¿Cómo citar estas ¿Cómo poner un
|
|
Aproximación al concepto del Derecho desde la perspectiva triádica: Descripción de su estructura, su dinámica y su finalidad
Sebastiao Batista
Segunda Parte - Desarrollo del marco teórico
8 Esferas de realización del fenómeno jurídico: logosfera, simbolosfera y factosfera
Para que se pueda considerar el fenómeno jurídico en su totalidad, se debe considerarlo en la afluencia de tres planos o tres esferas, que son las que aportan los elementos necesarios a su composición plena. En cada plano, separadamente, se reúnen elementos necesarios pero no suficientes para su realización completa. Así considerados, no permiten identificar el Derecho en sus caracteres fundamentales o en la realización completa de sus funciones. Si están separados, se constituyen organismos o sistemas ineficaces, irracionales o inhabilitados para el cumplimiento de sus fines, pero si están compaginados permiten la visualización del fenómeno jurídico en su plenitud, de la realización de sus funciones y del cumplimiento de sus finalidades1. Son planos interdependientes, uno con relación a los demás, y de su interacción resulta el procesamiento de la idea, de la forma y de la acción que le son inherentes2.
Recuerda, García Márquez, que las cosas de este mundo, creación del hombre, desde los transplantes de corazón hasta los cuartetos de Beethoven, estuvieron en la mente de sus creadores antes de que estuviesen en la realidad3. Barker afirma que todas las instituciones son creaciones de la mente humana, y que en este dominio las cosas se mueven cuando alguien las mueve con el pensamiento y la voluntad, y para eso necesitan que las dirijan por medio de un ideal4. A su vez, partiendo del supuesto que todo conocimiento es representación, afirma Oliveira que éste proceso envuelve tres elementos, es decir, una entidad que representa, una entidad que es representada y una entidad para la cual la primera representa la segunda. Así, A representa B para C, siendo B e C objeto y sujeto de la representación5.
Con relación al Derecho, debe establecerse una epistemología que haga distinción a la vez que contemple, y los compagine, los planos conceptual, de los hechos y de los símbolos6. En cuanto conocimiento, que requiere percepción, memoria, raciocinio, decisión y acción, es decir, pensamiento y voluntad, se resalta que llega a la mente bajo la forma de imágenes, sean imágenes perceptivas sean imágenes evocadas de un pasado, de un futuro posible o de un concepto. Pero no son imágenes en forma de fotografía facsímil de las cosas, de los acontecimientos, palabras o frases, sino que son construcciones del propio cerebro a través de la activación sincrónica y transitoria de patrones de disparo de sus neuronas, sobre las cuales el hombre apoya su percepción y su visión del mundo7. Estas imágenes constituyen probablemente el principal contenido de los pensamientos, de las ideas, de los conceptos. Constituyen, en resumen, el contenido de la esfera del logos; esfera interna de la estructura conceptual del Derecho, en la que se reúnen las representaciones de la lógica, de los sentimientos y de la acción del concepto jurídico. Se refiere a la esfera subjetiva del concepto, donde se ubican su estructura lógica y operativa, así como su contenido de justicia.
Sin embargo, el concepto formado en el ámbito subjetivo no es suficiente para que se comunique con el mundo; necesita entonces de una mediación para la comunicación. Así que, entre los hombres, o entre el hombre y el mundo se interpone una esfera simbólica, que es la esfera objetiva, la que relaciona y articula la realidad y la idealidad, los sujetos entre sí y con los objetos, el mundo y el hombre, la materialidad y la formalidad, etc. Es la esfera de representación interna o externa del concepto jurídico; esfera de su visibilidad, o bien de su manifestación en el mundo objetivo a través de los símbolos8. Por otra parte, está la esfera de la realidad, de los hechos, de los actos, de las situaciones y relaciones jurídicas espacio-temporales, es decir, de todo lo que sucede en el mundo exterior y provoca los sentidos, que a su vez crean señales, a través de los sectores específicos del cuerpo, que se transportan por neuronas y por medio de varias sinapsis electroquímicas para el cerebro, donde se almacenan las representaciones dispositivas9 de las imágenes perceptivas10. Esas imágenes representan la realidad, el mundo de los hechos, de los acontecimientos, en la mente; luego, esas representaciones internas se representan en los símbolos externos, que a su vez hacen la mediación entre la realidad y las imágenes internas.
Así pues, el Derecho, una creación del hombre, como el arte, el cuento, la filosofía, la ciencia, etc., antes de cualquier operación o codificación visible en el mundo real y también en tanto esté codificado y operativo, en su naturaleza, esencialmente, es una realidad del mundo cultural, más concretamente del mundo de las ideas. Esa realidad, que se podría definir como conceptual, Popper la define como del mundo de las percepciones, contenidos y productos de la mente humana, que se formulan y se expresan en las historias, los mitos explicativos, las herramientas, las teorías científicas, los problemas científicos, las instituciones sociales y las obras de arte. Estos objetos son obras de la mente, aunque algunos vienen bajo la forma de cuerpos materiales, pero no siempre son el resultado de una producción planificada por parte de hombres individuales. Así, las esculturas, los cuadros, los libros, etc., además de pertenecer al mundo físico pertenecen en primer lugar al mundo de los productos de la mente. Son todos cosas reales, no sólo por lo que respecta a su materialización o incorporación, sino también por lo que atañe a sus aspectos conceptuales11.
