La sociedad civil es una sociedad natural, fundada en las inclinaciones innatas, puestas por Dios, autor de la naturaleza, en el corazón del hombre; tiene por fin próximo la prosperidad temporal pública. Una agrupación de familias dirigidas hacia el bien común por una autoridad suprema, que es el principio de unidad de cohesión y de conservación, eso es lo que para nosotros constituye la sociedad civil, dotada de una admirable estructura orgánica. Teniendo por bases inquebrantables la justicia y la caridad, la sociedad política recibe de la justicia legal su unidad interna. Tal es, en resumen, el resultado de nuestras investigaciones sobre la sociedad.
Pero en la sociedad así constituida, el ciudadano debe tender a su último fin, la beatitud eterna; la sociedad debe ser para él una ayuda que le permita alcanzar más fácilmente el término supremo de sus deseos y de sus energías. Negar esta verdad equivaldría a desposeer al fin último del soberano dominio que posee sobre todos los fines particulares que le están necesariamente subordinados. Ahora bien; existe una sociedad que reivindica muy alto la exclusiva misión de conducir a todos los hombres, ricos o pobres, gobernantes o súbditos, particulares o públicos, al fin último de toda criatura racional. Esta sociedad se llama la Iglesia católica, maestra y educadora de los pueblos. Si esto es así, se propone una cuestión inevitable. ¿Tiene la Iglesia católica el derecho de intervenir en el orden social? He aquí nuestra respuesta: no solamente la Iglesia tiene derecho a ejercer una acción en la sociedad, sino que también posee, para curar el mal social y restablecer la paz en el mundo del trabajo, una virtud que no podría reemplazarse por nada. Me explicaré. Por su enseñanza tradicional, la Iglesia cura el gran mal social de las inteligencias, el ateísmo; por su moral fuerte y dulce, elevada y eficaz, cura el mal de la voluntad, el dejarse llevar por las malas pasiones; con su ejemplo, sus instituciones y sus obras múltiples, hace que su influencia penetre lo mismo en las altas clases de la sociedad, que en las capas profundas del proletariado.
Tal es la materia de esta lección.