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Capítulo V.- El Centro de Soporte Ecológico y la participación de tres comunidades oaxaqueñas en su propuesta sustentable
Conflictos entre las concepciones del tiempo
El proceso de apropiación de un sistema productivos complementario y a la vez alterno fue lento debido principalmente, a las divisiones internas en las comunidades – específicamente en Xadani para el caso de estudio de esta investigación -, y por las desacreditaciones generadas entre los diferentes agentes externos. Cada una de ellas quería ser la única influencia existente dentro de la región. No pensaron en la posibilidad de buscar un consenso que cubra un objetivo mayor como es la coordinación para la erradicación de la crisis ambiental y la pobreza. Esto podría lograrse a través de la asignación de proyectos articulados a un programa de desarrollo regional sustentable.
A pesar de todas esas vicisitudes, el fortalecimiento interno de las comunidades se dio paulatinamente. A lo largo del camino, el proceso ha encontrado áreas de oportunidad a desarrollar, reconstruir, inventar o detallar. Esto quiere decir que no sólo se tuvo que negociar con la desconfianza natural de los habitantes, sino también, se entablaron negociaciones con las fuentes de financiamiento y las instancias gubernamentales que otorgan los permisos para el aprovechamiento de los recursos. Aunado a todo esto el Centro tuvo que aprender a escabullirse de las “patadas debajo de la mesa” de los demás agentes externos . Personajes deseosos de ser los únicos en acompañar a las comunidades en la construcción de un desarrollo endógeno.
Como se ha hecho notar, existen un número de diferencias significativas que sobresalen: la manera de concebir el compás a los que debe darse el cambio y el ritmo de la apropiación de las innovaciones del proyecto. Muchas veces, el proceso se ve interrumpido o atrasado debido a la falta de articulación de una serie de tiempos . Conocerlos es importante para comprender la dinámica del proceso de cambio. Hay tres aspectos que definen esta variación: tiempo comunal, tiempo de las instituciones financieras y tiempo de las instancias gubernamentales para emitir permisos.
1. En las comunidades, el tiempo está medido dentro de sus estructuras gubernamentales: la asamblea. La que frecuentemente opera en una base de consenso y raramente aceptan la idea de definir un tiempo de terminación para llegar a un acuerdo. A menudo replantean el asunto a dirimir, varias veces para clarificar las fases de una propuesta. Esto crea compromisos y reduce la posibilidad de que una idea, no entendida por todos, se convierta un conflicto público.
2. Para las instituciones financieras nacionales e internacionales, el tiempo es medido, regularmente, por los compromisos para conseguir, ejercer o complementar un presupuesto. Los apoyos y préstamos, para el desarrollo humano e infraestructura física, están basados en la concepción de que las comunidades estarán sumamente agradecidas y aceptarán de manera incuestionable la asistencia financiera. Todo con tal de tener la facilidad de su incorporación -como protagonistas- a un nuevo sistema productivo; y,
3. La burocracia de las instancias gubernamentales tiene su propio calendario definido acorde a los ciclos políticos. Estos determinan cómo y cuándo poner en marcha las estrategias públicas para la emisión de permisos para el uso de los recursos naturales. A partir de lo anterior, se observó que estos toman dos vertientes regularmente: a) se detiene el acceso a los recursos naturales porque consideran que se erosionaran los ecosistemas -sin hacer una inspección y sin molestarse para conocer a fondo el programa; o b) se decide que es inoperante la solicitud porque está fuera de programación. A menudo estas decisiones son, una respuesta a los intereses de algún político sobre esos recursos o por la necesidad de mostrar resultados a un dignatario.
Un programa sustentable en un ecosistema sólo puede ser exitoso cuando estos tres tiempos humanos se acoten a los tiempos de recreación de la naturaleza. Este es el cuarto tiempo a conjugar y el más importante a considerar por ser el “proveedor” de los recursos a aprovechar.
La coordinación entre estos tiempos es algo compleja ya que, tanto los intercambios de información, como la construcción del proceso productivo alternativo, se dan dentro de dos culturas diferentes: una, donde sus códigos culturales están definidos a partir de una relación más cercana con la naturaleza y la otra, con el código cultural de las leyes del mercado capitalista. La experiencia sugiere que el éxito requiere de la “calibración” de la relación entre los tiempos humanos – mencionados anteriormente– y los tiempos de la naturaleza. Esto hace inferir que el logro de una “sustentabilización” suficientemente flexible, necesita de la participación de un “socio intermediario”. Este puede estar representado por un grupo de personas que sea: a) capaz de definir las posibilidades y limitaciones involucradas en las estrategias a generar para asegurar bienestar y sustentabilidad; b) sensible a las necesidades y demandas de todos los protagonistas involucrados; y c) consciente de la importancia de su papel como catalizador del proceso de reconstrucción de la diversidad social y ecológica.
La ética debe ser el sello que marque su capacidad de gestión, ya que su trabajo estriba en ser un articulador de culturas que está, al mismo tiempo, catalizando la construcción de un proceso político, al capacitar a los habitantes en habilidades que desconocen y al mostrarles caminos para interactuar con el resto de la sociedad. Indudablemente, una de las partes más difíciles que encaran los potenciales socios es la sincronización de ambas culturas. Para disminuir la presión, se cree imperante que los agentes externos hagan comunalidad . El objeto es construirse un modelo conceptual y diseñar acciones acordes a los “usos y costumbres” de la localidad, ganándose la confianza. Estos conocimientos se utilizan para que los procesos logren alcanzar un cierto nivel de fluidez, sin que se trastoque la premisa del intercambio justo y sin dejar de poner una especial atención a los tiempos de recreación de la naturaleza.
El requerimiento de un intermediario capaz de balancear los ritmos de la cultura occidental, de la naturaleza y de la cultura tradicional, podría parecer una barrera infranqueable para la construcción de la autonomía local y regional de los pueblos. Esto puede pensarse porque existe la posibilidad de crear dependencia en un mediador, quien estaría definiendo continuamente la estructura general de los proyectos. Sin embargo, debido a la situación actual de los pueblos marginados se tiene que confiar y buscar la “mejor oferta” personificada, ya sea, en ONGs, gente de la localidad, de la sociedad civil o del mismo gobierno. El agente óptimo sería aquel que represente a un intermediario que tenga como virtud, la sensibilidad para calibrar las dos culturas de manera justa y que cuente con especial respeto por la diversidad cultural, social y ecológica. De esta manera, el intermediario estaría en las condiciones para acompañar a las comunidades en sus negociaciones con el resto de la sociedad. El agente externo sería un apoyo que permita el fortalecimiento de la comunidad a través de sortear los problemas que van presentándose – ya sean provocados por la tardanza en la emisión de permisos para el aprovechamiento de los recursos naturales o por la oposición de los sectores dominantes dentro de la población – sin que interrumpa las decisiones que los comuneros consideren. Las comunidades tendrían la oportunidad de ir trazando estrategias conjuntamente con el “socio” que les permitan internalizar el proceso de aprendizaje de la generación y manejo los ingresos con pasos cortos y firmes. Asimismo, los habitantes del mundo rural se adentrarían en un proceso para establecer los términos en los que se va fundamentando la articulación de su autonomía comunal con las condicionantes sociopolíticas y económicas del resto de la sociedad.