Respecto a los libros y otros productos de la mente y de la cultura, con las últimas tecnologías de comunicación, ya prescinden de los soportes materiales tradicionales para que circulen comercializados como objetos de compra y venta o productos de uso o consumo cotidiano. También las leyes, los mandados judiciales y los despachos de autoridades actualmente circulan por el espacio codificado a través de ondas o impulsos magnéticos, en estado de preceptos, conceptos o ideas, que luego son decodificados y recodificados en otro lenguaje por el destinatario y pueden asumir distintas formas y finalidades. Lo que prueba que los conceptos y las ideas pueden circular casi desgarrados de la materia o cada vez menos dependientes de la materia tangible para volverse cada vez más intangibles. Para la hipótesis de los productos culturales, en lugar de los editores de esas obras de carácter literario, doctrinario o científico ahora ya existen los proveedores de contenidos que las distribuyen por medio de impulsos magnéticos a los consumidores a través del ciberespacio desde una ciberdirección.
Eccles, refiriéndose al tema, comenta que es importante tener en cuenta que este mundo está codificado en substratos materiales, como el papel y la tinta de los libros, pero que en sí no es material, sino que en esencia son las ideas creativas de los artistas, pensadores, narradores de cuentos y, eventualmente, filósofos y científicos12. Para Morin, de hecho, se trata de una noosfera, según el término que Teilhard de Chardin forjara en los años veinte, entidades hechas de sustancia espiritual y dotadas de cierta existencia. Afirma que las ideas, y más ampliamente las cosas del espíritu, nacen de los espíritus mismos, en condiciones socioculturales que determinan sus caracteres y sus formas, como productos e instrumentos de conocimiento13.
Según Gregori, las inspiraciones, imágenes, creaciones, concepciones, percepciones de sí y del todo forman la logosfera; esfera de la conciencia del propio ser y del mundo, que le permite contacto con lo más profundo, con las raíces, con la energía primordial y su propulsión expansiva; por otra parte, los productos de la mente, construidos en el plano de la logosfera, cuando ganan formas capaces de comunicar la subjetividad del ser, con sus percepciones, conceptos, ideas, conciencia de sí y del mundo, epistemología, sentido del arte, mitos, los imágenes de su experiencia, y todo lo demás de la cultura, en suma, todos los productos de la mente, que tienen por finalidad expresar y comunicar el mundo interior, constituyen la simbolosfera - que es la esfera de las representaciones; por fin, todo el mundo fáctico, físico, de naturaleza material, todos los sucesos del día a día, en síntesis, la realidad, todo eso se encuentra en el plano de la factosfera, es decir, esfera concreta del tiempo y del espacio14. Con respecto a la simbolosfera, se subdivide en lógica, icónica y de acción; se compone de signos15 lógico-matemáticos (ciencia), de signos sobre imágenes, sonidos, metáforas, mitos, leyendas, artes, religión, etc. Las tres esferas se representan así:
La logosfera se constituye de los patrones mentales, en cualquiera de las modalidades sensoriales, que corresponden a las imágenes (internas) de los objetos de la percepción y de la conciencia. Estas imágenes comunican al sujeto características físicas de los objetos, emociones con respecto a los mismos, o relaciones y jerarquías concernientes a ellos en un determinado contexto, que le permiten, en resumen, observar, percibir, sentir, tomar conciencia, pensar y potencialmente actuar. Con ellas, al fin y al cabo, el cerebro monta el complejo sistema de la conciencia, que en realidad corresponde a la película que permite al sujeto contar su propia historia16. Esto significa, en definitiva, que las células nerviosas se disparan, de tal modo ordenadas y concatenadas, que de cierta forma este proceso simboliza y representa las informaciones de manera bastante directa17.
La simbolosfera, a su vez, se compone de patrones mentales que corresponden a los signos18 lógicos (ciencias), sintéticos, o de movimiento. Los sintéticos pueden ser imágenes visuales, sonidos, estados emocionales, estados de éxtasis, sentimientos, metáforas, mitos, leyendas (artes y religión), etc., en síntesis, toda sensación, percepción o intuición sintética. Los signos de acción constituyen los que representación cualquier especie de movimiento, directamente. Son signos que representan respectivos procesos. En resumen, la simbolosfera puede clasificarse en lógica, icónica y de acción.
Con respecto a la percepción, el cerebro capta normalmente, por las puertas sensoriales, el mundo exterior (incluso otras partes del cuerpo). Esas informaciones le llegan por medio de impulsos eléctricos que luego van a componer patrones que comunican aspectos de las características del objeto, que estructuradas, relacionadas y contextualizadas, compondrán procesos, modelos, conceptos y sentimientos. Con relación a lo que se ve, aparenta estar sólo fuera del observador, pero las neuronas que ven, procesan las informaciones y crean los conceptos, ideas, sentimientos y el modus operandi con respecto al objeto, están en el interior de la cabeza. Para muchos, es una idea extraña el hecho de que el mundo esté situado en el exterior del cuerpo y, sin embargo, todo lo que se sabe sobre él se encuentra por completo dentro de la cabeza19.
