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La estrategia metodológica. El análisis estructural
Este texto forma parte de la tesis doctoral
El cambio estructural del sistema
socioeconómico |
La primera pregunta que nos planteamos a la hora de acometer nuestra tarea investigadora fue ¿qué estrategia metodológica debíamos seguir? La metodología económica ortodoxa de origen neoclásico nos producía cierto desencanto; su carácter simplificador y reduccionista y su interés por traducir a variables cuantitativas los diferentes fenómenos económicos, para posteriormente introducirlos en modelos matemáticos, nos hizo considerar este enfoque como inadecuado para el estudio de la realidad económica. La economía real es de por sí compleja y está llena de fenómenos que difícilmente pueden ser cuantificados; bajo la metodología ortodoxa, dichos fenómenos se excluyen, despreciando su importancia, al no poder ser tenidos en cuenta dentro de los modelos matemáticos. Esta exclusión de lo cualitativo, junto a la irrealidad de los supuestos en que se basan muchas de las teorías de la economía ortodoxa, nos motivaron a buscar fuera de la ortodoxia una estrategia metodológica más sugerente.
Iniciado el camino de la heterodoxia, el marxismo, el institucionalismo, el historicismo, el estructuralismo, la obra de Schumpeter y los enfoques multidisciplinares atrajeron nuestra atención. Después del acercamiento a estas escuelas de pensamiento y probablemente influido por la corriente estructuralista que Román Perpiñá Grau y José Luis Sampedro desarrollaron en los estudios de economía en España, nos decidimos por abordar esta investigación desde una perspectiva estructuralista y ello por varias razones.
En primer lugar, no nos interesan los aspectos parciales de la realidad económica sino su totalidad, ya que consideramos que sólo mediante el estudio de los elementos relevantes y de sus interrelaciones podemos comprender dicha realidad económica. Los estudios parciales de la realidad pueden ser buenos puntos de apoyo para los estudios de globalidad y de hecho el análisis estructural incorpora muchos de ellos; en algunos casos, tal y como se desarrollaron originalmente y, en otros, tras una reelaboración que los aproxime a la realidad.
En segundo lugar, la perspectiva estructural nos permite tomar en consideración aspectos no siempre cuantificables de la realidad económica, como los políticos, los sociales, los institucionales, los geográficos, los históricos, etc. Nos resistimos al reduccionismo cuantitativo de una realidad rica en matices y que sólo puede comprenderse incluyendo en su estudio una perspectiva cualitativa. La cuantificación y la modelización matemática son unas herramientas imprescindibles para el estudio de la realidad económica y los adelantos que se han producido en las últimas décadas en estos campos han revitalizado algunas ramas de la ciencia económica. Sin embargo, la existencia del libre albedrío en las decisiones de los agentes económicos, cuya racionalidad no siempre es entendida y cuya irracionalidad parece a veces tan racional, reduce enormemente las posibilidades de cuantificar y modelizar matemáticamente determinados comportamientos; por ello, aun reconociendo la utilidad de los métodos cuantitativos, consideramos que éstos han de ser complementados con análisis de tipo cualitativo para una adecuada compresión de la realidad.
En tercer lugar, nos preocupa el largo plazo y, por tanto, nos interesan los elementos permanentes de la realidad económica, lo que dura, aunque lo que vamos buscando es la variación de lo invariante. A pesar de la complejidad de la realidad, existen en ella elementos que por su permanencia nos permiten caracterizarla, identificarla y comprenderla; si conseguimos aislar lo permanente de lo mutable de una realidad concreta para un periodo determinado de tiempo, podremos entenderla mejor; si posteriormente podemos ver como cambian en un periodo de tiempo más largo estos elementos permanentes podremos entender la evolución de dicha realidad. El análisis de la coyuntura es útil para completar el estudio de la realidad y, combinándolo con el análisis estructural, poder hacer predicciones de corto plazo, pero no nos permite por sí sólo comprender dicha realidad, ni en su conjunto, ni en su evolución.
