Transformación, desde su accesión, propende lograr algo distinto a lo que se es, no obstante, la mutación organizacional pasa por su historia, como constructo colectivo de quienes la integran y a quienes corresponde llevar a cabo su metamorfosis, que puede ser rápida o lenta, por iniciativa propia o por aliento de otros.
El deseo de cambio o transformación, de suyo, manifiesta la insatisfacción del estado actual, y contiene al mismo tiempo, el deseo de alcanzar el estado utópico de aquello que, por ahora no es, como tampoco es el pasado por lo que se recorre un camino hacia un nuevo horizonte
Es así como las organizaciones, en su transitar se encuentran en constante innovación, siendo un acontecimiento social que al mismo tiempo puede incluir múltiples causas contribuyentes que en oportunidades se presentan como acontecimientos, lo mismo que pueden presentarse por medio de la razón.
En tanto sistemas, las organizaciones resultan en el relacionamiento de individuos y/o colectivos con otros grupos y como sistema concreto se caracteriza por su composición, ambiente, estructura interna y externa y al mismo tiempo las relaciones entre las partes del sistema, así como entre ellas y el entorno. Su evolución implica el paso de un estado, a través de acontecimientos o eventos, como encadenamiento de estados en proceso, debiendo el científico social descifrar las pautas temporales en tanto tendencia que puede tener un modo de generación por el que se transfiere energía.
Lo hasta aquí considerado, es menester tenerse en cuenta a partir del contexto histórico, político social en el que se encuentra inmersa la organización, así como el entorno mundo, que permita avizorar las tendencias, sin que ello implique el abandono de su entorno local. Respecto de la transformación organizacional–mundo, Delgado (Ob. cit.) apunta que:
Este proceso se ha derivado en lo que se ha denominado una comunidad mundial en la que se trata de implantar, de manera homogénea y estandarizada, nuevos esquemas sociales, culturales, políticos, económicos y financieros, lo cual de alguna manera está incidiendo y promoviendo cambios institucionales profundos y definiendo la dirección de las transformaciones de los modos de vida y de producción de los diversos países. (p. 39)
Como parte de la transformación, independientemente del tipo de organización, Drucker (Ob. cit.), considera determinante tres fundamentos:
[...] 1. Abandono de lo que no funciona, de lo que nunca ha funcionado, de las cosas que han perdido ya su utilidad y su capacidad de contribuir. 2. Concentración en lo que sí funciona, en lo que sí produce resultados y mejora la capacidad de rendimiento de la organización. Esto exige hacer más de las cosas que han demostrado tener éxito. 3. Análisis de los medio-éxitos, medio-fracasos. Una reestructuración requiere abandonar todo lo que en esas áreas no rinda, y hacer más de lo que sí rinde. (p. 221)
La transformación de la organización universitaria, no resulta en algo novedoso, sino que por el contrario se han registrado además de diagnósticos que sustentan tal intención, se han elaborado sendos documentos que procuran orientar este proceso a nivel mundial y regional. Es así como entre otros, se destaca la declaración de la (UNESCO, 1996-2001), que se puede resumir en tres ejes fundamentales en este esfuerzo: 1º el acceso, permanencia y calidad, 2º mejorar su gestión y 3º contribuir a la construcción de la paz. [Documento en línea]
En lo atinente a la gestión universitaria, la Conferencia Regional de la UNESCO sobre Políticas y Estrategias para la Transformación de la Educación Superior en América Latina y el Caribe (UNESCO C. R., 1996) se plantea que:
Las instituciones de educación superior deben adoptar estructuras organizativas y estrategias educativas que les confieran un alto grado de agilidad y flexibilidad, así como la rapidez de respuesta y anticipación necesarias para encarar creativa y eficientemente un devenir incierto. [Documento en línea].
