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La Economía del Desarrollo como marco teórico para un estudio de cambio estructural.
Este texto forma parte de la tesis doctoral
El cambio estructural del sistema
socioeconómico |
Dado que hemos definido nuestro objeto de estudio como el cambio estructural del sistema socioeconómico costarricense a raíz de la crisis de principios de los años ochenta y la nueva estructura socioeconómica que se ha ido conformando, nuestro marco teórico ha de ser uno acorde con el estudio de una economía subdesarrollada y que nos permita entender y explicar la evolución de la misma. Consideramos que dicho marco no puede ser otro que la Economía del Desarrollo.
Por Economía del Desarrollo se conoce a la subdisciplina científica que se ocupa del estudio de las economías de los países menos desarrollados, es decir, de las condiciones, características y políticas de desarrollo económico de dichos países. Esta especialidad académica de la ciencia económica surgió como subdisciplina científica a partir de la Segunda Guerra Mundial.
El estatuto teórico de la Economía del Desarrollo es el de subdisciplina de la Teoría Económica, tales como la Hacienda Pública o la Microeconomía, que posee un cuerpo relativamente unificado de análisis y de recomendaciones de política económica. Si bien, no todos los economistas aceptan este rango; para los más ortodoxos, como Hicks, no es más que la aplicación del análisis económico a cierto tipo de países y de problemas, por lo que no exige un instrumental analítico diferente del utilizado en el estudio de la economía de los países desarrollados; es más, hay quienes, como Lal, defienden que su constitución responde a la necesidad de justificar determinadas prácticas dirigistas y proteccionistas; otros, como Little, plantean que dada la escasa homogeneidad de los países subdesarrollados no tiene sentido hablar de Economía del Desarrollo (Bustelo, 1989, p. 69-76). Sin embargo, la abundancia de estudios empíricos sobre el desarrollo económico, junto con las distintas teorías sobre dicho fenómeno, hace existan quienes defiendan que la Economía del Desarrollo es una disciplina más de la Ciencia Económica.
No obstante, la concepción más aceptada de Economía del Desarrollo es la de Hirschman, basada en dos elementos definidores, el rechazo de la pretensión monoeconómica y la afirmación de la pretensión del beneficio mutuo; es decir, esta subdisciplina se caracteriza por rechazar la monoeconomía (la aplicación de un mismo análisis económico a realidades radicalmente distintas) y defender la necesidad de reformular dicho análisis económico para que resulte aplicable a los países subdesarrollados; la segunda característica sería la afirmación de que las relaciones entre países desarrollados y subdesarrollados generan ventajas recíprocas (Bustelo, 1989, pp. 69-76).
Desde nuestro punto de vista, la concepción de Hirschman si bien es aplicable a los primeros estudios de desarrollo, casi todos pertenecientes a la teoría de la modernización, a medida que la heterogeneidad de la subdisciplina aumenta, las diferentes subcorrientes se desmarcan de estos elementos definidores; así las teorías estructuralista y neomarxista rechazan claramente el beneficio mutuo, mientras que las teorías neoliberal y neomarxista aceptan la monoeconomía.
Antes de continuar conviene aclarar las relaciones existentes entre los conceptos de desarrollo, subdesarrollo y cambio estructural. La evolución del sistema socioeconómico no tiene porque llevar la mejor de los mundos posibles; así, por ejemplo, cuando el sistema socioeconómico recupera su autopoiesis, tras un salto creódico, se habría producido la superación de una crisis estructural de segundo orden, pero no necesariamente que el nuevo creodo sea el más eficiente en relación con la finalidad de dicho sistema.
Cuando un gobierno propicia un salto creódico, o simplemente implementa un nuevo modelo de desarrollo sin cambiar de creodo, lo hace en el convencimiento de que el nuevo modelo es el más eficiente a la hora de alcanzar la finalidad que persigue el sistema socioeconómico, esto es, la satisfacción de las necesidades de la población; sin embargo, la combinación de los conceptos de satisfacción, necesidades y población abre las puertas para la discusión política, pues no todos los agentes del sistema entenderán de la misma forma dichos conceptos, generándose así ideologías alternativas, cada una de las cuales defenderá un genotipo político-ideológico diferente para alcanzar la citada finalidad y preferirá un modelo de desarrollo diferente e, incluso, un creodo político-institucional diferente.