Aclarado el por qué de nuestra estrategia metodológica pasamos ahora a presentar qué es y cuál sigue siendo su utilidad en actualidad.
El análisis estructural es un método de investigación que, desafiando el empirismo y el positivismo, toma como objeto de estudio un sistema y, por tanto, se preocupa de las relaciones recíprocas de las partes de un todo y no del estudio de las diferentes partes aisladas; con él se analiza la realidad a partir del reconocimiento de que ésta se encuentra formada por estructuras. Se trata de sustituir los estudios parciales de causalidades lineales por estudios generales de interdependencia, de abarcar la totalidad del objeto de estudio, previamente acotado, de distinguir los diferentes componentes y de establecer las relaciones básicas entre esos componentes (Palma, 1993 [1987], p. 250; Sampedro y Martínez, 1975 [1969], p. 29; Berzosa et al., 1997, p. 72-73).
Por tanto, el análisis estructural se basa en el estudio de la estructura, esto es, del “conjunto de elementos y de interrelaciones que caracterizan, con cierta permanencia, una determinada situación real”; así interdependencia, globalidad y permanencia se convierten en conceptos fundamentales del análisis estructural (Sampedro y Martínez, 1975 [1969], p. 29).
Con este método se estudia la globalidad de la realidad, que posee una serie de propiedades diferentes de las de cada uno de los elementos que la configuran; se estudian las interdependencias, ya que el funcionamiento de cada una de las partes del todo depende de las relaciones que mantiene con las otras partes y, por tanto, no puede entenderse dicho funcionamiento de forma aislada; y se estudia, además, la permanencia, en la medida en que los elementos y las relaciones de la estructura son estables durante largos periodos de tiempo.
El análisis estructural combina en las diferentes etapas de la investigación el análisis empírico con la abstracción teórica y el enfoque deductivo con el inductivo. No es empírico ya que, al integrar los hechos en una estructura y elaborar categorías abstractas con las que volver a esa realidad para interpretarla teóricamente, deduce unas categorías de otras e induce nuevas categorías de la observación empírica, en un proceso de acercamiento continuo a la esencia de los fenómenos (Alburquerque, 1981, p. 75).
De este enfoque se extraen tres importantes implicaciones (Alburquerque, 1981, p. 71):
a) La importancia de un hecho depende de la totalidad en que se integre, de su posición en la misma.
b) El principio de causalidad lineal debe ser sustituido por el de causalidad estructural, ya que la causalidad es múltiple, se realiza por medio de la estructura y el efecto retroalimenta su causa.
c) La distinción entre factores relevantes e irrelevantes, para nuestro objeto de estudio, cuestiona la parcelación de la ciencia en compartimientos estancos, por tanto, la distinción entre factores económicos y extraeconómicos carece de sentido, ya que los fenómenos son multidimensionales.
Conviene aclarar que el análisis estructural es descriptivo pero también es teórico, ya que una verdadera descripción ha de ser al tiempo su propia explicación. Dicha explicación de la realidad se basa en el descubrimiento de las leyes que regulan las relaciones de interdependencia y que permanece en lo subyacente de la estructura (Berzosa et al., 1997, p. 76). Si bien dichas leyes no son universales, sino particulares, ya que explican una determinada realidad bajo un horizonte temporal concreto, es decir, se trata de las leyes de la estructura y si cambiamos de estructura, deberemos cambiar de leyes.
Así pues, cuando utilizamos el análisis estructural tratamos de describir una cierta realidad a través de los elementos que la componen y de explicarla a través de las interrelaciones entre dichos elementos y lo hacemos para un horizonte temporal concreto.
El estructuralismo, como corriente metodológica, ha tenido una gran importancia en las ciencias sociales durante todo el siglo XX; no obstante, durante los años ochenta y noventa, el número de trabajos publicados que aplicaran el análisis estructural, como tal, se ha reducido de forma significativa.
