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INTRODUCCIÓN
La pobreza es uno de los problemas más apremiantes que enfrenta actualmente la humanidad. En el año 2000, de los 6 millardos de habitantes que conformaban la población mundial, casi la mitad (2,8 millardos) vivía con menos de $2 diarios y un quinto (1,2 millardos) vivía con menos de $1 diarios (World Bank 2001: 3). La gravedad de esta situación fue reconocida por los países miembros de las Naciones Unidas en la Cumbre del Milenio, celebrada en septiembre de ese mismo año. En ella se fijaron los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, siendo uno de ellos reducir la pobreza extrema a la mitad durante el período 1990-2015 (UNDP 2003: 1). Sin embargo, durante el decenio de 1990 en más de 50 países la pobreza aumentó.
En Venezuela, la pobreza se ha convertido en uno de los principales problemas a resolver. Según Riutort (2003), entre 1975 y 1997 el porcentaje de la población en estado de pobreza pasó de 33 por ciento a 67 por ciento, mientras que el porcentaje en estado de pobreza extrema pasó de 13 por ciento a 36 por ciento. De acuerdo con cifras oficiales, el porcentaje de la población pobre se ha mantenido en el entorno del 50 por ciento durante el período 1997-2002 (tabla 1).
Tabla 1
Pobreza en Venezuela (%)
1997
1998
1999
2000
2001
2002
Población pobre
60,9
55,4
50,0
48,3
45,5
48,1
Población en pobreza extrema
29,5
24,7
19,9
19,5
17,4
20,1
Fuente: INE (2003)
Adicionalmente, el ingreso medio de la población se ha ido acercando paulatinamente a la línea de pobreza, mientras que la desigualdad en la distribución del ingreso ha aumentado. Entre 1997 y 2002 el coeficiente de Gini pasó de 0,46 a 0,49 (INE 2003).
A la hora de hacer comparaciones internacionales, la posición de Venezuela deja mucho que desear. Para ello se puede utilizar la data del Banco Mundial, que mide la pobreza utilizando una línea internacional de pobreza de $1, ajustada a la moneda local por la paridad del poder de compra de bienes de consumo. Se consideran en pobreza absoluta todas aquellas personas que viven con menos de un dólar diario. La tabla 2 incluye data para Venezuela y un grupo de países latinoamericanos formado por los países miembros de la Comunidad Andina, Brasil, Chile y México. Se puede apreciar que en ese grupo de países Venezuela es el tercer país con mayor pobreza, 15 por ciento, después de Ecuador y Perú, que con 20,2 y 15,5 por ciento, respectivamente, se ubican en primero y segundo lugares.
Tabla 2
Pobreza en algunos países latinoamericanos
País
Año Encuesta
Población con menos de $1 diarios (%)
Brecha Pobreza con $1 diarios (%)
Bolivia
1999
14.4
5.4
Brasil
1998
9.9
3.2
Chile
1998
<2
<0.5
Colombia
1998
14.4
8.1
Ecuador
1995
20.2
5.8
México
1998
8.0
2.1
Perú
1996
15.5
5.4
Venezuela
1998
15.0
6.9
Fuente: elaboración propia con datos de World Bank (2003a)
Nota: La población con menos de $1 diarios es el porcentaje de la población que vive con menos de $1.08, calculados a los precios internacionales de 1993 (equivalentes a $1 a precios de 1985 y ajustados por la Paridad del Poder de Compra).
Por otro lado, la brecha de pobreza en Venezuela es la segunda más grande, después de la de Colombia. Esta mide la profundidad de la pobreza, es decir, la distancia promedio de las familias pobres a la línea de pobreza.
Los niveles altos de pobreza generan graves problemas sociales, entre ellos la exclusión de la mayor parte de la población, desnutrición infantil y criminalidad, al tiempo que afecta negativamente el desempeño económico del país debido a la ausencia de mano de obra calificada y el bajo nivel de demanda agregada asociados a la pobreza.
Antes de 1989, los gobiernos venezolanos aplicaron políticas públicas para combatir la pobreza no focalizadas y de carácter paternalista y clientelar, que fracasaron en el intento de disminuir la pobreza. A partir del año señalado se implementaron políticas focalizadas, pero no se les dio continuidad y se hizo poco énfasis en la implementación de programas de evaluación y seguimiento que permitieran determinar su impacto en la población.
Al revisar los trabajos más recientes sobre políticas de intervención en el tratamiento de la pobreza en diferentes países, encontramos que hay una clara tendencia a involucrar a los ciudadanos afectados en la búsqueda de soluciones al problema. Es decir, minimizar la acción del Estado y promover la participación ciudadana para atacar los problemas de la comunidad. En este sentido, los programas de microcrédito o micro finanzas han resultado ser exitosos en diversos países.
