por
Paul Krugman
Publicado en El País el 12 de octubre de 2008
Algunos escépticos llaman al plan de rescate de 480.000 millones
de euros propuesto por Henry Paulson "dinero a cambio de basura".
Otros han bautizado la legislación propuesta Autorización para el
Uso de la Fuerza Financiera, en referencia a la Autorización para el
Uso de la Fuerza Militar, la infame ley que dio al Gobierno de Bush
luz verde para invadir Irak.
Para citar este texto puede utilizar el siguiente formato:
Krugman, Paul: "Dinero a cambio de basura" en Textos Selectos de EUMEDNET. Accesible a texto completo en http://www.eumed.net/textos/08/krugman-basura.htm
Hay algo de razón en estas pullas. Todos coinciden en que debe
hacerse algo grande. Pero lo que Paulson solicita para sí mismo -y
para su sucesor- es un poder extraordinario para emplear el dinero
de los contribuyentes en un plan que, en mi opinión, no tiene ni
pies ni cabeza.
Algunos dicen que debemos sencillamente confiar en Paulson porque es
un tipo inteligente que sabe lo que hace. Pero eso es sólo verdad a
medias: es un tipo inteligente, pero, ¿qué exactamente en la
experiencia del pasado año y medio -un periodo durante el cual
Paulson ha declarado repetidamente que la crisis financiera estaba
"contenida", y después ha ofrecido remedios que no servían-
justifica la creencia de que sabe lo que hace? Se lo inventa a
medida que avanza, como el resto de nosotros.
Por eso, pensemos por nosotros mismos. Yo veo cuatro fases en la
crisis financiera:
1. El estallido de la burbuja de la vivienda provoca un drástico
aumento de la morosidad y de las ejecuciones hipotecarias, lo cual a
su vez induce una caída de los precios de los activos hipotecarios,
activos cuyo valor se deriva en última instancia de los pagos
hipotecarios.
2. Estas pérdidas financieras dejan a muchas instituciones
financieras muy escasas de capital: muy pocos activos en comparación
con su deuda. Este problema es especialmente grave porque todo el
mundo contrajo muchas deudas durante los años de la burbuja.
3. Como las instituciones financieras tienen demasiado poco capital
en relación con su deuda, no pueden, o no quieren, proporcionar el
crédito que la economía necesita.
4. Las instituciones financieras intentan pagar su deuda mediante la
venta de activos, incluidos los activos hipotecarios, pero esto hace
bajar los precios de los activos y empeora aún más su posición
financiera. Este círculo vicioso es lo que algunos denominan la
paradoja del desendeudamiento.
El plan de Paulson se basa en la compra por parte del Gobierno
federal de activos problemáticos, principalmente activos
hipotecarios, por valor de hasta 486.000 millones de euros. ¿Cómo
resuelve esto la crisis?
Bien, podría romper el círculo vicioso del desendeudamiento, la
cuarta fase de mi esquemática descripción. Pero ni siquiera eso está
claro: están sometidos a presión los precios de muchos activos, no
sólo los de aquellos que el Tesoro propone comprar. Y aunque el
círculo vicioso sea limitado, el sistema financiero seguirá
paralizado por la escasez de capital.
O mejor dicho, seguirá paralizado por la escasez de capital a no ser
que el Gobierno federal pague por los activos que compra un precio
muy superior al real, proporcionando a las empresas financieras -y a
sus accionistas y ejecutivos- una gigantesca lluvia de dinero a
costa de los contribuyentes. ¿He mencionado que este plan no me
convence?
La lógica de la crisis parece exigir que la intervención no se dé en
la cuarta fase, sino en la segunda: el sistema financiero necesita
más capital. Y si el Gobierno va a proporcionar capital a las
empresas financieras, debería obtener aquello que corresponde a
quien aporta capital: una parte de la propiedad, de modo que si el
plan de rescate funciona, no vayan todos los beneficios a parar a
los que provocaron el caos en primer lugar.
Eso es lo que ocurrió con la crisis de las cajas de ahorros: los
federales se hicieron con la propiedad de los bancos malos, no sólo
de sus activos malos. Y también es lo que ha ocurrido con Fannie y
Freddie. (Y por cierto, ese rescate ha hecho lo que se suponía que
debía hacer. Los tipos de interés hipotecario han bajado
drásticamente desde la absorción estatal).
Pero Paulson insiste en que quiere un plan "limpio". En este
contexto, "limpio" significa una ayuda financiera proporcionada por
los contribuyentes sin condiciones a cambio: ninguna contrapartida
por parte de los que reciben la ayuda. ¿Por qué es eso bueno? Si a
eso le sumamos el hecho de que Paulson también exige una autoridad
dictatorial, además de inmunidad frente a una revisión "por parte de
cualquier tribunal u organismo administrativo", el resultado es una
propuesta inaceptable.
Soy consciente de que el Congreso está sometido a una enorme presión
para que apruebe el plan de Paulson en los próximos días, con unas
cuantas modificaciones que, como mucho, harán que sea un poco menos
malo. Básicamente, después de haberse pasado año y medio diciéndonos
a todos que la situación estaba controlada, el Gobierno de Bush
notifica que el cielo se nos viene encima, y que para salvar el
mundo tenemos que hacer exactamente lo que nos dice, ya mismo.
Pero yo insto al Congreso a que se detenga a pensar un minuto,
respire hondo, e intente en serio rehacer la estructura del plan,
convirtiéndolo en un plan que ataje el problema real. No dejen que
los avasallen; si este plan se aprueba en su forma actual o algo
remotamente parecido, todos lo lamentaremos enormemente en un futuro
no muy lejano. -