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CAPÍTULO IV
EL NUEVO ORDEN INTERNACIONAL.
Immanuel Wallerstein opina:
“La destrucción del Muro de Berlín y la subsecuente disolución de la URSS han sido celebradas como la caída de los comunismos y el derrumbe del marxismo-leninismo como fuerza ideológica en el mundo moderno. Sin duda eso es correcto. Además han sido celebradas como el triunfo definitivo del liberalismo como ideología. Esto es una percepción totalmente equivocada de la realidad: Por el contrario, esos acontecimientos marcaron aún más el derrumbe del liberalismo y nuestra entrada definitiva en el mundo después del liberalismo.”
“El año de 1989 ha sido abundantemente analizado como fin del periodo 1945-1989, es decir como el año que significa la derrota de la URSS en la guerra fría. […] es más útil contemplarlo como el fin del periodo 1789-1989, es decir el periodo de triunfo y caída, de ascenso y eventual defunción, del liberalismo como ideología global -lo que yo llamo geocultura- del moderno sistema mundial. El año de 1989 marcaría entonces el fin de una era político-cultural -una era de realizaciones tecnológicas espectaculares- en que la mayoría de las personas creía que los lemas de la Revolución francesa reflejaban una verdad histórica inevitable, que se realizaría ahora o en un futuro próximo.”
“Los orígenes del liberalismo en los cataclismos políticos desencadenados por la Revolución francesa han sido ampliamente discutidos en la literatura. Un poco más polémica es la afirmación de que el liberalismo pasó a ser el credo central de la geocultura del sistema mundial. La mayoría de los analistas estaría de acuerdo con que para 1914 el liberalismo triunfaba en Europa; sin embargo algunos afirman que su declinación se inició entonces, mientras que yo sostengo que su apogeo se dio en el periodo posterior a 1945 (hasta 1968), la era de la hegemonía de Estados Unidos en el sistema mundial. Además, muchos discutirían mi visión de cómo triunfó el liberalismo, sus vínculos esenciales con el racismo y el eurocentrismo.”
“Sin embargo, creo que lo más provocativo es la afirmación de que la caída de los comunismos no representó el éxito final del liberalismo como ideología sino la socavación definitiva de la capacidad liberal para continuar su papel histórico. Ciertamente una versión de esta tesis está siendo defendida por los trogloditas de la derecha mundial: muchos de ellos de manera cínica manipulan slogans o siguen siendo románticos irremediables de una utopía centrada en la familia que nunca existió históricamente. Muchos otros simplemente están aterrados ante la inminente desintegración del orden mundial que, como correctamente perciben, está ocurriendo.”
“Ese rechazo del reformismo liberal está siendo puesto en práctica hoy en Estados Unidos bajo el rótulo de Contract with America, a la vez que está siendo forzosamente administrado a países del mundo entero por medio del Fondo Monetario Internacional: es probable que estas políticas abiertamente reaccionarias provoquen una reacción contraria en Estados Unidos, como ya está ocurriendo en Europa oriental, porque esas políticas empeoran la situación económica inmediata de la población en lugar de mejorarla. Sin embargo, esa reacción contraria no significará un regreso a la creencia en el reformismo liberal: significará simplemente que una doctrina que combina una falsa adulación del mercado con legislación contra los pobres y los extranjeros, que es lo que propugnan hoy los reaccionarios revigorizados, no puede ofrecer un sustituto viable para las promesas fallidas del reformismo. Creo que necesitamos echar una mirada sobria de la historia del liberalismo a fin de ver qué podemos salvar del naufragio, y ver cómo podemos luchar en las difíciles condiciones, y con el ambiguo legado, que el liberalismo ha dejado al mundo.”[1]
En la definición de las grandes fronteras de la periodización económica y hegemónica del sistema mundial, la evocación de las posguerras -en tanto puntos de inflexión de las tendencias fundamentales- ha ocupado un sitio privilegiado. Para el análisis de la situación en curso, con los conflictos apreciables entre multilateralismo y regionalismo, entre libre comercio y mercantilismo, con los diferenciados desarrollos relativos en la conformación de bloques hemisféricos, etc., la conclusión de la guerra fría y la evaporación de sus diversas y significativas expresiones -armamentismo, alineamientos, seguridad e intervencionismos inspirados en el conflicto Este-Oeste-, abren un considerable espacio para una nueva etapa de crecimiento capitalista, en la que los nuevos elementos corresponden a la cooperación, al desarrollo tecnológico, a la obligatoriedad de la democracia representativa, a la integración regional hemisférica y a un prolongado etcétera que nos permite identificar -en esta peculiar posguerra fría- un nuevo y significativo punto de inflexión en las llamadas tendencias internacionales.
Por ello, este capítulo se destina al análisis de las peculiaridades por las que caminan los procesos de integración asiático, europeo y americano, con la intención de recuperar las particularidades, complicaciones y perspectivas de cada uno de ellos, y de arribar a un cuerpo de conclusiones que -espero que en definitiva- permitan describir la complejidad del entorno internacional en el que se hallan los referentes del lugar y las funciones de México en el Sistema Capitalista Mundial de fines del segundo milenio.
De acuerdo con las especulaciones de I. Wallerstein, respecto principalmente a la conformación futura de bloques que no se someten a los imperativos de la geografía, en los que -por ejemplo- los Estados Unidos se integrarían al bloque asiático, mientras Rusia lo haría al europeo, en calidad de socios menores, no existe seguridad de que, en su caso, un bloque americano, con un papel central de los propios Estados Unidos, pueda realmente conformarse o, en su caso, gozar de cierta perdurabilidad. Por lo pronto, son los entornos inmediatos los que van guiando la conformación -por lo demás, altamente diferenciada- de los tres bloques mencionados, por lo que abordaré las características definitorias de cada uno así como las oportunidades y amenazas que los acompañan, como bien diría Paul Kennedy, en los preparativos para el Siglo XXI.