La supuesta estabilidad y el endeble crecimiento se habían quedado a nivel macroeconómico y, por el contrario, en las grandes mayorías de la población se ha experimentado un proceso de empobrecimiento creciente, expresado en los mayores índices de desempleo y subempleo, la pérdida de valor adquisitivo de los salarios, las migraciones masivas internas y externas, el aumento de la mendicidad y de los llamados niños de la calle. Ahora, con la actual crisis del capitalismo neoliberal (2008-2009 y lo que falta), ya ni eso, la estabilidad macroeconómica en muchos países, ha quedado rota.
Más democracia y más justicia requieren que el Estado cumpla sus funciones de servicio al ciudadano, que sea garante efectivo del bien común. En otras palabras, el Estado moderno tiene la necesidad de mejorar sus capacidades de gestión, orientándose hacia lo público, entendido éste como el bien común.
Como hemos indicado en apartados anteriores, el Estado verdaderamente democrático no agotaría su realización en lo electoral, sino que trasciende hacia una cultura de integración y cohesión social, particularmente con los grupos más pobres y excluidos de la sociedad y, a la vez, impulsa una cultura de los valores democráticos en las personas, en las familias, y organizaciones sociales. 1
La herencia del neoliberalismo y sus políticas en países de América Latina y, particularmente México, ha sido la de crisis social, economía estancada, ahora en los principios de 2009, ya una crisis económica; desarticulación del aparato estatal, abatimiento de los niveles de bienestar, de desarrollo humano y la aparición de variadas formas de barbarie, “para alcanzar la justicia económica es fundamental profundizar la democracia”2
“Los márgenes para las políticas macroeconómicas se han estrechado, y los gobiernos que escapan de estos márgenes pagan un tributo extraordinariamente alto en los mercados globales”3
Ahora bien, estadísticamente existen muchos países cuya formación histórico-social es o tiende al capitalismo, aunque en muchos de ellos esa tendencia es periférica, marginal y dependiente; y que además poseen, formalmente como régimen, uno democrático. Ante esta situación, algunos analistas consideran, erróneamente, que existe una estrecha relación entre capitalismo y democracia, algunos aciertan a las condiciones y supuestos de esa supuesta relación pero otros muchos se quedan cortos y plantean incorrectamente la misma; aunque más bien, esa relación, si es que la hay, es espuria.
Éstos últimos establecen que es innegable la relación entre capitalismo y democracia independientemente de la discusión de si existe una relación causal entre ellos e independientemente de la dirección de dicha causación (este asunto no interesa aquí). Lo que ellos defienden es que existe total afinidad entre capitalismo y democracia.
La relación que podemos apuntalar entre el capitalismo y democracia, sólo puede existir en la parte formal de la democracia (régimen), pues es precisamente el régimen democrático que tanto defiende el imperio norteamericano el que sustenta, sostiene y le trata de imprimir legitimidad a la existencia del capitalismo.
Los poderes constitucionales en países tanto desarrollados como en los periféricos4 quedan sometidos a los poderes fácticos (principalmente económicos, claro) en donde domina, en palabras de Samir Amin,5 la dictadura del capital.
Ahora bien, en países en donde se han aplicado políticas neoliberales, la concentración del ingreso ha tendido a ser más fuerte y por ende la desigualdad, muchas capas de la población de clase media y media baja han sido empujadas hacia abajo y los sectores mejor posicionados, hacia arriba, ¿dónde queda la justicia e igualdad económicas?6 La supuesta relación del capitalismo neoliberal y democracia sólo ha sido eficiente para renovar la elite en el poder para defender precisamente intereses económicos de privados nacionales y extranjeros, en otras palabras, el binomio pragmático perfecto ha sido: libre consumo7 y voto secreto.
Ahora bien, ¿no ha acotado el neoliberalismo el margen de maniobra de los Estados en cuyas sociedades y territorios se han aplicado sus “ajustes” para el establecimiento de mejores políticas públicas que tiendan a la justicia e igualdad económicas?
La respuesta, a todas luces, es que sí, y esta situación conforma un condicionante económico que limita las acciones, en ese ámbito, de las cúpulas de los Estados (gobiernos) y que tiene una repercusión directa sobre el bienestar económico y social de los ciudadanos independientemente de las condiciones propias nacionales y de la pericia económica y política de sus gobernantes, esto viene a restar legitimidad ante sus respectivas sociedades.8
Ante esa disminución de legitimidad, los ciudadanos comienzan a tener reacciones en diferentes ámbitos en contra del gobierno, o en contra del partido en el poder, o hasta en contra del régimen político; a los ciudadanos en general, no les interesa cuáles son los posibles factores internacionales o nacionales que están contribuyendo a su detrimento económico (si es que no se han ventilado en gran medida a través de los medios de comunicación masiva9), éstos, simplemente lo asocian a la capacidad que pueda tener el gobierno en cuestión para plantearles mejores condiciones económicas pues ven a las cúpulas del Estado como el principal responsable de la economía nacional y el mal desempeño económico representa ilegitimidad10. Las reacciones de los ciudadanos pueden inscribirse en diversos ámbitos, entre ellos, el electoral tal es el caso del voto de castigo, el voto útil o del abstencionismo.
