SUJETOS SOCIALES, CONFLICTOS Y GESTIÓN DE LOS SERVICIOS DE AGUA POTABLE, ALCANTARILLADO Y SANEAMIENTO EN EL

SUJETOS SOCIALES, CONFLICTOS Y GESTIÓN DE LOS SERVICIOS DE AGUA POTABLE, ALCANTARILLADO Y SANEAMIENTO EN EL "ESPACIO SOCIAL-NATURAL" DE LA CIUDAD DE PUEBLA 1984-2010

Rafael de Jesús López Zamora (CV)
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

1.7.- El papel del espacio y el territorio en la gestión de los SAPAS

Aquellos movimientos sociales y populares que enarbolan las propuestas alternativas respecto a los servicios de agua tienen su razón de ser cuando se les ubica en un espacio histórico y socialmente determinado y en las formas como interpretan su relación con aquél. A su vez la problematización de lo regional en aras de una transformación social al servicio de las masas debe proponer guías para la acción de los movimientos contestatarios por la defensa del agua, poner objetivos concretos en su mira y hacer propuestas  a los planificadores regionales contestatarios dentro del régimen capitalista. Hay que ubicarse ideológica y teóricamente, y desde allí, descodificar las aportaciones hechas desde otras vertientes y criticar las propias, recuperando su contenido de conocimiento objetivo. Aceptar el reto que proponen otras concepciones, se trata de refundar la teoría crítica de lo regional. Esto requiere elaborar analíticamente las determinaciones más simples y abstractas de la problemática que nos remiten a la relación entre espacio y sociedad. Debemos pasar a establecer algunas relaciones entre la espacialidad y los procesos propios de una sociedad capitalista históricamente determinada (Coraggio, 1994).
Coraggio postula que la cuestión regional tiene siempre bases materiales, lo que implica que nunca sería, por ejemplo, puramente ideológica, sustentada por regionalismos desarraigados de la sociedad civil y que en toda sociedad hay contradicciones que se expresan territorialmente, pero que catalogarla como una cuestión Regional exige una resolución política, porque su reproducción socava la hegemonía del bloque en el poder, situación que puede estar enraizada en una contradicción entre fracciones de las clases dominantes  o entre ciertas clases o etnias dominadas y dominantes.
Este autor aporta tres ejemplos de vías para ligar la reproducción social como tema de un campo específico utilizando el concepto de espacialidad como articulador: la apropiación de la naturaleza;  la movilidad de la fuerza de trabajo y  la lucha de clases (Coraggio, 1994). Para el caso de la presente investigación y a fin de  “elaborar analíticamente las determinaciones más simples y abstractas de la problemática… de la relación entre espacio y sociedad”, en los siguientes dos incisos de éste apartado: “relación sociedad-naturaleza” y “espacio social natural”, a través del análisis de las formas de apropiación de la naturaleza, el metabolismo social y las relaciones de conflicto, se construye el concepto analítico y aglutinador de “espacio social natural” donde interactúan los elementos del objeto de estudio como los sujetos sociales, y sus movimientos, el Estado, entre otros, y desde donde se definirá el carácter particular de la gestión social de los servicios de agua potable a partir de los elementos expuestos en este capítulo y en particular de las características propias del agua y del tipo de funciones que desempeña de acuerdo a sus usos y como derecho universal.

1.7.1.- La relación sociedad-naturaleza.

La teoría, las políticas económicas del discurso neoliberal y la geopolítica del “desarrollo sustentable”  buscan eludir los límites y acelerar el proceso de crecimiento económico montando un dispositivo ideológico y una estrategia de poder para capitalizar a la naturaleza, reafirmando al libre mercado como el mecanismo más idóneo y eficaz para ajustar los desequilibrios ecológicos y las desigualdades sociales.
Aquél paradigma tiene su fundamento en el derecho que da la supuesta superioridad del hombre sobre la naturaleza. Al ser la naturaleza el lugar de la exterioridad, también lo es de la inferioridad y de la irracionalidad, por lo que se requiere desarrollar un conocimiento que permita dominarla, transformarla y usarla plenamente como recurso natural. La estrategia de conocimiento es básicamente una estrategia de poder y dominación, donde la naturaleza transformada en recurso, no tiene otra lógica que la de ser explotada hasta la extenuación, lo que tiene dos grandes consecuencias: la crisis ecológica y la de la biodiversidad (De Sousa, 2009:221-222). 