Por otra parte la (CONFERENCIA mundial sobre la educación superior - , 2009) concibió a la educación como un bien público, debiendo asumir las instituciones de educación universitarias, el liderazgo social, al tiempo de ser transparentes en su gestión y autónomas, debatiendo entre lo concerniente al acceso y la calidad, destacando la necesidad de contar con instituciones diversas y abiertas al pensamiento crítico e independiente. Lo anterior, refuerza la concepción de la universidad en tanto instancia plural que expresa la universalidad del pensamiento, permitiéndoles desde su concepción autónoma, la posibilidad de regir su organización y modos de gestión, que igualmente debe responder al medio externo que la contiene, dada su interacción con él, y la interacción interna que ella se desarrolla, que (LUHMANN, 2005) la visualiza como la influencia desde lo cultural, social, y las costumbres a lo externo, teniendo a lo interno: los valores, actitudes, sentimientos y expectativas de sus miembros.
Así, el liderazgo social de las instituciones de educación universitarias, debe procurar los medios y mecanismos que le permitan satisfacer las exigencias de la sociedad con la que está comprometida, además de poder demostrar su capacidad para la resolución de problemas, justificando así su existencia misma, al tiempo de lograr el respaldo de esa sociedad.
La Venezuela del siglo XXI, ha venido recorriendo el transito del cambio y la transformación de la sociedad y sus instituciones todas, proponiéndose desde los principios constitucionales, que emerja el nuevo hombre, el nuevo ciudadano, que a decir de (EL TROUDI, 2007) implica, la transformación del ser humano para transformar la sociedad.
La educación en Venezuela, de acuerdo a lo plasmado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV – ob. cit.), asume la tesis del Estado Docente, postulada por el Maestro (PRIETO, 2007) quien indicó: “El Estado interviene, por derecho propio, en la organización de la educación del país, y orienta según su doctrina política, esa educación “[...] obedece su orientación a la sociedad donde actúa [...]” (p. 49), atendiendo el principio de recursividad, lo cual se patenta en el artículo 102 constitucional al definir a la educación como una función indeclinable y de máximo interés, siendo el rol docente de mediador del conocimiento científico, humanístico y tecnológico al servicio de la sociedad.
Empero, (VARGAS, 2012) considera que: “[...] la universidad que tenemos no nos sirve para lograr lo que dice nuestra Carta Magna, es decir, protagonismo, democracia, justicia social, solidaridad, de manera que para poder alcanzar esa universidad necesitamos transformarla de una manera total” (p. 36)
Por su parte, la Ley Orgánica de Educación (ASAMBLEA, Ley orgánica de educación, 2009) destaca en su Art. 5 al Estado docente como “[...] la expresión rectora del Estado en Educación, en cumplimiento de su función indeclinable y de máximo interés como derecho humano universal y deber fundamental, inalienable, irrenunciable y como servicio público que se materializa en las políticas educativas [...]” (p. 5), oponiéndose a la tesis del modelo neoliberal educativo que permitió el afianzamiento del mercadeo universitario, lo que necesario es develar desde la crítica reflexiva de las relaciones sociales, asunto no tenido en cuenta en este esfuerzo.
Sin embargo, a la luz de lo considerado por (LABARCA, 2006), la transformación universitaria en Venezuela, a pesar de aún tiene vigencia, no resulta del todo novedosa, cuando afirma que:
La actual coyuntura en Venezuela evidencia la necesidad de cambios estructurales en las instituciones de educación superior y al mismo tiempo permite conocer las limitaciones y debilidades de las máximas casas de estudio. Es así como, durante los últimos cincuenta o sesenta años, ha sido una constante en la universidad venezolana, la preocupación sobre el tema de la transformación universitaria para el logro de un modelo organizacional eficiente. Igualmente han sido muchas las críticas, análisis y propuestas en torno al modelo institucional, la estructura organizativa-gerencial y especialmente, sobre los procesos administrativos y académicos, todos bajo la normativa legal vigente. [Documento en línea].
