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Aproximación al concepto del Derecho desde la perspectiva triádica: Descripción de su estructura, su dinámica y su finalidad
Sebastiao Batista
Segunda Parte - Desarrollo del marco teórico
5 El paradigma triádico en el campo de los sistemas jurídicos
La cultura de la humanidad es producto del modo cómo el hombre ha usado su mente, es decir, cómo ha usado sus procesos mentales a lo largo de la historia. En cada momento histórico hubo hegemonía de una cultura inherente a un conjunto de procesos mentales propios. Primero fueron hegemónicos los procesos prácticos, inherentes a una cultura operativa y pragmática, con carácter de agresividad y fuerza, adecuado a un “estado de guerra de todos contra todos”, según el modelo presentado por Hobbes1. Conforme a la teoría de la evolución, esto es lo que sigue ocurriendo entre los animales de la selva2. Ultrapasada esa cultura de la guerra, emergieron los procesos creadores de lo sagrado con sus doctrinas civilizadoras, sus corolarios morales, mandamientos y códigos sagrados. Por otra parte, con la ilustración, comienzo de la edad moderna, del protestantismo y de la expansión de la cultura anglosajona, tuvieron hegemonía los procesos lógicos inherentes a la cultura de la razón, con carácter investigador y ordenador de las leyes científicas y jurídicas. En cambio, al final de la edad moderna, reaparecieron y recobraron hegemonía los procesos mentales o modos de ser inherentes a la cultura pragmática, con su tradicional modo de imponer un orden social dado por medio de la violencia e irracionalidad, independiente de la ley o ética3. Estos procesos y respectivas culturas pueden representarse esquematicamente así:
Por otra parte, debe considerarse que el pensamiento humano, en general, y la ciencia, en particular, son productos de la experiencia humana acumulada, dependientes de muchos hechos accidentales, actitudes equivocadas y actitudes críticas o planeadas, que permiten aprender de los errores, corregirlos y superarlos según nuevas hipótesis4 y paradigmas. Sobre todo su evolución es cíclica y recurrente, y está sometida a determinaciones externas de la cultura, de la sociedad, de la historia, etc., y especialmente sometida a determinaciones intrínsecas al propio pensamiento y a la ciencia, que son sus principios organizadores, sus paradigmas, sus creencias, sus modelos explicativos del mundo, que gobiernan y controlan, de forma imperativa y prohibitiva, la lógica de los discursos, pensamientos, teorías y prácticas5.
En esta perspectiva, el hombre es parte del universo y de la ciencia, razón por la que no es neutral y objetivo en sus investigaciones. No es él un observador o actor externo que ordena y sistematiza datos inconexos, sino que construye modelos y paradigmas sobre restricciones, extrapolaciones e hipótesis con sus tres procesos mentales cargados de elementos subjetivos6 y de modos de percepción e interpretación del mundo que le sean más favorables. Por otro lado, del mismo modo que elabora la racionalidad científica también construye y estructura las racionalidades morales y pragmáticas alrededor de determinados paradigmas7.
En cuanto a la multiplicidad de perspectivas, en torno a las que los paradigmas se estructuran, se encuentran fundamentalmente tres, que son, en sentido amplio, las que corresponden a las percepciones o visiones de mundo inherentes a los procesos de la cultura: pragmática, mística y racional. Según el modo de conjugarlas - o si se considera una de esas aislada -, se estructuran los principales paradigmas o las principales cosmovisiones, que delimitan y balizan los modos de percepción, comprensión y actuación del hombre en el mundo, o bien estructura su modo de sentir, pensar y actuar en el mundo.
En la hipótesis de única perspectiva de percepción, que además viene aislada y sin cualquier interacción con otras, se obtiene una visión monádica, que es la que percibe, teoriza y actúa en la realidad desde un enfoque unidimensional, o a partir de una referencia única, de la cual resulta una percepción, una explicación o una experiencia excluyente8 de otras posibilidades simultáneas en competencia o en cooperación.
Si se enfoca desde la perspectiva racional, científica, sólo se considera lo que pasa por los criterios y cánones de los métodos y lógicas oficiales9. Según este enfoque, no se admiten otros conocimientos que no sean adquiridos por los métodos racionales. En esta perspectiva, el conocimiento se resume a lo que proviene de la ciencia, pertinente a los procesamientos mentales lógicos, y niega la existencia o la posibilidad de conocer todo lo que no esté bajo su dominio. Por esto pone al margen todo el conocimiento y la toda realidad que no se encaje en su estructura lógica o que no cumpla sus criterios[1]. Sus más expresivas defensas se encuentran en las escuelas del positivismo o neopositivismo, en contra especialmente de todo lo que tiene carácter metafísico. Por estos cánones se representan los paradigmas de las ciencias positivas, de la física clásica, de las especializaciones del conocimiento, etc11.
En este sentido, también resulta unidimensional o monádica la perspectiva funcional, pragmática o utilitaria, cuando se abstiene de reflexiones abstractas y de fundamentos morales para la consecución de sus fines. Será unilateral o monádica si sus fundamentos se reducen a uno de estos aspectos, o bien si sus criterios se resumen al interés por resultados o por la utilidad12.
Lo práctico, en general, se refiere a lo que efectivamente se lleva o puede llevarse a cabo en el terreno de la realidad, o aquello cuyo fin es llegar a ser en el orden de lo real y no algo meramente ideal; sin embargo, en este campo, a veces, también se juega con lo útil, y se habla de la inutilidad de las teorías, de la ética, de la moral, etc13.
De la misma manera, resulta monádica la perspectiva de percepción de la realidad desde un enfoque exclusivamente intuicionista, sentimental, moral o místico, alejada de suficientes razonamientos y praxis14. Así, también resulta reduccionista y unidimensional.