“Esta visión se inicia en el Renacimiento con las ideas sobre el conocimiento de F. Bacon, R. Descartes y sus seguidores. Estos pensadores rompieron con la tradición medieval que veía a la Naturaleza en forma organicista, como un ser vivo, y donde las personas eran un componente más” (Gudynas, 2002:10). La Naturaleza quedó despojada de esa organicidad y desde una postura antropocéntrica solo sería un conjunto de elementos, algunos vivos y otros no,  manipulables y manejables. Del ancestral paradigma que concebía a la naturaleza como “Madre”, pasando por el espíritu renacentista que ve a la naturaleza como el objeto del deseo del hombre y la necesidad de dominarla para su beneficio, se llegó al paradigma de dominación que ha precedido la historia y la lógica del moderno desarrollo científico y tecnológico (Arrojo, 2006b).
Pero hoy este paradigma de dominación está en crisis, la ciencia más que dominar, debe permitir conocer ese orden natural, de manera que se pueda diseñar un modelo de desarrollo armónico y respetuoso con él, se trata de asumir un enfoque más humilde y sabio, basado en el paradigma de la verdadera sustentabilidad (Arrojo, 2006b). Opuesta a la visión antropocéntrica existe la visión de los pueblos originarios que concibe de forma diferente su relación con la naturaleza. En primer lugar al reconocer que los recursos naturales son su fuente de subsistencia, así como, por la manifestación de un conjunto de valores, creencias y rituales que relacionan a aquellos recursos con lo sagrado (el agua es uno de ellos), que como elemento primordial, forman parte de las tradiciones de permanencia y reproducción social, a esto se le denomina “cosmovisión indígena”(Cariño, 2007).
Es entonces en la cosmovisión indígena donde se manifiestan las prácticas, aptitudes y principios reguladores de la relación entre los grupos humanos y el entorno natural del cual son parte. Esta forma de concebir el mundo también implica una noción diferente de los elementos de la naturaleza. A diferencia de las culturas occidentales los pueblos originarios le asignan a los elementos de la naturaleza (tierra, agua, viento, etc.) un carácter animado y sagrado, es decir, se envuelve de un carácter sacro al elemento vital, por ejemplo para los pueblos totonacos de la sierra norte veracruzana el agua es: “fuente de múltiples representaciones simbólicas y mitológicas” (Romero, 2003: 48, citado por Cariño, 2007).
Esta visión eco-céntrica muestra una relación hombre-naturaleza de unidad y totalidad, concibe al hombre como parte del ciclo natural y del sistema ecológico; la estrategia cotidiana de subsistencia de las comunidades son la propiedad colectiva y el parentesco por lo que los sistemas de propiedad común, manejados por las sociedades indígenas, son los más apropiados y favorecedores para el uso de los recursos hídricos (Gentes, 2001: 4, citado por Cariño, 2007).
Así, los derechos de propiedad sobre los recursos naturales que ejercen las sociedades tradicionales están en función del beneficio colectivo, por lo tanto los derechos de uso son comunes. Pero el uso de recursos naturales como el agua, está sometido a controles y restricciones socioculturales que limitan su aprovechamiento. Las restricciones de acceso a los recursos en los pueblos étnicos está sujeto a un contrato vinculante en donde se establecen por consenso los acuerdos de uso a través de negociaciones. El uso del agua en las sociedades indígenas, donde el aprovechamiento de fuentes de abastecimiento puede estar regulado por agentes locales, es decir, consejos de ancianos o comités, órganos que son nombradas legítimamente por la comunidad en asambleas del pueblo, es un ejemplo. Este agente regulador de los recursos hídricos funge como administrador de las fuentes de abastecimiento de agua  y entre sus funciones están el determinar hacia quien dirigir el recurso y restringir la cantidad de disposición de agua.
