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Dr. Rigoberto Soria Romo
PARTE I LA VÍA DE LOS ESTUDIOS ORGANIZACIONALES HACIA LA ESFERA INSTITUCIONAL
El poder desde la perspectiva crítica
Esta concepción tiene su matriz en los trabajos de Max Weber de principios del siglo XX. Para este enfoque, el poder es una relación, generalmente asimétrica, que implica al mismo tiempo, dominación y resistencia. El poder se ejerce sobre personas o grupos y se utiliza para resolver conflictos, conciliar intereses y negociar los equilibrios al interior de la organización. El poder también implica dependencia con diferentes grados de autonomía relativa. A diferencia del enfoque funcionalista, el poder no se determina por los atributos de los actores, no es un poder para, sino un poder sobre personas o grupos.
Para este enfoque, las relaciones de poder en la organización se asocian no sólo a su estructura formal, sino que se encuentran enraizadas también en su estructura informal y se determinan por las relaciones de propiedad, posesión y control de los medios de producción y son mediadas por el conocimiento, la creatividad, la discreción, la posibilidad y la capacidad y habilidad de gestión de los actores. Otra característica de esta perspectiva es que el poder se define en términos de su intención en la cual una acción se considera un acto de poder si y solo si esta concebida para lograr efectos deseados, aunque no se descarta que dicha acción genere efectos no deseados o buscados (Clegg, 1989: 73).
Weber: el poder y la dominación. El enfoque crítico del poder se asocia a Weber, el cual tiene sus bases metodológicas en los ‘tipos ideales’ (Weber, 1977). Un tipo ideal es una abstracción, una construcción intelectual, una utopía que se elabora acentuando en el pensamiento datos y hechos reales, pero que difícilmente se encuentran en su expresión pura. Los tipos ideales sirven para formar conceptos singulares, que comparados con el mundo real, ayudan al estudio y comprensión de situaciones históricamente verificables (Aktouf, 1998: 92; Hekman, 1999).
En términos de Weber (1977: 752): “los ‘tipos puros’ (o ideales) deberán ser considerados como casos límite indispensables y en especial valiosos para el análisis, casos entre los cuales la realidad histórica, manifestada casi siempre en formas mixtas, se ha movido y aún se mueve”. Algunos conceptos básicos planteados por Weber que surgen de sus tipos ideales son, entre otros, poder y dominación. De acuerdo con Weber, citado por Barenstein (1982) “poder significa la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad” (Weber, 1977: 43).
La base de ese poder puede ser cualquiera y en un sentido tan amplio que incluso abarque fenómenos como la hipnosis (Barenstein, 1982). Weber habla entonces de dominación, como un caso especial del poder: “Por dominación debe entenderse la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido entre personas dadas” (Weber, 1977: 43).
Para Weber, la dominación es una relación, y como tal debe tener continuidad y, si no se ejercita, no existe. Weber establece diversos tipos de dominación, cada uno de los cuales se asocia con una estructura sociológica fundamentalmente distinta del cuerpo y de los medios administrativos, instrumento mediante los cuales se ejerce. Estos tres tipos ideales son denominados por Weber como:
... dominación legal en virtud de estatuto. Su tipo más puro es la dominación burocrática. Dominación tradicional “en virtud de creencia en la santidad de los ordenamientos y los poderes señoriales existentes desde siempre”. Su tipo más puro es la dominación patriarcal. Por último, la dominación carismática “en virtud de devoción afectiva a la persona del señor y a sus dotes sobrenaturales (carisma) y, en particular: facultades mágicas, revelaciones o heroísmo, poder intelectual u oratoria ... Sus tipos más puros son el dominio del profeta, del héroe guerrero y del gran demagogo” (Weber, 1977: 711).
La dominación, para que sea estable, debe darse al interior de una asociación. En el tratamiento de Barenstein (1982):
... por asociación debe entenderse una relación social con una regulación limitadora hacia afuera cuando el mantenimiento de su orden está garantizado por la conducta de determinados hombres, destinada en especial a ese propósito: un dirigente y, eventualmente, un cuadro administrativo (Weber, 1977: 39).
Una asociación es, entonces, un tipo de relación social con límites concretos, con un orden interno y con una especificidad funcional interna, en el sentido de que se diferencia una parte del contenido de esa asociación para mantener el orden establecido (Barenstein, 1982: 25). Finalmente, Weber (1977: 43) señala que: “... existe asociación de dominación cuando sus miembros están sometidos a relaciones de dominación en virtud del orden vigente”.
De lo anterior se desprenden algunas consideraciones. En primer lugar, en Weber existe una teoría de la organización representada por su concepto de asociación y su liga con los tipos ideales de dominación. Una asociación es una forma de dominación, es decir, una organización donde se ejerce el poder bajo ciertas bases y estructuras, cuyos ‘tipos puros’ son la dominación legal, la tradicional y la carismática.
