Al analizar el discurso sobre el progreso y la configuración social que la modernidad conforma, tratamos de conocer la forma tendencial que asumen las personas en sus formas de vivir. Pensar el progreso, bienestar y modernidad como entramados que constituyen los signos de este tiempo, manifestados en incertidumbres en la vida cotidiana de las personas y en las elecciones que asumen con rapidez sobre su presente y futuro.
Por ello se vuelve necesario comprender aspectos esenciales de la vida y la configuración social que asume la mayoría de la población con respecto a diversos valores sociales sobre el entramado institucional en el cual está inmersa; como ha sido la edificación de la democracia, conocer cuáles son las principales características del bienestar subjetivo que le subyacen, así como los valores culturales que la sostienen, visto como un problema político vital. Se emprendió una reflexión sobre esos entramados vitales que la sociedad asume con la tarea de caracterizar los principales componentes del bienestar subjetivo y de los valores culturales de los mexicanos, además, presentar una propuesta de índice integral global para su posterior medición.
El primer capítulo describe las formas en que se ha estudiado el bienestar, sus diversas concepciones que se han construido, algunos de los principios básicos para su análisis y diversos enfoques que puede asumir, así como sus teorizaciones. Se revisaron diversos índices e indicadores, que dan cuenta de los múltiples métodos que se han ensayado para su medición, destacando la necesidad de nuevos sistemas de análisis o formas de abordarlo, para su medición respecto a su influencia en una sociedad democrática.
Esto nos llevó a recabar información disponible sobre el país, utilizando los datos proporcionados por dos estudios paralelos el estudio realizado por el INEGI sobre bienestar subjetivo y el de la Encuesta Mundial de Valores; además como marco general de la situación de la democracia, se utiliza el estudio La situación de la democracia en México (Emmerich, 2009), siguiendo la metodología formulada por el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA).
La ventaja de hacerlo así, es que los estudios previos son del mismo año 2012, además, representativos de la población mexicana. Se realizaron diversas pruebas para la comprobación de la solución final para caracterizar los componentes principales de la población a través de análisis factorial y teoría de redes de análisis social (ARS). Para, así, construir un índice integral complejo global que muestra las principales configuraciones del bienestar y de los valores culturales de los mexicanos que subyacen a la calidad de la democracia que tiene el país. Para elaborar este método se utilizaron los siguientes software de análisis: SPSS, Statgraphics, Netdraw, Pajek y VOSviewer.
El segundo capítulo se centra en plantear el problema de la concepción del progreso y el sentido que se asume frente a la modernidad y sus rupturas, para describir el nacimiento incipiente de nuevas estructuras sociales que trastocan el orden social existente. Además se hace una reflexión sobre la necesidad de acudir a nuevas formas e indicadores para medir el desarrollo de una sociedad. Se argumenta el papel holográfico que produce el Estado y su necesidad subjetiva como parte del orden social existente, discutiendo las diversas maneras que las políticas gubernamentales influyen frente al desarrollo, se argumenta como las instituciones son diluidas dentro de su propio quehacer y, a pesar de diversos esfuerzos, no sólo se mantiene la desigualdad, sino que sigue en aumento, pero ahora no sólo en aspectos materiales sino también inmateriales. A partir de este análisis, observamos una desintegración sociocultural y la instauración de la incertidumbre como signo de nuestra actualidad.
El tercer capítulo presenta las redes del bienestar y los valores culturales obtenidas, las características del bienestar subjetivo de los mexicanos, así como las diversas pautas que subyacen en la complejidad de su estudio. Se muestran, además, los principales componentes de ambos aspectos —bienestar subjetivo y valores culturales—, sus respectivos mapas relacionales elaborados, los cuales exhiben de forma gráfica los aspectos centrales de la investigación. A su vez se hicieron análisis de conglomerados para ambos conjunto de datos y variables que permiten ver la equivalencia estructural, los nodos de factores que componen diversas redes como la satisfacción con la vida, la democracia, el sistema político, etc.