En la mayoría de los esfuerzos que se han hecho por entender la relación entre el capitalismo y la naturaleza no aparecen temas como la explotación, la crisis económica, el desarrollo capitalista desigual, las luchas por la independencia nacional y no estudian la escasez específicamente capitalista, el proceso por el cual el capitalismo crea su propia barrera o límite debido a sus formas autodestructivas de proletarización de la naturaleza humana y apropiación del trabajo, y de capitalización de la naturaleza exterior. Así mismo los enfoques habituales del problema y la identificación de los “límites del crecimiento” pasan por alto  o mutilan las teorías de Marx sobre la formación histórica de la naturaleza y sobre la formación histórica de la acumulación y desarrollo del capitalismo. Para la nueva teoría “Marxista ecológica”  la contradicción se da ahora entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción capitalista por un lado y las condiciones de producción por el otro, en donde la causa de la crisis va  a ser la falta (y no el exceso) de producción de capital, lo que conduce a un proceso de reestructuración de las condiciones de producción y de las relaciones sociales hacía formas potencialmente socialistas (O’Oconnor, 1991)1 .
Los seres humanos organizados en sociedades, por un lado, “socializan” fracciones o partes de la naturaleza y por el otro, “naturalizan” a la sociedad al producir y reproducir sus vínculos con la naturaleza, este proceso se denomina metabolismo entre sociedad y naturaleza. Este fenómeno implica el conjunto de procesos por medio de los cuales los seres humanos organizados en sociedad, independientemente de su situación en el espacio (formación social) y en el tiempo (momento histórico), “se apropian, producen, circulan, transforman, consumen y excretan materiales o energías… provenientes del mundo natural.” El metabolismo entre sociedad y naturaleza es “el andamiaje material y energético sobre el que se sobreponen… (las) formas de organización, instituciones, reglas morales, pautas culturales, estructuras agrarias, etc.” (Toledo, 2003:137).
De acuerdo con lo anterior, el metabolismo social establece que toda sociedad humana produce y reproduce sus condiciones materiales de existencia a partir de su metabolismo con la naturaleza, por lo que en la relación sociedad-naturaleza, expresa el principio básico que considera al sistema social como parte integrante de los sistemas naturales. Al interior de las sociedades, las articulaciones de input y output toman cuerpo en un conjunto de procesos sociales y/o económicos mediante los cuales la materia y la energía originalmente obtenida de la naturaleza se convierten en materia y energía socialmente utilizable que termina transformándose en desechos (González, 2009).
El análisis del metabolismo social proporciona un marco para distinguir entre culturas, sociedades o regiones según sus relaciones de intercambio con la naturaleza. Primero, podemos observar este metabolismo a "escala" global, en relación con dos aspectos: 1) Productividad de los materiales y 2) Productividad de la energía. Una sociedad puede vivir de las "fuentes renovables" que puede extraer de la biósfera (o, más estrictamente, de su biósfera local o regional). Este "metabolismo básico" se sustenta en la reproducción natural de los recursos: el agua dulce, el aire, y la biomasa vegetal o animal. Para cada uno de estos recursos existe un "mecanismo natural de reciclaje" que transforma la liberación de desechos del metabolismo social en recursos nuevamente utilizables. La mayoría de las sociedades en la historia humana no tenían más que ese metabolismo básico. Podían agotar los recursos de su medio ambiente si el ritmo de consumo era superior al ritmo de reproducción natural (Fischer, 1998).
Por el contrario, un "metabolismo ampliado", se sustenta básicamente en la movilización de recursos desde fuera de la biósfera, los denominados "recursos no renovables", como los combustibles fósiles, los metales y otros minerales de yacimientos geológicos (Fischer s/f). Existen enormes fuentes de recursos no renovables, que pueden ser explotadas a ritmos muy superiores a su ritmo de reposición natural. Por lo tanto, esta ampliación del metabolismo, en combinación con la innovación tecnológica, es capaz de solucionar problemas de escasez de recursos, al menos provisionalmente, es decir, hasta que se agoten los yacimientos geológicos. Sin embargo, hay nuevos problemas que surgen por el lado de la producción que son más importantes: el tratamiento de los desechos y la contaminación.