Es así como el giro de ciento ochenta grados (180º) que se aspira con la transformación universitaria, radica en la formación de una ciudadanía crítica y sensible que se compromete con el país, lo que implica el reconocimiento de una realidad y del rol ciudadano que en ella se ejerce y que se desea transformar, debiendo mantenerse a las IEU al servicio de la sociedad. De ahí lo valioso de los aportes de De Sousa (Ob. cit.) en cuanto a la necesidad de precisar un plan–país, en torno al cual se debe realizar la transformación universitaria y llevar a cabo su actuación, pues en esa concepción del Estado docente, antes como ahora, toca al Estado, siendo en consecuencia las instituciones educativas, y entre ellas las IEU con sus docentes, articuladores de la ciencia humana como indica (RIBEIRO, 2006) fundamentalmente con las estrategias de acción económica, política y social que se materializan en el plan de la nación donde se procura sembrar conciencia para la transformación del contexto ante la transculturización, debiendo, desde la configuración del investigador, tener presente una visión más pragmática de la educación como lo plantea (OPPENHEIMER, 2010) en su indagación.
Preciso es destacar la articulación que con los planes de desarrollo, permite el progreso de los postulados constitucionales, lo que se ha registrado por intermedio de las diversas misiones que ha dispuesto el ejecutivo nacional, así como los convenios y acuerdos multilaterales como la ALBA – Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y Petro-Caribe, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), entre otras.
En cuanto a la transformación de las IEU, esta se ha venido profundizando en el marco de la Misión Alma Mater (Ob. cit.) cuyo propósito es el de impulsar la transformación de la educación universitaria, al tiempo de propulsar su articulación tanto territorial como con el plan de desarrollo, para garantizar el derecho a una educación universitaria de calidad. En este sentido la Misión Alma Mater (Ob. cit.), conforme plantea el MPPPEU (2008):
[...] se constituye en la referencia de una nueva institucionalidad universitaria, caracterizada por la cooperación solidaria, cuyo eje es la generación, transformación y socialización de conocimientos pertinentes a nuestras realidades y retos culturales, ambientales, políticos, económicos y sociales [...]” (p. 2)
Así se procura por intermedio de la Misión Sucre, el enraizamiento de la educación universitaria en todo el territorio, comprometida con el desarrollo humano integral en las comunidades. De ahí que se propone entre sus objetivos fundamentales, según las directrices del MPPPEU (Ob. cit.): “Fortalecer un nuevo modelo académico comprometido con la inclusión y la transformación social” (p. 6)
A tales fines, el referido ente ministerial consustanciado con los convenios internacionales (UNESCO 2000) y regionales como la Conferencia Regional de Educación Superior en América Latina y El Caribe, Conferencia Regional de Educación Superior (2008 – Declaración final) y más reciente, la Declaración de Caracas (CELAC-2011), como ya fuera destacado, asume a la educación universitaria como un bien público social y un derecho humano universal, para lo que se plantea la renovación de los sistemas educativos, conviniendo el desarrollo de la pertinencia de la educación universitaria desde sus programas e instituciones.
Como parte de la realidad por transformar en la educación universitaria venezolana, Delgado (Ob. cit.) destaca la necesidad de generar compromisos e identidad, individual y colectiva de los actores–docentes-, para con ellos, generar parte de la transformación requerida, surgiendo de las mismas IEU su modelo de mutación, debiendo, según Salguero (Ob. cit.) concebirla como: “[...] impostergables respuestas a desafíos de diverso orden en materia de: a) reformas organizacionales; b) producción intelectual; y c) los modelos de gestión” (p. 15)
De manera que, el proceso de transformación universitaria demanda tener en cuenta a todos los actores sociales y al mismo tiempo impone a los poderes constituidos, incluidas las autoridades ministeriales y sus representantes en las IEU, propiciar espacios de participación, tal como lo dispone la CRBV (Ob. cit.) en su preámbulo y articulado, sin olvidar la posibilidad autónoma de la nueva universidad, teniendo en cuenta la circunstancia país que (LABARCA, 2006) subraya:
La actual dinámica económica, política, social y cultural del país le exige a las instituciones de educación superior adoptar un proceso de revisión y reorganización administrativa, cuyo principales objetivos deben dirigirse a establecer una organización funcional, eficaz y eficiente que simplifique la toma de decisiones y mejore los procesos de seguimiento, evaluación y control administrativo, sin olvidar el ámbito académico. Lo cual exige una nueva relación Estado-sociedad-Universidad donde las teorías gerenciales basadas en el cambio organizacional son claves para tales fines. [Documento en línea]
En este sentido, las estructuras del poder de la nueva universidad, requieren emerger de su propia realidad y de la realidad de las nuevas circunstancias, ameritan un abordaje dinámico, pues se encuentran en permanente construcción como destacó Martínez (Ob. cit.) las partes están comprometidas con un todo, apuntando Delgado (Ob. cit.) que es necesario:
Fomentar el pensamiento y compromiso colectivo de la comunidad universitaria [...] Promover la reforma paradigmática de la universidad que derive en la renovación de la visión y misión [...] Crear condiciones y actitudes para la apertura hasta la participación de la universidad junto con la sociedad de su entorno en la construcción de un modelo de desarrollo sustentable [...] Desarrollar espacios legales y organizativos para la integración de los actores interesados en el hecho académico universitario como son el Estado, los sectores productivos y la sociedad civil organizada […] Promover una cultura de la evaluación institucional [...] (p. 128 – 129).
