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Aproximación al concepto del Derecho desde la perspectiva triádica: Descripción de su estructura, su dinámica y su finalidad
Sebastiao Batista
Tercera Parte - Aplicación del paradigma triádico al campo del derecho
11. Los principios en la experiencia jurídica
Por principio se suele entender, entre otros significados en el vernáculo, base, origen, supuesto o razón fundamental sobre la cual se procede discurriendo en cualquier materia; causa, origen de algo; cualquiera de las primeras proposiciones o verdades fundamentales por donde se empiezan a estudiar las ciencias o las artes; norma o idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta1; norma no legal supletoria de ella y constituida por doctrina o aforismos que gozan de general y constante aceptación de jurisconsultos y tribunales2.
Viene del latín principium, comienzo, origen, fundamento, principio, derivado de princeps, príncipe, derivado a su vez de primus y capio: el que ocupa el primer lugar. Lo que es fundamento, origen y comienzo tanto del pensamiento (aspecto epistemológico y lógico) como del aparecer de las cosas (aspecto ontológico). Entre los presocráticos, es el elemento material (orden ontológico) del que surge y al que se reduce la naturaleza, y que ha de ser conocido (orden epistemológico) como realidad última para poder explicarla3; Platón atribuye a la idea del Bien la doble cualidad de ser causa y origen del mundo inteligible y paradigma del mundo visible4; En Aristóteles, por una parte, causa primera es la causa que explica la existencia de una cosa, y por otra, en el ámbito de lo natural, es el motor, la forma y el fin, que al final son una misma cosa5. Así, se distinguen los primeros principios como del conocimiento, del cambio y de las primeras causas de todas las cosas; los primeros son lógicos6, los segundos gnoseológicos y los terceros metafísicos u ontológicos.
Los principios lógicos son las leyes generales del pensamiento (principios de identidad, de no contradicción y del tercero excluido , axiomas, premisas de los razonamientos, etc.). Los principios gnoseológicos son los que se refieren a la realidad, los que proceden de las ciencias, es decir, son las leyes de la naturaleza; por outra parte, están los principios del orden metafísico, que constituyen las normas, como las de la ética, de la moral, del derecho, etc.7
De este modo, por medio de los principios, además de que se puede mostrar una realidad o decir el principio de todas las cosas, se puede también proponer una razón por la que todas las cosas son lo que son8. Así, se puede decir también que el principio no es el nombre de alguna realidad, de la que proceden todas las cosas, sino que describe el carácter de una cierta proposición: la proposición que ”da razón de”. Con esto, por otro lado, se puede decir que existen dos modos de entender el “principio”: el principio como realidad o principio del ser (principium essendi) y principio como razón o principio del conocer (principium cognoscendi). Así, indagando sobre su naturaleza, se puede decir que se dividen en “principios lógicos” y “principios ontológicos”9.
En muchos casos, un pensamiento filosófico determinado puede caracterizarse por la importancia que se da a uno de estos modos sobre el otro; por establecer una separación entre los dos o por fundirlos. Para muchos escolásticos, por ejemplo, el “principio es aquello de donde algo procede, pudiendo tal algo pertenecer a la realidad10, al movimiento11, o al conocimiento”[1]. Para Aristóteles, “el carácter común de todos los principios es el ser la fuente de donde deriva el ser, o la generación, o el conocimiento”13. En ese sentido, es el punto de partida irreducible a otros puntos de partida de la misma especie o perteneciente al mismo orden14.
Por medio del lenguaje triádico, que toma la tríada como un núcleo o modo de observación, se puede traducir el “modus essendi” para los planos del logos, de lo factual y de los símbolos. Así, en el primer plano, se encuentra la idea, que representa el hecho, y ambos se representan en la esfera de los símbolos, por medio de las teorías, métodos, paradigmas, filosofías, ciencias, etc., que a su vez representan tanto la idea como el hecho; por otra parte, el “modus cognoscendi” también se realiza en estos planos, es decir, en la esfera de la realidad, de las ideas y de los símbolos. En la simbolosfera se representan los métodos de investigación y formulación del conocimiento sobre la naturaleza de las cosas o del cosmos15.