En la visión monádica, resultante del enfoque unidimensional, la percepción de la realidad suele presentarse con carácter de universalidad y necesidad, independiente de variaciones de contextos. Como se trata de enfoque unidimensional, de ahí resulta una única percepción posible, que se impone como excluyente, inmutable y verdad absoluta. Se fundamenta en la razón15, en la creencia (mito, fe)16 o en la práctica (procesos)17. Cualquier de estos fundamentos, cuando se adopta excluyendo otras posibilidades, rechaza todo lo que no satisfaga a los criterios establecidos en su perspectiva. Por esto limita, arbitrariamente, el conocimiento y la acción a sus dominios y establece orden único, excluyente y sectario. Se trata de un enfoque que representa parte de la realidad como si fuera la totalidad, por esto la distorsiona y la reduce.
El conocimiento en perspectiva monádica resulta del pensamiento lineal y se realiza en plano único, independientemente de las interconexiones necesarias en otros planos. Establece vínculos exclusivos y necesarios como los de causa-efecto, sujeto-objeto, etc. Su carácter lineal le impide abarcar estructuras complejas. Por su condición de pensamiento unidimensional, excluyente y reduccionista, las diferencias o variaciones de percepción, interpretación o conducta deben ser rechazadas, puesto que en otras dimensiones, planos o perspectivas son patológicas y contrarias a sus criterios. Ante esto, se concluye que se trata de un paradigma que no tiene estructura y complejidad suficiente para percibir, interpretar y actuar en realidades con más de una dimensión. Con un enfoque así, cuando una dimensión de la realidad se revela, las demás se ocultan, puesto que no se permite que diferentes perspectivas coexistan. El orden conocido se desvanece si se cambia de perspectiva, puesto que la verdad reside en único plano o dimensión y se sostiene en la creencia de que las cosas son absolutas en el mundo objetivo y que se las conoce directamente y en su totalidad si son aisladas o separadas de las relaciones con las demás. Se encuadra exclusivamente en la lógica clásica, donde cada proposición sólo tiene un valor: verdadero o falso, sin posibilidad de relacionar o agregar elementos de otras dimensiones del mismo sistema que permitirían respuestas diferentes18.
Así pues, desde una percepción e interpretación monádica de la naturaleza - del orden natural de las cosas - y del orden social, en un ambiente cultural del subgrupo social dominante, se crearon innumerables variantes del Derecho natural, del derecho positivo o bien del derecho consuetudinario, con absoluta unilateralidad y parcialidad de la responsabilidad o imputabilidad del sujeto individual o colectivo; todas las demás circunstancias y relaciones complementarias no son más que efectos o atenuantes colaterales.
Por otro lado, en la segunda perspectiva, está la percepción diádica, la que, alejándose de la supremacía del orden estático, inmutable y absoluto, se vuelve al dinámico, al cambio y al transitorio, y se apoya en la contradicción o complementariedad de las partes, a pares, que van en confrontación o separadas en polos opuestos. En esta perspectiva, la dimensión operativa o la de relación de partes recibe más énfasis. Así, desde las grandes esferas de la realidad, la espiritual y la material, hasta las más diminutas, todo tiene su par: ricos y pobres, capital y trabajo, ciencia y religión, buenos y malos, epistemología y fe, forma y contenido, ciencia y tecnología, teórico y práctico, subjetivo y objetivo, productor y consumidor, público y privado, etc. Y todo se desarrolla hacía un lado o, al revés, hacia su negación, según el modo de percepción diádico que se adopte. Hay siempre dos valores y dos fuerzas que bajo diversos matices determinan la identidad del ser19.
Para Bachelard, que comenta la epistemología no-cartesiana, el hombre, en su esfuerzo de cultura científica, se apoya en dos actitudes filosóficas fundamentales, asociadas al espíritu científico moderno. Son dos metafísicas contradictorias, a las que, bajo las etiquetas clásicas, se denomina racionalismo y realismo. Ellas presentan dos aspectos igualmente necesarios, uno subjetivo y otro objetivo, dado que no es posible prescindir o cambiar las leyes del espíritu o las leyes del mundo natural. Con esto se debe respetar la extraña ambigüedad que exige que todo el pensamiento científico se interprete a la vez en el lenguaje racionalista y en el lenguaje realista. Con este nuevo espíritu científico se sustituye la intuición de la doctrina de las naturalezas simples y absolutas por un estudio discursivo que realiza una especie de dualidad fundamental. Así, todas las nociones de base pueden de algún modo ser desdobladas y marginadas por nociones complementarias, que llevan por tanto a una especie de ambigüedad esencial en la base de la descripción científica. Esta epistemología perturba el carácter inmediato de la evidencia cartesiana, puesto que ningún método unidimensional, sea racional sea experimental, garantiza la fecundidad del proceso científico20. Ya no se puede ser realista o racionalista. Para el sabio, el Ser no se capta en un bloque ni por la experiencia ni por la razón. Es preciso, pues, que la epistemología se encargue de la síntesis más o menos móvil de la razón y de la experiencia21.
Por otro lado, para Lefebvre, la lógica dialéctica (refiriéndose a la dialéctica diádica) añade a la antigua lógica la idea de las transiciones, de los desarrollos, del “enlace interno y necesario” de las partes en el todo. Muestra, a la vez, el enlace, su necesidad y “el origen inmanente de las diferencias”. Afirma, con Lenin, que la dialéctica muestra “la lógica interna objetiva” del desarrollo y la “lucha de las diferencias polarizadas”. Así, de la lógica formal dependen las relaciones abstractas y generales, como ‘inclusión-exclusión’, y de la lógica dialéctica dependen las relaciones duales y más concretas, como reciprocidad, complementariedad, doble determinación, y también recurrencia, simetría, repetición y diferencia, etc22.
Aunque la humanidad se haya dado cuenta de la díade, de la interdependencia, la complementariedad mínima de dos lados, partes o actores, las nociones de Justicia y de Derecho aún no han asimilado eso en su filosofía y en su práctica legislativa o judiciaria. Todo sigue monádico, a excepción de las conciliaciones con o sin mediación; ahí las dos partes desisten de llevar la disputa hasta el extremo de “todo o nada” y aceptan un acuerdo en que las dos partes pierden y ganan dentro de los límites de proporcionalidad.
