Objeción.
Y, sin embargo, tal como la hemos descrito en esta lección, la acción benéfica de la Iglesia no basta para la solución de la cuestión social y obrera. Pues qué, diréis: ¿no ha escrito el Padre Santo estas líneas significativas: «no se vería en muy poco tiempo la pacificación si pudiesen una vez prevalecer las enseñanzas de la filosofía cristiana? (1). Nada más cierto; pero es de advertir que los principios del cristianismo bastan en tesis, que resolverán o más bien suprimirán la cuestión social el día en que de hecho dirijan la sociedad. Pero este día está muy lejano; ¿lucirá alguna vez? No confundamos el ideal con lo real. La realidad es que el mundo del trabajo se halla entregado al individualismo y a la concupiscencia. Y es que la conquista evangélica de la sociedad no puede hacerse en un día y la cuestión social exige una solución pronta. En fin, la realidad es que la Iglesia se halla en todas partes perseguida o molestada en su acción, mirada con desconfianza y apartada de la vida pública.
La Iglesia y las fuerzas sociales. He ahí el por qué León XIII afirma en varias ocasiones que la acción de la Iglesia debe ser ayudada por medios puramente humanos: «Seguramente una obra de esta gravedad exige también de otros agentes su parte de actividad y de esfuerzos; nos referimos a los gobernantes, a los amos, a los ricos y a los mismos obreros cuya suerte se halla aquí en juego.»
Sin embargo, es indudable que para conseguir el resultado deseado hay, además, necesidad de recurrir a medios humanos. Así, todos aquellos a quienes concierna la causa deben poner su punto de mira en el mismo fin y trabajar de concierto, cada uno dentro de su esfera. Hay en esto como una imagen de la Providencia que gobierna al mundo, porque ordinariamente vemos que los hechos y los acontecimientos que dependen de causas diversas son la resultante de su acción común.
En fin, «la Iglesia entiende que las leyes y la autoridad pública deben, sin duda con su cuenta y razón y con prudencia, aportar su parte de concurso a esta solución (2).
Conclusión. Concluyamos: no pueden existir entre los católicos divergencias en lo que respecta al punto fundamental: todos admiten que la cuestión social no puede resolverse por completo y de una manera plena, más que por la restauración de las costumbres cristianas. El que esta restauración parezca lejana no dispensa el que se la prepare. Como observa M. León Gregoire (3). «la cuestión social es urgente, lo que obliga a buscar inmediatamente medios provisionales para atenuar la crisis. En la investigación de estos medios, los católicos se inspirarán en los principios cristianos y, esperando que estos principios vuelvan a ser la ley suprema de la sociedad, propondrán al mundo laico aplicaciones parciales de los mismos. Debe aplazarse la curación completa, buscar alivios y dulcificaciones; interesándose por el pueblo se interesarán por sus propias ideas y le encaminarán de este modo a la aceptación del soberano remedio, Jesucristo, salvador de los pueblos.
(2) Encycl. De Rerum novarum, § Confitender y Nec tamen putandum.
(3) Le Pape, les Catholiques et la Question sociale, p. 120.
CAPÍTULO VII: La cuestión social
¿Existe la cuestión social? ¿Cuáles son los elementos del mal social, objeto de esta cuestión? ¿Dónde encontrar los remedios convenientes y eficaces? He ahí los tres artículos en que distribuiremos la materia de este capítulo.
SECCIÓN SEGUNDA: LAS CONTROVERSIAS
Hasta el presente, hemos expuesto los principios y las leyes de las sociedades políticas. Conformarse con estos principios fundamentales y observar estas leyes naturales, es para la sociedad la paz y el orden. Pero, de hecho, la paz social no existe, al orden social se le ataca en más de un país, el malestar es general y la queja universal. ¿Cuáles son las causas de este mal; cuáles los remedios? A esta importante pregunta es a la que vamos a intentar responder.
Llamados en consulta cerca de este gran enfermo que se llama la sociedad civil, los hombres del arte comienzan por dividirse sobre la patología y la etiología de la enfermedad, continuando luego el desacuerdo, cuando es preciso escoger el tratamiento que ha de aplicarse. Para resumir estas controversias estableceremos en un primer capítulo la existencia de la cuestión social, y en los siguientes, daremos a conocer las principales soluciones que se han propuesto: la solución liberal, la solución socialista y la solución católica.