El cuarto capítulo se avoca a describir la calidad de la democracia para recurrir a su sentido desde los trabajos sobre bienestar recurriendo a su evaluación desde la metodología planteada por IDEA, de tal forma que sirvió de guía, sobre lo que sucede con respecto a nuestra subjetividad y la representación asumida por las personas, trazando una madeja de consideraciones sobre la concordancia en las formas de vida, la moda de las apariencias, la subsunción actual del trabajo, para argumentar que observamos una fractalización de la imagen del mundo y un colapso del Estado del trabajo caracterizado por la constitución de una comunidad política imaginada y el nacimiento de nuevas formas políticas de resistencia.1 Para finalizar este capítulo se presentan reflexiones finales en prospectiva sobre el problema que traerá políticamente la concepción política de la vida como concepto central para hacer política, en virtud de la limitación física de nuestro mundo y la búsqueda inalcanzable de la felicidad como atributo humano.
Finalmente se presentan las principales conclusiones, que muestran un bienestar unido con aspectos inmateriales, una explicación a la necesidad subjetiva sobre el entramado institucional que permite que la democracia se mantenga virtual como ideal con cierta estabilidad, sin embargo sus principales amenazas están en la creciente desigualdad material y sociocultural y en la justificación de la violencia en general. La felicidad, más allá de lo que las sociedades pretendan asumir como función gubernamental o estatal e incluso personal, seguirá siendo una discusión sobre el horizonte que queremos lograr para la humanidad.
En los anexos encontrarán los detalles sobre los resultados de análisis multivariantes y mapas de redes relacionales, por cuestiones de espacio no fueron incluidos en el cuerpo de la investigación, servirán para que otros investigadores respalden nuevas indagaciones y puedan seguir analizando futuros escenarios sobre los desafíos que presenta el bienestar subjetivo para la democracia.
La configuración del problema
La modernidad y el progreso son la construcción simbólica del Estado-Nación que ofrecía a la población una cierta forma de vida, a partir de la implementación de un proyecto político de dominación. En México, con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que entró en vigencia el 1 de enero 1994, se configura una nueva ruta del proyecto político, que entre otros aspectos promocionaba un desarrollo armónico: la expansión del comercio mundial; crear nuevas oportunidades de empleo, mejorar las condiciones laborales y los niveles de vida en los diversos territorios y zonas geográficas. Además, preservar la capacidad para salvaguardar el bienestar público y proteger, fortalecer y hacer efectivos los derechos fundamentales de los trabajadores.2
Las ideas de progreso y modernidad se ligaban a la industrialización y a la modernización respectivamente. A la venta de los productos y mercancías a escala mundial y, por consiguiente, al mejoramiento de las empresas con capitales nacionales. Esto, a su vez, suponía un aumento del nivel de vida de la población en aspectos como salud, vivienda, trabajo, economía familiar, etc. También, se vislumbraba la posibilidad de abaratar, en general las mercancías, debido al ingreso de muchas otras del mercado internacional que propiciaría por efecto de la competencia, el acceso de la población a productos y servicios que hasta ese entonces parecían inalcanzables: vehículos, computadoras, telefonía, etc., en general mayor acceso a ciencia y tecnología. En términos generales llegarían el bienestar, la innovación y la tecnología. Junto a ellos, se construyó la creencia en el fortalecimiento de los derechos de los trabajadores, en particular, la idea que se ofreció fue que los trabajadores tendrían los mismos derechos económicos y políticos que los existentes en los países miembros del TLC y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
La elite política y económica viene proclamando un incremento en el nivel del progreso y el bienestar para la población, con la idea de pasar del atraso económico a una nación con niveles de avance tecnológico que no se habría ni tan siquiera imaginado. Esto traería en consecuencia que la ocupación laboral aumentara, los salarios se equipararan y las personas pudieran tener acceso a bienes y servicios; que hasta ahora estaban fuera no sólo de las posibilidades reales de obtenerlos, sino de su imaginario social como proyecto de vida. 3
Lo que ha sucedido en los recientes años ha devenido en procesos diversos y fragmentados que colisionan con los planteamientos iniciales de la modernidad, hasta aquí entendida como un proceso constante de modernización —industrialización—tecnologización y el progreso social generalizado como mejora continua de la sociedad, que han traído como consecuencias principales, entre otros aspectos, sus antagonismos y ambivalencias como el aumento de la desigualdad social, la segmentación y difuminación de la pobreza de la mayoría de la población y la fragmentación general de los derechos y de los valores socioculturales; su intercambiabilidad y flexibilidad de acuerdo al interés particular. Y sobre todo el aumento de la desconfianza en el entramado institucional.