Desde luego que las emisiones de productos de recursos renovables también pueden ser nocivas  para el ambiente, por ejemplo, provocando problemas higiénicos o eutroficación.  A medida que las cantidades de materiales manipuladas a nivel global aumentan a ritmo exponencial, las interferencias antropogénicas en los procesos biogeoquímicos naturales son cada vez más significativas. Es el caso, por ejemplo, del agua.
El agua dulce es un recurso muy escaso en diversas partes del mundo y en el futuro no estará disponible por doquier en las cantidades requeridas. La extracción a partir de fuentes de aguas subterráneas agotables, o del agua salada (algo que requiere un gran gasto energético) generan sus propios problemas medioambientales. Como consecuencia, la utilización socioeconómica del aire y el agua ejerce una importante presión sobre el medio ambiente, aunque no se les considere en la misma proporción que su peso físico, como sucede con otros recursos utilizados como materias primas (Fischer, 1998).
La idea de metabolismo hídrico (MH) surge de la analogía con el metabolismo socioeconómico (Fisher, 1998). Siguiendo esta analogía se define el metabolismo hídrico como aquel proceso que recoge los flujos de agua de una sociedad-economía en dos dimensiones: 1) flujos internos, referido a los flujos que tienen lugar entre una economía y el sistema hídrico del territorio donde ésta se aloja y 2) flujos con el exterior, entendiendo por éstos los flujos desde (importación) y hacia (exportación) otros sistemas hídricos2 .
En este contexto la visión social del agua sería el conjunto de principios, valores, instrumentos y acciones que promueve el pensamiento universal del derecho social al agua. Ésta ideología ha permitido poner de manifiesto diversos temas de discusión en torno al agua. Las cuestiones discutidas consideran principalmente: 1) las condiciones físicas del elemento, es decir, la cantidad y calidad disponible, distribución geográfica y capacidad de renovación; 2) las circunstancias sociales, o las relaciones entre los humanos en donde está involucrada el agua, la cual se manifiesta en representaciones simbólicas y en la práctica social de los derechos de agua; y por último, 3) las situaciones ambientales, en donde coinciden las condiciones físicas y las circunstancias sociales del agua (Cariño, 2007).
Aunque Carlos Marx no consideró explícitamente el problema de los límites de la naturaleza (hecho que no se le puede cuestionar en virtud del tiempo que le tocó vivir), sí entendía ya aquella relación metabólica3 y mostró cómo el sistema capitalista a partir de la separación de los trabajadores de los recursos naturales, y mezclándolos posteriormente en el proceso productivo, generó los diversos problemas ecológicos en la consecución de la búsqueda de la máxima ganancia. La incorporación del enfoque marxista para el análisis de estos problemas reafirma la necesidad del principio de pluralismo metodológico y principalmente, de la apertura histórica, los planteamientos de Marx al respecto son de gran utilidad para entender el problema ambiental.
Ya en los escritos filosóficos de 1844 afirmaba que “El trabajador no puede crear nada sin la naturaleza, sin el mundo exterior sensible. Esta es la materia en que su trabajo se realiza, en la que obra, en la que y con la que produce” (Marx, 1932). Y más adelante continúa:  
“La industria es la relación histórica real de la naturaleza (y, por ello, de la ciencia natural) con el hombre; por eso, al concebirla como debelación esotérica de las fuerzas humanas esenciales, se comprende también la esencia humana de la naturaleza o la esencia natural del hombre;…” (Marx, 1932).
Y en el capitulo XIII del tomo I de “El capital”, decía:
  “Al crecer de un modo incesante el predominio de la población urbana, aglutinada por ella en grandes centros, la producción capitalista acumula de una parte, la fuerza histórica motriz de la sociedad, mientras que de otra parte perturba el metabolismo entre el hombre y la tierra; es decir, el retorno a la tierra de los elementos de ésta consumidos por el hombre en forma de alimento y de vestido, que constituyen la condición natural eterna sobre la que descansa la fecundidad permanente del suelo…” (Marx, 1867/1976:422).
