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Un método para el análisis del cambio estructural.
Este texto forma parte de la tesis doctoral
El cambio estructural del sistema
socioeconómico |
Después de este repaso por la corriente metodológica y de la exposición de una explicación teórica de la evolución del sistema socioeconómico, procede ahora plantear un método concreto para analizar el cambio estructural de dicho sistema. Consideramos que dicho análisis ha tener las siguientes fases:
a) Determinación de la estructura socioeconómica previa al cambio estructural.
b) Constatación del cambio de modelo de desarrollo e identificación de sus causas.
c) En el caso de la identificación de una crisis estructural, análisis de la misma para determinar su naturaleza.
d) En el caso de que la crisis identificada sea de segundo orden, análisis del salto creódico y del modelo de desarrollo resultante, o por el contrario análisis del modelo de desarrollo que sirve para superar la crisis sin necesidad de salto creódico.
d) Determinación de la estructura socioeconómica posterior al cambio estructural, constatando dicho cambio.
Para la determinación de la estructura socioeconómica proponemos un modelo que incluye las relaciones con el entorno, la autorregulación del sistema y las relaciones de interdependencia entre los diferentes elementos estructurales.
El sistema socioeconómico mantiene una serie de relaciones con su entorno, entendido éste como el conjunto algebraico complementario en el universo, es decir, entorno sería todo aquello que no forma parte del sistema. Dichas relaciones (flujos, en la terminología sistémica) son de diversa naturaleza (energía, materia, información, dinero y vida), afectan al sistema a través de algunos de sus elementos estructurales y, en virtud de las relaciones de interdependencia y autorregulación, sus efectos se transmiten por todo el sistema.
Pueden identificarse cuatro orígenes distintos de esos flujos. En primer lugar, tendríamos los que se mantienen con el medio ambiente y que están vinculados directamente con los sectores productivos del sistema. En segundo lugar, tendríamos los flujos que se mantienen con otros sistemas socioeconómicos y que están directamente vinculados con el sector exterior del sistema. En tercer lugar, estarían los que se mantienen con las instituciones del sistema socioeconómico mundial y que están directamente vinculados con las instituciones del sistema socioeconómico en cuestión. Y, en cuarto lugar, estarían los flujos que se mantienen con los agentes del sistema socioeconómico mundial (al no existir un gobierno mundial el poder está muy repartido) y que están directamente vinculados con el gobierno del sistema socioeconómico en cuestión.
Los elementos que componen el sistema socioeconómico pueden clasificarse en tres tipos; por un lado, tendríamos los mecanismos de autorregulación deliberada (gobierno, aunque también pueden incluirse aquí a otros agentes que en determinadas ocasiones juegan un papel relevante en la autorregulación del sistema), por otro, los mecanismos de autorregulación automática (instituciones) y, por otro, los elementos estructurales objetos de la autorregulación procedente de los anteriores. Los flujos autorreguladores serán en su mayoría de naturaleza informativa.
Utilizamos el término autorregulación referida al sistema socioeconómico como realidad social capaz de regularse a sí misma. En un sentido estricto, ni el gobierno, ni las instituciones autorregulan el sistema, sino que lo regulan, siendo el sistema el que se autorregula a través de ellos; sin embargo, para remarcar la idea de que la regulación es de naturaleza endógena, preferimos mantener el termino autorregulación para definir las relaciones de las instituciones y el gobierno con los elementos estructurales, entre ellos y con ellos mismos.
El gobierno mantendría flujos autorreguladores con los elementos estructurales, con las instituciones, con otros agentes y consigo mismo, ya que sus decisiones repercuten en todo el sistema al objeto de mantener o recuperar la estabilidad estructural.
Las instituciones también mantendrán flujos autorreguladores con los elementos estructurales, con el gobierno, con otros agentes y consigo mismas, ya que las pautas de pensamiento, los hábitos y las acciones deliberadas de los agentes con fines distintos a la autorregulación, repercuten en todo el sistema al objeto de mantener la estabilidad estructural.