Estos procesos también conllevan niveles diversificados de incertidumbre respecto al futuro que le espera a la población, lo que parece estar redefiniendo las elecciones de las personas y reconstituyendo una forma de vivir con características propias de esta época que son necesarias de identificar y visualizar para revalorar las maneras en que la sociedad enfrenta los riesgos actuales y tendencialmente prever sus contingencias.
El trabajo apunta a un alto nivel de complejidad, para contribuir a comprender la vida, en el sentido de espacios/mundos sobre los cuales vive una gran parte de la población como ha sido la edificación de la democracia en México y, en general, en América Latina. En los últimos años este espacio de producción e institucionalización ha generado ciertos modos culturales y sociales, donde su evaluación principal se está ubicando sobre los resultados y capacidades de respuesta que ha ofrecido; es decir de una satisfacción general con respecto a sus vidas y en términos del grado en que los ciudadanos controlan a sus gobernantes y del bienestar que la población aduce haber obtenido. De tal forma que la imagen de confianza y necesidad de esa estructura institucional es una de sus principales fortalezas, pero también la creencia de la población sobre su bienestar se vuelve la presión substancial sobre su configuración. Donde ese bienestar general está sustentado en aspectos materiales pero a su vez en aspectos subjetivos. Pero medir estos aspectos materiales e inmateriales no es una tarea fácil, por la naturaleza de su propia constitución e identificación socio/material/cultural que lo implican.
La elección que la población hace sobre esos factores constituyen la capacidad de pasar de un cierto comportamiento a otro cuando se modifican las condiciones del entorno social y, esta capacidad, es a lo que hace referencia la complejidad, situándonos en una dinámica de flexibilidad y adaptabilidad como fluctuación y exploración para poder comprender el régimen colectivo por el que se sustenta. Esto implica ver la complejidad como grado de libertad que el sistema tiene sobre sus elementos. En este sentido se trata de pensar la complejidad no como un mecanismo de abstracción o de juego de lenguaje, ni como una reducción de la racionalidad, sino como un espacio abierto de prospección sobre lo inexplorado o dejado de lado por la Ciencia Política para explicar este entramado complejo de relaciones entre valores, subjetividades y realidades. Esta forma de ver la complejidad para algunos es vista como cosmovisión, pero que en rigor sería pensamiento sistémico, se parte entonces del reconocimiento que la complejidad es la vida misma (Maldonado, 1999).4
La historia contemporánea nos ha mostrado diversos ángulos de análisis y la caída de las más diversas teorizaciones, así como, la incertidumbre, relatividad y la existencia de diversas soluciones a los mismos hechos, etc. Es decir, que detrás de todo, sigue existiendo el movimiento y el tiempo que juegan en los espacios a reconocernos como seres humanos. La ciencia moderna evidentemente rompió esquemas o paradigmas pero también cuestionó sus propias certezas y con ello se arraigaron la incertidumbre, la inestabilidad, la maleabilidad como características de la interdependencia de todo, es decir, que la propia ciencia trajo consigo la duda sobre sí misma. De ahí que al tratar la presente investigación no sólo sea un asunto de métodos y de procedimientos, ni mucho menos de una única proposición a resolver, sino, en realidad se trata de contribuir a enfocar una nueva concepción sobre lo que sucede alrededor de las personas.
