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CONDICIONES MATERIALES Y SOCIALES

 

 

¿Dónde se encuentran los límites, cómo desde la Sociología se podría estimar, concretar en qué grado y amplitud de las condiciones sociales homogéneas de cada grupo?

Las estrategias de las familias menos pudientes estaban en gran medida determinadas por las condiciones sociales y materiales de los tiempos de escasez.

Las consecuencias del cambio de régimen y del peso de las circunstancias difíciles de escasez recaen principalmente sobre las clases menos adineradas.

El colapso económico: la imposibilidad de trabajo, conduce a la búsqueda de medios económicos, de cierta seguridad en el empleo protagonizada por cientos de trabajadores, o actores sociales abandonados a su suerte, constreñidos en una maraña de normativas restrictivas de carácter económico (consecuencia principalmente de la necesidad de control económico y también social) tras la guerra.

La población española se adapta en aquel momento a las circunstancias de escasez. El trabajo ´informal´, no legal es la estrategia de supervivencia y reproducción de los pobres1.

La generalización de las actividades económicas al margen de la economía formal, hicieron posible la subsistencia, pero no la mejora de las condiciones de vida de la población. Estas circunstancias no fueron el origen del desarrollo pero las estrategias convirtieron a las familias en unidades de producción, necesariamente más activas y flexibles, que se adaptaron a esos momentos difíciles.

Respecto a dichas condiciones sociales y materiales, la clasificación más sencilla de los trabajos ejercidos podría resumirse en las siguientes posibilidades: Trabajo Asalariado, Trabajo Marginal Autoabastecimiento Familiar y Gestión Económica entre otros. En España nunca se ha carecido de recursos extra para poder salir a flote de situaciones adversas, y “el estraperlo” era una solución imaginativa que pertenece a un tipo de trabajo marginal, de autoabastecimiento familiar y podría incluso ser un trabajo de gestión económica.

Es una respuesta a una situación dada, y así es como se define genéricamente en Sociología el concepto de Cambio. Entre los trabajos realizados, el papel del trabajo marginal en las economías domésticas era de gran importancia. Por trabajo marginal se podría entender todas aquellas actividades de tipo muy diverso (canjeo, fraccionamiento de productos, reventa…) que contribuyan a la subsistencia diaria e imprescindibles, actividades que eran realizadas por todos los miembros.

Se podría comprender el lugar de “la economía invisible” en la época analizada, observando los hogares no ya como unidades de consumo visible sino más bien como unidades de producción pues la actividad diaria consistía prácticamente en hacerse con productos y revenderlos o intercambiarlos.

Esta realidad acerca más aún la situación a las circunstancias de economía sumergida (tratada ya en los capítulos iniciales). En situaciones de especial dificultad, el trabajo es una combinación de economía de autoabastecimiento, trabajo asalariado y trabajos esporádicos. Estas actividades se desarrollan unidas (principalmente en épocas de especial dificultad), localizándose en sectores de población con niveles de rentas muy bajos; y se presentan en menor grado en condiciones económicas favorables.

La combinación de estos trabajos podría ser síntoma de épocas de crisis (y grupos), con dificultad.

¿En qué medida (hablando de circunstancias de especial dificultad), el trabajo procedente de la economía oficial puede contribuir al sustento familiar?. Pero esto no ocurría así durante la posguerra, sino que más bien, cualquier percepción económica provenía de una tipo de actividad económica local familiar y particular. La condición de esas acciones se conformaba según las oportunidades y límites peculiares del entorno físico más cercano.

Se precisaban todo tipo de trabajos para mantener la casa y la familia, y estos trabajos se caracterizaban por la gran variedad de destrezas, de aportaciones provenientes de intercambios. El sustento estaba caracterizado por la diversidad, esa era la norma. Pero la cadena de trabajo irregular (asalariado también) intercambio y de elaboración y producción doméstica (o autoabastecimiento) eran circunstancias comunes en la estrategia de trabajo de las familias. La prioridad era la suficiencia en el autoabastecimiento familiar independientemente de la fuente de dicho abastecimiento, pero como se ha comentado ya preferentemente en las actividades mencionadas.

El trabajo diverso (pluriempleo y marginal, ocasional propio de sectores de población que recurren a la economía sumergida), tenía que ver no solo con las condiciones difíciles sino que provenía también de un sistema económico protoindustrial, cercano quizás al de una economía tradicional, por el carácter de los productos que eran objeto de la venta.