Sin embargo, en la percepción de la realidad conforme los cánones o procesos inherentes a las tres culturas, simultáneamente, o en la perspectiva que la considera con tres partes y tres fuerzas elementales entrelazadas y posicionadas o en cooperación y oposición, “jugando dos contra una”, es decir, dos en cooperación y una en oposición o dos en oposición y una en cooperación, se tiene una dinámica triádica. Esas tríadas componen estructuras, sistemas y cadenas de sistemas que se repiten en distintos niveles de complejidad.
En la física cuántica se adopta un paradigma triádico. Gell-mann, en sus planteamientos, lo plantea todo en “tríadas”23. En el marco del paradigma de la física cuántica, la realidad se define como momentos de estructuras triádicas de partículas interconectadas componiendo un conjunto estructural superior, según el principio de la incertidumbre y ante la presencia de la ley de convertibilidad de la energía, según la cual la materia, como masa, puede transformarse en energía y viceversa a lo largo de cualquier escala o cadena sistémica24. Así, v.g., se tiene una cadena como la de los quarks, protones, neutrones, átomos, moléculas, células, organismos o materias más complejas que convierten en sistemas menos complejos de energía “líquida” o desmaterializada etc. Así, la energía triádica, como sustancia básica de la materia, de las cosas y del todo, en su estructura y movimiento, es tomada como paradigma para la interpretación de toda la realidad. Las ciencias han estado reflexionando durante la última mitad del siglo XIX y todo el siglo XX sobre la interpretación de la realidad según esos dos principios:
- todo está en permanente co-evolución sistémica;
- todo obedece a un patrón o molde triádico en su composición e
interacciones de supervivencia, reproducción y convivencia.
Por eso se han integrado, cada vez más, la Física con la Química y la Biología, bajo el título general de Teoría de los Sistemas Dinámicos, conocida también como Teoría del Caos, cuya aplicación práctica se presenta en la ecología, ambientalismo, economía, sicología, etc. Con fundamento en estos nuevos descubrimientos, también las corrientes de la ciencia jurídica y de la filosofía del derecho tendrán que revisar sus fundamentos.
En el caso que ahora se presenta, se trata de un paradigma que unifica y relaciona triádicamente aspectos o elementos de la realidad antes tratados separadamente, tanto con relación a los aspectos de la estructura, como del movimiento y del fin de las cosas. En este supuesto, se afirma que en los debates éticos, por ende en los debates jurídicos, las ciencias positivas también pueden presentar valiosos elementos de percepción, interpretación y actuación, especialmente modelos de coherencia para sus paradigmas, que “no sólo pueden aclarar, sino que hoy no se concibe un debate ético que no se apoye en resultados científicos”25.
En el debate sobre el orden jurídico-social vigente predomina el paradigma monádico, donde reinan disociados e irreconciliables los imperios del racionalismo, del realismo y del iusnaturalismo, cada cual intentando argumentar, respectivamente, por medio de la razón, de la fuerza o de la creencia y mito, y excluir los demás aspectos de las diversas esferas de los ordenamientos nacionales o internacionales26.
La escasa distribución y garantía de bienes satisfactorios y condiciones elementales en el campo de las tres culturas (educación, ciencia y ley; bienes materiales; espiritualidad, disfrute y felicidad) entre los partícipes de una sociedad indica que la ordenación y ejecución del ordenamiento jurídico se orientan por un modelo monádico, que representa el pensamiento y las demandas dominantes (y excluyentes) de un grupo, en detrimento del pensamiento y de las demandas sociales de los demás. Las consecuencias de la adopción de un ordenamiento jurídico según un paradigma monádico, basado en la percepción unilateral de la realidad, son, entre otras, la intolerancia, la segregación, el fundamentalismo religioso o político, el totalitarismo y el despotismo, el imperialismo, el monopolio económico, la concentración de riqueza y poder para unos y la miseria para otros, etc.
Como alternativa al paradigma monádico concentrador de poder y riqueza, especialmente en contraposición al pensamiento único y a favor de la diversidad de posiciones y de conocimiento, análisis y crítica del sistema social, o para dividir el poder, el siglo XX había adoptado el paradigma diádico o marxista para gran parte de la humanidad. Pero tampoco ha traído respuestas adecuadas a las necesidades sociales. Las altas tensiones entre las partes antagónicas no permiten síntesis aceptables, por eso se vuelve al monismo y a la exclusión de una de las partes y a la posición o verdad del más fuerte. Conlleva, entonces, el dualismo a una dicotomía insuperable, que divide la realidad en dos partes antagónicas, irreconciliables e incapaces de cooperación, donde la síntesis es la sumisión máxima para una y el poder máximo para la otra. Además de que sigue siendo un paradigma excluyente, reduccionista y mutilante, por no admitir en un mismo contexto o nivel de realidad otra afirmación que no sea la oficial y su negación. Le falta, por lo menos, otro elemento que pueda ejercer la función de mediador.
Por otro lado, la realidad, ya se sabe, en diferentes momentos de su estructura comporta antagonismos complementarios que no se pueden traducir por contradicción. Más bien es una invitación al pensamiento complejo, capaz de absorber las aparentes contradicciones e incertidumbres. “No se trata de tolerar blandamente la contradicción, ni siquiera de esperar que un nuevo progreso cognitivo la haga desaparecer, se trata de servirse de ella para reactivar y complejizar el pensamiento. Hace falta un pensamiento que sepa tratar, interrogar, eliminar, salvaguardar las contradicciones. Esa es la tarea del pensamiento complejo”27.
Por esto se afirma la necesidad de un paradigma capaz de romper los estrechos límites monádicos del objeto jurídico y reubicarlo e integrarlo en la dinámica triádica efectiva de la realidad con su correspondiente representación formal triádica, sin mutilarlo en su naturaleza racional, trascendente y pragmática, puesto que el Derecho lleva en sí una estructura cognoscible, una esencia trascendente y una relación constitutiva en el espacio/tiempo.