Por otra parte, la percepción e inteligibilidad sobre las características sistémicas de las cosas empiezan en la relación del sujeto con el objeto, que a través de estructuras y patrones diversos de impulsos eléctricos son lo que van a constituir en la mente el mapa de la realidad. A los mapas internos que constituyen la estructura profunda de los conceptos, ideas, sintaxis, ciencia, epistemología, u otros factores de origen hereditario, instintivo o nato, como el instinto de supervivencia/reproducción, las estructuras sintácticas y la tendencia a crear vínculos afectivos, etc., se denomina logosfera. Cuando todo eso toma formas gramaticales, de símbolos, códigos o arte, en suma, de significado o relaciones lógicas, para fines de comunicación, constituye la simbolosfera20.
Será simbolosfera lógica cuando comunica conceptos, ideas, sintaxis, ciencia, epistemología, cuyos procesos lógicos tienen nombres como razón, método, hermenéutica, búsqueda de la verdad; es decir, cuando toma forma lógica capaz de comunicar la percepción del espectáculo inteligible que la sustancia (materia o energía) de una cosa da al hombre, o bien cuando la conciencia sobre una realidad, por medio del lenguaje, crea a partir de la estructura profunda alguna forma comunicativa analítica para la vivencia. En cambio, será icónica cuando representa el contenido de la intuición, sensación o percepción por imágenes, analogías, sonidos, formas, colores, o bien por leyendas, mitos, arte, parapsicología o religión. Se trata, pues, de la representación o forma de comunicación sintética de la experiencia que está registrada en la estructura profunda de la conciencia.
Pues, en realidad, se sabe, la conciencia permite el conocimiento sintético, por medio de íconos, además del conocimiento lógico. En todo caso, se reconoce que lo primero no es “pensar, luego existir”, sino que “existir, sentir, luego pensar”21. Sobre todo, la conciencia permite que los sentimientos sean conocidos e, así, promuevan internamente el impacto de la emoción, y permite que ella, por medio del sentimiento, medie el proceso del pensamiento. De ahí que, la conciencia posibilita que cualquier objeto sea conocido - la emoción y cualquier otro objeto22 y se comunique incluso sintéticamente, a través de íconos, antes de cualquier racionalización.
Según la teoría de la gramática transformacional, el proceso de representar la experiencia y de comunicar esta representación, que forman la completa representación lingüística, recibe doble análisis: una de la estructura constituyente y otra de la estructura del significado. La primera se denomina estructura profunda y la otra estructura superficial. En ésta sucede una serie de elecciones con respecto a la forma de comunicar la experiencia. Del proceso de escoger, como por ejemplo las palabras o las frases adecuadas, o el conjunto que se reconoce como mejor estructurado para comunicar la representación de la experiencia, resulta una estructura superficial. Se trata, pues, de una representación que pone de manifiesto la estructura profunda. Así, con las dos, se consigue la representación lingüística completa23.
Además, según esta teoría, el lenguaje humano consiste en una forma del proceso de representación del mundo y de su comunicación; y la gramática transformacional es un modelo explícito del proceso de representar y comunicar la representación del mundo, que opera en los niveles de la estructura profunda y de la estructura superficial. Así, toda representación del mundo real o del mundo ideal, sea lógica, sea icónica, como la ciencia, el mito, el arte, etc., tiene una estructura profunda24, que representa el conocimiento y la experiencia sobre las cosas, que luego se convierte en una estructura superficial. Esta es la representación apta a la comunicación de la representación completa25.
Dicha estructura del sistema del lenguaje, es el modo por el cual se procesa y se comunica la representación de la experiencia humana. Se trata de una estructura universal, común a todos los seres humanos. Además, es como se procesa y se representa, es decir, como se produce cualquier modelo de percepción o visión del mundo. En cualquier proceso de conocimiento el sistema nervioso funciona conforme estos principios, especialmente a través de una estructura profunda de representación de la experiencia o del modelo de percepción y de una estructura simbólica de comunicación, que en el presente trabajo se traducen por logosfera y simbolosfera26.
Por otro lado, al espectáculo en sí de la materia (o energía, o sustancia), en su movimiento propio, según un orden dado en el escenario del tiempo y del espacio, se denomina factosfera. Se trata, pues, de las cosas, de la materia, en síntesis, de los fenómenos, justo lo que la sustancia expone a los sentidos, es decir, a la sensibilidad. En este escenario la sustancia (energía o materia) es orden (de sucesivos órdenes) y movimiento. En cuanto orden y movimiento de su sustancia, las cosas se circunscriben a la factosfera, y tienen sus clasificaciones, organización, jerarquía, etc
En lo tocante al Derecho, de la misma manera, es menester que se reconozcan estos distintos planos, a la vez que los vean integrados en el fenómeno jurídico. Así, se integran:
- la logosfera - esfera de la estructura mental constituyente de la representación del mundo real o ideal, que representa el conocimiento y la experiencia del ser y establece sus significados;
- la simbolosfera - esfera de representación simbólica apta a la comunicación de la representación completa. Se constituye de símbolos lógicos (lenguaje, teorías, códigos), íconos (imágenes, figuras, lenguaje metafórico y pompa), y ritos, que posibilitan la comunicación entre las esferas de los conceptos y de los hechos concretos y viceversa;
- la factosfera - esfera de los hechos concretos, que, ante los conceptos y su representación material se califican como hechos jurídicos.