Los elementos estructurales mantendrán flujos autorreguladores, como objeto de la autorregulación del sistema, tanto con el gobierno como con las instituciones, pero no con ellos mismos; las relaciones que se mantienen entre estos elementos son relaciones de interdependencia que veremos posteriormente. A través de estos flujos de autorregulación es como la mayoría de las perturbaciones y de las contradicciones internas llegan hasta el gobierno y las instituciones y son neutralizadas o terminan por producir una crisis de intensidad variable según las circunstancias.
De entre todos los elementos estructurales que componen el sistema socioeconómico, consideramos que desde una perspectiva económica deben ser contemplados los siguientes: el sector primario privado, el sector secundario privado, el sector terciario privado no financiero y no exterior, el sector financiero público y privado, el sector exterior, el sector público empresarial no financiero, la administración pública, el mercado de trabajo y las clases sociales. Todos estos elementos estructurales mantienen relaciones de interdependencia entre ellos (flujos de diversa naturaleza), relaciones de autorregulación con el gobierno y las instituciones y relaciones con el entorno. Son precisamente las relaciones de interdependencia las más relevantes para determinar si se ha producido o no un cambio estructural y lo proponemos como base para un estudio de estática comparativa; dichas relaciones presentan unas regularidades a lo largo del tiempo que hemos denominado leyes estructurales (particulares y parciales) y en la modificación de dichas leyes es donde reside el cambio estructural.
En principio cada elemento estructural está relacionado con todos y cada uno de los demás elementos; sin embargo, cada sistema socioeconómico determinado tendrá un conjunto de relaciones diferentes, de forma que para un sistema las relaciones entre el sector exterior y el sector primario pueden ser fundamentales (economías primario-exportadoras), mientras que para otro esas mismas relaciones pueden ser irrelevantes (economías autárquicas). Es precisamente la determinación de las características de los elementos estructurales y sus más relevantes y permanentes interrelaciones, que constituirían las leyes que explican el funcionamiento del sistema, lo que constituye la estructura socioeconómica del mismo.
Tras toda esta explicación, nos encontramos con una malla de relaciones que será diferente para cada sistema, caracterizándolo, y que en función de la similitud con otras mallas nos permitirán elaborar tipologías de sistemas socioeconómicos; sin embargo, lo relevante de todo esto es que las leyes rigen el funcionamiento de un sistema socioeconómico concreto, lejos de ser universales, son particulares, ya que ni se mantienen en el tiempo al existir cambios estructurales, ni son extrapolables a otros sistemas socioeconómicos en la medida en que han sido construidas partiendo de la realidad social específica del mismo, que nunca será igual a la de otro sistema con ejes espacio-tiempo diferentes; tan sólo las leyes parciales o relaciones típicas son comunes a un grupo determinados de sistemas y nos sirven para construir tipologías.
El segundo paso de nuestro análisis, una vez determinada la estructura socioeconómica, es constatar la existencia de un cambio de modelo de desarrollo, lo cual puede observarse mediante el estudio de las distintas medidas de política económica aprobadas en el periodo objeto de estudio. Una vez identificado el cambio de modelo de desarrollo, procede estudiar las razones que llevaron al gobierno a tomar dicha decisión, si se hizo en contesto de estabilidad o de crisis.
Un tercer paso sería el estudio de la naturaleza y las causas de la crisis, para determinar si se trata de una crisis estructural de primer orden o una crisis estructural de segundo orden. Al tiempo que se estudia la incompatibilidad de la situación generada con el modelo de desarrollo o con el creodo, habrá de estudiarse también el origen de dicha crisis, identificando causas, endógenas y exógenas, azarosas y deliberadas.