Con referencia al pensamiento lógico/analítico, más identificado con el cerebro izquierdo, lo que precisamente lo constituye son los vínculos que relacionan las cosas con todo lo demás, por el principio de la no-contradicción y por el principio de la identidad. Según el primero, puesto que “A es A”, “A es no-B”; o conforme el segundo, A es más A, cuanto más se identifica consigo mismo. Por el primero solo se puede identificar algo si se consigue diferenciarlo de todo lo demás; por el segundo sólo se puede diferenciarlo si se consigue identificarlo mostrando que no es como todos los demás28. Pero la identificación implica la relación y la diferenciación. Se identifica relacionando y diferenciando elementos de una misma o diferente categoría o sistema. Así, el tercer elemento no es propiamente excluido sino mediata o inmediatamente relacionado. Según el orden o las relaciones establecidas, factores componentes adquieren mayor o menor (o ningún) peso en la identidad, calificando o descalificando un ente para determinados fines en un contexto. Son las funciones elementales del pensamiento lógico. Los conceptos, razones, juicios, resultan de este proceso recurrente de identificación, relación y diferenciación.
Por su parte, la historia del pensamiento sintético/intuitivo, más relacionado con el cerebro derecho, en la comunicación de las experiencias humanas al margen de las leyes físicas, lógicas, y del mundo visible y material, está llena de registros del pensamiento apoyado en la percepción tridimensional de la realidad. Esa intuición se manifiesta con toda claridad en las más expresivas doctrinas religiosas, que retratan la constitución ternaria del hombre (cuerpo, alma y espíritu) y del universo (mundo divino, humano y natural) y revelan lo absoluto en su naturaleza unitriádica. En la encíclica “Fides et Ratio - La fe y la Razón”29, por ejemplo, el Sumo Pontífice Juan Pablo II enseña que en el camino de la doctrina cristiana, “la fe y la razón (fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad... El fin último de la existencia personal, pues, es objeto de estudio tanto de la filosofía como de la teología. Ambos, aunque con medios y contenidos diversos, miran hacia este ´sendero de la vida` (Sal 16[15]11), que, como nos dice la fe, tiene su meta última en el gozo pleno y duradero de la contemplación del Dios Uno y Trino”. En esta doctrina, se ve, con claridad, rasgos del pensamiento triádico.
También la lógica de la ciencia y tecnología de este nuevo siglo exige un pensamiento complejo. En las palabras de Hawking, en la mecánica cuántica “se basa casi toda la ciencia y la tecnología modernas. Gobierna el comportamiento de los transistores y de los circuitos integrados, que son los componentes esenciales de los aparatos electrónicos, tales como televisores y ordenadores, y también es la base de la química y la biología modernas”30.
Para Gregori, según el paradigma dialéctico triádico, la realidad es una red de sistemas en la que se efectúan permanentemente transformaciones energéticas, de la cual todos participan. Se trata de una transformación evolutiva recurrente y diferenciadora (como entre hijos, padres y ancestros), en ciclos plausibles o probabilísticos, que pueden moverse en cualquier dirección y en secuencias regulares o caóticas. Es una red que tiene auto-movimiento triádico, formando ciclos y secuencias de juegos unitriádicos diversos y con diferentes apariencias, como manifestaciones de un gran juego triádico universal. Cada sistema y toda la red tienen capacidad de feedback, que es la capacidad de informarse intuitiva y lógicamente para conseguir autorregulación y autoconducción en la búsqueda por supervivencia y reproducción, entre otras metas específicas, según el grado de complejidad de cada sistema31.
En este sentido, según distintos puntos de vista y en todos los niveles de la realidad, la energía se manifiesta siempre en una triple estructura o unidad triádica, sea cuando se manifiesta en forma pura (energía cuántica), material (minerales, vegetales y animales), noónica (mental: conciencia, pensamientos y emociones), económico-social (productos, monedas, servicios), como también en forma gregaria (organizaciones, instituciones, política) o teleológica (ideales, metas, utopías), etc.
De hecho, la realidad no es una unidad perfecta, ni se compone de unidades perfectas, o tampoco una pluralidad aleatoria e incomunicable, por eso el paradigma dialéctico triádico permite comprenderla con amplitud y profundidad. Es pues, la realidad, según este paradigma, una relación constitutiva de sistemas que componen nuevas unidades en la diversidad y en otros niveles. Cada sistema se constituye en un nudo de una red de relaciones de varios nudos que en la tríada componen nuevos sistemas en una dinámica de probabilidad.
La conformación e interacción de las tres fuerzas de un sistema en competencia y cooperación constituye una realidad unitriádica. Su estructura se manifiesta ya desde la naturaleza tripartita de la energía, conforme a la teoría de los quark-lepton, y se hace presente en todos los niveles de la organización de los sistemas. Son tres tendencias, tres fuerzas o tres cargas de energía que componen la unidad. De ahí el unitriádico. En cuanto a las cargas, se denominan: positiva, negativa y neutra; en cuanto a las direcciones: derecha, izquierda y centro; o bien: neguentropía, entropía y homeóstasis; con relación a los quarks: up, down y strange, y aún top, bottom y charm32.
En el fondo, todo sistema resulta de la interacción o tensión de tres componentes; por esto se le llama también juego triádico. Es un concepto más amplio que el de dialéctica de dos lados o juego diádico, que a su vez es más amplio que el concepto monádico, en el cual ocurre la percepción de una sola cosa cada vez. Cuando se toman dos lados a la vez, en contradicción o competencia, se está usando un paradigma diádico. Y cuando se toma un sólo lado o aspecto cada vez, sin relacionarlo con sus complementarios (concurrente y cooperativo), se tiene un “paradigma monádico”.