Ahora bien, la transformación universitaria anunciada por el Presidente de la República en el año 2008, antes comentada, incluía la creación de universidades especializadas, así como la conversión a universidades de los Institutos y Colegios Universitarios bajo rectoría del ahora Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología, a partir de este anuncio, el camino andado para tal transformación, se ha centrado o ha tenido sus frutos en lo académico con la creación de los Programas Nacionales de Formación, siendo el otro eje, lo abarcado desde la perspectiva legal o jurídica que incluye la aparición de varias normas.
Ciertamente, hasta la fecha (marzo 2015), son varios los Institutos y Colegios Universitarios que han consolidado su transformación a Universidad Politécnica Territorial, lo que no es el caso del CULTCA-UPTAMCA. Sin embargo, este proceso se ha venido realizando bajo un único lineamiento, sin considerar las particularidades de cada institución, es decir de arriba hacia abajo, procurando mantener estructuras piramidales y burocráticas que atentan con lo novedoso y provechosos que puede resultar este proceso, siendo por tanto limitante, tal como afirma Delgado (Ob. cit.):
[...] la aplicación de sistemas y modelos de gestión de reforma universitaria centralistas y verticales, con los cuales se ha pretendido transformar las universidades desde arriba hacia abajo, vistas éstas como unidades homogéneas, con acciones dirigidas desde los centros de poder nacional mediante reforma y promulgación de leyes de educación superior o de leyes de universidades que no reconocen las diferencias y particularidades institucionales, así como tampoco las opiniones e intereses de los actores de la actividad universitaria profesores (docentes e investigadores), estudiantes, personal técnico y de servicio. (p. 20).
Al caracterizar al CULTCA, en su devenir a la UPTAMCA, se ha podido comprobar mediante la observación participante, como ya fuera apuntado, una cooperación escasa de parte de los integrantes de la comunidad universitaria ocasionada por la desmembración de instancias como el Consejo Académico, en el que participaban representantes profesorales y estudiantiles, instancia que ahora es retomada parcialmente según Resolución No. 3.079 del 09 de marzo de 2012 emitida por el MPPPEU (Ob. cit.), siendo la directiva, una instancia delegada del referido Ministerio, sin autonomía para su ser y hacer gerencial y académico institucional, que es impuesta sin consideración de los miembros de la comunidad universitaria, y que en ocasiones, no han sido parte de ella.
La organización universitaria venezolana, incluido el CULTCA–UPTAMCA, que debe responder a su realidad contextual, requiere al mismo tiempo tener presente los nuevos retos, impuestos por el involucramiento de sus miembros desde la perspectiva individual, grupal e institucional que parece no haber logrado tal evolución en el caso de estudio, al mantener viejas estructuras burocráticas centralizadoras de gestión que ahora se ven permeadas por interferencia partidista, que dista de una política educativa, dado que se imponen consideraciones partidista (no política) a los intereses institucionales, genera fuertes distorsiones en cuanto a la transformación organizacional, obviando el reto estratégico de la gerencia contemporánea, como apunta (MarcadorDePosición1), que se debe: [...] a la necesidad de respuesta que tienen las organizaciones de hoy, de transferirle a sus estructuras burocráticas heredadas del pasado, la astucia y rapidez que esta época exige. (p. 38).