La variedad de empleos adoptados suponía un añadido, esencial en los ingresos, en épocas especialmente difíciles. No se debe olvidar que durante la etapa inicial del desarrollismo de España (las dos décadas posteriores a la analizada), se recurría comúnmente a diversos trabajos no especializados o al pluriempleo. Esta condición de los trabajos (recurrente en esos momentos) representaba una situación de transición hacia “el despegue”. El trabajo único asalariado, como fuente de ingresos, es más propio de economías asentadas, donde los salarios son altos o llegan con holgura a cubrir las necesidades. Al ser mucho más elevados y precisar un horario laboral regulado, no se necesitan ingresos extras para acumular el mínimo necesario global de las familias para subsistir.

Los empleos alternativos (diversos, marginales y de duración variable) fortalecían la situación de las familias de subsistencia y de clase (menos favorecida).

¿Cómo subsistían con empleos temporales?. El estudio de los casos recogidos da una visión general de cuáles podrían ser: trabajos agrarios de temporada, trabajos de infraestructuras, planchadoras y modistas ocasionales, labores diversos en el campo (recogida de leña y corcho…), La variedad de trabajos y la autosuficiencia (proveniente del Mercado Negro), así como la ocasional oportunidad de un beneficio, aunque éste fuera bajo, suplantaban y reducía en gran medida la necesaria dependencia del trabajo asalariado. La mayor parte de las familias se las arreglaba para conseguir unas ganancias, aunque fueran modestas, fuera del ámbito formal económico (pues este era casi inexistente) de salarios fijos. Por supuesto estas “fuentes de recursos cuasi-extras” en la economía familiar no eran el único sustento de las familias, pero sí preferentemente de algunas: de las más desfavorecidas tras la guerra.

Es obvio que en esta situación el sustento familiar dependía de la productividad que aportara cada uno de sus miembros. Por ello, y existen referencias suficientemente trabajadas en la literatura especializada2, un número elevado de miembros en cada familia, podría solucionar la subsistencia diaria de la familia agrupando ingresos o recursos de diversa procedencia y más o menos variables pero necesarios para el sustento inmediato. La familia basaba su estrategia en el día a día y ello a causa de la procedencia-oportunidad de estos inputs (pues lo eran preferentemente en especias). Cada miembro “ayudaba” a mantener al resto y por tanto la estrategia no se basaba únicamente en el número (elevado) de miembros por familias, sino en la colaboración y ayuda mutua entre ellos. Esto ocurría no solo debido a las circunstancias de especial dificultad sino que también debido al valor central de “hermandad” y sacrificio, extendido culturalmente durante los años de escasez, lo cual lleva a considerar también estas ideas como impulsoras del ensayo de diversas estrategias adoptadas para la subsistencia.3 La prueba del valor central y circunstancial de estas ideas motivadoras de dicho sentimiento de hermandad, es que en circunstancias menos difíciles desaparecen.

Por ejemplo en épocas más favorables económicamente están menos presentes en la vida familiar, aunque la causa evidentemente no tiene solo este origen.

La estrategia económica de supervivencia se refería no solo a esta economía de intercambio y de ardid ante lo regulado oficialmente, sino que también al reforzamiento de la misma, y a una mentalidad, ¿un “ethos” quizá?. Ante la subsistencia: el sacrificio la burla por el bien familiar. Esta mentalidad desaparecería por tanto en momentos de mayor crecimiento económico donde también la economía clandestina se diluye o localiza más.

El valor añadido de este tipo de trabajo provenía también del intercambio, de la apropiación de productos o bienes para el trabajo y la producción (que formaba parte del estraperlo). Eso se producía así porque como se ha sugerido, el dinero (entendiendo por ello salario) no era la principal base económica, sino que formaba una pequeña parte del sustento, basado sobre todo en bienes materiales alimentarios. El valor central del dinero, es producto también de épocas donde el salario es la principal fuente de ingresos, de épocas no basadas en una economía subsidiaria y protoindustrial.

Estas cuestiones indican quizá una visión distinta de la legitimidad, de lo “amañado” lo “burlado” y lo estraperlado. Probablemente esto se ve de forma distinta en épocas de condiciones económicas distintas. Pero desde la perspectiva puramente de la subsistencia era lógicamente admitido y justificado por las circunstancias.

Se propone la cuestión a cerca de qué tipo de beneficios se obtenían y eran diferentes según las clases sociales; o a la inversa, que los tipos de estrategias que adoptaban las familias, dependiendo de sus posibilidades desiguales de acceso a los medios de producción conformaban una estructura de clases diferente.