Así como la economía política, en términos de la generación de racionalidad de consumo en la época del capitalismo actual, invoca su centro de producción de mercancías en esencia bajo el dominio del imaginario y de la representación social de las necesidades de la sociedad moderna, a su vez, produce la necesidad de un entramado organizacional burocrático, escenificado en reglas e instituciones simbólicas, siempre en reconstrucción como necesidad social, pero sobre todo como percepción social de esa necesidad. Esta es una de las hipótesis que subyacen en el presente trabajo, que es precisamente la construcción de esta percepción de necesidad democrática lo que aún mantiene estable a la democracia en México. Además, como el proceso de extracción de ganancias y explotación de trabajo, evidentemente no sólo dependen de las relaciones económicas que se constituyen, sino también de los factores socio-culturales, ideológicos, políticos e históricos. De tal forma que las condiciones subjetivas de múltiples maneras intervienen en la fijación de los niveles posibles de la dominación, explotación y obtención de plusvalor. Planteado, de esta manera, es el propio sistema capitalista globalizado, por el conflicto generado por la apropiación y concentración de la riqueza, cada vez más vertiginoso, lo que está vulnerando a las democracias y el bienestar general, en virtud principalmente del proceso de reestructuración que transcurre a través de una enorme cantidad y rapidez de modificaciones sociales, que incluyen distintas formas de subsunción del trabajo frente al capital, que están des-construyendo los valores y el bienestar. Uno de los aspectos importantes de la investigación es reconocer la complejidad de los problemas que estudiamos, para enfrentar de la mejor manera posible, un potencial desvanecimiento de nuestras actuales formas de vivir. De ahí, el planteamiento del problema, ¿Cuáles son las principales condiciones y características subjetivas y valorativas de la población que dan soporte a la calidad de la democracia en México?, con el objetivo general de identificar y caracterizar los componentes e implicaciones del bienestar subjetivo y los valores culturales que dan soporte a la calidad de la democracia en México, con cuatro objetivos específicos: 1) Describir y caracterizar los componentes del bienestar subjetivo de los mexicanos, 2) Describir y caracterizar los componentes de los valores culturales de los mexicanos. 3) Construir un índice global del bienestar general de la población en México, 4) Establecer los principales vínculos subjetivos y valorativos que dan soporte a la calidad de la democracia en México. Esperando que los resultados contribuyan a la generación de nuevos conocimientos en esta materia.
2 El Tratado fue firmado el 17 de diciembre de 1992 y los objetivos plasmados en el articulo 102 del documento incluía: eliminar obstáculos al comercio y facilitar la circulación trasfronteriza de bienes y servicios, promover condiciones de competencia leal en la zona, aumentar las oportunidades de inversión, proteger y hacer valer, de manera adecuada y efectiva los derechos de propiedad intelectual, crear procedimientos eficaces para la aplicación y cumplimiento del tratado y establecer lineamientos para la ulterior cooperación trilateral (SICE, 2015).
3 Su planteamiento consistía en promover niveles de vida más elevados, trabajo permanente para todos y condiciones de progreso y desarrollo económico y social, junto con el compromiso de todos los Estados miembros reflejado en sus constituciones políticas y en los diversos acuerdos internacionales (ONU, 1969 ).
4 Esta comprensión la complejidad como cosmovisión o como “la pauta que conecta” (the connecting pattern) formulada por G. Bateson, como una continuidad que se encuentra en La trama de la vida de F. Capra 1998, En rigor, es cierto que este camino de o hacia la complejidad no se denomina a sí mismo como complejidad, sino más propiamente como pensamiento sistémico. De hecho, La Escuela de Palo Alto, en California es importante por la introducción del pensamiento sistémico en toda la línea en las discusiones y modos mismos del trabajo científicos. La contribución más grande de esta escuela se encuentra, sin duda, en la configuración de verdaderas áreas de trabajo científico como propiamente sistémicas: existe una psicología sistémica, una comprensión sistémica de salud, una administración de empresas sistémica, y varios otros más. Pero como tal, el pensamiento sistémico es distinto a la complejidad (Maldonado, 1999, pp. 11-17).