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SUPUESTOS DERIVADOS DEL ESTUDIO DE LAS SANCIONES: POR QUÉ EL MERCADO CLANDESTINO ES LA ECONOMÍA HABITUAL

 

En el análisis de las diferentes etapas del franquismo, ha sido especialmente recurrente el apartado de los datos: en cuanto a muertos, encarcelados, en cuanto a producciones, etc. Enb lo que se refiere a la circulación y venta de productos, aprehensiones y en general al estraperlo, no se ha continuado hoy, retomando las cifras de las instituciones de la época.

Existen indudablemente muchos problemas, entre otros el de las propias cifras: su poca fiabilidad, la dificultad para conseguirlas, la poca homogeneidad de las mismas (incluso para tan cortos espacios de tiempo como el que aquí se estudia). Las estadísticas y memorias oficiales producidas por los organismos cuyo fin era el control, han desaparecido. En el caso de la provincia de Cádiz no existen, la mayoría fueron destruidas. Se debe recurrir por tanto al dato individual de los registros de expedientes por faltas por aprehensiones.

La cuantificación se convierte por tanto en una tarea muy complicada. Esto no debe desanimar en el intento de hacer frente a su estudio, independientemente de las estadísticas oficiales, aunque se reconozca el posible error que se desprende de una contabilización tan artesanal como esta3. Dicho error, no puede modificar los resultados finales, se limitará a pequeñas cifras o no contabilización de alguna de ellas, por no disponer de sus registros o expedientes.

Quizá el juego estadístico entre ciertas variables (sexo y edad de los sujetos o bien municipios y sus habitantes, cuantía, empresas…) habría dado más datos; quizá los datos consultados no ofrecen una realidad de la época, absolutamente tangible y objetiva. Aún así, reconociendo la falta de cifras o su tratamiento, los datos que se aportan son de gran interés.

Los datos de sanciones aquí aportados, deben considerarse como una propuesta encaminada a la búsqueda de tendencias. Es oportuno recordar que los datos de sanciones más altas, que hubieran sido muy interesantes para esta investigación, no suelen aparecer. El régimen maquillaba y ocultaba las cifras.

En cuanto al resto de sanciones que parecen ser escasas en una primera observación, no lo son tanto. Muestran la incidencia no solo en ciertas profesiones (pequeños comercios de la alimentación, el transporte y en los grupos familiares). Esta incidencia se ha observado más para unos años más que otros.

Pero no se ha podido separar esas sanciones dirigidas a las familias, del resto para todos los años, debido a la dificultad que entrañaba una tarea de este tipo.

El análisis de los castigos, pasada ya la guerra, de las infracciones impuestas y las multas, proporcionan datos significativos para el estudio de las difíciles circunstancias que nuestros antepasados vivieron. En este sentido es de una gran riqueza el análisis de los expedientes abiertos en materia de control así como el de los libros de registro de multas pues ofrecen información sobre la perversidad en cuanto al seguimiento de actividades y el registro de unas autoridades que se encargaban de la vigilancia de la población a través de la alimentación.

Por ejemplo, de la Inspección, primera y segunda sección de Abastecimientos4 habitualmente se piden informes políticos y sociales a las autoridades locales, sobre los expedientados.

Además de proporcionar datos sobre la situación individual de personas, los dan también sobre las economías familiares y de forma indirecta sobre la vida en los diferentes municipios.

Así mismo se puede observar cómo varían las infracciones, la importancia que se le dan en unos momentos a ciertas faltas, la incidencia de las mismas sobre las poblaciones en general.

Por ejemplo una misma infracción puede ser más penalizada al término de la guerra, que a mediados de los cuarenta, y eso puede hacer reflexionar sobre la forma en que los nuevos poderes se querían imponer, mostrar su autoridad. O a la inversa, puede que la pérdida de tarjetas de abastecimiento sea una infracción más cometida en la segunda mitad de los cuarenta que al inicio del racionamiento y esto también es un dato para observar cómo se las ingeniaban las personas en aquella época para subsistir, pues las pérdidas eran de todas las cartillas de los miembros de una familia, o bien lo que se extraviaba eran las tapas lo que hacía posible el trapicheo con esas tarjetas, o bien existían tarjetas de mujer, con clasificación de ración media de hombre. Cómo varía la forma de registro (al tiempo que las normas) es un asunto de interés. También da cuenta de cómo respondía ante estos hechos el personal encargado de los registros. Da la impresión de que estaban desesperados… no ya por las propias exigencias de registro de los organismos para los que trabajaban, sino por la incidencia de los hechos objeto de infracción entre la población y por el cambio de las estrategias de subsistencia de la población en general.