El juego triádico resulta del estado de tensión entre los componentes de un sistema, y puede ser en el sentido de interacción, composición, cooperación, neguentropía, choque, competencia, entropía, movimiento pendular, circulatorio u ondulatorio, para transformar, extinguir o perfeccionar el sistema. Es una relación constitutiva de partes entrelazadas en un sistema en evolución o involución. La relación puede ser interna, entre sus componentes, o externa con otros sistemas.
El movimiento puede ser hacia el grado más alto de organización y complejidad o en dirección a la desintegración del sistema. Cuando es en dirección ascendente, hacia el perfeccionamiento, lo absoluto, se debe a la fuerza neguentrópica y cuando es en dirección descendente, hacia la destrucción, la negación o muerte del sistema, se debe a la fuerza entrópica. La oscilación alrededor del punto medio, resultante de la atracción de los polos opuestos, es la homeóstasis o porporcionalidad entre los extremos. Esto significa que las partes están en permanente movimiento oscilatorio adaptativo, pero siempre dentro de los límites y proporciones que garanticen las identidades y las diferenciaciones. Informa Gregori que la homeóstasis no significa igualdad entre masas, fuerzas, cargas, velocidades, etc. de los elementos integrantes de un sistema. Más bien significa proporcionalidad (que supone la diferenciación y la jerarquización) entre los elementos que se equilibran en todo momento entre sí y con el medio ambiente33.
En su trabajo de sistematización del lenguaje triádico, preexistente en diferentes campos de conocimientos, Gregori propone, como denominador común de las tres fuerzas, clases, o subgrupos interactuantes en todas las ciencias sociales y humanas, las siguientes denominaciones:
- lado o subgrupo oficial para el que está en la posición superior, de dominio, de mando y dirección; es el dueño de la situación y está direccionado por la inteligencia operacional, buscando primacía para la riqueza y el poder.
- lado o subgrupo anti-oficial para el que está en contra del primero, en posición divergente, digresiva, transgresora; manteniéndolo de esa forma despierto, actuante, renovado; es el competidor, el crítico y está direccionado por la inteligencia racional, buscando primacía para la razón y la verdad,.
- y lado o subgrupo oscilante para el que está disponible para cualquiera de los anteriores, porque es neutral, centrista, subordinado, con poca auto conducción pero que sirve de equilibrio y base de subsistencia de los subgrupos oficial y antioficial, cooperando a veces con uno, otras veces con otro, según sus conveniencias; está dirigido por la inteligencia emocional del cerebro derecho buscando primacía para el amor, el reconocimiento, el goce34.
El lado oficial es el que domina el sistema. Es el organizador y coordinador interno; es el conductor del sistema para la neguentropía o para la entropía. El lado antioficial representa sentido y fuerza divergentes, creando o manteniendo la tensión necesaria al sistema para renovarse. El lado oscilante es el que se adhiere tanto al oficial como al antioficial, según las leyes de gravedad triádica; es el estabilizador o moderador de las tendencias opuestas de los otros dos lados35.
Para el paradigma dialéctico triádico, la interacción ocurre siempre entre los tres lados en su búsqueda incesante de bienes satisfactorios de sus necesidades de supervivencia, reproducción, información y convivencia. Una representación sumaria de las necesidades y sus satisfactorios se puede hacer alrededor de los tres cerebros:
El forcejeo por la búsqueda de satisfactorios entre los subgrupos humanos (en la familia, en la empresa, en la sociedad nacional e internacional) además de incesante es maximocrático, es decir, con carácter de concentración monopolístico, insaciable, infinito... En las teorías tradicionales del derecho, de la política, de la economía, etc., ese carácter se interpreta, eufemisticamente, como escasez. En realidad, cada subgrupo maneja un arsenal de medios para imponerse al máximo a sus competidores, con innumerables estrategias y tácticas para maximizar sus ganancias. Este fenómeno se reduce a los juegos de competencia/cooperación36.
La competencia puede darse entre el antioficial y el oficial ante la cooperación del oscilante con el oficial, produciendo así la estabilidad del sistema; o puede darse la cooperación del oscilante con el subgrupo antioficial, en contra del oficial, produciendo así las huelgas, revoluciones o medios de presión contra el sistema; o también puede darse la cooperación (o complicidad) entre el antioficial y el oficial, en las escasas ocasiones en que el oscilante se ponga en contra de los otros dos, convirtiéndose en antioficial, fenómeno conocido como desobediencia civil o anarquismo (negación del poder y del orden establecido), mientras no sea reprimido.
Lo peor y lo mejor - negativo/positivo del juego de los tres subgrupos - se puede presentar como en el cuadro siguiente37:
SUBGRUPO ANTIOFICIAL:
Revolucionario, disidente, he- reje, invasor o competidor económico.
META: cambio, renovación, substitución del oficial con ayuda de los oscilantes.
SUBGRUPO OFICIAL:
Dominante, hegemónico - sa- cro, socialista o neoliberal político y económico.
META: mantenerse en el poder, liberarse de los antioficiales y depredar a los oscilantes.
COMUNICACION táctica
VERBAL Y NO-VERBAL (estrategia de despiste):
Concientización, crítica, de- nuncia, duplipensar, retórica brillante y virulenta, pasión por el debate sin fin, predicación mesiánica a favor de los pobres y de la justicia.
SUBGRUPO OSCILANTE
populacho capitalista, socialista y sacro (fieles).
META: unidad, amor, paz.
COMUNICACION táctica
VERBAL Y NO-VERBAL: (despiste): explicaciones mito- lógicas, mágicas, sagradas, familiares. Uso de slogans y proverbios.
COMUNICACION táctica
VERBAL Y NO-VERBAL
(despiste): simular virtudes de civismo y bien común. Autocanonización, solemnidad. Fuente exclusiva de la verdad monádica (unipensar).
Ritualísmo del poder y discursos despistadores con maña sin fin.
COMUNICACION FACTUAL (estrategias para ganar):
Asociación, sindicatos, rei- vindicaciones, marchas,
Huelgas, tumultos,
Clandestinidad, terrorismo,
Guerrilla, revolución.
