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Estabilidad y crisis

 

 

Este texto forma parte de la tesis doctoral

El cambio estructural del sistema socioecon�mico
costarricense desde una perspectiva
compleja y evolutiva (1980-1998)

de Antonio Luis Hidalgo Capit�n
a cuyo texto completo se puede acceder
desde este enlace

 

            Como hemos visto, la estabilidad viene garantizada por la autorregulaci�n del sistema socioecon�mico. Dicha regulaci�n puede ser de dos tipos, autom�tica o deliberada.

            Hablamos de autorregulaci�n autom�tica cuando las actuaciones de los agentes son no deliberadas, es decir, cuando est�n basadas en los h�bitos y las pautas de pensamiento propios de la cultura, que ser�n consecuencia del creodo pol�tico-institucional concreto en que se encuentre el sistema socioecon�mico. Son las instituciones propias de dicho creodo las que garantizan la autorregulaci�n autom�tica del mismo y, por tanto, la estabilidad.

            El t�rmino instituciones es entendido aqu�, seg�n la definici�n de Veblen, como los principios de acci�n, acerca de la estabilidad y la finalidad, sobre los que los agentes pr�cticamente no tienen dudas (Bortis, 1990, p. 79). Las instituciones, as� definidas, ser�an h�bitos sociales que determinan acciones reguladoras, no deliberadas sino autom�ticas; aunque tambi�n suelen considerarse como instituciones al conjunto de agentes actuando bajo alg�n principio de acci�n, por ejemplo, el mercado.

            Con la idea de automatismo no nos referimos a que los agentes act�an sin voluntad, sino al hecho de que sus actuaciones no tienen como objetivo la autorregulaci�n del sistema, aunque por lo general si tendr�n un objetivo en la mayor�a de los casos de car�cter micro. La agregaci�n de estas actuaciones deliberadas a nivel micro conducen a una autorregulaci�n autom�tica del sistema (Hodgson, 1991, p. 159).

            Cuando estas instituciones no son capaces de neutralizar los efectos de una perturbaci�n y, como veremos, el sistema entra en crisis, algunos agentes empiezan a cuestionarlas y a tomar decisiones que pueden convertirlos en creadores de futuro. En los casos en que estos agentes disconformes se organicen, se constituyen determinados grupos de presi�n, cuyas actuaciones vienen a fomentar una mayor inestabilidad en el sistema socioecon�mico.

            Frente a este tipo de autorregulaci�n y como complemento, tendr�amos la deliberada, basada en las decisiones de los agentes. Cuanto m�s poder tenga el agente tomador de decisiones, es decir, cuanto mayor sea su capacidad para imponer su voluntad a los restantes agentes, mayor ser� su participaci�n en el proceso de autorregulaci�n. Por regla general, el m�ximo �rgano de decisi�n del sistema socioecon�mico, el agente que ostenta un mayor poder, es el gobierno; por ello, ser� �ste el agente responsable de la autorregulaci�n del sistema, salvo en situaciones de ingobernabilidad, esto es, cuando el gobierno no toma decisiones eficaces y a la vez consistentes con el creodo. Esto no impide que existan agentes con cierta cuota de poder que tomen decisiones con la intenci�n de autorregular el sistema, contribuyendo as� a mantener la estabilidad (sindicatos, asociaciones patronales, ej�rcito, grandes corporaciones...), aunque dichos agentes suelen jugar un papel m�s importante en las etapas no autopoi�ticas que en las autopoi�ticas.

            Cuando el sistema se encuentra en crisis la decisi�n autorreguladora del gobierno suele ser la aplicaci�n de un modelo de gesti�n de la estabilidad, ya que los agentes que ostentan el poder se resisten a cualquier cambio, salvo que �ste les lleve hacia situaciones en las que acumulen un mayor poder. Las decisiones del gobierno estar�n inspiradas, por lo general, en el deseo de que el poder sea conservado por aquellos que lo ejercen desde posiciones predominantes (Sampedro y Mart�nez, 1975 [1969], p. 247).