En segunda instancia, los desarrollos actuales, no funcionalistas, acerca del poder en la organización, son herederos de los conceptos weberianos, donde el poder y la dominación se visualizan como una relación entre dos personas o grupos al interior de una asociación, es decir una organización, que debe tener continuidad y vigencia para ser efectiva y no depende de la persona, ni de sus recursos, ni sus atributos. Además debe ser una asociación de dominación legítima, es decir estable ya que una asociación que no sea de dominación es relativamente inestable (Barenstein, 1982: 26).
En tercer lugar, en la asociación de dominación, al igual que en la organización, coexiste un titular de la misma, es decir, una cúspide de la jerarquía organizacional, con un conjunto de súbditos y un cuadro administrativo, o de mandos superiores e intermedios, que es el aparato mediante el cual se ejerce.
Para este enfoque el poder, la dominación y su ejercicio no son exclusivos de la estructura formal de la organización, ya que se reconocen también asociados a la estructura informal y adquieren legitimidad e inclusive son funcionales a la organización en la resolución de conflictos, el establecimiento de balances y la combinación de intereses a su interior. Esto marca una diferencia fundamental con la perspectiva funcionalista del poder.
Los desarrollos de Crozier y Friedberg. Una teoría del poder específicamente desarrollada para las organizaciones, con base weberiana, es la de Crozier y Friedberg. Para estos autores una organización es primordialmente
... el reino de las relaciones de poder, de influencia, de regateo y de cálculo donde las relaciones conflictivas no se ordenan según un esquema lógico integrado; (sino que) para muchos actores, son el medio de manifestarse y de pesar sobre el sistema y sus agremiados aunque sea de manera totalmente desigual ... (Esto es así porque el hombre) ... antes que nada es una cabeza, es decir, una libertad, o, dicho en términos más concretos, un agente autónomo capaz de calcular y de manipular, que se adapta e inventa en función de las circunstancias y de los movimientos de sus agremiados (Crozier y Friedberg, 1990: 39).
En toda organización el actor individual dispone de autonomía relativa, de un margen de libertad irreductible, es decir tiene poder relativo. Con base en esa autonomía puede tomar las oportunidades que se le presentan en el marco de las restricciones inherentes de la organización. Esta elección nunca es totalmente previsible, por lo que no está absolutamente determinada y siempre tiene un elemento de contingencia.
Un segundo concepto clave para Crozier y Friedberg es el de poder, que:
... en el plano más general, implica siempre la posibilidad, para algunos individuos o grupos, de actuar sobre otros individuos o grupos... actuar sobre el prójimo es entrar en relación con él; y es en esta relación donde se desarrolla el poder de una persona A sobre una persona B ... El poder es, pues, una relación y no un atributo de los actores (Crozier y Friedberg, 1990: 55).
En este enfoque el poder tiene varias características: es una relación de intercambio, y por lo tanto de negociación; es una relación instrumental y no transitiva y finalmente, es una relación recíproca pero desequilibrada. Es una relación de fuerza de la cual uno puede sacar más ventaja que el otro, pero en la que, del mismo modo, el uno no está totalmente desvalido frente al otro. Esta conceptualización es un notable desarrollo de la teoría weberiana del poder y la dominación.
Para Crozier y Friedberg (1990: 46-48), el poder se ejerce en el contexto de una estrategia la cual es un comportamiento que siempre presenta dos aspectos: uno ofensivo, que es aprovechar las oportunidades para mejorar su situación, y otro defensivo que consiste en mantener y ampliar su margen de autonomía y por ende su capacidad de actuar. Para estos autores, las características estructurales de una organización delimitan o restringen el ejercicio del poder entre sus miembros y definen las condiciones en las que éstos pueden negociar entre sí. La organización permite el desarrollo de relaciones de poder y les da un carácter permanente.
De igual forma destacan algunas características organizacionales ligadas al ejercicio del poder como las zonas de incertidumbre que se desarrollan alrededor de las relaciones entre una organización y sus entornos; el control de la comunicación y de la información en la organización y la existencia de reglas organizativas
Crozier y Friedberg establecen como conclusión que:
... estudiar una organización desde el punto de vista de las relaciones de poder a través de las cuales los actores organizativos manipulan las zonas de incertidumbre con que cuentan para negociar continuamente su propia buena voluntad y para imponer, en la medida de lo posible, sus propias orientaciones a otros actores, nos revela una segunda estructura de poder, paralela a la que el organigrama oficial codifica y legitima ... (con esto) permite situar y comprender las ‘anomalías’ y el ‘distanciamiento’ que continuamente se observan entre la fachada oficial de una organización y los procesos reales que caracterizan su funcionamiento. Esta estructura de poder constituye, de hecho, el verdadero organigrama de la organización, si se completa, se corrige e incluso se anulan las prescripciones formales (Crozier y Friedberg, 1990: 75).
Esta idea de asociar poder con estrategia se puede rastrear a Maquiavelo, que concibe al poder como estrategia, negociación, fraude y mito (Clegg, 1989: 30). Los planteamientos acerca del poder de Crozier y Friedberg, se complementan con los desarrollos respecto al mismo tema de Galbraith, que también tiene una clara base weberiana.
