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Juan Carlos Martínez Coll
1 - EL ESTADO DE LA CUESTIÓN
1-d. El Darwinismo Social
¿Como es posible que, a pesar de la fuerte influencia de A. Marshall sobre los posteriores desarrollos de la ciencia económica, el enfoque biológico fuera totalmente desechado por los economistas?
Desde la primera edición del Origen de las Especies, Herbert Spencer se convierte en ferviente defensor del darwinismo y de la posibilidad de su aplicación a la sociedad. Spencer, junto a A. Comte, es fundador de la Sociologia como ciencia, a la que impregna de una visión orgánica y evolutiva. Distingue entre las sociedades como superórganos y los individuos que la componen, y opina que la selección y evolución de éstos incide en el progreso de aquéllas. Eso lo condujo a rechazar cualquier mecanismo que se opusiera a los mecanismos naturales de lucha por la existencia supervivencia del más fuerte:
"La defensa por parte de Spencer del individualismo y del laissez faire lo llevó a propugnar la filosofía del darwinismo social. Sostenía que la rápida eliminación de los individuos ineptos de la sociedad mediante la selección natural beneficiaria biológicamente a la raza y que el Estado no debía hacer nada por aliviar la situación de los pobres, a los que consideraba como los menos aptos. Spencer mantenía también que la máquina económica marcha mejor si se deja a cada individuo que corra en pos de sus propios intereses y que, por tanto, el Estado no debe intervenir en la economía excepto para obligar a cumplir los contratos y para velar por que nadie invada los derechos de los demás. Creia que en la competencia resultante sobrevivirían las instituciones económicas y las empresas de negocIos más aptas." (E.I.CC.SS., art. Spencer, Herbert) .
Estas ideas fueron desarrolladas Por sus seguidores de la escuela del darwinismo social entre los que destacó el economista americano William Graham Sumner.
Sumner piensa que en las sociedades humanas los individuos compiten entre sí. Los que triunfan y alcanzan posiciones de poder, han sido seleccionados en esa lucha por ser más eficaces. Y ello se traduce en un aumento de la eficiencia global de la sociedad:
Las diferencias de clase resultan simplemente de los distintos grados de éxito con que los hombres aprovechan las oportunidades que se les ofrecen. En vez de esforzarse por redistríbuir las adquisiciones hechas entre las clases existentes, nuestro objetivo debe ser aumentar, extender multiplicar las oportunidades (sub. en el original) (...) Esta expansión no es una garantía de igualdad. Por el contrario, si hay libertad, algunos aprovecharán las oportunidades con entusiasmo y otros las desaprovecharán. Por tanto, cuanto, mayores sean las oportunidades, mas desigual será la fortuna entre estas dos clases de hombres. Así debe ser con toda justicia y toda razón. Si ampliamos las oportunidades aseguramos el crecimiento general y constante de la -civilización y el progreso de la sociedad por medio y a través de sus miembros mejores. (Sumner 1.883, 1.952)
Sumner parece considerar que la competencia y la selección sólo actúan para los que aspiran a puestos dirigentes. En la realidad, sea cual sea el medio en que se desarrolle la vida de un individuo, deberá resolver dificultades. Y esas dificultades no tienen por que ser mayores en la competencia por los puestos más elevados. El "padrino" de una banda mafiosa se ha expuesto sin duda a peligros mucho más graves para obtener y mantener su grado jerárquico que el juez que tiene capacidad para enviarlo a prisión. Además, Sumner valora éticamente con demasiada imprudencia -"con toda justicia y toda razón", "sus miembros mejores "los resultados de la selección cuando en la realidad para muchos individuos. la clave de su triunfo puede encontrarse en comportamientos socialmente indeseables como el crimen o el monopolio. Las divertidas -o sombrías, según como se miren descripciones que hace Thorstein Veblen del comportamiento de los "capitanes de la industria", de cómo utilizaron algunos el engaño, la extorsión, la violencia incluso para alcanzar el éxito, impiden completamente que se pueda compartir los juicios de valor de Sumner.
Pero no todos los darwinistas sociales presentan estas connotaciones ideológicas:
Entre el espectro de opiniones que circularon bajo el nombre de darwinismo social estaban incluidas casi todo tipo de creencias. En Alemania estaban representadas principalmente por demócratas y socialistas; en Inglaterra, por conservadores. Se utilizaron por los nacionalistas como un argumento a favor de un estado fuerte y por los partidarios del laissez-faire como un argumento a favor de un estado débil. Fue condenado por algunos como una doctrina aristocrática diseñada para glorificar el poder y la grandeza otros, como Nietzsche, como una doctrina de las clases medias apelando a la mediocridad y a la sumisión. Algunos socialistas vieran en ella la validación científica de su doctrina; otros la negación de sus esperanzas morales y espirituales. Los militaristas basaron en ella la justificación de la guerra y la conquista, mientras los pacifistas vieron el poder de la fuerza física transmutarse en el poder de la persuasión moral y espiritual. (Himmelfarb 1.959).
En cualquier caso, las propuestas de los darwinistas sociales agriaron de tal modo la discusión que a partir de entonces se abandonó todo intento serio de introducir conceptos biológicos en el análisis económico y social.
Las interpretaciones pseudo-biológicas de historiadores racistas en los años 1.921-40 fueron doblemente desafortunadas. NO sólo alimentaron estúpidos prejuicios racistas y favorecieron políticas macabras; debido a su base anticientífica a sus criminales consecuencias, proyectaron también una sombra siniestra sobre el estudio del componente biológico en la historia de la civilización humana. Ignoramos por completo la interacción del desarrollo cultural y del biológico y, por desgracia, pocos investigadores se atreven a aventurarse en este campo esencial por temor a verse acusados de racismo, nazismo o cualquiera otra clase de desagradable disposición mental. (C.M.Cipolla 1.970 p. 24).
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