No obstante, en los últimos años, se ha venido conformando dentro del campo de la economía un nuevo paradigma, la economía de la complejidad, en el que están convergiendo corrientes de pensamiento muy distintas y entre ellas casi todas las que utilizan el análisis estructural. Junto con muchos de los estructuralistas, participan de este paradigma autores neomarxistas y institucionalistas (Fernández Díaz, 1994, pp. 4-7).
Desde un punto de vista filosófico la economía de la complejidad es una de las diferentes aportaciones de la postmodernidad, incardinada dentro de las teorías de autoorganización de sistemas (autopoiesis), que es la corriente más abstracta de todas las teorías de la postmodernidad (Beyme, 1994 [1991], pp. 194-241). Por tanto, como pensamiento económico postmoderno supone una superación, cuando no una ruptura, con el pensamiento económico moderno precedente, al que pertenece tanto el estructuralismo como otras corrientes de la economía clásica.
El análisis estructural se ha ido integrando con el paso del tiempo en el análisis sistémico; la estructura ha pasado a ser uno de los elementos de los sistemas abiertos y autoorganizados, a partir de los cuales se ha ido construyendo el enfoque o teoría de la complejidad (Martín Serrano, 1975). Sin embargo, la teoría de sistemas presentaba algunas dificultades para explicar ciertos fenómenos de la evolución económica, en particular el cambio estructural; los intentos de construir una dialéctica de sistemas tampoco vinieron a aportar mucho más; el gran salto que ha permitido entender el sistema económico como un sistema complejo evolutivo vino de la mano de Prigogine y sus estudios sobre la termodinámica del desequilibrio.
Prigogine se ocupa del estudio de situaciones de desorden del sistema; así comprobó como habitualmente surge un nuevo orden, equilibrio o estructura a partir de una situación de desorden, desequilibrio o inestabilidad del sistema, en virtud de procesos de autorregulación (interacciones no lineales entre sus elementos). En estas situaciones de desorden, el azar es uno de los elementos clave en el surgimiento del nuevo orden, por lo que la evolución del sistema no puede estar determinada. A raíz de estas aportaciones de Prigogine y de sus colegas de la Escuela de Bruselas se ha ido consolidando un nuevo paradigma en la ciencia que ha llegado hasta la economía y se ha visto enriquecido con aportaciones diferentes, tales como la de Perroux (sobre el agente económico), las Boyer y Aglietta (sobre las crisis y la autorregulación del sistema económico), las de Hodgson (sobre la evolución del sistema económico a partir del cambio institucional) o las de Faber y Proops (sobre las interacciones del sistema económico con su entorno) (Miedes, 1996, pp. 136-139).
De modo sintético, la economía de la complejidad se caracterizaría por lo siguiente (De Paz y Miedes, 1995; Miedes, 1996, pp. 136-153; Asensio, 1998, pp. 87-100):
a) El conocimiento que podemos tener de la realidad económica está limitado por su propia complejidad (indeterminismo objetivo) y por la capacidad del conocimiento humano (indeterminismo subjetivo); por ello no es posible obtener un conocimiento de validez universal (espacial y temporal) acerca de la realidad económica, máxime si tenemos en cuenta que nos movemos en un universo participativo, donde el observador es al mismo tiempo actor. Así pues, el estudio de la realidad económica ha de enmarcarse en un horizonte espacio-temporal concreto en el que se reconoce la participación del observador.
b) La realidad económica ni está determinada, ni se rige por el azar. Hay segmentos de la realidad económica donde predominan las leyes deterministas, son las situaciones de estabilidad próximas al equilibrio, donde la economía clásica puede tener validez; y hay segmentos de la realidad económica caracterizados por la inestabilidad, donde el azar y la voluntad de los agentes confieren creatividad al sistema. Se produce así un alejamiento de los conceptos caóticos, aunque se pueden usar determinados avances instrumentales, especialmente matemáticos (fractales, números difusos...).