Más concretamente se trata de reconocer estos diferentes planos y relacionarlos. En síntesis, éstos son los planos o esferas de los conceptos y modelos del Derecho que se establecen como producto de la mente en la logosfera, que luego se traducen en símbolos lógicos, íconos o ritos en la simbolosfera y operan en la factosfera27.
Son aspectos presentes simultáneamente en todos los momentos del fenómeno jurídico, aunque con distintos rasgos. No se puede olvidar ninguno o confundirlos en un abordaje cualquiera. Son interactivos con relación al Derecho. En un primer momento sucede lo que se puede considerar un plano ideal, interno, conceptual, que luego tiene una representación exterior, en el plano simbólico, sensible, material, y por fin produce una dinámica jurídica factual, en el plano de la realidad social; o viceversa, desde la realidad social se articulan conceptos normativos cuyos contenidos definen una situación o conducta permitida o prohibida, que luego se declaran formalmente como marco del orden jurídico. En este caso, describiendo el mundo real se parte para la creación de un orden ideal, en el cual se confrontan las percepciones más profundas del ser y del cosmos, luego vienen representadas en el plano simbólico. En este sentido, ser y deber ser se compaginan en la creación de lo jurídico, aunque a primera vista sean separados por un abismo infranqueable29, como se ha dicho por sendas teorías jurídicas. En realidad, estos planos se interconectan por la mediación del lenguaje simbólico.
Ahora bien, con relación a los conceptos jurídicos, aunque se deba incluirlos entre los que se desarrollan con predominancia en el campo de la simbolosfera lógica, no se puede olvidar de conectarlos con la experiencia arraigada en el tiempo y espacio de los hechos y cosas concretas o bien con los íconos representativos de la fe, creencias, mitos, sentimientos y emociones de sus destinatarios. No se trata de una teoría para representar, explicar o interpretar cosas materiales, como lo hace la ciencia. Más bien, es un concepto ideal, abstracto, y su representación es la de una idea que se crea para la regulación social. Se trata de un orden conceptual con el fin de ordenar hechos sociales en la realidad. Son planos complementarios, mediados por los diferentes tipos de lenguaje - no-verbal, verbal y factual -, que tienen que guardar alguna sintonía o correspondencia con los demás, por lo menos como un mapa que representa un territorio. Se trata de isomorfismo29. El ciclo completo desde la factosfera hacia la simbolosfera lógica/icónica/ritual y de regreso a la factosfera, siempre se reajustando a las “revelaciones” progresivas de la logosfera, se denomina “Ciclo Cibernético de Feedback - CCF”30.
En el plano conceptual, se trata de una estructura interna, que es el verbo, la ley, el molde, la estructura triádica medular, interior, que luego tiene su expresión en la forma externa, hablada y escrita o por el arte. Como logos, funciona en la esfera arcana y primordial de los pensamientos, de las ideas, del espíritu, de la cultura, y tiene, después, representación en la esfera simbólica del lenguaje31. Actúa como fuerza del espíritu en la labor de persuasión, cohesión o de coerción en la realidad social. Es la estructura profunda del Derecho, y como idea viva sugiere más de lo que se puede expresar en las formas exteriores, sea a través de palabras u otros símbolos cualesquiera. Por otra parte, la representación simbólica de la estructura superficial es la que, ante la realidad fáctica, a través del lenguaje verbal u otro, presenta el fenómeno jurídico al mundo sensible. Como estructura simbólica codificada en el mundo exterior se constituye en soporte de los conceptos jurídicos, por medio de los cuales su esencia se apoya y transita en el medio social.
En cuanto a las formas de expresión: signos, palabras, ritos, procedimientos, etc., además de la función de soporte y apoyo de los contenidos y conceptos, tienen la función de revelación del Derecho en el mundo formal, y en esta función tanto pueden revelarlos como distorsionarlos en el comercio jurídico32. En la labor de representación, y luego de hacer efectiva o de aplicar la norma, se suelen añadir o quitar elementos de su estructura original. La representación simbólica es más o menos fiel según atienda o no a la complejidad y totalidad de la estructura conceptual. En el campo de las cosas concretas, la relación es directa y el concepto descriptivo del objeto, por esto, es más simple. Mientras que para los conceptos puramente ideales, suele haber problemas en la representación, sea por falta de referencia externa que pueda servir de paradigma o por la complejidad de su estructura que dificulta la completa representación. Existe el peligro de tomar la representación deficitaria como representativa del concepto en su totalidad, olvidándose de variables componentes no representadas, como por ejemplo variables subjetivas, temporales, espaciales o de procedimientos.