Pero hoy no ha resultado atrayente para los investigadores, la reflexión acerca de todos estos datos y su significado, no se hacen consultas de cifras regionales o provinciales de esta época, ni se piensa en ellos desde la perspectiva actual, ni se contrasta diferentes informaciones oficiales con versiones orales de los hechos. Se reconoce en este punto de la investigación la importancia del estudio de las circulares de la Comisaría, o de los trabajos agronómicos e informes de los técnicos sobre el abastecimiento por zonas, que podrían dar más pistas sobre la situación en la provincia de Cádiz. En futuras investigaciones, deberían recogerse dichas informaciones, y hacerse un vaciado de éstos, tarea que en la actual investigación resulta imposible afrontar debido a la cantidad de datos.

El estudio de estos temas forma parte de nuestro pasado reciente, aún viven personas que fueron víctimas silenciosas de los hechos, y transmiten sus historias oralmente a sus descendientes; pero el paso del tiempo y el relevo de generaciones podrían hacer olvidar el pasado evitando así análisis posteriores del conflicto y de situaciones de escasez en diferentes contextos.

El racionamiento es una fórmula muy desarrollada durante y al término de conflictos bélicos. En casi todos los casos de la historia reciente, se ha recurrido a esta fórmula como intento de organización del abastecimiento para casos extremos y de conflicto. Siempre han surgido segundas distribuciones y reventas en la distribución de los productos de primera necesidad. Lo excepcional del caso de España, es como se extendió durante tanto tiempo esta situación, no existiendo conflicto armado, ni amenaza real y cómo adoptó una singularidad el mercado de productos al margen de los cauces oficiales. El temor a la vuelta de la situación anterior, por el régimen franquista, hizo utilizar este medio de control y castigo (como se ha dicho anteriormente) para distribuir los escasos productos, evitar conflictos derivados de la distribución, y como una forma de supervivencia del propio poder.

Pero los recursos que ordinariamente se ofertaban por esta vía a los ciudadanos, eran escasos y carentes de todo lujo, muchos de ellos no reunían las condiciones mínimas de calidad. La única forma de abastecerse, alcanzando el mínimo vital y diversificando los productos, era el estraperlo. Mediante este sistema igualmente se podrían conseguir productos de más alta calidad a la recibida por medio de las cartillas, si se pagaba lo suficiente. Pero además algunos podrían renunciar a ciertos productos de las raciones, para compensar mediante el cambio de cartillas, la carencia en otros tantos de primera necesidad.

El estraperlo se basaba en una economía de autoabastecimiento, es decir de cambio y trueque propia de economías con escasos recursos y dificultades para establecer vías ordinarias de comercio o la circulación normal de los mismos. Las economías de trueque se basan esencialmente en las capacidades grupales, de clanes o familiares para actuar económicamente. No se debe olvidar que entre las sanciones analizadas, las que alcanzan a un mayor grupo de personas se basan en cambios y diferentes estrategias en torno a las tarjetas de abastecimiento y a las raciones, que aquí se contabilizan. Pero a ello habría que unir todas las acciones no registradas relacionadas con estas, además de aquellas otras acciones de provisión a través del trueque con el fin no solo del abastecimiento sino que también de la diversificación de productos, que resultan imposibles ya de contabilizar.

Respecto a las autoridades, sabían que se comerciaba y se producía plusvalía con los productos de primera necesidad, pero mientras tanto, la mayor parte de la población estaba bien sujeta al régimen, aunque hiciera sus “pequeños trapicheos”. No se puede hablar de acaparación de alimentos en todos los casos, si se parte del supuesto de que el propio sistema de estraperlo suponía una sobrevaloración de los productos, y por tanto una plusvalía de los mismos. Las autoridades franquistas perseguían administrativamente este hecho, y los esfuerzos y saliva gastada para el cumplimiento formal eran grandísimos, pero resultaba un sistema indirecto de valoración (por encima de lo posible), de lo que se podía pagar, de productos que se necesitaban, lo cual suponía una subida constante de los precios y no excepcional.

El régimen obtenía un sobreexcedente extraordinario a través de la plusvalía absoluta (escasez de alimentos básicos, obligación de la mayor parte de la población a conseguir otras formas de ingreso u otros trabajos, incremento en el número de horas de trabajo)6, que se conseguiría así mediante el esfuerzo de los más humildes.