Los programas de microcrédito tienen como finalidad darle acceso a los pobres a los servicios financieros. Como todo el mundo, los pobres necesitan y utilizan servicios financieros. Ellos ahorran y piden préstamos para invertir en oportunidades de negocio, en mejoras al hogar y para hacer frente a gastos imprevistos. Sin embargo, los servicios financieros informales asequibles a los pobres, tales como los que proveen los familiares, los clubes de ahorro y las casas de empeño, tienen serias limitaciones en cuanto a montos, disponibilidad, riesgo y altos costos.
Durante la década de los setenta se llevaron a cabo programas experimentales en Bangladesh, y otros países en desarrollo, donde se otorgaban pequeños préstamos a grupos de mujeres pobres para que los invirtieran en microempresas. Así nacieron las instituciones microfinancieras (IMFs), que durante las siguientes dos décadas se extendieron a otros países demostrando dos cosas: primero, que los pobres, especialmente las mujeres, registran altas tasas de repago cuando piden prestado; segundo, que los pobres están dispuestos a pagar tasas de interés suficientemente elevadas como para permitir que las IMFs cubran sus costos y sean sustentables en el largo plazo.
En el presente trabajo se analiza el Proyecto de Desarrollo de Comunidades Rurales Pobres (PRODECOP), llevado a cabo por la Fundación de Capacitación e Innovación para el Desarrollo Rural (CIARA), organismo adscrito al ministerio de Agricultura y Tierras, cuyo objetivo es mejorar la calidad de vida de las familias rurales pobres. El PRODECOP tiene dos componentes, uno de capacitación ciudadana y otro de servicios financieros. El primero busca capacitar a los beneficiarios para que participen de manera activa en el desarrollo económico y social de sus comunidades. El segundo tiene como objetivo la creación de cajas de ahorro rural con el fin de otorgar microcréditos a la población objetivo. Con este análisis de caso se pretende determinar si el microcrédito puede ser un instrumento efectivo para combatir la pobreza en Venezuela.
Los programas de microcrédito en Venezuela han sido poco estudiados sistemáticamente. Dados los altos niveles de pobreza que se registran en el país, así como la cada vez más precaria disponibilidad de recursos públicos para atender la población de menores ingresos, es importante instrumentar programas que sean efectivos en el alivio de la pobreza y promuevan la participación activa de la población afectada. Esto último implica un cambio importante con respecto al enfoque del estado paternalista como único responsable en la solución del problema. El microcrédito puede ser uno de estos programas, por lo que el estudio sistemático de un programa específico como el PRODECOP puede arrojar luces sobre la conveniencia de generalizar la experiencia regional dándole un alcance nacional.
Por otro lado, no se ha utilizado el enfoque de modelos de políticas públicas, donde se definen los problemas públicos como valores generales o específicos (MacRae 1985), en la evaluación de los programas de microcrédito.
La hipótesis que se maneja en el presente trabajo es que el microcrédito, combinado con la participación activa de los beneficiarios, puede ser utilizado como un instrumento efectivo en la lucha contra la pobreza en Venezuela.
Objetivos
El principal objetivo de este trabajo es analizar los presupuestos teóricos del PRODECOP para luego hacer una evaluación empírica. Se pretende determinar el impacto que ha tenido en los beneficiarios del programa y verificar si se han logrado los objetivos propuestos.
Metodología de la investigación
Primero se llevará a cabo una investigación documental para desarrollar el marco teórico del problema. Luego se elaborará un modelo de políticas públicas que servirá para la evaluación del PRODECOP. Posteriormente se analizarán los documentos del PRODECOP y se entrevistarán los funcionarios encargados de la ejecución del programa para determinar los supuestos teóricos del programa y entender la manera como funciona. Luego se analizarán los instrumentos utilizados para levantar la información recabada en el Estudio de Línea Base realizado en el 2000 y en el Estudio de Impacto realizado en el 2002. Este análisis servirá de base para elaborar un instrumento que permita recabar la información necesaria para llevar a cabo un estudio tipo panel. El instrumento permitirá obtener información en un grupo de comunidades beneficiarias del PRODECOP, así como en una comunidad que servirá de grupo de control. Luego se procesará la data obtenida.
La evaluación del PRODECOP será de tipo conceptual y empírico. En la evaluación conceptual trataremos de estructurar una teoría sobre el funcionamiento del programa, lo que denomina Weiss (1998) las teorías del cambio. La evaluación empírica será de tipo descriptivo y permitirá analizar los indicadores que reflejan el comportamiento de las variables dependientes identificadas en el modelo conceptual.