COMUNICACIÓN FACTUAL
(estrategias para ganar):
Inconsciencia y conformismo de víctima aliada su verdugo. Traficar pequeñas ventajas, suavizar los extremos. Centrismo político.
COMUNICACION FACTUAL
(estrategias para ganar): Uso de la burocracia, la ley, la cooptación, el control de la información, del dinero, de los empleos, de los favores notariales. Clientelismo. Alian zas de países hegemónicos.
Por otro lado, a continuación se presentan las características inherentes a los subgrupos positivos o proporcionales.
En cambio, la supervivencia de cualquier sistema u organismo depende de encontrar, conservar o mantenerse conectado a fuentes de energía que les abastezcan. Cualquier amenaza al suministro de lo que necesita para renovarse permanentemente y mantener su estructura u organismo vivo, o en funcionamiento, conforme a sus fines, será prontamente rechazada38. Cada parte dentro del mismo sistema u organismo a la vez que interactúa con las demás también disputa con ellas los satisfactorios de sus necesidades, a parte de que también interactúan intensamente con el ambiente a su alrededor39. En medio a la complejidad de tantas acciones, interacciones y retroacciones, surge entonces la necesidad de mecanismos de regulación de estos procesos, para que se establezcan límites de tensión y relajación a los sistemas u organismos. Se trata, pues, de la homeóstasis, que se constituye con los mecanismos necesarios a la manutención de relativa estabilidad de sus estados internos.
En los sistemas sociales, los límites de tensión y forcejeo incesante por satisfactorios necesarios a la supervivencia giran en torno a la proporcionalidad del punto de oro40. En sus proximidades se produce la homeostasis, el equilibrio del sistema. Sin embargo, cualquier desviación hacia los extremos tiende a producir reacción y entropía, sea hacia la desigualdad (90% y 10%) sea hacia la igualdad (50% y 50%). A cada intervalo de distanciamiento del “punto de oro” impuesto por un lado corresponde a un grado de esfuerzo, energía y tiempo de reacción por parte del agredido para retornar al dominio del 62% y del 38 %. Cuanto más lejos uno logra desviar los límites de la proporcionalidad, en cualquier sistema o sector de la vida, sea por ley (dictadura, imperialismo, trapacería, etc.) sea por la fuerza (saqueo, expolio, etc.), más fuerte y violenta será la reacción de los demás para restablecerlos. La proporcionalidad, en estos términos, crea condiciones e incentivos para intercambios de bienes, servicios, afectos, etc., en la sociedad, permitiendo movimiento y equilibrio en las relaciones de grupo, empresarial, nacional e internacional. El panorama puede representarse como a seguir (90/10%, léase: xx% de las personas con xx% de los bienes satisfactorios):
El movimiento o juego es a veces sutil, sólo perceptible a ojos bien entrenados; otras veces es escandaloso, poniéndose de manifiesto a los ojos de cualquiera. Pero está siempre presente en todos los sistemas sociales.
Lo que hay de nuevo, sin embargo, en el análisis por medio del juego triádico, es que los límites y gradaciones del orden y desorden, del justo e injusto, de la violencia y de la paz, del bienestar y malestar social, etc., queden patentes, porque toma como punto de referencia el principio del proporcionalismo - sección áurea o punto de oro - y no sólo los extremos “negativo/positivo”. Así, se considera como esencia del Derecho la formulación y aplicación de reglas para mantener el juego de los tres subgrupos, ante los bienes satisfactorios de sus necesidades e intereses, dentro de los límites de proporcionalidad; y que sean lo más cercanas posible a las proporciones del punto de oro, con aplicación de penas según el grado de alejamiento de estas proporciones, para restablecimiento de la proporcionalidad del sistema.
Con estas proporciones, también, se debe estructurar el juego de los componentes del sistema jurídico, en sus dimensiones analítico/lógica, sintético/intuitiva y pragmático/operativa, así como en los contenidos de lo privado a lo público, y viceversa, o de las tres culturas y de los tres poderes que las promueven y las controlan.
Así, establecido un fundamento y un paradigma para la estructuración del fenómeno jurídico, se trata, pues, de buscar un cuadro de referencia para clasificar, ordenar e integrar los diferentes factores operacionales que lo componen y convertirlo en un sistema ordenado, coherente y funcional.
5.1 Conclusiones
El paradigma unitriádico es un instrumento para el análisis y descripción del Derecho que permite percepción integradora de las dimensiones lógico-formal, pragmática y moral del fenómeno jurídico.
Por medio del paradigma dialéctico triádico pueden superarse las carencias y dificultades de las corrientes del pensamiento jurídico reduccionistas o unidimensionales, que suelen trabajar desde las perspectivas de las concepciones iusnaturalistas, positivistas o sociologistas.
Desde perspectiva dialéctica triádica pueden integrase en el orden jurídico principios de la ciencia, de la moral y de la técnica y establecerse un sistema de valores coherente con la pluralidad de culturas, de clases, de etnias, de desarrollo económico, etc.
1 Hobbes, T. Leviatán, Madrid 1977, Editora Nacional, p. 224.
2 Darwin, D. El origen de las Especies, Buenos Aires 1999, Errepar, pp. 82-88.
3 Gregori. W. Construcción Familiar-Escolar de los Tres Cerebros, Bogotá 2001, MacGraw-Hill Panamericana, p. 67;
Según Harris, “el éxito de la teoría de Darwin de la supervivencia de los más aptos (que llamaba selección natural) incrementó enormemente la popularidad del punto de vista de que la evolución cultural dependía de la evolución biológica. Después de la publicación de El origen de las especies de Darwin, apareció un movimiento conocido como darwinismo social, que se basaba en la creencia de que los progresos cultural y biológico dependían del libre juego de las fuerzas competitivas en la lucha de individuo contra individuo, de nación contra nación y de raza contra raza. El darwinista social más influyente fue Herbert Spencer, quien llegó a abogar por el final de todos los intentos de proporcionar caridad y auxilio a los desempleados, a las clases pobres y a las así llamadas razas atrasadas, porque esta ayuda interferiría en la actuación de la así llamada ley de supervivencia de los más aptos, y porque simplemente prolongaría la agonía y haría más profunda la miseria de los no aptos. Spencer utilizó el darwinismo social para justificar el sistema capitalista de libre empresa, y su influencia continúa sintiéndose entre los partidarios del capitalismo sin restricciones y entre los partidarios de la supremacía de los blancos (Harris, M. Introducción a la antropología general, Madrid 1993, Alianza, p.619).
