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Apéndice I.- Una aproximación etnográfica de tres comunidades de la Costa de Oaxaca

El rol de la mujer

Deshilvanar el tejido de las relaciones y de las alianzas que van conformando en las familias para mantener su reproducción, en condiciones adversas; es poner a la vista la intimidad de las sociedades tradicionales, es señalar las vías que puede llevar a los diferentes interesados a conocer, en lo particular, las articulaciones de un organismo bastante dañado por las políticas generadas en las instancias de gobierno. Sin embargo, también pone a la vista de los técnicos, académicos, investigadores y políticos comprometidos, las estrategias campesinas que pueden servir para diseñar sistemas productivos que los lleven a reconstruir su sociedad y que, sobre todo, éstas se enlacen de manera más acorde con sus formas de vivir.

Cada comunidad tiene una estrategia diferente para reproducirse, formando alianzas a través de redes familiares fundamentadas en el principio de los lazos matrimoniales o en las relaciones parentales como es el compadrazgo. De tal manera que cada familia aprovecha las relaciones político-religiosas para establecer estrategias de supervivencia -estas alianzas responden, principalmente, al conjunto de comportamientos y de necesidades de los individuos integrantes de cada unidad familiar. Lo anterior, no quiere decir que todas las alianzas estén concertadas de antemano o que la mujer sea objeto u razón de las mismas, pero si es coyuntural su participación en ellas. Es decir, la mujer juega un papel vital para establecer estrategias de sobrevivencia porque es el enlace que permite conjugar recursos abundantes y escasos entre dos familias, como es la fuerza de trabajo y la tierra.

En Santa María Petatengo, como en la mayoría de las comunidades, las familias campesinas establecen la estrategia de casar a las mujeres jóvenes para aumentar la fuerza de trabajo porque carecen de ese elemento para hacerse llegar suficientes medios de producción y sostener a los miembros de la familia. Por lo tanto, al casarla con un miembro de otra familia, aumenta el número de hectáreas de tierra y el número de brazos fuertes, así se produce relativamente más, pudiéndose sostener de manera, relativamente más holgada, la nueva micro red formada entre dos familias. Entonces, el punto de enlace entre dos familias es la mujer, en primera instancia y el compadrazgo, como segunda opción, aunque esta última no es menos importante que la primera, pero sí menos impactante, en términos de la comparación de lo que la alianza implica: la movilidad de la mujer como objeto de cambio. En este sentido, los principios de interdependencia y solidaridad familiar se establecen a partir de la concepción del valor de uso que se le pueda dar a la alianza para seguir reproduciéndose.
El relato anterior, puede sonar aberrante en época de la liberación femenina, pero la pobreza en la que los campesinos e indígenas están sumergidos, provoca que tomen medidas drásticas, vistas desde los derechos humanos. Siguiendo con esta secuencia, se podría decir que llevar a la siembra a los niños de 6 años, es también una transgresión a los derechos de los infantes, sin embargo, el principio fundamental de las familias campesinas es buscar alianzas y medios de producción que les permitan proveer un mínimo estándar de vida a su familia, por lo tanto, reducen el consumo de insumos de la manera más conveniente y, al mismo tiempo, aumentan el número de medios de producción, como es la fuerza de trabajo, utilizando todas las manos disponibles.

A los ojos de cualquier persona occidental u occidentalizada es una manera primitiva de vivir, pero las necesidades primarias los obligan a cometer “crímenes” e injusticias contra ellos mismos y su ecosistema, al traficarla y venderla a precios irrisorios en las calles de los centros urbanos o al “peor” postor que llega a sus territorios. Juzgarlos desde un escritorio de ciudad es fácil o desde un refrigerador lleno de comida también, pero se tiene que pisar el polvo de sus sembradíos y escucharlos para entender su lógica de sobrevivencia, lo hacen porque no se les ha dejado otra alternativa .

El establecer este tipo de estrategias para sobrevivir, donde la mujer es la “liga” que articula una familia con otra - concretando el parentesco y reforzándolo a través de concebir hijos- en el corto plazo, lo que permitirá que dos familias se sigan reproduciendo, porque se activan principios de interdependencia y solidaridad familiar. Sin embargo, la llegada de más bocas provoca que la familia intensifique el esfuerzo de trabajo para mantenerlas, pero en el mediano y largo plazo, se convertirán en “entes” que proveerán a la familia insumos, si la disponibilidad de recursos patrimoniales existe. Esto significa que a medida que se escindan los núcleos familiares al formar otras familias, la escasez y deterioro de los recursos, como es la tierra, harán que las estrategias se diversifiquen para no perecer.