El poder según Galbraith. John Kenneth Galbraith, partiendo de la economía plantea una concepción del poder basada en Weber. Este autor señala que “la economía, divorciada de toda consideración del ejercicio del poder, carece por completo de significado y, ciertamente, no tiene pertinencia” (Galbraith, 1986: 11). Se considera que la inclusión de una visión económica del poder, desarrollada por un economista de vasto conocimiento y experiencia, complementa la perspectiva crítica sobre el tema.
Galbraith (1986: 18-22), citando a Weber desarrolla su concepto de poder. El autor señala que existen tres tipos de poder: el condigno, el compensatorio y el condicionado. El primero es aquel que gana la sumisión mediante la habilidad para imponer una alternativa a las preferencias del individuo o grupo que sea lo suficientemente desagradable o doloroso, de modo que tales preferencias sean abandonadas. El poder condigno logra la sumisión inflingiendo o amenazando con el uso de la fuerza física, económica o emocional, que lleva consecuencias apropiadamente adversas, de tal modo que renuncia a buscar su propia voluntad o preferencia con objeto de evitarlo.
El poder compensatorio, por su parte, logra la sumisión a través de la oferta de una recompensa, concediendo algo que tiene valor para el individuo que se somete. En la economía moderna, la expresión más importante del poder compensatorio, consiste en el pago de dinero por servicios prestados, lo que equivale a rendir sumisión a los propósitos económicos o personales de otros. Este tipo de poder ofrece al individuo una recompensa o pago lo suficientemente ventajoso para que él (o ella) renuncie a perseguir su propia preferencia a cambio de la recompensa. En otras palabras, el poder compensatorio logra la sumisión por la promesa o realidad de un beneficio. Es un aspecto común tanto del poder condigno como del compensatorio, que el individuo que se somete se da perfecta cuenta de su sumisión, en el primer caso, porque está compelido a hacerlo, y en el otro, por la recompensa en contraprestación.
Por su parte, el poder condicionado se ejerce cambiando la creencia, aplicando la persuasión, educación o el compromiso social a lo que parece natural, apropiado o correcto, por lo que hace que el individuo se someta a la voluntad de otro u otros. La sumisión refleja el curso preferido; el hecho de tal sumisión no se reconoce. El poder condicionado es subjetivo:
... ni quienes lo ejercen ni los que se hallan sujetos a él, necesitan darse cabal cuenta de que se está ejerciendo. La aceptación de autoridad, la sumisión a la voluntad de otros, se convierte en la más alta preferencia de quienes se someten. Esta preferencia puede ser deliberadamente cultivada, bien sea por persuasión o por educación ... Este es acondicionamiento implícito (Galbraith, 1986: 39-40).
Las fuentes principales de estos tipos de poder son: la personalidad, en relación con el poder condigno; la propiedad, incluyendo el ingreso disponible, en lo que respecta al poder compensatorio y la estructura en lo relativo al poder condicionado. En las sociedades modernas, la organización es la fuente de poder más importante y tiene una relación estrecha con el poder condicionado. Cuando se busca o se ejerce el poder, se requiere la existencia de una estructura y una organización. De ella proviene la persuasión necesaria y la sumisión resultante a sus propósitos.
Para Galbraith existe una dialéctica del poder, es decir fuerzas que lo contrarrestan, estableciéndose una relación asimétrica entre las mismas. Coincidiendo en este punto con Crozier y Friedberg, Galbraith manifiesta (Galbraith, 1986: 87):
... esta resistencia es parte tan integrante del fenómeno del poder, como su ejercicio mismo. Si fuera de otro modo, el poder podría extenderse indefinidamente y todo quedaría sujeto a la voluntad de aquellos mejor equipados para su uso
Desde una perspectiva histórica, a cada etapa de desarrollo corresponde un tipo o instrumento de poder utilizado en forma predominante: en la época feudal el poder condigno era el más utilizado (Foucault, 1976; Cevallos, 1994) ya que se basaba más en la personalidad de los reyes y los señores feudales; con el desarrollo del capitalismo comercial, y sobre todo del capitalismo industrial, la generalización de la economía monetaria, la compra del trabajo asalariado, entre otros factores, ocasionó que el poder compensatorio se convirtiera en predominante. Finalmente, con la consolidación del capitalismo industrial y el ascenso de la economía de servicios, los medios de comunicación, y la llamada globalización, el poder condicionado se convierte en el dominante, lo que se ha sofisticado aún más en la actualidad.
Se puede añadir que la perspectiva crítica del poder corresponde a la visión bidimensional planteada por Lukes (1984) ya que cuestiona el conductistismo de la visión pluralista o funcionalista y se centra tanto en el análisis de la toma de decisiones como en las no decisiones, en los asuntos tanto actuales como potenciales; en el conflicto observable, tanto si es abierto u oculto, que se genera a consecuencia de las contradicciones de los intereses de los actores políticos. Otros autores coinciden con esta corriente al considerar que el poder es una condición de una relación social (Knights y McCabe, 1999: 199).
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