c) El sistema económico tiene una historia y un comportamiento; la situación actual del sistema viene condicionada por todas las situaciones precedentes, por lo que los fenómenos son históricos y evolutivos. El tiempo, variable esencial de la evolución económica, es histórico e irreversible, de forma que un mismo fenómeno en dos momentos diferentes tendrá consecuencias distintas.
d) Las situaciones de inestabilidad, de crisis, del sistema económico son las que suscitan más interés para la economía de la complejidad, ya que es en ellas donde puede producirse el cambio y de las que pueden surgir nuevas estructuras en función de la autorregulación (autopoiesis). La validez de la economía clásica quedaría restringida a las situaciones de estabilidad del sistema, siendo dichas situaciones en realidad casos especiales de una realidad económica caracterizada por el desequilibrio.
e) El cambio que se produce en el sistema económico es el objeto de estudio relevante para la economía de la complejidad, ya que en él se combinan necesidad, azar y voluntad bajo un tiempo irreversible y es donde el agente económico puede influir sobre la evolución del sistema.
f) La causalidad en el sistema económico es no-lineal y múltiple; la existencia de mecanismo de autorregulación y la propia complejidad del sistema económico así lo ponen de manifiesto.
g) El método de análisis de la economía de la complejidad no está predeterminado, sino que ha de encontrarse a lo largo de la investigación según sea el objeto específico de estudio; aun así, parece que la teoría de sistemas, con las diferentes aportaciones que ha ido recibiendo desde su concepción, se adapta a muchas de las situaciones objeto de estudio de la economía de la complejidad, pero no es el único método.
h) La naturaleza no sólo es un elemento que debe tenerse en cuenta en el análisis, sino que es el entorno del sistema económico con el que mantiene flujos de entrada y de salida interactuando tanto en sentido positivo como negativo.
i) La figura del agente, como individuo o colectivo que toma decisiones, cobra especial protagonismo bajo este enfoque, pues a partir de las decisiones de los agentes es como puede explicarse tanto el funcionamiento como la evolución del sistema económico. El agente es algo más que el homo oeconomicus, es un individuo, o grupo de individuos, en sentido pleno que en sus decisiones económicas tiene en cuenta todo tipo de criterios, no sólo económicos.
j) La economía de la complejidad basa su análisis en conceptos hasta ahora descuidados por la economía clásica, tales como autorregulación, creatividad, historia, información, estructura, función, innovación, azar, voluntad, agente, irreversibilidad, indeterminación, no-linealidad, inestabilidad, evolución, etc.
Antes de continuar creemos conveniente hacer algunas reflexiones sobre la utilidad actual del análisis estructural:
a) El análisis estructural no está pasado de moda porque nunca fue una moda; goza de una larga tradición (Quesnay o Marx pueden ser considerado los primeros en realizar un análisis estructural del sistema capitalista) y en la medida que se analice la realidad económica como un todo, destacando aquellas relaciones de interdependencia entre las partes que sean permanentes durante un determinado periodo, se estará haciendo análisis estructural; los modelos de equilibrio general aplicado o los estudios del sistema desde la perspectiva de la economía compleja son prueba de ello.
b) El análisis estructural no ha sido superado, sino integrado; en la medida en que su potencial para contribuir al aumento del conocimiento científico no ha sido rechazado y sustituido por otra metodología de análisis, el análisis estructural no ha quedado invalidado; sin embargo, parte de los enfoques del análisis estructural han quedado integrados, primero, en la teoría de sistemas y, posteriormente, en la economía de la complejidad.
c) El análisis estructural es hoy día una de las principales herramientas para el estudio del sistema económico desde la perspectiva de la economía de la complejidad; sin embargo, el sistema económico tiene muchas facetas que no pueden ser estudiadas adecuadamente mediante el análisis estructural, por ejemplo, todos los elementos relacionados con la coyuntura económica del mismo y que en determinadas circunstancias son más relevantes incluso que la propia estructura.
Este trabajo es una aplicación el análisis estructural, desde la perspectiva de la economía compleja, al estudio del sistema socioeconómico de un país subdesarrollado.