En síntesis, el “modus essendi” tiene por lo menos tres aspectos, lados o vectores complementarios, que se deben considerar, y que se encuentran en los planos de la realidad, de la subjetividad y de la representación simbólica de los mismos, así como el “modus cognoscendi” se revela en las tres vertientes del conocimiento: el lógico, el metafísico y el tecnológico u operacional, decurrentes de las funciones del pensar, del sentir y del actuar, que se compaginan y se entrelazan, recíprocamente, corrigiéndose y controlándose.
Por otra parte, refiriéndose a los principios del conocer, se dividen en dos clases: “los principios comunes a todas las clases de saber” y los “principios propios de cada clase”. Son, pues, los de la primera clase, los principios superiores, también denominados primeros principios o “axiomas”, y los de la segunda clase los principios de una ciencia determinada. Estos últimos son dependientes de los primeros, y se constituyen en los principios informadores de un campo de saber específico.
Al conjunto de primeros principios, en el orden del conocimiento, que guardan una determinada relación y armonía entre sí y que constituyen y orientan un sistema de conceptos, de creencias y actitudes de un individuo, colectivo o sociedad, se denomina cosmovisión o paradigma. Se trata, pues, de su manera de ver e interpretar el mundo16,. de una visión o concepción del mundo. La cosmovisión es la más amplia visión del conjunto del universo con la que el hombre intenta captar su sentido, desde una perspectiva no meramente teórica, sino que también vital para que le sirva como marco orientativo de su acción práctica. Se constituye no sólo de ideas, sino también de creencias, juicios de valor, actitudes vitales y sentimientos17.
En realidad, una cosmovisión, o visión del mundo, es más global o más estrecha si atiende o no, y en la que medida atiende, a las perspectivas lógica, metafísica y funcional del mundo, en sus factores operacionales y procedimientos18. Además, su amplitud o especificidad se establece según atienda a la totalidad o sólo a algunos de los sistemas sociales. Sin embargo, muchas cosmovisiones, aunque con pretensión de totalidad y auténtica verdad, por lo tanto de universalidad, constituyen visiones del mundo reduccionistas, ya que reducen la realidad a uno o algunos de sus elementos constituyentes19.
Por otra parte, los principios primeros, aquellos que son indemostrables y proceden de la revelación, del conocimiento sintético, de la metafísica, se circunscriben a la órbita de la creencia no crítica, del tipo religioso, mito o de cualquier superstición20; los demostrables, resultantes del conocimiento analítico-lógico, estos se circunscriben a la órbita de la ciencia; sin embargo, cuando se juntan y se entrelazan en un único sistema de principios e creencias, constituyen las macro cosmovisiones o paradigmas21.
Los primeros (prima principia) constituyen una cosmovisión-instrumento22 y los relativos a los campos específicos de conocimiento, estructurados en un cuerpo teórico, doctrinal, científico, filosófico, en una ideología o modelo social constituyen una cosmovisión-producto.
Así, cualquier cosmovisión o paradigma se constituye de principios demostrables y principios indemostrables. Demostrables son los principios científicos, los demás son principios indemostrables, procedentes de creencias o fe. Son demostrables los principios científicos producidos por la actividad humana según métodos apropiados. Se caracterizan como conocimiento racional, objetivo y verificable, a partir de los que se formulan las leyes y teorías sobre los objetos enfocados. Se realizan según enunciados descriptivos, que pueden ser verdaderos o falsos, y cuya verdad es controlable y demostrable por cualquiera que maneje los mismos métodos23.