4 Popper, K. Et al. El yo y su cerebro, Barcelona, 1982, Editorial Labor, p. 166.
5 Morin, E. El Método IV - Las ideas, Madrid, 1992, Edit. Cátedra, p. 27.
6 Lanceros-Mendez, S. “Física”, Diccionario interdisciplinar de Hermenéutica, Bilbao 1997, Universidad de Deusto, p. 195.
7 Fourez, G. La construcción del conocimiento científico: Filosofía y ética de la ciencia, Madrid 1994, Editorial Narcea, p.182.
8 En realidad, esto se trata de un reduccionismo, que, en la lección de Quine, corresponde a que todo enunciado con sentido debe referirse a la experiencia inmediata. (Quine, W.V.O. Desde un punto de vista lógico, Barcelona 1962, Ariel, p. 49).
9 El auténtico conocimiento es el saber científico. Según Ayer, “para tener significado un enunciado debe ser o un enunciado formal, un enunciado que yo llamaría analítico, o empíricamente contrastable, y trataría de derivar este principio de un análisis del entendimiento. Diría que comprender un enunciado significa saber lo que es el caso si el enunciado fuera verdadero. Saber lo que es el caso si fuera verdadero quiere decir saber qué observaciones lo verificarían, y esto significa, a su vez, estar dispuestos a aceptar ciertas situaciones como justificación de la aceptación o rechazo del enunciado en cuestión” (Ayer, A. J. El sentido de la vida y otros ensayos (recopilación), Barcelona 1992, Península, p. 55).
[1] Según Morin, el hombre no puede verse reducido a su aspecto técnico de homo faber, ni a su aspecto racionalístico de homo sapiens. Hay que ver en él también el mito, la fiesta, la danza, el canto, el éxtasis, el amor, muerte, la desmesura, la guerra [...] No deben despreciarse la afectividad, el desorden, la neurosis, la aleatoriedad. El auténtico hombre se halla en la dialéctica sapiens-demens (Morin, E. El paradigma perdido: el paraíso olvidado. Ensayo de bioantropología. Kairós, Barcelona 1974, p.230-35).
11 Para el Círculo de Viena, la filosofía debe proceder científicamente, conforme el positivismo, según el cual ella no investiga un campo propio de la realidad. Si se trata de una realidad empírica, ella se halla repartida entre las ciencias especiales; si se trata de una realidad no empírica, trascendente, no puede ser objeto del conocimiento. Los objetos tradicionales de la metafísica, un ser absoluto y también valores y normas absolutos, no pueden proporcionar un ámbito científico propio, pues las cuestiones y afirmaciones relacionadas con ellos no tienen ningún contenido objetivo; son únicamente pseudocuestiones y pseudoproposiciones (Kraft, V. El Círculo de Viena, Madrid 1977, Taurus, p. 204-208).
12 En el pragmatismo, afirma James, lo verdadero es sólo lo ventajoso, de igual forma que lo justo es sólo lo ventajoso en el modo de conducir” (James, W. El significado de la verdad, Aguilar, Buenos Aires 1980, p. 29-30). Así, el pragmatismo sería, pues, en primer lugar, un método y, en segundo, una teoría genética de lo que se entiende por verdad (James, W. Pragmatismo, Aguilar, Buenos Aires 1973, p. 65);
13 En la opinión de Bunge, para que el saber sea científico, no basta que sea verdadero. En cambio, debe-se saber cómo se ha llegado a saber, o a presumir, que el enunciado en cuestión es verdadero. Debe-se ser capaz de enumerar las operaciones (empíricas o racionales) por las cuales se verifica (confirma o desconfirma) de una manera objetiva, al menos en principio. Afirma: “quienes no deseen que se exija la verificabilidad del conocimiento deben abstenerse de llamar «científicas» a sus propias creencias, aun cuando lleven bonitos nombres compuestos con raíces griegas. Se les invita cortésmente a bautizarlas con nombres más impresionantes, tales como reveladas, evidentes, absolutas, vitales, necesarias para la salud del Estado, indispensables para la victoria del Partido, etcétera (Bunge M. La ciencia, su método y su filosofía, Buenos Aires 1972, Siglo Veinte, p. 62.)
14 Para Abellán, la mística se puede estudiarse desde la actividad filosófica y como una variedad muy característica y peculiar de la misma. Con Menéndez Pelayo afirma en los siguientes términos: “El místico, si es ortodoxo, acepta esta teología [la católica], la da por supuesto y base de todas sus especulaciones, pero llega más adelante: aspira a la posesión de Dios por unión de amor y procede como si Dios y el alma estuviesen solos en el mundo. Este es el misticismo como estado del alma, y su virtud es tan poderosa y fecunda que de él nacen una teología mística y una ontología mística en que el espíritu, iluminado por la llamada de amor, columbra perfecciones y atributos del ser al que el seco razonamiento no llega; y una psicología mística que descubre y persigue hasta las últimas raíces del amor propio y de los afectos humanos, y una poesía mística que no es más que la traducción en forma de arte de todas estas teologías y filosofías animadas por el sentimiento personal y vivo del poeta que canta sus espirituales amores” (Abellán, J. L Historia del pensamiento español. De Séneca a nuestros días, , Madrid 1996, Espasa, p. 245-246).
15 Mosterín, J. Racionalidad y acción humana, Madrid 1978, Alianza, p. 17-23;
Olivé, L.Racionalidad, objetividad y verdad, en L. Olivé (ed.), Racionalidad epistémica, Trotta-CSIC, Madrid 1995, p. 94-95.