            Sin embargo, ante una situaci�n de cat�strofe, inestabilidad o crisis extrema, es decir, cuando el sistema socioecon�mico est� en una situaci�n no autopoi�tica, un modelo de gesti�n de la estabilidad es insuficiente para autorregular el sistema socioecon�mico. Es en esos momentos cuando la inestabilidad puede llegar a provocar una ruptura de la regularidad institucional (Lawson, 1985, p. 920); dicha ruptura puede venir provocada por una fuerte alteraci�n de naturaleza militar, pol�tica, social o econ�mica que conducen a la p�rdida de la autopoiesis del sistema socioecon�mico, pudiendo ser interpretada como un cambio de etapa equivalente a una bifurcaci�n (Hodgson, 1991, p. 161).

            Es bajo la fase no autopoi�tica, en situaciones de bifurcaci�n, cuando el sistema se vuelve altamente sensible a peque�as alteraciones, que pueden llegar a afectar la evoluci�n del mismo. En esta situaci�n los agentes disconformes con el funcionamiento del creodo pol�tico-institucional tratan de hacerse con el poder para implantar su propio genotipo pol�tico-ideol�gico y llevar al sistema a una nueva fase autopoi�tica bajo un nuevo creodo; del resultado de esa lucha competitiva por el poder entre agentes diferentes surgir� un nuevo gobierno, que estar� en condiciones para propiciar el desarrollo cre�dico de un genotipo pol�tico-ideol�gico diferente, sin un gran coste, iniciando una transici�n hacia una nueva estructura por medio de la implementaci�n de un nuevo modelo de desarrollo.

            Pero cualquier salto de un creodo a otro s�lo resulta imaginable en dos circunstancias: cuando los factores o elementos que confieren el poder dejan de ser manejados por quienes lo ostentan y pasan a ser utilizados por quienes desean una situaci�n diferente, y/o cuando tales factores dejan de ser decisivos para el poder y �ste aparece como resultado de otros factores en manos de grupos diferentes (Sampedro y Mart�nez, 1975 [1969], p. 247). En el caso del poder pol�tico del gobierno, �ste suele venir respaldado por el apoyo popular, por el apoyo del ej�rcito, por el apoyo de la �lite econ�mica, por el apoyo de una potencia extranjera, por el apoyo de instituciones religiosas, etc.; mientras los apoyos concretos de cada caso se mantengan, el gobierno podr� desarrollar su genotipo pol�tico-ideol�gico, que evidentemente habr� de ser compartido, o al menos aceptado, por dicho elemento de apoyo.

            Las situaciones de crisis suelen restar apoyo al gobierno y pueden llegar a provocar alternancias democr�ticas, golpes militares o procesos revolucionarios, permitiendo que el nuevo gobierno siga un creodo acorde con la voluntad del apoyo que, tras dicha crisis, se haya convertido en relevante.

            Podemos tener crisis sin cambio de creodo pol�tico-institucional, que se resuelven con modelos de gesti�n de la estabilidad, y podemos tener cambios en el poder en situaciones de estabilidad, que dif�cilmente generar�n cambio de creodo pol�tico-institucional por la propia resistencia del sistema socioecon�mico; en ambos casos, dicho sistema se encontrar�a en una situaci�n autopoi�tica. Pero cuando, ante una situaci�n no autopoi�tica, se produce un cambio de creodo, el desarrollo del genotipo conduce a un cambio en la estructura socioecon�mica.

            En esta exposici�n nos falta aclarar el concepto de crisis. Aqu� una de las explicaciones y tipolog�as m�s elaboradas sobre las crisis es la de los regulacionistas franceses, entre los que destacan Aglietta y Boyer. Este �ltimo (Boyer, 1992 [1987], pp. 67-79) identifica cuatro tipos de crisis, las crisis provocadas por una perturbaci�n, las crisis c�clicas, las crisis del modo de regulaci�n y las crisis del modo de desarrollo, clasificando las dos �ltimas como grandes crisis o crisis estructurales; incluye adem�s este autor un �ltimo tipo de crisis, la del modo de producci�n o crisis final del capitalismo. La distinci�n entre los distintos tipos de crisis estructurales est� en funci�n de las definiciones de los conceptos de modo de regulaci�n y de modo de desarrollo, propios del pensamiento marxista, neomarxista y regulacionista, en los que no consideramos necesario entrar por tratarse de distinciones terminol�gicas, que s�lo tiene sentido si se comparten dichos conceptos. As� pues y bas�ndonos parcialmente en Boyer (1992, [1987], pp. 67-69), distinguimos cuatro tipos de crisis, las provocadas por una perturbaci�n, las c�clicas, las estructurales provocadas por el agotamiento del modelo de desarrollo y las crisis estructurales provocadas por la incompatibilidad de la situaci�n existente con el creodo pol�tico-institucional.