La evolución de un sistema es, por tanto, el resultado de una sucesión de cambios estructurales mayores y menores, de los cuales los primeros son los más relevantes por representar transformaciones más profundas en el sistema. La existencia de sistemas socioeconómicos que podemos denominar subdesarrollados frente a sistemas desarrollados, se explicaría por los diferentes creodos político-institucionales seguidos a lo largo de su historia.
Así, el subdesarrollo puede ser entendido como la situación de estabilidad (estancamiento económico) caracterizada por una estructura socioeconómica donde las relaciones de interdependencia interna son débiles (desarticulación interna) mientras que las relaciones con otros sistemas socioeconómicos son fuertes (extraversión), lo que a su vez es consecuencia del seguimiento de creodos ineficientes en la consecución de la finalidad, pero eficaces en el mantenimiento de la estabilidad estructural. Es precisamente la desarticulación interna, combinada con la extraversión, la que genera el estancamiento económico, ya que los recursos generados por el sistema y que podrían ser útiles en la satisfacción de las necesidades de la población, son enviados al exterior en lugar de ser distribuidos por la estructura socioeconómica en virtud de las relaciones de interdependencia. Desarticulación, extraversión e ineficiencia son los elementos que caracterizan estructuralmente una situación de subdesarrollo.
En este sentido, el surgimiento del subdesarrollo como fenómeno socioeconómico fue el resultado del cambio estructural, diferente según el caso, producido en distintos sistemas socioeconómicos coloniales, tras el abandono del creodo político-institucional de la etapa autopoiética colonial como consecuencia de una crisis de segundo orden.
A dicho creodo colonial se había llegado, en la mayoría de los casos, tras la conquista de sistemas socioeconómicos con creodos tradicionales, por parte de otros sistemas socioeconómicos de su entorno; la conquista supuso un cambio de poder y un salto creódico.
Cuando el poder de los sistemas coloniales pasó a manos de los nacionalistas-independentistas, éstos aplicaron diferentes modelos de salto creódico que llevaron a los distintos sistemas a una situación de subdesarrollo en que las necesidades de sus poblaciones no se satisfacen eficientemente, pero en la que dichos sistemas tienen capacidad para autorregularse, manteniendo así la estabilidad.
Por otro lado, el desarrollo puede ser entendido como el proceso mediante el cual un sistema mejora su capacidad para satisfacer las necesidades de su población, es decir, se hace más eficiente en la consecución de su finalidad. Este concepto puede ser aplicado tanto a sistemas socioeconómicos subdesarrollados como a sistemas desarrollados; en nuestro caso nos interesa referido a los primeros.
De este forma, para que un sistema socioeconómico subdesarrollado salga de su situación de estancamiento económico, iniciando así un proceso de desarrollo, es preciso que se produzca un salto creódico que genere un cambio estructural, de forma que la nueva estructura socioeconómica tenga una malla de interrelaciones más tupida, aunque pueda mantener un grado de extraversión elevado; difícilmente, cambios estructurales menores, compatibles con el creodo, generarán un proceso de desarrollo. La mayor articulación de los elementos estructurales permitirá que los recursos generados por el sistema se queden mayoritariamente dentro de sus límites y sean distribuidos por la estructura socioeconómica, de forma tal que mejore la capacidad del sistema para satisfacer las necesidades de su población.
Por tanto, desarrollo implica cambios a fondo en la estructura socioeconómica del sistema, esto es, cambio estructural (Sampedro y Martínez, 1975 [1969], p. 247). Sin embargo, un cambio estructural no tiene porque implicar desarrollo, de hecho el subdesarrollo puede entenderse como consecuencia de una senda inadecuada de cambios estructurales.
Si, como vimos en el capítulo anterior, un cambio estructural mayor es el resultado de un salto creódico y éste sólo se produce tras un cambio de poder en medio de una crisis de segundo orden, tenemos pues ya vinculado el estudio de los procesos de desarrollo de un país subdesarrollado con el estudio del cambio estructural de un sistema complejo evolutivo. Por ello, el marco teórico de nuestro objeto de estudio ha de ser la Economía del Desarrollo.