16 Malinowski, B. Magia ciencia y religión, Madrid 1978, Guadarrama, p.26-27;
Wartofsky, M. W. Introducción a la filosofía de la ciencia, Madrid 1973, Alianza, vol. I, p. 70-71.
17 James, W. Pragmatismo, Aguilar, Buenos Aires 1973, 5ª ed., p. 169.
18 Tradicionalmente, desde Aristóteles, se considera que son tres las leyes generales del pensamiento. Estos primeros principios (principios indemostrables), que rigen la actividad correcta del pensar, son los principios: de identidad, de la no contradicción y del tercero excluso (Aristóteles. Metafísica (XI, 5), Espasa Calpe, Madrid 1988, p. 279-280).
19 En las distintas manifestaciones de dualismo, total o parcial, los pares de elementos opuestos se expresan en un dado sistema. Las dualidades más conocidas son: caliente-frío, «seco-húmedo», «limitado-ilimitado» (en los presocráticos), luz-oscuridad, mundo visible-mundo inteligible (en Platón), materia-forma, acto-potencia (en Aristóteles), sujeto-objeto, mente-cuerpo (en la tradición occidental). Estas dualidades son a veces constitutivos básicos del mundo, o bien aspectos formales fundamentales de un sistema metafísico(Guthrie, W.K.C. Historia de la filosofía griega, Madrid 1984, Gredos, vol. I, p. 242).
20 Bachelard, G. O novo espírito científico, Lisboa 1996, Edições 70 Lda. , ps. 10/101.
21 Bachelard, G. O novo espírito científico, o.c. , p. 18.
22 Lefebvre, H. Lógica formal Lógica dialéctica, Madrid 1975, Siglo XXI de España Editores. 5ª ed., p. 26-30.
23 Gell-Mann, M. El Quark y el Jaguar, Barcelona 1998, Editorial Tusquets, p. 198.
24 Hawking, S. W. Historia del Tiempo, Barcelona 1999, Editorial Drakontos, p. 40. - Fórmula de la convertibilidad de la energía: E = mc², donde “E” es la energía, “m” es la masa, y “c” la velocidad de la luz).
25 Fourez, G. La construcción del conocimiento científico: Filosofía y ética de la ciencia, Madrid 1994, Editorial Narcea, p. 181.
26 Para Ortega y Gasset, la realidad, vista desde única perspectiva, resulta un concepto absurdo. Toda perspectiva que pretende ser la única resulta falsa. Así, concluye que la filosofía, hasta ahora, ha sido utópica, ya que cada sistema ha pretendido valer para todos los tiempos y para todos los hombres. Sin embargo, la realidad, como un paisaje, tiene infinitas perspectivas, todas ellas igualmente verídicas y auténticas. Por lo tanto, desde la doctrina del punto de vista, exigese que cada sistema vaya articulado con otros sistemas futuros o exóticos. Así, “la razón pura tiene que ser sustituida por una razón vital, donde aquélla se localice y adquiera movilidad y fuerza de transformación” (Ortega y Gasset, J. “El tema de nuestro tiempo”, en Obras completas, vol. III, Madrid 1966-69, Revista de Occidente, p. 201).
27 Morin, E. El Método IV - Las ideas, Madrid, 1992, Edit. Cátedra, p. 202.
28 Panikkar, R. La intuición cosmoteándrica, Madrid 1999, Editorial Trotta, p.89.
29 Juan Pablo II. Fides et Ratio, Madrid 1998, Ed. San Pablo, 2ª ed. , p. 7/30.
30 Hawking, S. W. Historia del Tiempo, Barcelona 1999, Editorial Drakontos, p. 85.
31 Gregori, W. Capital Intelectual e Administração Sistémica - Um manual de jogos de inteligência, mercado e poder, São Paulo 2000a, Pancast Editora, p. 20.
32 Gregori, W. Cibernética Social I, São Paulo 1984, Editora Cortez, p. 42.
33 Gregori, W. Cibernética Social I, o. c., p. 43.
34 Gregori, W. Cibernética Social I, o.c., p. 46 .
35 Gregori, W. Cibernética Social I, o. c. p. 46.
36 En el pensamiento de Warrat, el convivir humano nunca fue totalmente pacífico, sino que enmarcado por el enfrentamiento de diversos sectores, en todos los tiempos. Además, éste es uno de los factores, innegablemente, promotores de las transformaciones habidas en las sociedades humanas. Así, se percibe, por ejemplo, que la convivencia entre amos y esclavos, sea en la antigüedad sea en tiempos más recientes, nunca fue tranquila; tampoco entre señores y siervos de la gleba, de los señores feudales y burgueses, o entre los burgueses y proletarios, etc.( Warrat, L. A. Lenguaje y definición jurídica, Buenos Aires 1973, Cooperadora de Derecho y Ciencias Sociales, p. 27).
37 Lo que se presenta en el cuadro es un resumen de las características, metas, tipo de comunicación teórica (discurso despistador) y comunicación factual (acciones) utilizadas en el juego triádico. Se trata de subgrupos negativos o desproporcionales y sus trucos (Gregori, W. Construçao familiar-escolar dos 3 cerebros, Belo Horizonte 2000, Editora Luz, p. 166-167).
38 Damásio, A. O mistério da consciência - Do corpo e das emoções ao conhecimento de si, São Paulo 2000, Companhia das Letras, p. 43.
39 Damásio, A. O erro de Descartes - Emoção, razão e o cérebro humano, São Paulo 1996, Companhia das Letras, p. 117.
40 El valor numérico de la media y extrema razón es 1+Ö5/2 =1,618. Esta es la expresión aritmética de la sección áurea o número de oro, la razón con la cual se establece la «divina proporción», la función estética, armónica, rítmica, simétrica, etc. entre los términos relacionados (Ghika, M. C. Estética de las proporciones en la naturaleza y en las artes, Barcelona 1983, Poseidón,3ª Ed., p. 24-29; Nota en la p 74).
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