Si el grupo es sometido a una norma por (coerción política) y con este sometimiento pierde el beneficio correspondiente que alcanzan los particulares con su especulación, la admisión de la norma (someterse al racionamiento oficial) le proporciona una pérdida que es muy estimada en momentos de escasez: el alimento.

Cuando un grupo, no reconocido por el dominante es identificado por una forma particular, por ejemplo de apropiación (relación judíos/usura), y con la generalización de esa conducta se produce una diferenciación. Quizá esta misma concepción haya influido sobre la consideración popular que se tiene a propósito del estraperlo.

Los beneficios de los que se habla, cambian de sentido, si se habla de grupos muy abundantes, y en circunstancias especialmente difíciles. La naturaleza humana desea siempre algo más, pero en momentos de crisis, de pérdidas, considera legítimo poder apropiárselo. El propio descontento anima a burlar la norma administrativa.

Cuando la situación económica y política se volvió fuertemente en contra de aquellos que no contaban más que con sus manos como fuerza de trabajo, la extensión del “juego” se generalizaría para evitar así la penuria, la inanición.

En ese caso no se puede hablar de lucro, ni siquiera la motivación es el lucro.

Esta podría ser el `porqué, la configuración (de la conformidad respecto a la desviación a la norma que impone el régimen), de un modo de actuar frente al hambre y al férreo control del racionamiento. Frente al control ideológico y social actuaban burlando, se establecía como legítimo el estraperlar. Los propios dirigentes políticos daban cuenta de ello (como se ha desarrollado ya en el capítulo del origen del término)

Así se consideraría socialmente admisible el juego (con ánimo de subsistencia y de lucro) del estraperlo y todas sus variantes. Se ha señalado ya que en momentos de crisis, de descontrol social pueden generarse desórdenes diversos, comportamientos impulsados por la falta de sanción o bien por una situación desestabilizante que impida una actuación legítima de los medios de control social o político establecidos. Pero durante el período analizado la situación de control social y económico a instancias del poder político es muy fuerte. Sin embargo es admisible `esta trampa`, el canjeo de productos, tanto a título personal como social.

Por otro lado, todo régimen dictatorial ofrece prebendas al grupo social que le favorece y mantiene.

Otros muchos inician negocios basados en esta trampa y consiguen gracias a informaciones privilegiadas hacer amplias fortunas.

Todo régimen dictatorial ofrece favores4 a las personas o grupos que le mantienen, a quienes le son adeptos, puede castigar también a quienes quiere controlar, y selecciona así, influyendo sobre los grupos de poder.

Las autoridades encargadas del control de alimentos, registraban al detalle muchos, pero pequeños hurtos, y hacían sin embargo “la vista gorda” con grandes fraudes, concediéndoles además permisos o licencias para la circulación de los productos intervenidos.

Se establecía una cierta tolerancia social para quebrantar la norma, no solo por los efectos del hambre de la escasez sino por la consolidación de este modo de actuar común la aprobación social de una moral de “juego prohibido”, y “escaqueo”. Lo que movía a realizar este tipo de actividades era la aprobación, la admisión social frente a la moral y el control establecidos por el régimen. Es una forma de enfrentarse a la escasez y por tanto no solo una respuesta, sino también la alternativa para subsistir. Unos por subsistencia, otros por lucro, la causa principal no es esta sino la admisión de que con habilidad quizá se puede subsistir.

El que más tiene, más y el que no tiene, lo que necesita.

No se trataba de un elemento cultural, no implicaba una socialización en una forma específica de subsistencia. La explicación es quizás más sencilla. El grupo actuaba por deseo de restablecer una situación normal de condiciones en circunstancias difíciles.

Los rumores y la opinión pública serían una forma igualmente de propagar una conducta social y por eso las actividades que podrían englobarse dentro del término “estraperlo” iban unidas a toda una suerte de leyendas de héroes del pueblo, que relataban los hechos.


1 Siguiendo los trabajos de BORDIEU, P. (1986 )

2 No es este el momento para detenerse en esta cuestión que ha sido suficientemente probada por especialistas acreditados en el campo de la economía, la demografía y la familia.

3 Aunque este es un tema difícil de abordar, quizá se pueda pensar en el fortalecimiento en sí de dichas ideas no a causa de un sentimiento moral o religioso de otra época, sino más bien de una posibilidad, la única estrategia posible ante la adversidad.

4 Ejemplo muy ilustrativos en SÁNCHEZ, SOLER, M. : 2001