Como en los demás campos del conocimiento abstracto, por ejemplo en el campo de la música, de manera similar ocurre en el campo del Derecho. La pieza musical, que es la obra del autor en el plano conceptual, tiene representación simbólica en la partitura, que son signos que orientan las actitudes de los intérpretes y ejecutores según las directrices del compositor para la puesta en marcha de la idea del hecho musical. Según Laínsa, la representación física de un sonido simple se puede hacer exhaustivamente, de modo que se pueda reproducir el sonido con rigor, midiendo el tiempo (en segundos), la frecuencia (en hertz - Hz) y el nivel (en decibelios - db). Para la representación de un sonido complejo periódico se puede aplicar un procedimiento análogo. Pero a esta descripción elemental habría que añadir el hecho de que un sonido musical no es nunca un fenómeno estable en el tiempo. Así, normalmente se representa tridimensionalmente, puesto que comporta tres magnitudes evolutivas: se representa en un plano dinámico en db/segundos, en el plano del espectro en db/Hz y en el plano melódico en Hz/segundos33. En las relaciones entre los conceptos y representaciones geométricas como, v.g., los relativos al punto, al círculo, al triángulo, etc. también, según Arrizabalaga, no se pueden representar fielmente, puesto que todo punto o línea representado es, en realidad, una superficie en un espacio tridimensional. Por esto, la representación traiciona al concepto, sembrando error en el juicio fundado en las determinaciones derivadas de las representaciones34. En cambio, los conceptos informáticos suelen tener representación y ejecución precisas.
Así, tomando concretamente un hecho jurídico como el contrato, queda patente que se revela al mundo mediante el lenguaje simbólico. Pero el contrato es un acuerdo de voluntades que se reúnen y actúan en torno a la formación de un concepto de recíprocas obligaciones y poder. Celebrado el acuerdo según un concepto, luego viene la representación material de las ideas que lo constituyen, y a continuación las actitudes según las obligaciones y poderes asumidos. También el Derecho, un concepto de conducta que representa una voluntad social, sale a la luz a través de los símbolos del lenguaje que lo representan. El lenguaje se constituye de un conjunto de símbolos con los que se comunican contenidos, y puede ser verbal, escrito o de otro modo. Con relación a los conceptos que constituyen los contratos, suelen venir escritos, en forma de documentos. Estos son los instrumentos de los contratos, elementos objetivos que los representan y los convierten en conceptos inteligibles. Constituyen las pruebas de su existencia.
Si se consideran en su esencia, los contratos son los conceptos sobre obligaciones y derechos recíprocos que por mutuo acuerdo disponen las partes. Pues bien, estos conceptos necesitan de una representación simbólica, y esto se hace codificándolos en los instrumentos de contrato. De suerte que, los conceptos, consagrados por acuerdos y estampados en documentos, si cumplen los cánones y ritos propios, generan vínculos entre los firmantes, atribuyéndoles poderes y deberes en una situación jurídica de hecho. Dado esto, las partes pasan a actuar al instante en torno a los conceptos firmados, respetando sus principios o las sanciones que les puedan sobrevenir. Las actitudes consonantes reciben el visto bueno y las contrarias reciben las sanciones punitivas pertinentes, con la garantía del Estado cuando esto se hace necesario. Así pues, en el marco jurídico del contrato, coexisten los planos conceptual, simbólico y fáctico.
A su vez, con relación a la norma, también se constituye un plano conceptual, donde es sólo una idea, o un concepto de cómo actuar en determinadas circunstancias según determinados principios, valores, justicia, etc., especialmente con mecanismos de control para su eficacia. Este concepto lógico, ideal y operativo se comunica a través del lenguaje, que es su aspecto formal, aparente, simbólico. En primer plano está el concepto, en segundo su representación. El primero es el plano ideal y el segundo el plano simbólico. A través del lenguaje se comunica el concepto. El lenguaje normativo, conjunto establecido de signos, suele constituirse con la concatenación lógica de palabras, frases, párrafos, artículos, leyes, etc. que representan los conceptos. El lenguaje, entonces, es la apariencia del concepto normativo. Así, tal como es necesario distinguir el mapa del territorio, también lo es distinguir la norma de los signos y del lenguaje que la representan35. Así, recordando que el mapa no es el territorio, sino simplemente su representación, se debe también recordar que el documento, los signos o el lenguaje no son la norma, sino que la representan.
Por otra parte, por más que se esmeren en la labor de representación, el lenguaje no puede representar en plenitud el fenómeno normativo. En el plano simbólico, la norma se hace presente mediante palabras o figuras que la evocan o significan, pero ahí no suelen estar explícitos todos sus elementos o por lo menos en toda su intensidad. En la representación no suele venir explícito, v.g., el tramado de principios y valores que la componen en el plano conceptual. Más bien participan de la estructura normativa componiendo la cosmovisión, ideología o paradigma que subyacen en ella. Son principios racionales y no racionales, como los principios generales del derecho, principios morales, éticos, religiosos, etc. que la justifican y la conectan a un modo de percepción de la realidad. Por coherencia, los principios fundamentales que la justifican son los mismos que justifican todo el sistema jurídico, puesto que la norma es solo un eslabón de la cadena o más bien un nudo en la red que es el ordenamiento jurídico.
