Álvaro Flórez Estrada (1765-1853)
De la circulación de la riqueza
Capítulo XIV del "Curso de Economía Política", Londres: Imp. española de M. Calero, 1828.
Toda riqueza, ya se componga de numerario, ya de cualquier otra mercancía, entra en
circulación desde que busca un comprador, y circula siempre que entra en poder de un nuevo
agente de la producción para recibir
Los artículos de riqueza salen de la circulación, cuando son entregados al consumidor, ó por una casualidad cualquiera, son destruidos, ó cuando pasan al poder de quien, por exigir un precio excesivo, ó por cualquier otro motivo se abstiene de venderlos.
La circulación de la riqueza es interior ó exterior. En el primer caso la riqueza no sale de los límites del
país; en el segundo ella circula en todas las naciones. Como los productos de un país no pueden ser exportados sino en cuanto existan relaciones comerciales entre diferentes Estados, la
circulación de la industria agrícola
y fabril es puramente interior; solo la circulación de la industria mercantil puede ser exterior.
Los que se ocupan en hacer circular la riqueza son los comerciantes; con este objeto deben hacer anticipaciones para la
transmisión de los productos: esta es la causa de que la circulación ocasione gastos
y aumente el precio de las mercancías. Mientras estos gastos no son superiores á los que es estrictamente necesario para que los productos lleguen en buen estado á los consumidores, ellos aumentan el producto anual de un país; pero cuando exceden estos límites, ellos, sea cual fuere el acrecentamiento de fortuna que pudiere resultar á un individuo, no contribuyen absolutamente al aumento de la riqueza nacional. Si, por ejemplo, un comerciante que haya enviado una o mas especies de mercancías al punto en que se consumen, las vendiere á otro comerciante, este último á otro, el tercero á un cuarto, el movimiento de
circulación, sean cuales fueren las ganancias que los tres últimos comerciantes obtuvieren, no aumentará nada la riqueza nacional. Por el contrario, este movimiento sería un obstáculo á los progresos de la riqueza, pues no haría sino aumentar el precio de las mercancías,
y paralizar, sin ventaja alguna para el país, unos fondos que podrían vivificar la industria.
Tal
El movimiento de la riqueza puede ser productivo para el individuo é improductivo para la sociedad: esto sucede siempre que el primero saque una ganancia sin haber dado á la mercancía una nueva utilidad, ó haberla hecho pasar mas rápidamente á manos del consumidor. Todo retardo ó cambio intermedio que no tenga uno de estos efectos, aumenta los gastos de la circulación, y perjudica á la riqueza nacional, porque encarece estérilmente la mercancía, impide que un capital produzca interés, ó retarda la venta del producto, y en consecuencia la producción.
La circulación es difícil en los países en que no hay comerciantes siempre dispuestos á comprar las mercancías que se producen, y rembolsar el capital al productor; sin cuya circunstancia este último se ve precisado á suspender sus operaciones, porque los medios de emprender una nueva producción le faltan, y se ve obligado á correr las ferias y mercados para vender por sí mismo sus productos.
¡La circulación es lenta donde, por el corto progreso de las artes, los productos son caros é imperfectos; donde las contribuciones son excesivas, porque ponen á un número considerable de individuos en la imposibilidad de comprar los artículos producidos; donde los impuestos no están distribuidos en razón de las facultades de cada contribuyente, porque entonces todos se esfuerzan en disimular su fortuna; y donde, al mismo tiempo que se efectúa la venta de las mercancías, se exige el pago de ciertos impuestos, por débiles que sean, porque su recaudación embaraza a los contratantes y retarda las estipulaciones. La circulación es difícil en todo país en que la ley fija el precio de la mercancía, en que concede á corporaciones ó á individuos ciertos privilegios para las compras ó las ventas,/ donde no se permite vender sino en lugares determinados, ó en horas señaladas; trabas cuyo efecto es paralizar mas ó menos el interés individual, privar de concurrencia los mercados, ocasionar la carestía, retardar la producción, y entrabar el consumo, la multiplicación y la celeridad dé los cambios, sin los cuales la circulación de la riqueza no se puede efectuar.
La circulación es lenta é incierta en todo país que carezca de buenos caminos, de canales, de ríos navegables, de puertos de mar; en una palabra, de los diversos medios que hacen fáciles las comunicaciones, y donde estas pueden ser impedidas por ladrones, ó retardadas por agentes de la administración. La circulación es lenta en los países en que el valor del dinero es mal regulado ó defectuoso, porque este numerario, no teniendo valor fijo y reconocido, experimenta alteraciones repentinas que determinan al vendedor á aguardar á que el numerario pierda de valor, y al comprador á que el valor del numerario se acreciente. La circulación es detenida ó retardada, siempre que la tranquilidad pública se turba, el orden social está en peligro, ó el país es desvastado por enfermedades epidémicas.
En tales circunstancias, los únicos artículos que se cambian son los indispensables para el consumo
general; los empleados por el consumo productivo no se cambian nunca, ó, á lo menos, rara vez, porque
entonces nadie está seguro de recoger el fruto de su trabajo. En fin, las guerras, los secuestros, la amortizacion civil
y eclesiástica, los monopolios, los gremios de artesanos que arreglan el aprendizaje
y ejercicio de diversas profesiones, y una multitud de leyes, reglamentos ó disposiciones, son otras tantas trabas puestas á la concurrencia del trabajo
y del capital. Todas estas trabas retardan la marcha progresiva de la industria,
y paralizan la circulación de la riqueza, circulación que es al cuerpo social, como la
circulación de la sangre es al cuerpo humano.