            Un sistema socioecon�mico est� sometido a un sin fin de perturbaciones que generan inestabilidad en el mismo; si dicha inestabilidad puede ser autorregulada autom�ticamente no ser� una crisis, pero si lo ser� si estos mecanismos no son capaces de neutralizar la perturbaci�n. Estas perturbaciones pueden ser de dos tipos, deliberadas o aleatorias; las primeras ser�an el resultado de determinadas acciones de los agentes que involuntaria o intencionadamente desestabilizan el sistema como, por ejemplo, una guerra o una conspiraci�n pol�tica para provocar un cambio de gobierno; las segundas son fruto del azar y a su vez pueden ser end�genas, como un accidente, o ex�genas, como cualquier alteraci�n en los par�metros que determinan los flujos con el entorno socioecon�mico (precios, productos alternativos, embargos...) o f�sico (cat�strofes naturales, clim�ticas...); en el caso de las perturbaciones procedentes del entorno socioecon�mico, aunque puedan ser de naturaleza deliberada, el origen de la decisi�n es exterior al sistema y, por tanto, no son controlables ni explicables desde el sistema socioecon�mico en cuesti�n, salvo que los mismos sean fruto de una reacci�n de entorno ante un flujo del sistema.

            En la mayor�a de los casos estas perturbaciones son neutralizadas por los mecanismos de autorregulaci�n autom�tica y el sistema recupera su estabilidad en un breve plazo; sin embargo, en otras ocasiones estas perturbaciones no son controladas y la inestabilidad se prolonga en el tiempo dando lugar a una crisis, que requerir�, en su soluci�n, la actuaci�n de los mecanismos de autorregulaci�n deliberada. Sin embargo, el hecho de que una misma perturbaci�n no produzca los mismos efectos (crisis) en un sistema socioecon�mico que en otro, ni en diferentes momentos del tiempo en el mismo sistema, nos induce a pensar que, incluso en este tipo de crisis, parte de la explicaci�n se debe a la naturaleza del sistema socioecon�mico afectado y al funcionamiento de sus mecanismos de autorregulaci�n.

            El segundo tipo de crisis son las crisis c�clicas que se producen de periodo en periodo como resultado de las tensiones y desequilibrios que genera la propia autorregulaci�n del sistema (insuficiencia de demanda por la distribuci�n de la renta, crecimiento sectorial desproporcionado, inestabilidad financiera...). Se trata de crisis de naturaleza end�gena que los mecanismos de autorregulaci�n autom�tica terminan por neutralizar al cabo de un cierto tiempo; sin embargo, en algunas ocasiones los mecanismos de autorregulaci�n deliberada act�an para atenuar la inestabilidad c�clica del sistema, tratando de convertir la crisis en una simple recesi�n.

            Adem�s de estos dos tipos de crisis, existen las llamadas crisis estructurales, que afectan a la estructura socioecon�mica y que s�lo se resuelven con un cambio estructural. Estas crisis estructurales pueden ser de dos tipos, las provocadas por el agotamiento del modelo de desarrollo y las provocadas por la incompatibilidad de la situaci�n existente con el creodo pol�tico-institucional.

            El primer tipo de crisis estructural surge cuando tras la aplicaci�n continuada de un modelo de desarrollo �ste ha logrado todos sus objetivos o bien, con logros parciales, se desvela ineficiente ante una nueva situaci�n; en este caso, el gobierno tratar� de aplicar un nuevo modelo de desarrollo compatible con el creodo pol�tico-institucional. Se trata de una decisi�n menor en el desarrollo del creodo, que viene condicionada por el genotipo pol�tico-ideol�gico existente. En algunas ocasiones, este tipo de crisis ni siquiera llega a producirse debido a que el propio gobierno, en este caso eficiente y con bastante poder, ante los primeros s�ntomas de inestabilidad, identifica adecuadamente el problema (el agotamiento del modelo de desarrollo) y anticipa su decisi�n. La aplicaci�n del nuevo modelo de desarrollo, si es adecuado a la situaci�n adem�s de compatible con el creodo, devolver� la estabilidad al sistema.