Pero, antes de nada, la norma es una proposición - o más que esto, un orden - sobre un modo de actuar en la sociedad, según principios socialmente aceptables y reconocidos, con posibilidad de control mediante sanciones, especialmente punitivas para las actuaciones en contra de su postulado. Así, la norma, en primer lugar, en su función pedagógica genera espontáneamente actitudes según sus mandamientos, y luego genera facultades y deberes en las relaciones interpersonales, que si no se realizan espontáneamente permiten que se invoquen las fuerzas coercitivas del Estado para que las haga cumplir. En algunas situaciones se permite que se cumplan por la propia fuerza. Es decir, la norma crea concretamente una dinámica social según sus postulados, sea creando facultades, sea induciendo a las personas a la práctica de actos jurídicos en sus moldes, sea forzándoles a practicarlos mediante las sanciones pertinentes. En realidad, en el plano de los hechos, la norma crea situaciones jurídicas y vínculos subjetivos interpersonales.
Bastante expresivo sobre el tema es el derecho de autor, que se revela instrumento de protección de las esferas conceptual, simbólica y factual de la obra. En primer lugar, trata de la integridad ideal, protegiendo la obra en cuanto concepto o idea en la esfera moral, es decir en la esfera de la creación del espíritu; en este orden se trata de uno de los atributos de la personalidad, y como tal inseparable de su creador. Es la órbita de la protección de la idea, más bien la órbita de protección del concepto manifiesto en la obra y de responsabilidad del autor sobre el mismo. Luego, hay una órbita de expresión formal de la idea, que es la que trata de delimitar los medios y modos de su aparición y circulación en el mundo sensible, sin la cual la obra se encierra en la mente del autor y no puede ser conocida por nadie más. Se trata ahí del plano simbólico del concepto. Y por último está la esfera de las consecuencias materiales de la obra, en lo que se refiere a la facultad y beneficios inherentes a su utilización o ejecución. Este es el plano de la cronosfera, en el cual se realizan todos los atributos de la propiedad intelectual.
En definitiva, son tres los planos en que se realiza la experiencia jurídica. Como ya se ha presentado, el primero es la logosfera, plano conceptual que se ubica en la estructura profunda del Derecho y se sitúa más allá del registro simbólico del lenguaje, donde se concibe ideal y abstractamente las situaciones jurídicas y relaciones interpersonales en el mundo jurídico. El segundo es el plano de representación simbólica del concepto jurídico; es este el plano de su estructura superficial, que lo convierte y lo presenta en lenguaje objetivo e inteligible. Y el tercero es el plano de las situaciones jurídicas concretas y vínculos jurídicos subjetivos que se realizan en el marco de los respectivos ordenamientos: ideal y simbólico.
Por toda la discusión anterior, se sabe de la dificultad de representar e intermediar la logosfera y la factosfera por categorías adecuadas (textos e íconos) que representen el fenómeno jurídico. La forma de presentación simbólica más usual del fenómeno jurídico es discursiva, por medio de textos expositivos, párrafos, capítulos, libros, etc. Hacen falta formas alternativas y complementarias de representación simbólica que cubran toda la complejidad del fenómeno jurídico.
Como se sabe, la realidad es mayor, más compleja y más cambiante que el lenguaje disponible para representarla. Es decir, toda representación simbólica conlleva un cierto grado de ambigüedad, imprecisión, ambivalencia, y límite, lo cual requiere esfuerzos de interpretación por parte de especialistas en semiótica y hermenéutica. Eso ocurre principalmente en el campo de las Ciencias sociales y humanas, por ende en el campo del Derecho. Así, para la intermediación entre el plano del concepto y el plano de la realidad, se propone el paradigma triádico como principio ordenador básico de los factores operacionales y del discurso jurídico, para que el Derecho se convierta un sistema integrado, coherente y eficaz.
8.1 Conclusiones
En Derecho es una realidad cultural, producto de la creación del hombre, y sus constituyentes se integran en el orden de la razón, de la acción y del fin, y se manifiestan en los planos: conceptual, simbólico y fáctico.
La logosfera es el plano de la estructura profunda, de la idea, del concepto jurídico, presente en la conciencia individual, colectiva y universal del hombre.
La simbolosfera es el plano de la estructura superficial del Derecho, en el que se sitúa la representación simbólica de la idea y concepto jurídico, de modo objetivo e inteligible; es instrumento útil y necesario para la comunicación y concreción del Derecho en el orden social.
La factosfera es el plano de las acciones, situaciones y vínculos jurídicos concretos, en el tiempo y en el espacio.
1 En la filosofía de Peirce, la comprensión de la realidad ocurre mediante tres categorías lógicas o formas de pensar. Aplicando estas categorías al fenómeno, a lo que aparece, se tiene, en primer lugar, el concepto del ser, del existir, que en sentido inmediato sólo logra captarse por medios intuitivos; en segundo lugar, se tiene el hecho, la concepción del ser relativo a cualquier otra cosa; y en tercero su inteligibilidad, o concepto de la mediación por la que el primero y el segundo se relacionan (Dufour, D. R. Os misterios da trindade, Rio de Janeiro 2000, Companhia de Freud, p. 129).
2 Tomando como fundamento el trivium medieval de las tres artes del lenguaje - gramática, dialéctica (lógica) y retórica – y la reinterpretación pirceana de este trivium - gramática pura, lógica propia y retórica pura -, Morris estableció una subdivisión triádica para el campo de la semiótica: sintaxis, semántica y pragmática. Según él, la sintaxis estudia la relación entre un dado vehículo del signo e otro vehículo del signo, la semántica estudia las relaciones entre veículos del signo e su designata, e la pragmática estudia la relación entre los vehículos del signo e sus intérpretes (Nöth, W. A semiótica no século XX, São Paulo 1996, Anna Blume editora, p 186).