Los procesos de urbanización e industrialización fomentaron la forma actual de proceder sobre los derechos de agua, tal situación requirió de la intervención del Estado que instituyó  un sistema de controles sobre el régimen y administración del agua. En este contexto político-social se configuraron las sociedades industrializadas y desarrollistas, bajo la lógica capitalista y con una visión antropocéntrica de la relación hombre-naturaleza. Estas sociedades, en su afán de perpetuar un proceso de desarrollo sostenido, subordinaron a la naturaleza a sus propósitos de crecimiento económico, controlando y manipulando los recursos naturales. Bajo esta lógica, el agua es usada como un recurso que satisface las funciones demandadas por los procesos de producción de mercancías, llegando a considerar al mismo vital líquido como una de ellas. En cuyo caso los recursos hídricos son vistos como mercancías, es decir, bienes que pueden ser sometidos a la lógica de oferta-demanda de mercado, lo que implica establecer derechos de propiedad privada de las fuentes de abastecimiento de agua.
Una de las principales diferencias respecto a los análisis posmodernos es que en Marx se involucra en aquella relación metabólica al trabajo subsumido por el capital en el proceso de producción, en una doble relación de explotación, capital/trabajo y capital/naturaleza, y así lo habrán de plantear los actuales teóricos del llamado desarrollo humano sustentable o  marxismo ecológico, a saber: James O’Oconnor, David Harvey, Elmar Altvater, Paul Burkett, John BellamyFoster, entre otros. Para ellos el problema ambiental y la forma de cómo se relaciona la sociedad con la naturaleza están dados por las relaciones sociales de producción capitalistas y por la lógica de apropiación privada de la ganancia así como por la forma de organización social del trabajo que determina qué recursos usar, la forma y el ritmo de uso 4.
Para Harvey es fundamental la forma como se entiende y como se debe entender  la relación con el entorno y la naturaleza, dice que el mundo se entendió como un espacio diversificado de recursos “naturales” que esperan ser descubiertos, explotados y transformados en sistemas de producción diversos, en tal virtud, “la objetificación y la explotación de la naturaleza bajo el capitalismo fueron unidas a la objetificación y la explotación de los pueblos” (Harvey, 2001/2007:246). La oleada de privatizaciones del agua y de instituciones públicas supone una reedición a escala gigantesca de aquella acumulación “originaria”. La desregulación del trabajo y el medio ambiente así como la cesión al dominio privado de los bienes comunales, representa pérdida de derechos alcanzados, un plan de desposesión emprendida en nombre de la ortodoxia neoliberal.
Dado que el capital obedece a una lógica de circularidad, lo natural y el tiempo capitalista no son compatibles, el capital debe apropiarse de la plusvalía y reinvertirla en el proceso de producción que al final resultará nueva­mente en la apropiación de una plusvalía mayor. Por el contrario, los procesos naturales de transformación de materia y energía y el proceso natural de crecimiento de los seres vivos se caracterizan por no re­sultar reversibles. Esto se deduce de la ley de entropía. Al final del proceso hay algo cualitativamente nuevo (en la racionalidad de la reversibilidad, la calidad se mantiene igual mientras que la cantidad de la misma calidad cambia). Este producto cualitativamente nuevo no puede ser reproducido con la misma energía o materia; por lo tanto, los stocks de energía y materia son usados hasta su agotamiento, sal­vo que el sistema sea abierto y nueva energía y materia sean provistas para transformarse en valores de uso. Pero, nuevamente aquí, el proble­ma es que cada proceso de producción es producción encadenada (Altvater, 2006).
Para Magdoff y Foster (2010) algunos aspectos claves del conflicto entre capitalismo y sustentabilidad ambiental son: que el capitalismo es un sistema que debe expandirse continuamente; por su mismísima naturaleza expansiva eventualmente chocará con la finitud de los recursos naturales; que es un sistema orientado hacia el crecimiento exponencial en la búsqueda de ganancias que inevitablemente trascenderá los límites del planeta y que el capitalismo no es únicamente un sistema económico –crea un sistema político, judicial y social para sostener el sistema de riqueza y acumulación.