En el caso de una crisis estructural de primer orden, se estudiarán los mecanismos de autorregulación del sistema que garantizan la estabilidad del mismo y cómo de ellos surge el nuevo modelo de desarrollo que se recogerá en una serie de reformas legislativas importantes, pudiendo, en determinados casos, incluso afectar a la carta magna si ésta es muy rígida.
En el caso de una crisis estructural de segundo orden, se estudiará el proceso de cambio de poder identificando las razones que influyen, dentro del azar que rige en las fases no autopoiéticas, en la toma del poder (habitualmente ocupando el gobierno) por parte de un grupo organizado de agentes disconformes con el creodo político-institucional; dicho cambio de poder desemboca en un salto creódico y en el establecimiento de nuevo genotipo político-ideológico del que derivará un nuevo creodo político-institucional y un nuevo modelo de desarrollo. Las reformas en las que se basa el modelo habrán de ser de naturaleza constitucional y/o legislativa, dependiendo de lo restringido o amplio de la carta magna. Si la Constitución es muy restrictiva o si el cambio de poder implica un cambio de régimen político (democrático, autoritario o totalitario; monárquico o republicano; parlamentario o presidencialista; unitario o federal), será precisa una reforma constitucional o, en el peor de los casos, su derogación y sustitución por otra; tras la reforma constitucional se producirán reformas legislativas, de tal manera que la carta magna pueda desarrollarse, propiciando así también el desarrollo del nuevo creodo. Sin embargo, si la Constitución es lo suficientemente amplia, flexible o ambigua, y no se produce un cambio de régimen con el cambio de poder (cambios de gabinete, alternancia en el gobierno...), ésta no tendrá que ser modificada y bastará con una reforma legislativa más o menos profunda, según la naturaleza del nuevo creodo, para el desarrollo del mismo.
Las medidas de reforma constitucional y/o legislativa producirán cambios en los elementos estructurales, en los mecanismos de regulación (gobierno e instituciones), en las relaciones de interdependencia, en las relaciones de autorregulación y en las relaciones con el entorno. De todos estos cambios, los más relevantes a la hora de determinar que se ha producido un cambio estructural, son los que se refieren a las leyes estructurales que rigen las relaciones entre los elementos de la estructura; proponemos su estudio para conocer cómo se ha ido produciendo dicho cambio.
La última fase del análisis es la determinación de la nueva estructura socioeconómica, tal y como se hizo al principio, y compararla con la existente antes del cambio, de forma que éste quede demostrado.
A partir de aquí, puede realizarse un estudio de las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades (DAFO) de la nueva estructura, de forma que podamos simular diferentes escenarios futuros del sistema y tratar de descubrir cuales serán las pautas seguidas por el desarrollo creódico y los posibles modelos de gestión de la estabilidad aplicables ante las perturbaciones que tengan una mayor probabilidad de surgir. También podríamos observar las distintas propuestas del debate político del país, tratando de encontrar consensos y compatibilidad de dichas propuestas con el creodo que se está desarrollando.
De esta forma pueden hacerse distintos estudios de prospectiva. Una vez definido el creodo político-institucional en que se encuentra el sistema y la estructura socioeconómica que lo caracteriza, cabe hacer previsiones sobre la evolución inmediata del sistema, pues se supone que, tras el salto creódico y el cambio estructural consiguiente, éste se encuentra en una fase autopoiética. En el intervalo que va desde la consolidación de la nueva estructura hasta la siguiente crisis estructural de segundo orden, la evolución del sistema es relativamente previsible gracias a la estabilidad estructural y, por ello, las decisiones políticas y entre ellas las de política económica, pueden ser eficaces en la dirección del desarrollo creódico. En estos contextos, la actuación del gobierno puede incluso generar cambios estructurales menores con la implementación de distintos modelos de desarrollo, siempre que éstos sean compatibles con el creodo.
En contextos de crisis, las previsiones pierden su interés y la capacidad de manejar políticamente la situación dependerá, entre otras cosas, de la capacidad del gobierno para calibrar la naturaleza de la crisis y actuar en consecuencia.