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La construcción del Sistema Nacional de Coordinación Fiscal: Poder y toma de decisiones en una esfera institucional

Dr. Rigoberto Soria Romo

 

 

PARTE I LA VÍA DE LOS ESTUDIOS ORGANIZACIONALES HACIA LA ESFERA INSTITUCIONAL

LA TOMA DE DECISIONES EN EL ANÁLISIS ORGANIZACIONAL Y LA POLÍTICA PÚBLICA


La racionalidad limitada y las decisiones programadas: Simon y March


A mediados de la década de los cuarenta, Simon (1957) cuestiona el modelo de elección racional desde diversos frentes. En primer lugar Simon critica los supuestos que dotan al homo economicus de un sistema bien organizado y estable de preferencias y una capacidad que le permite calcular los efectos de su elección para todos los cursos de acción posibles y seleccionar la que le permite un resultado óptimo (Simon, 1955: 99). Esto, señala Simon reiteradamente, es evidentemente imposible lo que representa “una desviación muy importante del comportamiento real” (Simon, 1957).
Para Simon existen varios límites al comportamiento racional. En primera instancia la imperfección del conocimiento, ya que el ser humano "sólo tiene un conocimiento fraccionado de las condiciones que rodean a la acción y una ligera perfección de las regularidades y de las leyes que le permitirán deducir las consecuencias futuras a partir del conocimiento de las circunstancias presentes" (Simon, 1957: 78). Este hecho plantea un difícil problema práctico para la administración, al que se ha tratado de enfrentar dando por sentado que quien toma una decisión es capaz de aislar un número limitado de variables y una serie limitada de sus consecuencias, es decir, las que están mas estrechamente relacionadas con la decisión por su causa y su temporalidad.
Un segundo límite es la imposibilidad de anticipar las consecuencias de los cursos de acción deseados. Esta valoración esta limitada en su exactitud y consistencia ya que, al pertenecer al futuro, el individuo la debe suplir con su experiencia (Simon, 1957:80). Un tercer límite es que la imaginación de las personas tampoco llega a concebir todos los modelos probables que el individuo pudiera emprender, por los que tampoco los valora, ya que no se reconoce que sean consecuencias posibles de las alternativas disponibles del comportamiento (Simon, 1957: 81 ). Simon enfatiza que "los límites de (la) racionalidad son variables. Lo más importante de todo es que la conciencia de esos límites puede, por sí misma, alterarlos" (1957: 40). En los años siguientes estos desarrollos fueron formalizados e incorporados bajo el concepto de información imperfecta y asimétrica, que ha sido la base de posteriores desarrollos en la toma de decisiones y en la teoría económica en general (Simon y asociados, 1986).
A esta visión del comportamiento del homo economicus se contrapone otra perspectiva, igualmente extrema, de la psicología social basada en Freud que trata de reducir todo comportamiento al afecto y a los sentimientos, rechazando que las personas no son tan racionales como creen ser (Simon, 1957: xxii).
Entre estos extremos Simon plantea al ‘hombre administrativo’ como alternativa para estudiar el comportamiento en las organizaciones o en la teoría de la administración
... es en el ámbito en que el comportamiento humano trata de ser racional, aunque lo consiga solo de una manera limitada, donde hay un lugar para una auténtica teoría de la organización y de la administración (Simon, 1957: xxii).
.... Lo que constituye la preocupación central de la teoría administrativa es el límite entre los aspectos racionales y no racionales del comportamiento social humano. La teoría administrativa es, particularmente la teoría de la racionalidad intencionada y limitada, del comportamiento de los seres humanos que ‘se dan por satisfechos’ porque no tienen la inteligencia necesaria para conseguir el máximo (Simon, 1957: xxiii, cursivas y entrecomillado del autor).
En otras palabras para Simon la tarea es reemplazar la racionalidad global del homo economicus con un comportamiento intencionalmente racional compatible con las posibilidades reales de acceso a la información existente y las capacidades de procesamiento en las personas, las organizaciones y en sus respectivos entornos.
Aparece entonces un concepto central en Simon, la racionalidad limitada. Este es, en términos simples, un concepto según el cual
... ningún individuo puede tener todo el conocimiento de los elementos de conjunto de una situación, ni de todas las consecuencias de los actos que pueda emprender, ni de todas las opciones posibles, y así sucesivamente. Pues la elección o la decisión se hacen en un contexto y en el marco de un proceso que a menudo depende mucho más de las formas habituales de funcionar que de análisis exhaustivos y racionales: esta elección no puede ser la mejor decisión, sino sólo la más satisfactoria en dichas circunstancias, entre varias opciones posibles (Aktouf, 1998: 255).
La elección racional es un modelo normativo que, en su lógica, no requiere una teoría de la conducta humana pues prescribe como debiera comportarse la gente no como efectivamente lo hace. Por lo anterior se postula que no es necesaria una teoría del proceso de comportamiento de las personas en las organizaciones. Por otra parte, el modelo supone la existencia de competencia, lo que implica que sólo quien actúe racionalmente puede sobrevivir (Simon, 1970: 19), por lo que la competencia es una presión hacia las personas que las obliga a actuar racionalmente. Este modelo es capaz de dar cuenta del comportamiento en economías que son relativamente estables y en situaciones de equilibrio competitivo, pero en casos de incertidumbre y de competencia imperfecta se requiere un modelo de racionalidad limitada.
