Otra manera de plantear la metodología de análisis de la sostenibilidad de un sistema socioambiental puede conseguirse mediante un árbol de fenómenos e indicadores, en los que diferenciamos los tres subsistemas básicos clave: el ambiental, el social y el económico. Bajo esta perspectiva se detectan los fenómenos a analizar y se describen dichos fenómenos mediante indicadores de sostenibilidad.
Este esquema de trabajo ha sido planteado por Luz Stella Velásquez en el desarrollo del Observatorio de Sostenibilidad de la ciudad de Manizales (Colombia), en los que plantea la organización de indicadores mediante un sistema de Componentes (social, ambiental,…), Factores (Salud, Educación,…) y Indicadores (Velásquez L.S. 2001). Este marco de aplicación es utilizado por numerosas baterías de indicadores como los de la Comisión para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas en los que organiza el marco según los subsistemas ambiental, social, económico e institucional (Quiroga R. 2001 y 2009).
La valoración de la sostenibilidad viene determinada por las tendencias de los indicadores al alejarse o acercarse a expectativas que a priori se consideran sostenibles, como los niveles de contaminación, la capacidad del sistema de generar un grado de calidad social aceptable o proporcionar un modelo económico capaz de generar riqueza y empleo. La fragilidad de esta concepción es que no se pueden establecer interrelaciones entre los indicadores y las fuerzas que mueven sus tendencias.
Yendo algo más allá de esta línea de trabajo, Gilberto Gallopin ha elaborado un sistema de indicadores a escala nacional en la que plantea indicadores referidos al estado de los subsistemas institucional, económico, social y ambiental pero interrelacionados entre sí. Es importante destacar que para cada uno de los subsistemas se presentan dos tipos de indicadores: de desarrollo y de sostenibilidad. Los primeros dan cuenta de un cambio direccional y progresivo, una mejora desde el punto de vista de los objetivos fijados; los de sostenibilidad intentan reflejar el proceso de cambio y por lo tanto la capacidad de mantenimiento de la tendencia del desarrollo. Lo deseable para alcanzar el desarrollo sostenible es que el valor del sistema, establecido como la mejora en la calidad de vida, sea no decreciente en el tiempo al menos en el largo plazo (Gallopin G., 2009).
Los indicadores de la bateria se usan tanto para medir la sostenibilidad o el desarrollo de cada uno de los subsistemas, como para medir las interacciones entre ellos.
Este sistema ha sido aplicado a diversos países de America Latina y el Gobierno de Argentina lo ha adoptado como metodología para elaborar su sistema nacional de indicadores. Vista su aplicación y cálculo en el caso de Argentina (Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la nación, 2006), el sistema no deja de ser una colección de fichas individuales de indicadores, en la que cada ficha nos da información por separado del objetivo de medición en forma de gráfica o cartografía representativa de cada indicador.
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