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Aproximación al concepto del Derecho desde la perspectiva triádica: Descripción de su estructura, su dinámica y su finalidad
Sebastiao Batista
Tercera Parte Aplicación del paradigma triádico al campo del derecho
12.1 - Características de los valores
Los valores se circunscriben y subsisten en un sistema de relaciones, que da a cada cual su propia significación, pero a partir de sus relaciones con los otros del mismo sistema. Así, la apreciación de un valor cualquiera debe hacerse apoyada en un sistema de valores, con sus propias reglas o código de significación6.
En cuanto a sus características propias, Ferrater Mora señala seis puntos, en torno a los cuales se circunscribe el debate de la mayoría de los autores que tratan el tema. Estos puntos son: a) el valer, b) la objetividad, c) la independencia, d) la polaridad, e) la cualidad y f) la jerarquía7.
a) En cuanto al valer, lo que se busca determinar es la naturaleza de los valores en la teoría de los objetos. Hay los que defienden que son cosas reales; otros los ven como ideales; y hay los que los ven como simplemente seres valentes. Argumentan los que defienden ésta última hipótesis que los objetos reales vienen determinados según las notas de especialidad, temporalidad, causalidad, etc. Los objetos ideales son intemporales. Los valores también son intemporales y por eso han sido confundidos a veces con las idealidades, pero su forma de realidad no es el ser ideal ni el ser real, sino el ser valioso. Así, la realidad del valor es, pues, el valer8.
De hecho, en cualquier clasificación de la realidad hay un sistema de valores. Así, por ejemplo, se puede tomar como referencia la clasificación de la realidad en tres mundos, de Popper. En su clasificación, en primer lugar, se encuentran las entidades del mundo físico - procesos, fuerzas, campos de fuerzas - que interactúan entre sí y con los cuerpos materiales. A esa realidad, la llama Mundo 1, y conjetura que las cosas de este mundo son cosas reales. Por otro parte, además de los objetos y estados físicos de este mundo, conjetura también que hay estados mentales, y que dichos estados son reales, ya que interactúan con los cuerpos. Como un buen ejemplo que constituye un estado a la vez mental y físico, cita un dolor de muelas. Si lo tiene, es un fuerte motivo para visitar al dentista, lo que implica un cierto número de acciones y de movimientos físicos del cuerpo. O también en la situación de un montañero que puede ir de escalada, forzando su cuerpo a avanzar. En este caso, le mueven los estados mentales de su ambición, de su deseo de alcanzar la cumbre y de su determinación. A este, lo llama Mundo 2. Por fin, al universo de los productos de la mente humana, el mundo de los contenidos del pensamiento, donde se encuentran las historias, los mitos explicativos, las herramientas, las teorías científicas, los problemas científicos, las instituciones sociales y las obras de arte, etc., llama Mundo 3. Muchos de los objetos de este mundo existen bajo la forma de cuerpos materiales y, en cierto sentido, pertenecen también a otros mundos. Ahí se encuentra, por ejemplo, un libro, una escultura, una tecnología cualquiera, etc., donde se verifica una realidad como producto de la mente, además de otros niveles de realidad9.
Ahora bien, correspondiente a la jerarquía de los factores que interactúan en cada una de esas realidades, o bien en las tres, hay un sistema de valores, que efectivamente define su identidad bien como sus fines. Así, en la percepción del orden de los factores del mundo físico, del mundo mental y del mundo de los productos de la creación de la mente, considerados separadamente o en conjunto, hay necesariamente un correspondiente orden de valores, inherente a la percepción y clasificación de la realidad, es decir, inherente a la conciencia de la realidad, que se identifica según la jerarquía y la relación de sus factores componentes. En esas relaciones y jerarquías que se establecen entre los componentes de la realidad, de la idea o concepto y de la representación simbólica, se encuentra el valor de las cosas.
De hecho, los valores constituyen una realidad procesal de la conciencia, que se crean y actúan, en primer lugar, en el plano de la mente, y luego, como producto de la cultura, se representan en la simbolosfera por medio de las teorías y doctrinas éticas, morales, religiosas, económicas, científicas, etc., y dirigen la conducta humana en el plano del espacio/tiempo, es decir, en el plano de la factosfera.
b) En lo que se refiere a la objetividad, se destacan especialmente dos corrientes opuestas - una objetiva y otra subjetiva. Para una, los valores no dependen de la apreciación, valoración o preferencias personales, sino que son objetivos y absolutos, independientes de las relaciones humanas y las circunstancias de tiempo y lugar10. Para la otra, las circunstancias de agrado o desagrado y satisfacción de deseos o necesidades personales son lo que fundamentan los valores11. Pero la verdad es que los valores comportan elementos con caracteres tanto racionales como afectivos, además de elementos con caracteres utilitarios. El juicio de valor no se restringe a los componentes cognitivos, sino que también atiende a reclamaciones emocionales y pragmáticas.