            Las crisis provocadas por una perturbaci�n, las crisis c�clicas y las crisis estructurales por agotamiento del modelo, pueden ser consideradas como crisis de primer orden, es decir, crisis que se dan dentro de una fase autopoi�tica del sistema y, por tanto, pueden ser controladas por la autorregulaci�n deliberada del mismo sin modificar el creodo pol�tico-institucional.

            Las crisis de primer orden estar�an vinculadas a las contradicciones internas del sistema socioecon�mico y, por tanto, tienen un componente dial�ctico; estas crisis pueden tener tres or�genes distintos, el ciclo econ�mico (estar�amos ante una crisis de naturaleza end�gena), las perturbaciones no controladas por la autorregulaci�n autom�tica que acent�an las contradicciones del sistema (estar�amos entonces ante una crisis cuyo origen depender� de la perturbaci�n en cuesti�n, pero que tiene adem�s un componente end�geno) y el agotamiento del modelo (estar�amos ante una crisis de naturaleza esencialmente end�gena, pero en cuya explicaci�n pueden participar elementos ex�genos -una nueva situaci�n internacional incompatible con el modelo de desarrollo-).

            En la mayor�a de los casos, las crisis de primer orden son superadas gracias a la autorregulaci�n deliberada de los agentes con poder, habitualmente el gobierno. Las acciones del gobierno para superar la crisis pueden ser entendidas como modelos de gesti�n de la estabilidad, entre los que destacan las pol�ticas antic�clicas, las pol�ticas de estabilizaci�n y las pol�ticas de desarrollo; dichos modelos son una de las m�ltiples manifestaciones del desarrollo del creodo pol�tico-institucional.

            Sin embargo, en algunas ocasiones, los modelos de gesti�n de la estabilidad no consiguen su prop�sito, por diferentes razones, no son adecuados (una mala decisi�n), son adoptados muy tarde (una decisi�n tard�a), la contradicci�n interna alcanza a los fundamentos del genotipo pol�tico-ideol�gico, etc.; en este caso, la crisis de primer orden se convierte en una crisis de segundo orden, propia de las fases no autopoi�ticas y que para su superaci�n requieren de un cambio del citado creodo.

            Cuando un sistema socioecon�mico sufre una crisis de segundo orden la inestabilidad es extrema y el resultado es imprevisible, ya que cualquier peque�a perturbaci�n puede determinar un salto cre�dico. Una crisis de segundo orden estar� vinculada a la incompatibilidad del creodo pol�tico-institucional con las posibles soluciones de la misma y se trata, por tanto, de una crisis estructural. Las crisis de segundo orden coinciden con las fases no autopoi�ticas de un sistema.

            En una fase no autopoi�tica el gobierno, habitualmente, ensayar� distintos modelos de gesti�n de la estabilidad sin resultado, por lo que dicho agente comenzar� a perder los apoyos en los que se basa su poder. Esta situaci�n provocar� casi inevitablemente un cambio de gobierno, que podr� ser de diversa naturaleza (cambios de gabinete, alternancia en el gobierno, golpe de estado, revoluci�n, guerra civil...). Una vez que el poder es ostentado por un agente diferente, �ste estar� en condiciones para provocar un salto cre�dico iniciando una serie de reformas constitucionales y/o legislativas que sienten las bases del desarrollo de un creodo pol�tico-institucional diferente, cuya naturaleza no puede ser determinada a priori, pero que estar� condicionada por el pasado y por el entorno, de forma que no todos los desarrollos cre�dicos son equiprobables.

            En dicha fase, se pueden producir cambios de poder sucesivos hasta que un gobierno con suficiente apoyo consigue desarrollar un nuevo creodo; en ese caso, el sistema ingresa en una nueva fase autopoi�tica, ya que el desarrollo del nuevo creodo pol�tico-institucional es al mismo tiempo la soluci�n de la crisis. La acci�n deliberada del nuevo gobierno (autorregulaci�n) con el fin de cambiar de creodo puede ser entendida como un modelo de salto cre�dico, que entre sus manifestaciones tendr� una variaci�n brusca de la estructura socioecon�mica, es decir, un cambio estructural.