Respecto a los principios científicos, se suelen enfocarlos bajo tres perspectivas. Así, en la perspectiva tradicional, se tiene el enfoque subjetivo, según el cual la ciencia es un conjunto de enunciados cuya verdad los científicos defienden y justifican de modo aislado; por otro lado está el enfoque consensual, según el cual el saber científico está formado por el conjunto de teorías que la comunidad científica acepta como científicas; y por fin, el enfoque objetivista, según el cual los enunciados, leyes y teorías científicos son independientes, una vez formulados poseen vida propia, autónoma24.
Por otro lado, por creencia se entiende el asentimiento o el grado de probabilidad que se otorga a un principio o conjunto de principios no demostrables. Resulta de la actitud o estado psicológico por el que se adhiere a la verdad de un enunciado, aunque no exista relación directa entre los dos términos, puesto que la creencia es una actitud subjetiva que puede basarse en razones, mientras que la verdad es una propiedad del enunciado, que puede demostrarse. De este modo se debe distinguir entre creer y saber25. La creencia, en este sentido, cumple con todas las condiciones necesarias al saber o al conocimiento, excepto con la condición de verdad26. La creencia racional se basa, por tanto, en la justificación, en las buenas razones27.
Sin embargo, si la creencia extrapola el límite de la probabilidad y se circunscribe en el ámbito de la pura confianza y de la más absoluta intangibilidad e inverificabilidad, se encuentra entonces en el campo de la fe. En realidad, la fe es la creencia en la verdad de determinados enunciados sin pruebas o indicios suficientes que la conviertan en una creencia racional o en un saber. Se cree por motivos de confianza o sumisión a alguien a quien se concede autoridad, por sentimiento, o por alguna clase de intuición. Se aplica, normalmente, al contexto religioso o sobrenatural, donde la fe supone adhesión a la revelación divina28.
1 Wartofsky M. W. Introducción a la filosofía de la ciencia, Madrid 1973, Alianza, vol. 1, p. 70-71.
2 Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, Madrid 1992, Espasa Calpe, 21ª ed., p. 1182.
3 Popper, K. Conocimiento objetivo, Madrid 1992, Tecnos, 4ª p. 313.
4 Para Platón, la idea del Bien tiene la doble cualidad de ser causa y origen del mundo inteligible y paradigma del mundo visible(Platón. República, Madrid 1981, Centro de Estudios Constitucionales, p. 6).
5 Aristóteles, Física, Madrid 1995, Gredos, p. 140, 159-160.
6 Para ARISTÓTELES, algunos filósofos afirman que una misma cosa pueda ser y no ser, es decir, pueda ser contradictoria. Sin embargo, es imposible ser y no ser al mismo tiempo, fundado en el principio de la no contradicción (Aristóteles. Metafísica, Madrid 1988, Espasa Calpe, p. 109, 279-280).
7 Afirma Aristóteles, “puesto que la naturaleza es un principio del movimiento y del cambio, y nuestro estudio versa sobre la naturaleza, no podemos dejar de investigar qué es el movimiento; porque si ignorásemos lo que es, necesariamente ignoraríamos también lo que es la naturaleza”. (Aristóteles, Física, Madrid 1995, Gredos, p.176). Por otra parte, los primeros principios se dividen en principios del conocimiento, del cambio y de las primeras causas de todas las cosas; los primeros son lógicos, los segundos gnoseológicos y los terceros metafísicos u ontológicos. Los lógicos constituyen las leyes generales del pensamiento, como los principios de identidad, no contradicción y tercero excluso, así como los axiomas y definiciones, las leyes de la lógica y las premisas de los razonamientos. Con respecto a los principios sobre la realidad, éstos las ciencias los describen por medio de las leyes de la naturaleza; y los principios que no se comprueban en el plano de la realidad, éstos se circunscriben al orden metafísico (Aristóteles. Metafísica, Madrid 1988, Espasa Calpe, p. 108, 279-280).