En El capital Marx integra la cuestión ecológica en dos formas generales, primero cuando enfatiza la separación de los trabajadores de la tierra como parte fundamental del capitalismo y segundo a partir del análisis de valoración del mercado capitalista. Afirma que para Marx la producción de valores de uso siempre requiere trabajo y naturaleza y que el trabajo está por sí mismo en una relación metabólica con la naturaleza5 ; que las personas son naturales, aunque sean socialmente conformadas; que la acumulación de capital requiere de fuerza de trabajo explotable y de materiales de la naturaleza, condición necesaria para la extracción del plus producto y la explotación, lo que ayuda a explicar por qué el capitalismo ha sido tan dañino al ambiente a lo largo de su historia y por qué amenaza la viabilidad del planeta.
 “Hoy más que nunca el mundo necesita aquello por lo que los primeros pensadores socialistas, incluyendo a Marx, luchaban: la organización racional del metabolismo del hombre con la naturaleza por medio de productores asociados libremente. La maldición fundamental a ser exorcizada es el capitalismo mismo” (Foster y Clark, 2005:246).
De ahí que cualquier solución a las crisis ecológicas contemporáneas debe ser explícitamente anticapitalista, no puede darse dentro de la lógica del sistema actual, esto es, debe estar basada en la socialización democrática de la naturaleza y de otras condiciones de producción por los trabajadores y comunidades. Es posible que la sociedad logre una restauración sistemática de su metabolismo reproductivo con la tierra ‘como una ley reguladora de la producción social, y en una forma adecuada para el pleno desarrollo de la raza humana’ Pero esto requiere ‘la cooperación y la posesión en común de la tierra y los medios de producción’, la transformación de la propiedad privada capitalista. . . en propiedad social (Burkett, John B. Foster 2006:142).
El sistema capitalista mundial es insustentable en: (1) su búsqueda por una acumulación sin fin tiende a una producción en expansión continua para obtener ganancias; (2) su sistema agrícola y alimentario contaminante que sin embargo no garantiza el acceso universal; (3) su desenfrenada destrucción del ambiente; (4) su continua reproducción y aumento de la estratificación de riqueza dentro y entre los países; y (5) su búsqueda de tecnologías adecuadas  para evadir los crecientes problemas sociales y ecológicos producto de sus propias operaciones (Magdoff y John B. Foster, 2010:22). El concepto marxista de relación sociedad -naturaleza ofrece una clara comprensión de las contradicciones y la dinámica de la relación entre ser humano y naturaleza,  de la relación entre la economía, la sociedad y el medio ambiente. Lo anterior, principalmente porque  permite concebir al ser humano trabajador como alguien que transforma la naturaleza y, por lo tanto, está incluido en el metabolismo de naturaleza-hombre que, por un lado, obedece a leyes de la naturaleza cuasi-eternas y, por el otro, está regulado por la dinámica de la formación social capitalista (Altvater, 2006).

1.7.2.- El “Espacio social natural” como elemento aglutinador analítico

La definición y construcción de la categoría de espacio social natural se apoya en los conceptos teóricos de totalidad, espacio y lugar de Hugo Zemelman, de Enrique de la Garza y David Harvey. Se distinguen dos aspectos sobre la totalidad: la totalidad como recurso metodológico que sirve para fundamentar la crítica de la economía política (Marx) y la totalidad como enfoque epistemológico de la realidad que exige concebirla como un complejo de niveles para su captación racional. En suma, la totalidad como articulación dinámica de los procesos reales caracterizada por sus dinamismos, ritmos temporales y despliegues espaciales, que puede concretarse en diferentes recortes del desarrollo histórico.
La totalidad concreta es compleja y de acuerdo con Enrique De La Garza (1983) no se refiere al todo absoluto, ya que el todo es infinito, se refiere a aspectos esenciales del todo. La realidad es compleja, se da en diferentes niveles como procesos articulados de diferente temporalidad, la realidad puede verse como articulación objetiva-subjetiva, relación sujeto-objeto. Para Marx, la realidad está en permanente movimiento (ley y concepto histórico determinados); la realidad se da en diferentes niveles (macro y micro) a través de una explicación articulada; se trata de reconstruir la totalidad abstracto-concreto con sus respectivas intermediaciones, de lo general a lo particular, la explicación no se logra sólo a partir de lo general y el movimiento sujeto-objeto, la acción, se da por tendencias objetivas y toda combinación progresiva impone modalidades a las tendencias.
