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Capítulo IV.- La Unidad Doméstica Campesina y sus estrategias de reproducción

Estrategias de reproducción


El sistema productivo tradicional es una “empresa” familiar, donde el salario es inexistente porque la fuerza de trabajo está integrada por los individuos que conforman una Unidad Doméstica Campesina (UDC); por lo tanto, este sistema pertenece a una estructura económica diferente comparado con las empresas capitalistas. En el modo de producción capitalista, la plusvalía es la que determina la asignación de recursos. En cambio en el modo de producción campesina, no existe la ganancia, el salario y la renta. Lo anterior sugiere que la racionalidad campesina está basada, principalmente, en el mantenimiento de la cohesión y sobrevivencia de la familia, a través de la explotación de sus recursos como es la tierra y los ecosistemas. En este sentido, puede decirse que la infraestructura física de esa “empresa familiar” es todo el territorio comunal, una “fábrica” productora de medios de consumo distribuida a través de un territorio, sin una ubicación determinada, a menos que el labrador sea dueño de un pedazo de tierra.
El campesino hace su vida fuera de su casa, entre el bosque y los predios de siembra; su trabajo se encuentra al aire libre, sin paredes que lo limiten, sin horarios de entrada y salida, sin relojes checadores y sin estaciones de trabajo definidas. Las decisiones sobre la producción, están basadas en la definición de los espacios para sembrar, espacios que tengan la posibilidad de producir el monto requerido para sobrevivir durante el año. Estas decisiones van abocadas al autoconsumo y no para obtener una ganancia extra. La relación que mantiene con el mercado capitalista es de carácter simple, y orientada a obtener los productos que no genera directamente. La Unidad Doméstica Campesina tiene como finalidad la satisfacción de las necesidades de la familia y su subsistencia de acuerdo a los patrones culturales que comparte.

Si se atreve uno a hacer una analogía entre el sistema productivo tradicional con una industria, las estaciones de trabajo están determinadas por la secuenciación del trabajo: roza, tumba, quema, siembra, deshierbe, cosecha, limpia de la mazorca, selección del maíz para consumir y el que servirá para sembrar el año que entra, por último, el almacenaje del grano. Es un proceso que puede estar realizado por un sólo hombre, pero que siempre hace uso de la mano de obra disponible dentro de la UDC. Cuando la fertilidad de la tierra empieza a disminuir, cada año o cada dos años, puede cambiar de lugar la “infraestructura” de la empresa familiar, de tal manera que se van trasladando a los lugares donde el “monte” aún no ha sido tumbado, aunque sea ladera. La característica es producir a pequeña escala. Wolf (1971) indica a través de su trabajo, que el campesino no opera como una empresa en el sentido económico, sino que imprime desarrollo a un hogar y a un negocio, regularmente familiar.

La definición de la producción de las unidades es la intensidad del trabajo campesino y las necesidades de consumo de la familia. A partir de esto las UDCs mantienen un equilibrio entre trabajo y consumo, la importancia de esta relación trabajo-consumo, determina la evolución económica de las unidades campesinas. En otras palabras, la cantidad y edad de sus integrantes define el número de productores y consumidores. Cuando la tierra pierde su fertilidad o existe una escasez de ella, los campesinos “mejoran” su tecnología, a través de la adquisición de agroquímicos para elevar la productividad; mejora que no es rentable porque los llevan a comprometer el posible sobrante de su producción. Esta decisión, es tomada a partir de la necesidad básica de equilibrar trabajo y consumo; asimismo, este contexto llevará a sus integrantes a aceptar condiciones de remuneración muy bajas.

El sistema productivo tradicional utiliza herramientas de trabajo poco complicadas: machete y coa, en ocasiones una yunta, pero éste sólo es para los que pueden sostener el animal; la energía para que la maquinaria campesina se eche a trabajar depende de la lluvia, el sol y, desde la revolución verde, sí el dinero de PROCAMPO llega a tiempo, de los fungicidas y fertilizantes. La materia prima, las semillas de maíz, es un material que se selecciona de la cosecha anterior y le llaman maíz de siembra, se guarda en silos construidos rústicamente o si se está en una mejor posición económica los silos son de concreto. El campesino no tiene un horario de ocho horas como un obrero, empieza su jornada a las cinco de la mañana y termina hasta que el cuerpo aguanta, a veces la labor la realiza solo pero en muchas ocasiones es ayudado por sus hijos varones. La “empresa familiar” no se constituye para comercializar el producto que se obtenga sino para obtener medios de consumo que les ayude a sobrevivir durante un año. Pocas veces un campesino puede ahorrar kilos de maíz de un año para otro; sí así sucede, sí le va bien, no siembra al año siguiente. Sembrar cuando se cuenta con grano no se le encuentra beneficio pues hacerlo requiere que se invierta mucho tiempo, dinero y esfuerzo. El pensamiento capitalista vería en la situación una oportunidad de sembrar para comercializar, pero el campesino ve una pérdida de tiempo y de esfuerzo porque el precio al que vendería su producto no compensaría lo invertido.

Esta forma de vivir se va heredando a las nuevas generaciones y es trasmitida a cada uno de los miembros de la unidad a través del trabajo cíclico, que empieza cuando la temporada de lluvias se acerca. Sin embargo, el ahorro está presente en los animales de corral que sirven para un “gasto” imprevisto, ya sea una enfermedad, una boda, una mayordomía, un funeral o para comprar los útiles escolares. En la tabla 3 se presenta un resumen del sistema productivo tradicional que las tres comunidades llevan a cabo.