La racionalidad limitada se caracteriza por dos conceptos: búsqueda y satisfacción (Simon, 1979: 502-503). Si el tomador de decisiones no conoce las alternativas de inicio, entonces él debe de buscarlas mediante un proceso de aproximaciones sucesivas hasta encontrar la alternativa más satisfactoria o buena, para la situación dada y el nivel de aspiraciones previamente fijado. Este proceso se realiza con una cantidad razonable de cálculos y utilizando información muy incompleta con mecanismos de adaptación y aprendizaje, siguiendo criterios y reglas relativamente sencillos y manejables que no exigen imposibles a su capacidad de pensamiento. El modelo de racionalidad limitada es más rico que el modelo de elección racional porque no sólo trata del equilibrio, sino también de la manera de alcanzarlo. También se denomina modelo de racionalidad procesal porque es resultado de una deliberación apropiada, de un proceso de razonamiento (Simon, 1986: 135).
Simon cita al menos dos ascendentes intelectuales del modelo de racionalidad limitada o procesal: por una parte el institucionalismo asociado a John R. Commons en la teoría económica, que incorpora las estructuras sociales y legales en las cuales se realizan las transacciones económicas (Simon, 1979: 499) y propone la transacción como unidad de análisis. Commons fue una influencia importante en la elaboración del Comportamiento administrativo de Simon tanto directamente como a través de Barnard y su obra The functions of the executive (Simon, 1979: 500). Una segunda fuente de inspiración en lo que se refiere al proceso de búsqueda de satisfacción tiene sus raíces en las teorías psicológicas de base empírica desarrolladas por Lewin y otros relativas a ‘niveles de aspiración’, que no son estáticos, sino que suben o bajan en función de las experiencias cambiantes (Simon, 1979: 503).
Para resumir, Simon rechaza el modelo de elección racional y el homo economicus y propone como alternativa la adopción del modelo de racionalidad limitada caracterizado por la existencia de un hombre administrativo con necesidad de buscar alternativas de decisión, la sustitución de resultados máximos u óptimos por soluciones satisfactorias y el uso de mecanismos de aprendizaje y adaptación utilizando la información disponible. De esta manera, Simon sostiene a la decisión como centro del proceso de comportamiento. Este postulado relanzará el pensamiento administrativo hacia nuevas concepciones donde la organización deviene más específicamente un lugar en el que coexisten, se cruzan y entrecruzan constantes procesos de reconocimiento del problema, búsqueda de soluciones, de opción y decisión.
Desde un principio y en lapso muy breve, su escuela pretende superar la doctrina de la racionalidad absoluta (one best way), pero conserva intacto lo esencial de sus premisas básicas (Aktouf, 1998): la decisión como elemento fundamental; la concepción de toda acción como combinación de medios y fines; la preeminencia de la racionalidad, así sea limitada, por lo que, admite Simon, en el largo plazo pudiera coincidir un proceso de selección con aspiraciones dinámicamente adaptables con la elección óptima (Simon, 1979: 503), a lo que se agrega la concepción formalista jerarquizada de la organización.
Como complemento del modelo de racionalidad limitada, años después March y Simon (1961) dividen las decisiones que se toman en una organización en decisiones programadas y decisiones no programadas. Las primeras son:
... situaciones en las cuales un estímulo relativamente sencillo pone en marcha un programa elaborado sin ningún intervalo aparente de búsqueda, solución de problemas o elección .... Esas situaciones suponen una gran parte del comportamiento de todas las personas y casi todo el comportamiento de personas en posiciones relativamente rutinarias (March y Simon, 1961: 156).
Se considera comportamiento rutinizado al "conjunto de actividades según el grado en que la elección haya sido simplificada por el desarrollo de una respuesta fija a estímulos definidos" (March y Simon, 1961: 157). Correlativamente, cuanto mayor es la repetibilidad, predecibilidad y estandarización de la situación, mayor posibilidad de construir programas de actividades para la toma de decisiones. Las decisiones no programadas se utilizan para enfrentar situaciones inéditas o para instrumentar procesos mediante los cuales "se descubren, elaboran e instituyen nuevos programas" (March y Simon, 1961 : 211); se realizan actividades de búsqueda y se evalúan nuevas propuestas. De acuerdo con estos autores, la mayor parte del comportamiento en las organizaciones está gobernada por la toma de decisiones programadas.
El modelo de decisiones programadas y no programadas de March y Simon (1961) corresponde en términos generales al denominado proceso organizacional planteado por Allison (1969). En términos de éste modelo el gobierno no es monolítico, como lo plantea la racionalidad absoluta, sino que consiste en un "conglomerado de organizaciones semifeudales, débilmente enlazadas, cada una con su propia vida" (Allison, 1969: 137). Dichas organizaciones operan a través de rutinas o reglas de acción, plasmadas en programas operativos estándar, que son iniciadas por los dirigentes de las organizaciones gubernamentales. Para atender las múltiples facetas de los asuntos, éstos se dividen o fraccionan y se distribuyen entre diversas organizaciones, la principal de las cuales conserva la mayor parte del poder para evitar la parálisis gubernamental. .           
 


 

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