En lo académico a pesar que el CULTCA administra varios Programas de Formación Nacional (Administración, Prevención y Salud en el Trabajo e Ingeniería en Informática y otros), no se aprecia la requerida articulación institucional de todas sus instancias académicas y administrativas que posibiliten una gestión exitosa, obviando recomendaciones dadas por algunos integrantes de la institución, donde se ha destacado la necesidad de formar al personal docente en nuevas formas de abordaje investigativo y otras dimensiones, lo cual, aún hoy debe mantenerse como el caso del Plan Nacional de Formación que consagra la LOE (Ob. cit.) en su capítulo IV “Formación y Carrera Docente (p. 32 y sig.), asunto que la sociedad venezolana debe celebrar.
Las circunstancias antes descritas en cuanto a la realidad del CULTCA UPTAMCA, resulta en elementos atentatorios que inciden negativamente en el ambiente organizacional para impulsar y consolidar una gerencia participativa conforme se enuncia en la CRBV (Ob. cit.) y en el PDES (Ob. cit.), tenida como un horizonte a construir, siendo al mismo tiempo un escollo a superar en su ser y hacer para su transformación organizacional en la universidad popular como servicio público, requiriendo en su gestión construir colectivamente un desarrollo socio-académico-comunitario, vincular sus planes y actividades a los planes de desarrollo, e integrar la teoría a la práctica, además de consustanciarse con el Poder Popular y otros actores en la toma de decisiones, como fórmula para abandonar la concepción que de Varsavsky (s/f), asume (BIGOTT, 2011) una universidad que no se ve reflejada en la sociedad venezolana, por lo que sus valores y principios responden a otras realidades foráneas, que al igual que el resto de las organizaciones sociales, han asumido como propios en esa cultura dominante, lo cual incluye un andamiaje teórico desde diversas perspectivas, conteniendo elementos políticos (institucionales), filosóficos para su transformación como apunta (DAMIANI, 20102)
No es un asunto exclusivamente científico, sino que también es político y es filosófico, y como tal la discusión la tenemos que llevar en estos términos como la estamos llevando, tiene que ver con la construcción de una determinada realidad social, recordemos que las universidades producen no solamente profesionales, sino ideas, conceptos y representaciones, instrumentos teóricos conceptuales, técnicas y todo estos elementos actúan en función de una visión del mundo de la solidaridad, la no explotación, la no exclusión y de la participación [...] no las podemos desligar de las relaciones de poder. (p. 183)
Tales retos demandan ser asumidos por la comunidad universitaria, siendo el rol de los docentes uno de los factores claves, aunque no los únicos. Por otra parte, el CULTCA-UPTAMCA pareciera ser una institución que conforme a su actuación se enmarca en una organización eminentemente burocrática y cerrada, dado que se centra en formas rigurosas de acción, centrada en la autoridad ministerial, incluido lo aquí concebido como «gestión humana», requiere de toda una argumentación que permita verdaderamente presentarse como una teoría a los fines de trascender de su mero enunciado y contribuir a la transformación organizacional, coincidiendo con Labarca (Ob. cit.) que afirma:
Se hace imprescindible la aplicación de principios gerenciales basados en el cambio organizacional y la participación activa de la comunidad universitaria (autoridades, personal docente, administrativo, obreros y estudiantes) para el logro de los cambios, que exige la universidad venezolana y la sociedad en general. Así mismo, si las propias instituciones no toman la iniciativa de crear un nuevo pacto con la sociedad y el gobierno, lo más probable es que éste les sea impuesto más adelante, pero en condiciones menos favorables y con un menor espacio para que ellas intervengan en las decisiones que se adopten. [Documento en línea].
A los fines de precisar la concepción de transformación de la institución objeto de estudio, el investigador se propuso develar las estrategias de la gerencia universitaria, incluyendo los elementos distintivos de la alta gerencia, a quienes se les aprecia como representantes ministeriales, motivo por el cual, no se estimó necesario considerar consulta alguna a esta instancia.
Lo que de seguida se presenta, corresponde a la gerencia y la gerencia universitaria del CULTCA–UPTAMCA, a quienes se les consultó sobre los aspectos estructurales a lo interno y externo.