A medida que una sociedad hace progresos en la civilización, la
circulación de sus riquezas es mas rápida, porque los diversos ramos industriales se sirven
mutuamente de apoyo, pues ninguno de ellos se desarrolla sino por el movimiento recíproco de los
demás. Si la agricultura no procura á las fábricas las materias primeras; si la agricultura
y las fábricas no suministran al comercio artículos transportables; y si el comercio no se ocupa de la salida de las materias brutas
y fabricadas, la prosperidad de estas industrias será imposible. Para que el labrador aumente la
producción agrícola, es necesario que pueda trasmitir sus productos al fabricante que los manufacture; si no hay industria fabril, la
producción agrícola que exija un trabajo ulterior desaparecerá, porque no habrá demanda. Los fabricantes, por la mayor utilidad que dan á la materia bruta, acrecientan la demanda, que, á su vez
y por su acrecentamiento mismo, da actividad á la producción. Si las materias brutas ó fabricadas no pasaran de las manos del labrador
y del fabricante á las del comerciante, la cantidad de estas materias quedaría limitada á la estrictamente necesaria para el consumo local. El comercio, haciendo pasar los productos agrícolas
y los productos manufacturados del punto en que abundan al punto en que faltan, vivifica la industria, aumenta la
producción, difunde las comodidades,
y evita al labrador y al fabricante cuidados que los distraerían de sus trabajos
productivos, y además, por el reembolso de los capitales que ellos han empleado,
La circulación es tanto mas productiva, cuanto es mas rápido el reembolso del capital empleado en la producción. Mientras un producto permanece en circulación, su precio se aumenta progresivamente por razón del interés que el capital empleado en él ha de ganar. De ahí se sigue que, cuanto mas lenta es la circulación, mas se acrecienta la suma del interés, y este acrecentamiento, sin dar mas ganancia al productor, ocasiona la elevación del precio de la mercancía en perjuicio del consumidor. Supongamos que dos fabricantes de productos de una misma especie tengan un capital igual; que el uno venda los suyos con una ganancia de veinte por ciento, pero deba aguardar dos años para realizar su capital; y que el otro le realice por trimestres, sacando una ganancia de tres por ciento: este último dará trabajo á ocho obreros, mientras que el otro no le dará sino á uno solo; él venderá sus productos diez y siete por ciento mas baratos, y su capital le producirá anualmente un interés de dos por ciento mas, ventajas importantes que provienen de la mayor rapidez de la circulación.
Al considerar que la industria de un país no puede hacer progresos sino en cuanto la
circulación adquiere mas rapidez, no se puede menos de reconocer que entrabar la
circulación de la riqueza es entrabar el progreso industrial. Así, no nos debe sorprender el estado de decadencia en que, por los obstáculos puestos á la
circulación de la riqueza, la España está sumida, aunque destinada por la naturaleza á ser uno de los países mas ricos de la Europa. El sistema reglamentario, sistema tanto mas
difícil de desarraigar cuanto que lisonjea mas el amor propio de los depositarios del poder, pues da á las disposiciones gubernativas una importancia aparente; el espíritu fiscal, ó el funesto
y quimérico empeño de enriquecer el erario empobreciendo los pueblos; y, sobre todo, la falta de conocimientos económicos: tales fueron las principales causas de la decadencia industrial de la España, de la penuria de su hacienda
y del poco cuidado que el gobierno ha tenido en desterrar los innumerables obstáculos opuestos á la
circulación de la riqueza. ¿De qué sirve, por ejemplo, que la naturaleza nos haya dado un gran número de excelentes puertos de mar, si el sistema reglamentario
y el espíritu fiscal los han tenido cerrados, excepto uno,
hasta el año de
1778?
Hasta entonces no se dejó entrar en ellos, con perjuicio del erario, del productor
y del consumidor, los innumerables productos que nos habría dado un comercio libre con el Nuevo Mundo. ¿Qué ventajas ha sacado la España de la
posesión en que, por espacio de tres siglos, ha estado de las minas de que han sido
extraídos los metales preciosos, si, durante un período tan largo, ella no concluyó un solo canal que trasportase los ricos productos de sus provincias internas, si su agricultura, por falta de medios de
comunicación, se halla en un estado de abandono que es difícil describir? ¿Quién no advierte la utilidad de los mercados
y las ferias para la circulación de la riqueza y el desarrollo industrial? Sin embargo, el sistema reglamentario
y el espíritu fiscal han decretado que los mercados y las ferias no existan sin licencia real;
y como si la sociedad pudiera correr peligro porque los habitantes de cada
distrito tuviesen la libertad de reunirse para el cambio de sus productos,
cambio sin el cual la industria no hará progresos jamás, la facultad de tener un
mercado no es concedida sino al favor ó al dinero, y después de largas dilaciones. ¿Quién no ve que el establecimiento de una fábrica útil á su dueño lo es igualmente á la sociedad,
y que cada nueva fábrica no solo crea nuevos productos, sino que aumenta además los productos de las fábricas ya existentes, aumentando necesariamente el número de los compradores? Sin embargo, el sistema reglamentario
y el sistema fiscal decretan que ciertos establecimientos industriales, los mas útiles, no puedan
formarse sin autorización real, y después de un juicio contradictorio que ocasiona gastos considerables. Trabas tales puestas á la
circulación de la riqueza debían tener necesariamente la ruina industrial por resultado. Una buena teoría, fundada en la experiencia de los espantosos males dimanados de disposiciones tan absurdas, adoptadas en una época en que no se tenía en Europa
noción alguna de la ciencia económica, enseña que el gobierno debe apresurarse á destruir todas las trabas que paralizan la
circulación de la riqueza.
Los gobiernos no deben ocuparse sino de remover los obstáculos: dejen lo
demás al interés privado.