Aunque el sistema y las normas lo perseguían, penalizaban y seguían un control exhaustivo con penas muy fuertes para su erradicación, no ocurrió tal cosa. Siguiendo por tanto este razonamiento, se hablaría con más fortuna si se utilizasen términos más que a acaparación a `juntar´, `agrupar´ o buscar alimentos, por cualquiera de los medios; en lo que se refiere a la población en general, que tuvo que recurrir de forma insistente a este medio para poder subsistir.

Para la imposición de sanciones se dispuso un sistema completo que iba desde el registro del establecimiento o lugar donde se hubiera efectuado el delito objeto de sanción y el control de los productos, hasta la información económica de las capacidades económicas de los encausados o a cerca del “grado de malicia” manifestado, en base a lo cual se adaptaba la resolución. Muchos de los expedientes abiertos contienen los documentos abiertos por las correspondientes autoridades, aunque los delitos fuesen de cuantía muy baja, menor a multas de mil pesetas Sin embargo avanzados los cuarenta, de delitos mayores, poco se registra, solo algunos expedientes de retirada de licencia o cierre temporal del establecimiento.

De los delitos realmente importantes no se pueden conocer sanciones (que en muchos caso no existen pues son archivados los expedientes) al no existir un registro más exhaustivo y ser muchos de ellos enviados desde la Comisaría a la Fiscalía Superior. Es preciso destacar que existen en todos los registros gran número de infracciones que no contienen cuantía de multa, así como aquellos tramitados en la Fiscalía Superior, pero estos últimos están en archivos centrales de la Administración.

Como es tan grande la vigilancia y el control de estos delitos, y tan pequeñas las sanciones que se imponen en estos años (que en muchos casos son de “apercibimiento”) no se puede más que concluir, en el caso del estudio de los expedientes, que al ser tan generalizado el recurso de la población a esta fuente extra de ingresos o mercancías de primera necesidad, imprescindibles para la subsistencia, el control se ejercía como medida disuasoria. Es un hecho constatado que el caudillo estaba al tanto de estas infracciones y de cómo muchos de las personalidades con cargos recurrían a estos negocios, aprovechando informaciones privilegiadas.

Los años 1942 y 48/49 (que son de los que se dispone de más información, al contar con registro de multas por circulación), son los que reúnen mayor número de expedientes a personas multadas, que ascienden a 2978 y 6057 respectivamente. Pero también ocurre con el año 1941 cuyos expedientes multados son 1732, aunque en este caso, sea menor el tipo de sanciones por motivos relacionados con la acaparación y sin embargo sean mayores las registradas por este motivo ( y comparando también con el año 1941), para el resto de los años. Este hecho, el ser mayor el número de sanciones en materia de acaparación para el resto de años, no ocurre sin embargo en los años 38/39 donde casi se equipara con el año 1941 el número de sanciones contabilizadas, que para ambos casos rondan la centena.

La reflexión a cerca de los datos podría sugerir análisis más profundos, estableciendo ciertas tendencias, aparte de las ya indicadas. Los delitos que tienen una tendencia al alza, en el periodo analizado son los relacionados con el transporte y la circulación de mercancías, mientras que el resto (aún sufriendo oscilaciones durante estos años) tienden a la baja. Se observa del periodo 38 al 45, una abundancia mayor de multas mayores a mil pesetas Son especialmente significativos en este sentido los años 1938 y 1940, en los que se establece una mayor vigilancia, y sanciones muy altas.

Sin embargo aunque la cuantificación varía, para los primeros años se observa un registro mayor y más detallado de acciones, siendo destacable también el número de expedientes cursados en 1948 y 1949 precisamente si se unen a las sanciones habituales las relacionadas con en transporte y aspectos administrativos. Aún siendo los años 1942 y 1948 especialmente difíciles dentro del periodo analizado, se sospecha la falta de expedientes, y de libros de registro y por tanto de datos para el resto de los años analizados.

En cuanto a las multas y su contabilización, las referentes a denuncias recibidas en las Comisarías de Vigilancia, Secretarías de los Ayuntamientos, de los Juzgados municipales y Puestos de Guardia Civil, deben estar registradas específicamente en los libros de multas de la Delegaciones Provinciales y consultar otro tipo de registros (censos de racionamiento por ejemplo) en los archivos municipales.

Esta duda junto a la poca uniformidad de las informaciones recogidas en los registros, hizo temer en cierto momento de la investigación sobre la conveniencia de la cuantificación de los datos. El hecho de aportar gran cantidad de datos directamente de las fuentes, que en cualquier momento podrán ser revisados ya a partir de una primera clasificación, fue el impulso que animó esta tarea.