La valoración de un objeto, sea cual sea, no significa simplemente la constatación y descripción del mismo en un contexto de la realidad, sino que se realiza mediante la participación de deseos, gustos, afectos, creencias, mitos y otras sensibilidades, además de un fin al cual se destina. No es la descripción del estado interno de los sujetos lo que la realiza, tampoco la descripción objetiva, absoluta e independiente de los sujetos y de las circunstancias espacio/temporales, o como puro instrumento puesto para la consecución de un determinado fin12. Más bien, los trazos de subjetividad (sentimientos, emociones, creencias) y de utilidad se entremezclan con los de objetividad y ponen de manifiesto las dimensiones de la sensibilidad, da la finalidad y de la factualidad de los valores.
c) Con respecto a la independencia, a los valores hay que situarlos como interdependientes en las relaciones de los factores que operan en el proceso de conocimiento13. Así, en primer lugar, la concepción de los valores depende de la existencia de que algo pueda ser valorado, puesto que siempre hace referencia al ser. De hecho, los valores son agregados del ser. Por otra parte, deben subrayarse los estrechos vínculos que los conectan a los principios. En realidad, toda valoración está fundamentada en un determinado principio, o en un sistema de principios, que a su vez integra una determinada visión del mundo14. En definitiva, un sistema de valores, que adopta el individuo, la sociedad o el ordenamiento jurídico, necesariamente expresa una determinada cosmovisión.
d) En cuanto a la polaridad, de hecho, los valores no son simplemente positivos o negativos, sino que se orientan hacia polos opuestos y se valoran positivo o negativo según vectoriales que se establecen en la conjugación de los demás factores operacionales con los deseos o necesidades puestos como fin. Así, se puede atenuar o agravar la valoración en cada circunstancia. En el orden jurídico, esto implica también la variación o gradación de las sanciones, en direcciones opuestas, que se representan por medio de premios, cuando correspondientes a valores positivos, o penas, cuando correspondientes a valores negativos. De ahí que, por ejemplo, la rectitud y la delincuencia, siendo valores opuestos sobre el comportamiento del hombre, conforme al ordenamiento jurídico, soportan sanciones diversas, una de aprobación y la otra de rechazo, en la dinámica del Derecho.
e) Respeto a la cualidad, es lo que el valor pone en evidencia sobre algo. El valor es la expresión de una cualidad sobre lo que tiene relevancia para quien valora. En síntesis, por excelencia, es una representación del objeto bajo la perspectiva de satisfacción, o insatisfacción, de deseos o necesidades del sujeto, sea individual sea colectivo, en determinada circunstancia15.
f) Con relación a la jerarquía16, los valores se vinculan directamente a los principios que fundamentan y determinan los fines de las cosas en una determinada visión de mundo. Según la cosmovisión que se crea, a partir de estos principios, se definen el orden y el grado de los valores en un sistema dado. Para determinados fines, unos valores son jerárquicamente superiores a otros, mientras que, para otros fines, estos mismos asumen diferentes posiciones. Así, si se invierte un orden de valores, no se alcanzan los mismos fines que serían adecuadas en el orden contrario. Los fines determinan el orden, por consiguiente también a la jerarquía. Además, hay que destacar que esta se establece según la estructura de la cosmovisión que le da fundamento. Los valores se fundamentan en los principios, y, según el modo como estos interpretan la realidad, se establece la jerarquía que les es más coherente. En este sentido, a través del orden y la jerarquía de los valores, el sistema denota una cosmovisión o paradigma social17.
Por lo tanto, a la teoría de los valores precede una clasificación de las cosas en el mundo, que se hace con fundamento en un conjunto de principios de la ciencia, de las creencias o de utilidad, con lo que se crea una teoría de las necesidades y demandas. Para eso, debe adoptarse una referencia explícita, que permita en la teoría de los valores el ponderado de las cosas por el precio, por el grado de importancia y utilidad o por el grado de estima18.
Así, establecidas las necesidades primarias, secundarias, terciarias, etc., es decir, establecida una jerarquía de las necesidades, utilidades y placeres, en una dinámica dialéctica, por lo menos triádica, y en los distintos niveles, pueden establecerse, entonces, los valores o satisfactorios correspondientes. En realidad, los “valores” no se confunden con los principios - metas o ideales - o con criterios reguladores - morales, legales, éticos o consuetudinarios -, sino que corresponden al grado de satisfacción que se puede alcanzar ante la necesidad y la escasez de bienes, sean materiales, sean intelectuales o sean morales, en los planos de la logosfera, de la simbolosfera o de la facotsfera.
6 A ejemplo de esto, para aclarar el tema, Valadier cita la distinción entre “valor de uso” y “valor de cambio”. El primer, se refiere a la aptitud que un bien tiene para responder a una necesidad, mientras que, el otro, se refiere a las expectativas sociales e as las apreciaciones correlativas que explican las fluctuaciones de los precios. Así, concluye, que el valor, principalmente el valor económico, debe ser devuelto a un orden subyacente que lo estructure y le de contenido (Valadier, P. A Anarquia dos Valores, Lisboa 1997, Instituto Piaget, p.28/29).