3 García Marques, G. “Ilusões para o século 21”, Folha de São Paulo - Opinião, (14/03/1999)1-3.
4 Afirma Backer que la vida política es dominio de la acción, pero sin ideas ella fenece (Barker, S. E. Teoria Política Grega – Platão y seus predecessores, Brasília 1978, Editora Universidade de Brasília, 2ª ed., p. 234).
5 A título de ejemplo, Oliveira cita el hecho que un partitura representa una pieza musical para un músico, mientras un diagrama de un cierto tipo representa un circuito eléctrico para un electricista, etc. (Oliveira, M. B. Da ciência cognitiva à dialética, São Paulo 1999, discurso Editorial, p. 20).
6 Para Foucault, formar parte del campo epistemológico significa que no son únicamente ilusiones, quimeras seudocientíficas, motivadas en el nivel de las opiniones, de los intereses, de las creencias, de las ideologías, sino que su positividad está enraizada en él, que allí encuentra su condición de existencia (Foucault, M. Las palabras y las cosas, Siglo Veintiuno, México 1974, 5ª ed., p. 353).
7 Damásio, A. O erro de Descartes - Emoção, razão e o cérebro humano, São Paulo 1996, Companhia das Letras, p. 123/128.
8 Ortiz-Osés, A. “Cassirer y las formas simbólicas”, Diccionario interdisciplinar de Hermenéutica, Bilbao 1997b, Universidad de Deusto, p. 80.
9 Según Damasio, la representación dispositiva es una potencialidad de disparo durmiente que gana vida cuando las neuronas se asocian, con un determinado patrón, a un determinado ritmo, en un determinado intervalo de tiempo e en dirección a un objetivo particular, que es otro conjunto de neuronas. Los patrones de disparo resultan del carácter estimulación o inhibición de las sinapsis, que, a su vez, resultan de modificaciones funcionales que ocurren a nivel microscópico, no interior de las ramificaciones fibrosas de las neuronas(Damásio, A. O erro de Descartes - Emoção, razão e o cérebro humano, o. c., p. 131).
10 Damásio, A. O erro de Descartes - Emoção, razão e o cérebro humano, o. c., p. 130.
11 Popper se refiere a las entidades del mundo físico - procesos, fuerzas, campos de fuerzas – que interactúan entre sí y con los cuerpos materiales como el Mundo 1; a los estados mentales, los llama de Mundo 2; y a los contenidos del pensamiento o otros productos de la mente humana se refiere a ellos como el mundo 3 (Popper, K. y Eccles, J. El yo y su cerebro, Barcelona, 1982, Editorial Labor, p. 46).
12 Eccles, J. La evolución del cerebro: creación de la conciencia, Barcelona 1992, Editorial Labor, p. 210.
13 Morin, E. El Método IV - Las ideas, Madrid, 1992, Edit. Cátedra, p. 109.
14 Gregori, W. Cibernética Social I, São Paulo 1984,Editora Cortez, p. 136).
15 Para Schaff, “todo objeto material, o la propiedad de ese objeto, o un acontecimiento material, se convierte en signo cuando en el proceso de la comunicación sirve, dentro de la estructura de un lenguaje adoptado por las personas que se comunican, al propósito de transmitir ciertos pensamientos concernientes a la realidad, esto es, concernientes al mundo exterior, o concernientes a experiencias internas (emocionales, estéticas, volitivas, etc.) de cualquiera de los copartícipes del proceso de comunicación” (Schaff, A. Introducción a la semántica, FCE, México 1966, p. 180).
16 Damásio, O mistério da consciência - Do corpo e das emoções ao conhecimento de si, São Paulo 2000, Companhia das Letras, ps. 25-51.
17 Crick, F. La Búsqueda Científica del Alma, Madrid 2000, Debate, p. 44.
18 Entre las nociones de signo más sencillas, se encuentra la de que se trata de la asociación de un significante y un significado, siendo significante al representante y significado al representado. Sin embargo, a esta se opone la concepción triádica de Peirce, que defiende la existencia de los siguientes tres elementos: representamen, objeto e interpretante. Así, como un proceso, el signo se constituye de un representamen que se envía a un objeto por la mediación de un interpretante. Además, para Peirce, los signos se distinguen como iconos, índices y símbolos, conforme a la relación que se establece entre el signo y el objeto. Si la relación es de tipo material, el signo es icono (una fotografía, una estatua); si la relación es de contigüidad, el signo es un índice (una huella, el humo); si la relación es convencional, el signo es un símbolo (una palabra)( (Nöth, W. Panorama da semiótica: de Platão a Peirce, São Paulo 1995, Anna Blume editora, p 78).