Punto central es la categoría de la “totalidad concreta” 6 y su capacidad para enriquecer las formas racionales que median en la conexión con la realidad empírica, que permiten transformar la objetividad real y delimitar universos de observación a través de la cual en la presente investigación se construye el concepto analítico de “Espacio social natural”,  en el que se da la gestión de los servicios de agua potable, entendido como un elemento aglutinador de todos los demás conceptos y categorías definidos, como son el Estado, los bienes colectivos, sujetos, actores y movimientos sociales en total interrelación y en sus múltiples dimensiones.
Por su parte el significado de espacio, lugar y ambiente según Harvey (2001/2007:202), ha sido objeto  de discusión dentro de la geografía a lo largo de los años respecto al porqué las localidades y los lugares son importantes y cómo abordar las relaciones entre lugar y espacio, lo que se ha dado en parte por la relación entre una cultura capitalista planetaria emergente por un lado, y la reafirmación de todo tipo de “particularismos militantes”, ya sean reaccionarios o progresistas, basados en lugares particulares, por otro; unidos a una amenaza aparentemente seria de degradación medioambiental mundial; pero también la preocupación ha surgido por una tradición floreciente de estudios culturales con hincapié en estructuras de sentimiento, valores, la inserción, la diferencia y las particularidades de los discursos contra hegemónicos y las relaciones sociales establecidas por grupos opuestos.
“Las transformaciones sociales del espacio, el lugar y el entorno no son ni neutrales ni inocentes con respecto a las prácticas de dominación y control. De hecho, son decisiones marco fundamentales, repletas de múltiples posibilidades, que rigen las condiciones…de cómo se puede vivir la vida” (Harvey, 2001/2007:202). Las prácticas de la teorización del espacio, el lugar y el entorno deben abrirse a las posibilidades y los dilemas que exige su incorporación materialista y firmemente cimentada a la teoría social y cultural. Para Harvey la categoría pertinente es “espacio-tiempo” o “espacio-temporalidad”, lo que implica adecuadamente que toda la geografía es geografía histórica independiente de donde se busque.
Se interpreta así, que todos los procesos  físicos, ecológicos, sociales o político-económicos se verifican dentro de un marco espacial fijo e igualmente es importante considerar el marco espacial como algo maleable y variable, un campo de ordenamiento espacial activamente producido que cambia a veces de manera rápida y a veces muy lentamente a lo largo del tiempo, el espacio debe considerarse dinámico y en movimiento, un momento activo en la constitución de la vida física, ecológica, social y político-económica, es un constructo mental y material. En este sentido identificamos también el concepto de escala como jerarquía de clasificaciones que empieza con el vecindario, la localidad y el lugar y continúa con la región, el territorio, el Estado-nación y el planeta.
Se debe reconocer la influencia del asentamiento y la acción humana en todos los aspectos, desde la morfología del paisaje y la transformación del hábitat, hasta el cambio climático; considerar a la humanidad como “sujetos” que transforman activamente el entorno, con todo tipo de consecuencias; considerar arbitraria la distinción sujeto-objeto y entender que al cambiar el mundo nos cambiamos a nosotros mismos y que no podemos transformar la sociedad sin transformar las condiciones medioambientales de manera drástica y radical para concluir diciendo que la cuestión medioambiental al igual que la del espacio y la de la región, adquiere mucho más interés cuando se reconoce como proceso dinámico, como un problema dialectico y no puramente analítico (Harvey, 2001/2007).
De acuerdo con lo anterior, el concepto de espacio es un “concepto fuerza”, aglutinador, importante, que permite ordenar esta investigación; el espacio como concepto resignificado y construido en función de aquellas visiones críticas y de acuerdo a las necesidades del presente objeto de estudio.  Por ello, para la presente investigación entendemos “Espacio social natural”  como el espacio en el que se desarrolla el sistema  de relaciones sociales y de poder (político, económico, cultural, etc.) entre los diferentes sujetos y actores sociales; entre estos y su realidad concreta, entre estos y la naturaleza. Es un recorte  de la realidad históricamente determinada, donde se construye y manifiestan las identidades y acciones de los actores- sujetos sociales; donde se dan una serie de  procesos dinámicos articulados entre sí, entre ellos, los de la producción y gestión de los satisfactores, los de la producción de los medios de consumo colectivo y de los recursos;  así como una permanente contradicción entre condiciones materiales, sociedad y naturaleza y cuyo soporte material es el territorio y la naturaleza.
