|
Hacia una convergencia de las corrientes.
Este texto forma parte de la tesis doctoral
El cambio estructural del sistema
socioeconómico |
Las aportaciones de la estrategia orientada al mercado y de la consolidación de las reformas, vienen a significar una cierta convergencia del pensamiento neoliberal hacia las recomendaciones neoestructuralistas y alternativas, donde el papel activo del Estado es incuestionable y donde la reforma de las instituciones es un elemento imprescindible, sin el cual la estrategia de desarrollo neoliberal es inviable; por tanto, se observa una cierta convergencia moderadora y homogeneizadora entre las diferentes Economías del Desarrollo.
El debate que se ha producido en la Economía del Desarrollo en los años noventa ha servido para limar diferencias entre las diferentes corrientes de pensamiento. Los neoliberales han conseguido que se acepte de forma generalizada la necesidad de una estabilización y de un ajuste estructural que oriente las economías hacia el exterior con el fin de aprovechar las ventajas que ofrece un entorno internacional globalizado.
Los neoestructuralistas han conseguido que se acepte que el papel del Estado es esencial en el proceso de desarrollo y que éste debe seguir interviniendo en la economía, aunque si bien con un nuevo enfoque. Los alternativos han conseguido que las cuestiones sociales y, particularmente, la lucha contra la pobreza ocupen un lugar prioritario en las estrategias de desarrollo, evitando que dichas cuestionen queden reducidas al efecto cascada del crecimiento económico.
Pero además de esta homogeneización de la Economía del Desarrollo, lejos aún de la homogeneidad de la Economía del Desarrollo de posguerra, también es indiscutible la moderación ideológica del debate; han pasado los tiempos del radicalismo dependentista y defensor de la desconexión y de los experimentos neoliberales de los Chicago Boys en regímenes autoritarios; y, aunque la situación de subdesarrollo y sus correspondientes lacras perduran y aun los diagnósticos de dicha situación difieren bastante, términos como competitividad, equidad y democracia parecen ser consustanciales a una nueva concepción del desarrollo.
Parece que se abren las puertas a la refundación de una nueva Economía del Desarrollo en el seno de la Economía Política, donde factores externos e internos, económicos y no económicos, estructurales y coyunturales, históricos y corrientes, otorguen de nuevo a la subdisciplina la categoría de especialidad abierta y la conduzcan a lo que Seers (1979) llamó Estudios de Desarrollo, para referirse a la comunión de las distintas disciplinas que se ocupan del desarrollo. En el campo de la economía se hace necesaria la constitución de una Economía Política del Desarrollo, donde el análisis económico y la economía aplicada se complementen y favorezcan el acercamiento a otras disciplinas.