honestidad; la actividad del hombre ordenada, al fin último. ¿Y el objeto inmediato de la economía? Es, como hemos demostrado, lo útil; la actividad del hombre que se ejercita en el orden de los intereses materiales. La diversidad de los objetos establece la distinción y la diferencia de las dos ciencias; por consiguiente, la economía política es, con perfecto derecho, una ciencia distinta de la moral (2).
Sin embargo, aunque sea una ciencia distinta, la economía social no es independiente de la moral; ésta no sólo puede, sino que debe dirigir a aquélla. ¿En qué se funda este dominio? En que la economía se halla necesariamente sometida a la moral. Nada es menos dudoso.
Dos ciencias están subordinadas cuando el objeto de la primera se refiere al fin de la segunda; de suerte que la una regula y dirige a la otra. ¿No es la moral, de una manera absoluta, la regla soberana de la actividad humana? El objeto final del hombre en la vida social, no es la riqueza, ni siquiera la dicha temporal; porque uno y otro no son más que medios dados al hombre para alcanzar su último fin, quien debe hacer entrar la riqueza en el orden del fin; pero ¿cómo? Por la ley moral que determina las relaciones de la actividad libre con este fin; es decir, en otros términos, que toda la organización de la riqueza social debe regularse por la ley moral (3).
Asimismo, el hombre no puede, sin abdicar de su dignidad humana y descender al rango de los seres irracionales, hacer abstracción de la tendencia al último fin contenida en todo bien particular; no puede, sin desposeerse de su carácter de ser racional, prescindir de la ley moral en el ejercicio de su actividad voluntaria. Como ciencia humana, es decir, moral, la economía política no es, pues, la ciencia de la riqueza en sí; no es la ciencia de la producción de la riqueza por todos los medios posibles, incluso el fraude, el robo o el saqueo (4), sino que es la ciencia de la riqueza, considerada en relación con el hombre.
De estas consideraciones brota espontáneamente una conclusión importante. Toda ley o toda regla económica en desacuerdo con la ley moral, llega a ser extraña a la verdadera economía y debe ser enérgicamente reprobada, como lo sería la ciencia de robar, de falsificar documentos y de practicar la usura (5). El hombre cumple su destino en el mundo moral; el uso de los bienes materiales no es para él más que un medio de realizar su fin, que está muy por cima de la satisfacción de los sentidos. La riqueza no es riqueza más que en relación al hombre, y el hombre lleva consigo a todas partes los nobles lazos que le retienen en el mundo del espíritu (6).
Opinión de la escuela liberal.—Se ha denunciado por gran número de economistas de la escuela liberal, la alianza de la economía social con la moral. «La ciencia económica, ha dicho M. Ives Guyot, es inmoral por sí misma; el uso que se hace de sus leyes es lo que puede ser moral o inmoral (7). M. Block (8) protesta contra la subordinación de la ciencia económica a la moral. «La economía política ética o moral, implica una lamentable confusión de la ciencia y del arte. No es el saber sino el
querer lo que es del dominio de la moral. La ciencia se limita a contemplar la verdad, el arte obra... En resumen, las ciencias no son morales ni inmorales, porque no obran; hacen constar y explican. No se debe, pues, permitir mezclar la ética con la ciencia económica.»
En este punto los anarquistas dan la razón a monsieur Mauricio Block, porque también pretenden que su economía social no es una ciencia inmoral. ¡Y qué! El burgués debe ser suprimido, la autoridad abolida, el patrono destruido; el robo es una restitución social... ¡He ahí otros tantos principios que escapan del dominio de la moral, puesto que la ciencia se limita a contemplar la verdad!
Ya escribía Rossi: «No es por el fin a que puede servir, por lo que se puede reconocer la naturaleza de una ciencia y clasificarla. Hablando con propiedad, la ciencia no tiene fin anterior; desde que uno se ocupa del empleo que de ella puede hacerse, se sale de la ciencia para caer en el arte» (9). Según Stuart Mili, la economía política considera al género humano como si no tendiera más que a la creación y consumo de las riquezas (10). M. Cherbuliez quiere, al estudiar las leyes económicas, que se haga abstracción de su valor moral (11). Ricardo y Bentham se expresan en idéntico lenguaje. A la luz de los principios establecidos más arriba, es manifiesta la inexactitud de estas afirmaciones.