19 Crick, F. La Búsqueda Científica del Alma, o.c., p. 129.
20 Para Eco, “hay un signo cuando, por convención previa, cualquier señal está instituida por un código como significante de un significado. Hay proceso de comunicación cuando un emisor transmite intencionalmente señales puestas en código por medio de un transmitente que las hace pasar a través de un canal; las señales salidas del canal son captadas por un aparato receptor que las transforma en mensaje perceptible por un destinatario, el cual, basándose en el código, asocia al mensaje como forma significante un significado o contenido del mensaje. Cuando el emisor no emite intencionalmente y aparece como fuente natural, también hay proceso de significación, siempre que se observen los restantes requisitos. Un signo es una correlación de una forma significante a una (o a una jerarquía de) unidad que definiremos como significado (Eco, U. Signo, Labor, Barcelona 1976, p. 168-169).
21 Damásio, A. O erro de Descartes - Emoção, razão e o cérebro humano, São Paulo 1996, Companhia das Letras, p. 279.
22 Damásio, A. O mistério da consciência - Do corpo e das emoções ao conhecimento de si, São Paulo 2000, Companhia das Letras, p. 80.
23 Grinder, J. y Bandler, R. A estrutura da magia, Rio de Janeiro 1977, Zahar Editores, p. 244.
24 Ortiz-Osés, A. “Cassirer y las formas simbólicas”, Diccionario interdisciplinar de Hermenéutica, Bilbao 1997b, Universidad de Deusto, p. 78.
25 Grinder, J. y Bandler, R. A estrutura da magia, o.c., p. 62.
26 En la argumentación de Pierce, se manifiesta que la trama y urdidura de todo el pensamiento e investigación son constituidas por símbolos, e que la vida del pensamiento e investigación es inherente a símbolos. Para él, símbolo es cosa viva. Su cuerpo cambia lentamente, pero su significado crece inevitablemente, agregando nuevos y echando fuera antiguos elementos (Pierce, C. S. “A ética da Terminología”, en Os Pensadores, São Paulo 1974, Abril Cultural S.A., p. 105-106).
27 Informa Pierce que la ciencia está continuamente ganando nuevas concepciones, e que cada concepción científica nueva deberá recibir palabra nueva, es decir, una familia de palabras cognatas (Pierce, C. S. A ética da Terminología, o. c., p. 106).
29 Wright, G.H. “Ser y deber ser”, en en Aarnio, A.; Valdés, E. G.; Uusitalo, J. (comps). La normatividad del Derecho, Barcelona 1997, Editorial Gedisa, p. 108.
29 La noción de isomorfismo se aplica, también, a una teoría científica y al modelo o interpretación y representación de la misma. Según el concepto de isomorfismo, se puede decir que un mapa es isomorfo al territorio que representa. En la filosofía, se ha utilizado para afrontar el problema de la relación entre una entidad real y una entidad representada y, en particular, para estudiar las relaciones entre pensamiento, lenguaje y realidad. Así, para Wittgenstein, que defiende una teoría de isomorfismo entre el lenguaje y la realidad, “la proposición muestra la forma lógica de la realidad” (Wittgenstein, L. Tratactus lógico-Philosophicus, Madrid 1973, alianza, p. 87).
30 Del numeral 1 al 4 se pasa de la factosfera a la simbolosfera lógica; del numeral 5 al 6 se recorre el camino de la simbolosfera icónica, imaginaria, creativa; del numeral 7 al 10 se reingresa en la factosfera, en una espiral que se va rehaciendo y renovando sin fin obedeciendo a parámetros prestablecidos por la logosfera (Gregori, W. Capital Intelectual e Administração Sistémica - Um manual de jogos de inteligência, mercado e poder, São Paulo 2000a, Pancast Editora., p. 98).
31 Walter Brugger, S. I. Diccionario de Filosofía, Barcelona 1953, Editora Biblioteca Herder, I vol. p.233.
32 Para Saussure, en una lengua hay un sistema de signos arbitrarios. En su opinión, no hay motivo alguno que justifique preferir soeur a sister o a hermana, Ochs, a boeuf o a buey, etc.(Saussure, F. Curso de lingüística general, Buenos Aires 1973, Losada, 12ª ed., p. 137-138).
33 Laínsa, E. “Música espectral: la representación de la naturaleza del sonido y las técnicas de escritura contemporáneas”, Texto del simposio organizado por el Departamento de Filosofía de la UPV/EHU – LA CONSTRUCCION DE LA CIENCIA. Abstracción y Visualización, San Sebastián, 1997, p. 313-323.
34 Arrizabalaga, G. “la relación entre la representación y el concepto”, Texto del simposio organizado por el Departamento de Filosofía de la UPV/EHU - LA CONSTRUCCIO DE LA CIENCIA. Abstracción y Visualización, San Sebastián, 1997, p. 207.
35 Para Lourier, el estudio del lenguaje supone en gran parte en el intento de clarificar las relaciones existentes entre los sujetos (los hablantes que utilizan el lenguaje), el lenguaje y el mundo. El objetivo de la filosofía del lenguaje es llegar a una comprensión satisfactoria de las relaciones que existen entre estos tres elementos (Lourier, D. Introduction à la philosophie du langage, Lieja 1993, Mardaga,, p. 14-15).
Volver al índice de la tesis doctoral Aproximación al concepto del Derecho desde la perspectiva triádica
Volver al menú de Tesis Doctorales
Volver a la Enciclopedia y Biblioteca de Economía EMVI