8 Ferrater Mora, J. F. Diccionario de Filosofía, Madrid 1997, Alianza Editorial, p, 2690.
9 Para Heidegger, “el pensar consuma la referencia del ser a la esencia del hombre. No hace ni efectúa esa referencia. El pensar sólo la ofrece al ser como aquello que le ha sido entregado por el ser. Este ofrecer consiste en que en el pensar el ser tiene la palabra. La palabra – el habla – es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensantes y poetas son los vigilantes de esta morada (Heidegger, M. Carta sobre el humanismo, Buenos Aires 1972, Ediciones Huascar, p. 65).
10 Canterbury, A. Proslogio, en Vidal, F. C. Textos de los grandes filósofos. Edad Media, Barcelona 1979, Herder, p. 67.
11 Tomás de Aquino, “Suma de teología”, Primera parte, en Fernández C., Los filósofos medievales. Selección de textos, 2 vols., Madrid 1980, BAC, vol. II, p. 490.
[1] Hall, A. R. La Revolución Científica 1500-1750, Barcelona 1985, Crítica, p. 65-66.
13 Ferrater Mora, J. F. Diccionario de Filosofía, o. c., p. 2691.
14 En Aristóteles, no se puede conocer algo si antes no se establece, respecto al mismo, el “por qué”, lo cual significa captar la causa primera (Aristóteles. Física, Madrid 1995, Gredos, p. 140).
15 Para Oliveira, un caso típico de representación envuelve tres elementos: una entidad que representa, una entidad que es representada e una tercera entidad para la cual la primera representa la segunda. Así, una partitura representa una pieza musical para el músico, un diagrama de un cierto tipo representa un circuito eléctrico para un electricista. Una representación, por tanto, es una relación triádica, donde A representa B para C (Oliveira, M. B. Da Ciência cognitiva à Dialética, São Paulo 1999, Discurso Editorial, p. 20).
16 Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, Madrid 1992, Espasa Calpe, 21ª ed., p. 414.
17 Respecto a qué es una concepción del mundo, o cosmovisión, Dilthey afirma que “las ideas del mundo no son productos del pensamiento. No surgen de la mera voluntad del conocer. La comprensión de la realidad es un momento importante en su formación, pero sólo uno de ellos. Brotan de la conducta vital, de la experiencia de la vida, de la estructura de nuestra totalidad psíquica. La elevación de la vida a la conciencia en el conocimiento de la realidad, la estimación de la vida y la actividad volitiva es el lento y difícil trabajo que ha realizado la humanidad en la evolución de las concepciones de la vida (Dilthey, W. Teoría de las concepciones del mundo, Madrid 1974, Revista de Occidente, p. 49).
18 Conforme Panikkar, en cada nivel y período de la conciencia humana, ha existido siempre la tentación de reducir lo real, de inventar atajos para la síntesis eliminando cualquier parte de la realidad que la conciencia no pudiera asimilar o manipular con facilidad (Panikkar, R. La intuición cosmoteándrica: Las tres dimensiones de la realidad, Madrid 1999, Trotta, p. 78).
19 Para Panikkar, cada visión del mundo tiene una pretensión integral y legítima de verdad, y por ello de universalidad (Panikkar, R. La intuición cosmoteándrica: Las tres dimensiones de la realidad, o.c., p. 117).
20 En Aristóteles, “se deduce que no habrá conocimiento científico de las premisas primarias...” (Aristóteles. “Analítica posterior”, Obras completas, Madrid 1973, Aguilar, p. 413).
21 Según Sacristán, una concepción del mundo se constituye de una serie de principios y creencias que dan razón a la conducta de un sujeto, muchas veces de modo implícitos e inconscientes, aunque están explícitos en la cultura de la sociedad en que vive. Estos principios constituyen afirmaciones sobre la naturaleza del mundo físico y de la vida, así como sobre los cánones de la conducta del hombre (Sacristán, M. Sobre Marx y marxismo. Panfletos y materiales I, Barcelona 1983, Icaria, p. 28).