¿No es evidente que una ciencia puede tener un fin exterior como, por ejemplo, la medicina, que tiene por fin exterior la salud del hombre? Por otra parte, la división entre la ciencia que contempla y el arte que ejecuta, es incompleta, porque la ciencia práctica se mantiene en una situación intermedia entre la ciencia especulativa y el arte. La ciencia práctica considera su objeto como aplicable a la acción; el arte dirige la ejecución del trabajo.
Agreguemos a lo dicho que se manifiesta entre gran número de economistas modernos una reacción muy acentuada contra esta separación antinatural entre la ciencia económica y la moral. Citemos a Cauwes (12), Gide (13), Baudrillart (14), de Laveleye, Béchaux (15), Minghetti, Devas (16), doctor Schnber (17), etc., etc. M. Paul LeroyBeaulieu afirma resueltamente que «la economía política vive en buena armonía con la moral» (18).
Relaciones de la economía Social y de la política.—La economía social, sometida a las leyes de la moral, ¿se halla cuando menos emancipada de la dominación política? Es esta una pregunta capciosa, porque la palabra política está preñada de equívocos. No entendemos por política el arte de conquistar el poder, de sostenerse en él y de sacar de él todo el beneficio posible, sino que la atribuimos la significación, menos vulgar y más científica, de ciencia del gobierno de la sociedad. Esto supuesto, no es difícil ver que la economía social está subordinada a la ciencia de la política. Gobernar la sociedad, ¿qué otra cosa es que dirigirla a su fin, a la prosperidad temporal? Por otra parte, la prosperidad temporal de la sociedad comprende lo mismo el progreso intelectual y moral que el desarrollo material, la riqueza social. Sáquese la conclusión. La ciencia, que tiene por objeto la prosperidad material y la riqueza social, debe estar subordinada a la que tiene por objeto la prosperidad completa, el total desarrollo del cuerpo social; la economía. social se halla necesariamente sometida a la ciencia de la política, y, en caso de conflicto, ésta debe prevalecer sobre aquélla; la parte debe ceder al todo. No considerando más que el progreso material escueto, convendría a la sociedad que todos los ciudadanos fueran productores de valores económicos en la mayor proporción; pero, en tal caso, ¿qué vendría a ser la sociedad? Una vasta fábrica, una inmensa sociedad cooperativa de donde se excluiría la civilización en lo que tiene de más noble y de más humano.
Para evitar el caer en este y otros excesos semejantes, la economía social debe conocer su objeto, y permanecer fiel a su fin propio. Debe, además, seguir un método seguro y exacto. ¿Cuál es este método? He ahí lo que nos falta que averiguar.
1. H. Pesch, Die Béziehungen der National. konomie zur Moral (Stimmen aus María Laach, Mayo, 1894, p. 303 y siguientes);Liberatore, Principios de economía política
2. CourcelleSeneuil reconoce en parte esta verdad en el Nouveau Dict.
d'écon. polit. p. 764.
3. V. Périn, Doctrines économiques.
4. V. Liberatore, Principios de Economía política.
5. Ott, Traité d'Economie sociale, p. 44.
6. Périe. Doctrines économiques.
7.Sociedad de economía política, sesión del 5 de Diciembre de 1393. (Journal
des economistes, Diciembre de 1898, páginas 417 y siguientes.)
8. Les Proyrés de la sciencie économique, p. 53.
9.Cours d'économie politique, t. I, p. 29.
10. Cours, t. I, p. 29.
11. Précis, t. I, p. 7 y 8.
12. Precis, t. I, p. 20 y 21.
13. Príncipes, p. 4.
14. Manuel, p. 44.
15. Le droi et les faits économiques, p. 11.
16. Groundworks, p. IV.
17. Handbuch, t. I, p. 56. Citemos también entre los autores católicos a
Antonin Rondelet Le Spiritualísme en économie politique. Ch. Perin, La richesse
dans les sociétés chretiennes.Y el abate Elías Blanc, ¿Y atil une Economie
politique chretienne?
18.Traité théorique et practique, t. I, p. 78.