            Sin embargo, no siempre la fase no autopoi�tica ser� seguida de una fase autopoi�tica (Hodgson, 1991, p. 161); dependiendo del grado de inestabilidad y de los apoyos que reciban los agentes que se disputan el poder, bien pudiera ser que el sistema socioecon�mico se descompusiera en varios sistemas, que fuese absorbido por otro sistema, o que desapareciera en un proceso de fragmentaci�n an�rquica, fen�meno �ste que podr�amos denominar libanizaci�n del sistema socioecon�mico.

            La duraci�n de la fase no autopoi�tica no puede determinarse a priori, al igual que el creodo pol�tico-institucional que se desarrollar�. Del mismo modo, tampoco puede saberse a priori si una inestabilidad del sistema es tan s�lo el efecto de una perturbaci�n autorregulable autom�ticamente, una crisis de primer orden o una crisis de segundo orden; aunque pueda haber indicios de una crisis m�s o menos seria del sistema socioecon�mico, la aversi�n al cambio de todo �rgano de poder consolidado hace que, habitualmente, las inestabilidades del sistema sean infravaloradas; por ello, el reconocimiento de la inestabilidad como un tipo determinado de crisis suele darse a posteriori. As� pues, la identificaci�n de las crisis, as� como la determinaci�n de que el sistema atraves� una fase no autopoi�tica son a posteriori (Boyer, 1992 [1987], p. 75).

            Con este enfoque vemos como la evoluci�n del sistema socioecon�mico s�lo est� parcialmente determinada, por lo que el azar y la voluntad juegan un papel transcendental. Mientras el sistema se encuentre en una fase autopoi�tica la estabilidad permitir� predicciones con un cierto grado de fiabilidad; sin embargo, esto no ser� posible durante una fase no autopoi�tica. Los saltos cre�dicos s�lo pueden darse en estas �ltimas fases; sin embargo, es posible, aunque dif�cil, llevar al sistema socioecon�mico desde una fase autopoi�tica a una de inestabilidad extrema, con la esperanza de generar un salto cre�dico; la teor�a de la conspiraci�n es una muestra de ello.

            Un grupo de agentes con un poder menor que el del gobierno pueden coordinarse para adoptar decisiones que, en forma de perturbaci�n, superen los mecanismos de autorregulaci�n autom�tica y alimenten las contradicciones internas del sistema con la esperanza de que no puedan ser neutralizadas tampoco por los modelos de gesti�n de la estabilidad y desemboquen en una crisis de segundo orden. La p�rdida de apoyos del gobierno durante la fase no autopoi�tica puede permitir un cambio de poder en favor de los agentes conspiradores que podr�n as� generar un salto cre�dico; sin embargo, el riesgo de desestabilizar el sistema es alto ya que en la fase no autopoi�tica otros agentes diferentes pueden ocupar el poder.

            Un ejemplo de esta teor�a de la conspiraci�n es la explicaci�n que Hinkelammert (1996) da a la aceptaci�n del neoliberalismo como modelo pol�tico-ideol�gico en los pa�ses latinoamericanos de tradici�n intervencionista. Los agentes neoliberales internos, minoritarios y con escaso poder en estos pa�ses, en coordinaci�n con agentes neoliberales externos (Trilateral, FMI, Banco Mundial, gobierno norteamericano, empresas multinacionales...) generaron muchas perturbaciones en los sistemas socioecon�micos latinoamericanos (modificaci�n de precios de importaciones y exportaciones, endeudamiento, elevaci�n de la cotizaci�n del dolar y de los tipos de inter�s internacionales, golpes de estado, guerrillas...). El caos se apoder� de dichos sistemas y los gobiernos perdieron el apoyo que ten�an; en este contexto los agentes neoliberales internos, con el apoyo de los externos ofrecieron la receta del orden, consistente en adoptar su modelo pol�tico-ideol�gico. As�, del caos intervencionista surge un nuevo orden neoliberal y, al igual que sucede en la obra de Orwell, 1984, la v�ctima termina por abrazar a su victimario.