22 Gregori, W. Cibernética Social I, São Paulo 1984, Editora Cortez, p. 28.
23 Para Ziman, “la ciencia no es sólo conocimiento o información publicado. Cualquiera puede hacer una observación o concebir una hipótesis y, si dispone de los medios económicos, imprimirla y distribuirla para que la lean otras personas. El conocimiento científico no se limita a esto. Sus hechos y teorías deben pasar por un período de estudio crítico y de prueba, en manos de otros individuos competentes e imparciales, y deben resultar tan convincentes que puedan ser casi universalmente aceptados. El objetivo de la ciencia no se limita a adquirir información ni a expresar ideas no contradictorias; su meta es un consenso de la opinión racional sobre el campo más vasto posible” (Ziman, J.M., El conocimiento público. Un ensayo sobre la dimensión social de la ciencia, México 1972, FCE, p. 22-23).
24 Conforme Chalmers, según el enfoque subjetivo, el conocimiento científico es un conjunto de clases especiales de creencias que mantienen los científicos, consideradas parte del mismo, si se puede justificarlo conforme la teoría epistemológica que se adopte. En esta perspectiva, el conocimiento científico se construye a base de conjuntos de creencias que el individuo puede justificar de alguna manera. Conforme el enfoque consensual, las creencias de los científicos están subordinadas a las de la comunidad científica. Así, el conocimiento científico comprende aquellas teorías aceptadas por la comunidad. Por otro lado, desde el enfoque objetivista, no se puede considerar el conocimiento científico un conjunto de creencias, sean individuales o sean colectivas, ya que las teorías científicas tienen una existencia autónoma, a pesar de que la participación de los científicos, como individuos o como comunidades, sea necesaria para generar y desarrollar esas teorías. En síntesis, según este enfoque, la ciencia es un proceso sin sujeto (Chalmers, A. F. ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Una valoración de la naturaleza y el estatuto de la ciencia y sus métodos, Madrid 1982, Siglo Veintiuno, p. 145-148).
25 Según Russell, “la palabra conocer se usa en dos sentidos diferentes: 1º En la primera acepción es aplicable a la clase de conocimiento que se opone al error, en cuyo sentido es verdad lo que conocemos. Así se aplica a nuestras creencias y convicciones, es decir, a lo que denominamos juicios. En este sentido de la palabra sabemos que algo es el caso. Esta clase de conocimiento puede ser denominada conocimiento de verdades. 2º En la segunda acepción de la palabra conocer, se aplica al conocimiento de las cosas, que podemos denominar conocimiento directo. En este sentido conocemos los datos de los sentidos. (Esta distinción corresponde aproximadamente a la que existe entre savoir y connaitre en francés, o entre wissen y kennen en alemán)” (Russell B. Los problemas de la filosofía, Labor, Barcelona 1978, 5ª ed., p. 43).
26 En la afirmación de Piattelli, “intuitivamente, tenemos muy clara la diferencia entre creer y saber. Saber es algo «más» que simplemente creer, incluso que creer después de haber valorado la situación. Creer algo que es verdadero, después de haberlo valorado, nos aproxima al saber, pero no nos lo pone aún al alcance de la mano. Para llegar a saber, partiendo del creer, necesitamos alguna justificación racional de nuestro creer, pero no una justificación cualquiera. Si las razones por las que creemos no están bien conectadas con la verdad de lo que se cree, no podemos decir que sabemos” (Piattelli, M, Las ganas de estudiar, Barcelona 1992, Crítica, p. 283).
27 Para Mosterín,” si un individuo cree de hecho todas y sólo las ideas en que le resulta racional creer, o al menos está siempre dispuesto a modificar su sistema de creencias en tal sentido, diremos de él que es racional en sus creencias. Si cree más ideas que las que racionalmente puede creer, diremos que es un dogmático; si cree menos, un escéptico” (Mosterín, J. Racionalidad y acción humana, Madrid 1978, Alianza, p. 23).
28 Sádaba, J. Qué es un sistema de creencias, Madrid 1978, Editorial Mañana, p. 11.
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