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Dr. Rigoberto Soria Romo
PARTE I LA VÍA DE LOS ESTUDIOS ORGANIZACIONALES HACIA LA ESFERA INSTITUCIONAL
La perspectiva posmoderna del poder
Este enfoque se asocia con Michel Foucault y otros autores (Clegg, 1989: 155). Foucault distingue tres tipos de poder: a) poder disciplinario, definido como una técnica para producir efectos estratégicos buscados sobre diversos individuos y colecciones de individuos; b) bio-poder, considerado como el conjunto de técnicas orientadas a la subyugación de los cuerpos y al control de la población en general y; c) poder soberano, definido como aquel asociado al aparato del Estado como una organización compleja.
Para este trabajo la primera definición, el poder disciplinario, es la relevante y para Foucault es la dominante desde el siglo XIX hasta la actualidad. Este poder se asocia a la política, no sólo en el sentido formal, sino a la política que se da en la vida diaria. Los desarrollos de Foucault tiene su base en Maquiavelo (2001), quien plantea su concepción del poder como estrategia, que surge de alianzas, agrupamientos y reagrupamientos, posicionamientos y reposicionamientos; resistencia y contrarresistencia; como una expresión inestable que obedece a las contingencias y eventos siempre cambiantes y como una microfísica del poder.
El poder disciplinario es una tecnología integrada por estrategias y tácticas concretas, mismas que se acompañan de discursos que se pretenden imponer como verdades. Esta tecnología atraviesa el conjunto de las relaciones sociales, produciendo efectos de dominación. Éste no se encuentra fijo ni localizado, ni es propiedad de algunos individuos, clases o instituciones. Se difunde en la vida cotidiana por medio de diversos mecanismos y prácticas sociales (Guerrero, 2000).
El uso del poder provoca resistencia, que es su otra cara, generando una dialéctica que se ubica en el centro de la organización y sirve para demostrar la necesidad del poder y su utilización. Las resistencias se forman en el lugar preciso en que se ejercen las relaciones de poder. La resistencia surge con el poder y es consustancial al mismo, sus formas son variadas, pudiendo ser individuales o colectivas, pacíficas o violentas, espontáneas u organizadas, de corto o largo alcance. Lo principal es que son respuestas específicas a micropoderes concretos, que actúan interrelacionados como estrategias del poder (Guerrero, 2000).
Para Foucault no existe un poder central, que tenga solamente como referente lo político. Las formas y prácticas del poder son múltiples. Para él todo poder es un modo o manera de acción de unos sobre otros. Se ejerce el poder en la medida de que unos individuos sean capaces de "gobernar y dirigir las conductas" de los otros, siendo ésta la forma más lograda del poder (Cevallos, 1994).
Para Foucault la ideología, intención y voluntad de los poderosos no son lo importante, sino las prácticas y los dispositivos tecnológicos de dominación, los puestos y funciones sociales que desempeñan los individuos y desde los cuales ejercen y reproducen las prácticas del poder, es decir la microfísica del poder (Guerrero, 2000; Cevallos, 1994).
Para Foucault el poder y el saber están relacionados dialécticamente, ya que toda forma de poder conlleva un discurso que lo legitima y reproduce. El ejercicio del poder es, en cierta medida, la producción de discursos que se vuelven verdades incuestionables. El discurso es una forma específica de poder y éste institucionaliza el saber. Pero el saber no es sólo legitimación, sino además es la producción de mecanismos efectivos de formación y acumulación de saber, métodos de observación, técnicas de registro, procedimientos de indagación y aparatos de verificación.
Para sintetizar, Foucault critica los principales postulados de las perspectivas funcionalista y crítica que se refieren al poder como propiedad, como localización, como subordinación, como legalidad y como modo de acción. En el primer caso Foucault dice que el poder no se posee, sino que se ejerce. No es una propiedad sino una estrategia, algo que está en juego. El segundo postulado ubica al poder en el Estado, ante lo que Foucault sostiene que el poder no tiene un lugar privilegiado sino que se encuentra en toda la sociedad y en la vida cotidiana. El tercer postulado señala que el marco jurídico es la expresión del poder del Estado, mientras que a la ley, Foucault la concibe como el ejercicio actual de unas estrategias, que entre otras cosas, gestionan diferentes órdenes de ilegalidad.
El último postulado sostiene que el poder actúa a través de mecanismos represivos e ideológicos, pero Foucault insiste, por el contrario, por una imagen positiva del poder. Lo que lo vuelve positivo es su producción de deseos, prácticas, efectos, saberes, controles, necesidades, regulaciones del cuerpo social. No es el antónimo de un poder negativo que todo lo prohíbe, censura y reprime. No es que la ley exista para, mediante la prohibición, destruir, sino que su función es la de reproducir el poder acorde a las relaciones de dominación y explotación existentes socialmente.
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