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BIOECONOM�A

Juan Carlos Mart�nez Coll

 

1 - EL ESTADO DE LA CUESTI�N

1-e. Un Nuevo Enfoque.

Mientras que Sumner y los dem�s darwinistas sociales hab�an contemplado la evoluci�n social y econ�mica como un proceso de selecci�n natural de los mejores individuos, los an�lisis y discusiones que tienen lugar a partir de la II GH centran su atenci�n en las empresas como protagonistas de la lucha competitiva y sujetos a seleccionar. El inicio de este nuevo enfoque se encuentra en un articulo de Armen A. Alchian (1950). En aquellos a�os, impulsada por los keynesianos en general y por los economistas del Cambridge brit�nico en particular, se est� procediendo a una revisi�n critica de los supuestos m�s elementales de la teor�a econ�mica marginalista. Es en este contexto en el que el articulo de Alchian viene a poner en cuesti�n el que la regla de comportamiento de las empresas sea la maximizaci�n de beneficios.

No es posible decidir un comportamiento maximizador por dos motivos: la imposibilidad de prever determin�sticamente variables futuras y la incapacidad humana de resolver problemas complejos en los que se interrelacionen gran n�mero de variables, como los que implica la definici�n de un �ptimo. Ello nos empuja a "regresar a un tipo de an�lisis marshalliano combinado con las ideas esenciales de la selecci�n natural evolutiva darwiniana". El criterio de �xito y supervivencia de las empresas en un sistema econ�mico es la realizaci�n de beneficios: "Este es el criterio por el que el sistema econ�mico selecciona supervivientes: aquellas (empresas) que obtengan beneficios positivos ser�n las supervivientes; las que sufran p�rdidas desaparecer�n". Es el medio ambiente formado por el resto de las empresas el que determinar� que una de ellas, por muy err�neas y alejadas del �ptimo que hayan sido sus decisiones, obtenga o no beneficios. "Como en una carrera, el premio es para el relativamente m�s r�pido, incluso si todos los competidores son unos gandules. Incluso en un mundo de hombres est�pidos habr�a a�n beneficios".

Stephen Enke (1951), se muestra de acuerdo con Alchian en la imposibilidad de suponer un comportamiento maximizador de las empresas a corto plazo y en condiciones normales. Pero sugiere que, a largo plazo, como aquellas empresas cuyas pol�ticas son m�s deficientes van siendo sucesivamente eliminadas, el criterio de �xito es cada vez m�s elevado y, dada una suficiente intensidad de la competencia, s�lo sobrevivir�n aquellas empresas cuyo criterio de actuaci�n sea "el mejor". Por tanto, aunque realmente las empresas no pueden realizar un an�lisis maximizador, el economista puede leg�timamente suponer que las empresas act�an "como si" optimizaran. Ese "como si" nos remite a la vieja pol�mica biol�gica sobre el teleologismo de la evoluci�n a la que aludiremos con m�s detalle en el cap�tulo pr�ximo.

E. T. Penrose (1952. 1953) considera que el grado de adaptaci�n al medio ambiente alcanzado por las empresas es demasiado perfecto para poder ser considerado como la consecuencia de la selecci�n de comportamientos aleatorios. Mientras que en el proceso de selecci�n natural en la naturaleza hay un gran despilfarro de energ�a, el coste de la evoluci�n econ�mica (por bancarrotas, cierre de empresas ineficientes, etc.) es cualitativamente menor. Penrose considera tambi�n otra diferencia cualitativa en la intensidad de la competencia en la naturaleza y en la vida econ�mica. En efecto, la tendencia a la multiplicaci�n en los organismos biol�gicos es mucho mayor que en las empresas. En �stas la intensidad de la competencia est� determinada m�s bien por la gran eficiencia con la que los hombres de negocios adoptan decisiones a partir de informaciones obtenidas sobre las condiciones de un medio ambiente en r�pido y continuo cambio.

S. G. Winter. Jr. (1964. 1971) analiza con m�s detalle los mecanismos de herencia y variaci�n en las empresas encontrando un mayor isomorfismo con la naturaleza. Para Winter el equivalente econ�mico de los fenotipos son las decisiones de las empresas, mientras que los genotipos est�n formados por las "reglas de decisi�n" y por las "formas de organizaci�n", es decir, por la forma y criterios con los que se adoptan las decisiones y por la estructura intr�nseca que las condiciona. El mecanismo hereditario principal es la imitaci�n de las empresas con �xito, y la variaci�n se debe a imitaciones imperfectas, que pueden resultar m�s eficientes que el modelo, y a la investigaci�n mediante procesos de intento-error. Para sobrevivir, algunas empresas eligen la estrategia consistente en una continua investigaci�n de nuevos nichos, mientras que otras tratan simplemente de adaptarse a los ya existente, d�ndose en todo momento un equilibrio entre ambos tipos.  


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