Es en el contexto de aquel “Espacio social natural”, entendido como un elemento aglutinador de todos los demás conceptos y categorías definidos en los apartados anteriores, en total interrelación y en sus múltiples dimensiones y que tiene como eje articulador  a la gestión de los servicios de agua potable, que se plantea la construcción de un conocimiento que no deje fuera regiones de la realidad significativas para la transformación; donde se debe reconocer como punto central la categoría de la “totalidad concreta” y su capacidad para enriquecer las formas racionales que median en la conexión con la realidad empírica que permitan transformar la objetividad real y delimitar universos de observación que sirvan de base para determinar opciones de teorización o definir prácticas sociales alternativas objetivamente posibles (Zemelman, 1992).

1 Esto es lo que algunos autores llaman “la segunda contradicción del capital”, en donde la expansión capitalista menoscaba sus propias condiciones de producción, lo que da lugar al movimiento ecologista de protesta.

2 Podemos distinguir tres características principales del MH: 1.- la inclusión de la territorialidad y la temporalidad, la importancia de estas variables radica en, por un lado,   la disponibilidad del recurso que depende de parámetros físicos que varían en función de la localización, y en la estacionalidad, como el clima o el tipo de suelo; por el otro, el impacto derivado de la explotación del recurso depende también del lugar y el momento en el que éste se consume; 2.- el MH se encuadra en un planteamiento sistémico-coevolutivo (Norgaard, 1994; citado por Madrid, 2008), según el cual,  el estudio del MH debe ayudar no sólo a integrar los aspectos territoriales en la gestión del agua, sino también a integrar el agua en los análisis territoriales, por lo que se deben introducir las variables territoriales; y 3.- hay que considerar la interconexión entre los flujos físicos y monetarios, referida al hecho de que a la vez que se producen flujos de agua en un sentido, se producen flujos monetarios en sentido contrario, por lo que es importante incorporar al estudio del MH ambas dimensiones y poner los dos flujos en interrelación (Madrid,  2008).

3 En opinión de Burkett (2008) Marx señala que la separación espacial del capitalismo y la integración industrial en la manufactura y la agricultura dio como resultado una falla para reciclar los nutrientes extraídos del suelo y la conversión de estos nutrientes en contaminantes dañinos, así como el vicio de largas e intensivas jornadas de trabajo y enervantes condiciones de vida en las áreas urbanas.

4 Para efectos de la presente investigación concebimos el desarrollo sustentable y la problemática ambiental como un campo en construcción y en disputa entre dos visiones fundamentalmente: los que consideran la cuestión ambiental como un problema con soluciones estrictamente técnicas, de cálculo económico y los que la consideran como un problema social y político. Esta última considerada como una visión alternativa y crítica, comprende diversas concepciones, entre ellas la ecología social y el marxismo ecológico (Pierri, 2005).

5 “Pero así como la naturaleza ofrece al trabajo medios de vida, en el sentido de que el trabajo no puede vivir sin objetos sobre los que ejercerse, así, de otro lado, ofrece también víveres en sentido estricto, es decir, medios para la subsistencia del trabajador mismo.” (Marx, 1932).

6 Entendemos a la totalidad como una articulación dinámica de los procesos reales, ritmos y despliegues espaciales en diferentes recortes del desarrollo histórico. La realidad como una articulación, como una relación entre procesos, imbricados de forma no determinada previamente. La idea de articulación supone que un fenómeno concreto,  requiere ser analizado desde diversos ángulos, no sólo desde lo económico, o tecnológico, puesto que por formar parte de una  realidad compleja e integrada, el fenómeno sintetiza las diferentes dimensiones  de la realidad cultural, política, y psicosocial (Zemelman,1992).