Los cambios en el entorno, han afectado a todos los sectores empresariales, la distribución turística no escapa a esta realidad, por lo cual este tipo de empresas se han visto obligadas a reestructurarse, diseñar nuevas estrategias de comercialización y asumir nuevos modelos de gestión, con el propósito de adaptarse a este nuevo entorno. Ante este planteamiento, si las organizaciones pretenden conservar o, si es posible, incrementar, su posición en el mercado, pueden encontrar un aliado en la Gestión del Conocimiento, especialmente del que poseen de sus clientes.
De acuerdo a lo anterior, el conocimiento y el manejo adecuado de la información se convierte en uno de los valores más preciados de las organizaciones turísticas, porque permiten predecir el comportamiento del mercado y su satisfacción, logrando la fidelización del cliente con el producto, incorporando nuevos conocimientos y haciendo operativo este aprendizaje, para que le permita actuar en un entorno de cambios continuos. Por ello, únicamente alcanzarán el éxito aquellas empresas que generen nuevos conocimientos, los difundan en su seno y los incorporen a sus tecnologías, productos o servicios. (Grant, 2004).
En los actuales momentos las organizaciones turísticas, más allá de su razón de ser y propiedad de bienes tangibles, poseen un valor adicional considerable, el cual viene dado por los conocimientos que tienen las personas que allí laboran y que además manejan eficientemente en pro de adaptarse a los cambios del entorno y aportar rápidas respuestas ante las necesidades de su respectivo mercado meta (Tejedor y Aguirre, 1998).
Por su parte, Valls (2004), señala que con el nuevo milenio, las empresas turísticas están cambiando radicalmente los objetivos de su gestión, ya que a partir de ahora se anuncia la aparición de nuevas satisfacciones, se reclaman nuevos productos de turismo y se ven obligados a formular un nuevo concepto de gestión de empresas.
De allí que, las empresas dedicadas a la distribución turística, como puente entre el productor y consumidor; o el canal que representa los diferentes caminos, etapas o escalas que el producto debe recorrer desde el productor al consumidor; sean dentro del turismo las más afectadas (Bayón y Martín Rojo, 2004).
De igual modo, Editur (2006:36), plantea una situación compleja, en donde están presentes un número de variables de naturaleza diversa que interactúan en ese sector; destacando la necesidad de abordar una “refundación del movimiento asociativo profesional, en vez de caer en inútiles lamentaciones”, refiriéndose a las agencias de viajes, por ser estas las empresas intermediarias dentro de la distribución turística con más signos de complejidad en su gestión.
En definitiva, el futuro de las Agencias de Viajes y Turismo está en manos de los propios agentes, son ellos los que deben adaptarse a las nuevas necesidades y exigencias de los clientes mediante su profesionalismo, especialización, flexibilidad y la posibilidad de ofrecer a los clientes un servicio totalmente diferenciado de otros intermediarios.
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