7 Ferrater Mora, J. F. Diccionario de Filosofía, Madrid 1997, Alianza Editorial, p. 3375.
8 Para Soler, esa contraposición entre objetivismo y relativismo se planteó también en el pensamiento griego, como todos los grandes problemas de la filosofía. Así, figuraba, por un lado, la tradición socrático-platónica y, por el otro, el pensamiento escéptico. Para la primera, el valor es algo objetivo e independiente del psiquismo de un sujeto determinado. En la misma corriente, asegura, aún cuando refuta el sistema de Sócrates, Aristóteles construye una doctrina que debe considerarse objetivista. Modernamente, están Bertrano y Husserl en la defensa de la concepción objetivista, así como Scheler, Hartmann y Ortega y Gasset. Sin embargo, en la corriente del pensamiento relativista estaba el escéptico, que negaba toda posibilidad de conocimiento y ciencia de los valores(Soler, S. Los valores jurídicos, Buenos Aires 1948, Revista Jurídica de Córdoba, p. 14-16).
9 Popper, K. Et al. El yo y su cerebro, Barcelona, 1982, Editorial Labor, p. 46;
Popper. K. Conocimiento objetivo, Tecnos, Madrid 1992, 4ª ed., p.76-77.
10 Conforme Bunge, con respecto a la objetividad, el conocimiento científico debe verificar la adaptación de las ideas a los hechos, recurriendo a la observación y experimento, de cierto modo controlable y reproducible. De este modo, la verificabilidad constituye la esencia del conocimiento científico (Bunge M. La ciencia, su método y su filosofía, Siglo Veinte, Buenos Aires 1972, p. 18/32).
11 Para la corriente subjetiva, el valor constituye una característica de las cosas que las convierte mas o menos estimadas o deseadas por un sujeto o un grupo de sujetos determinado, mientras que objetivamente se trata de una característica de las mismas que las convierte aptas a la satisfacción de un cierto fin (Lalande, A. Vocabulario Técnico e Crítico da Filosofía, o.c. p. 1188).
12 Para Olivé, la objetividad se refiere a la posibilidad de reconocimiento público, en una comunidad determinada, de que hay una situación de hecho (Olivé, L. “Racionalidad, objetividad y verdad”, en Racionalidad epistémica, Madrid 1995, Trotta-CSIC, p. 102).
13 En la percepción de Valadier, el valor se encuentra en un cruce, e tiene su base entre el deseo subjetivo y el cambio social. Se trata, pues, de una referencia, una representación que el deseo da a si mismo e al cual se engancha, e una referencia vinculada al cambio social (Valadier, P. A Anarquia dos Valores, Lisboa 1997, Instituto Piaget, p. 84).
14 Cf. Sacristán, M. Sobre Marx y marxismo. Panfletos y materiales I, Barcelona 1983, Icaria, p. 28-31.
15 Conforme Frondizi, “los valores no son, por consiguiente, ni cosas, ni vivencias, ni esencias; son valores” (Frondizi, R. ¿Qué son los valores?, México 1982, FCE, 5ª ed., p.15).
16 En la lección de Recaséns Siches, los valores tienen entre sí relación de rango y jerarquía. Hay familias de valores que valen más que otras, como los valores éticos con relación a los meramente utilitarios, como también, dentro de cada familia, hay valores que valen más que los otros. Y, por encima de todo, entiende que el Derecho debe inspirarse en unos valores básicos de altísimo rango, como la justicia, la dignidad de la persona humana individual, las libertades fundamentales del hombre, el bienestar general, la paz, el orden y la seguridad (Recasens Siches, L. Nueva filosofía de la interpretación del Derecho, México 1973, Editorial Porrúa, S.A., p. 284).
17 Según Lacey, hay una estrecha relación entre los valores entrelazados en una sociedad y los valores personales que una sociedad incorpora, bien como entre los valores que se articulan por las instituciones dominantes de una sociedad (ideología) y los valores personales que se vuelven articulados por medio de la sociedad (Lacey, H. Valores e Atividade Científica, São Paulo 1998, Discurso Editorial/FAPESP, p. 44).
18 Para Alexy, hay una fuerte semejanza entre principios y valores, incluso afirma que el problema de las relaciones de prioridad entre los principios corresponde con el problema de la jerarquía de los valores. Así, toda colisión entre principios puede expresarse como una colisión entre valores o viceversa. Por ejemplo, en lugar de decir que el principio de la libertad de prensa colisiona con el de la seguridad exterior, podría decirse que existe una colisión entre el valor de libertad de prensa y el de la seguridad exterior (Alexy, R. Derecho y Razón Práctica, México 1993, Distribuciones Fontamara, S.A., p. 16).
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