Ahora bien, debemos indicar que el neoliberalismo se basa principalmente en una mentira 11 o en una “falsa evidencia” que, a fuerza de ser repetida cotidianamente por las elites económicas y en los medios de comunicación, parece indiscutible: la democracia y el mercado van de la mano y se refuerzan mutuamente. “Sin embargo, nada es más falso y engañoso”12
Si se entiende por democracia, en el sentido procedimental, una elección libre, debatida y decidida, de un proyecto colectivo, hecha por seres humanos iguales ante la ley, la imposición unilateral de las reglas del mercado a los individuos y a los pueblos es, en cambio, todo lo opuesto a una democracia real y compartida. El mercado, tal como lo definen los liberales contemporáneos, donde “asociados libres e iguales” actuarían en un espacio liberalizado, es pura ficción, como lo es creer que esa libertad de mercado es una de las condiciones para la existencia de otras libertades.
Este texto, al igual establece que limitar la democracia a la política, y además excluir la economía de su esfera de actividad en nombre de la “competencia” y del “libre juego de las fuerzas del mercado”, cuando la ley del mercado, o mas bien la de los monopolios y oligopolios se ha apoderado de casi todas las esferas de la actividad humana, equivale a privar a la democracia de todo asidero sobre la realidad y corre el riesgo, peligrosamente, de vaciar de contenido su conquista, pagada a tan alto precio y jamás lograda a cabalidad, por los pueblos, la clase trabajadora y las clases populares.
Debemos apuntar que la sub comisión de derechos humanos de la ONU, indica, en concordancia con muchos economistas, politólogos y sociólogos, que el proceso de mundialización del modelo neoliberal constituye un obstáculo para el ejercicio de los derechos económicos, sociales y culturales, y en particular del derecho al desarrollo.
Jorge P. Gordín 13 establece, por su parte, que la relación entre neoliberalismo y democracia es uno de los temas que más atención ha recibido en las ciencias sociales latinoamericanas en los últimos diez años. Algunos economistas enfatizan el impacto sectorial regresivo de la aplicación vernácula de políticas económicas de mercado; mientras que politólogos y sociólogos tienden a atribuir al neoliberalismo un efecto negativo sobre la consolidación democrática sea en términos de consideraciones institucionales o en términos de sociedad civil.14
La posición de Emir Sader15 resulta también interesante pues éste establece que “la relación” neoliberalismo y democracia revela su contradicción antagónica y que precisamente las políticas económicas derivadas del neoliberalismo han provocado una corrosión de las bases sociales y económicas de la democracia integral y que a su vez conduce a la degradación de los sistemas políticos anclados en economías y Estados financierizados, en máquinas de exclusión social capitaneadas por los ministerios (o secretarías) económicos y por los bancos centrales y en elites corruptas que acelera la privatización del Estado.
Por su parte, Jorge Valero16 establece que la democracia, para que sea auténtica, debe garantizar no sólo los derechos civiles y políticos, claro, sino también los económicos y sociales. En el ámbito hemisférico, sin embargo, se subraya la importancia de los primeros, mientras que a los segundos se les concede, en realidad, menor relevancia. La democracia y la pobreza17 son incompatibles. “La democracia debe cumplir una función basada en la justicia distributiva; la pobreza a su vez, constituye una perversión que lesiona los principios más sublimes de la persona”.18
Valero indica que las desigualdades sociales y económicas desestabilizan la democracia y erosionan su legitimidad. La pobreza estimula la violencia, impide que muchos niños vayan a la escuela y es el responsable de que muchos jóvenes sean empujados hacia la delincuencia. La lucha contra la pobreza continúa siendo el más grande desafío de los gobiernos que se autocalifican como democráticos del hemisferio, ya que retrasa el progreso social y económico. “Democracia sin justicia social y económica no es democracia. Democracia y pobreza son antípodas”. 19
Por último es importante indicar la relevancia del trabajo de Salvador Romero20 en el cual se hace un análisis de la historia de la democracia (democracia como régimen), la cual la considera como un instrumento de dominación; critica el pensamiento burgués y aporta nuevos conceptos para definir al capitalismo monopolista transnacional; de hecho, el objetivo central en el aporte de Romero es elaborar una propuesta de concepción teórico crítica a la democracia como hegemonía21, en el contexto de la sociedad mundial y específico, de la realidad mexicana actual; para ésta, se examina cómo las teorías de la democracia reproducen el pensamiento burgués para justificar la hegemonía del capitalismo monopolista transnacional sobre la sociedad mexicana. El autor establece que el “capitalismo retoma la democracia para erigirse como sistema de libertad y consolidarse bajo un proceso de desarrollo distinto de los anteriores propios del imperio de la propiedad privada”22. Romero indica también que desde la cultura del dominio se ha construido teoría de la democracia para soportar a quienes se sostienen en el poder.
Ahora bien, poco a poco nos vamos acercando al punto focal de la investigación en términos de nuestro modelo teórico, sin embargo, aún faltan algunos escollos del mismo adjetivo que tratar para poder tener mucho más elementos y herramientas tanto de análisis como de explicación. En esta tesitura, antes de poder entrar a las teorías de la denominada “corteza nuclear” dentro de nuestro modelo, tenemos que tratar, en primer lugar, un filtro de naturaleza mayormente empírica, que nos permita tener mayor evidencia de las llamadas perturbaciones en el desarrollo del bienestar socioeconómico, en el desarrollo humano y por ende de la ciudadanía social e integral, además de que con esta discusión podamos dar un paso más dentro del modelo, este apartado constituye propiamente el Filtro 2 dentro de nuestro modelo teórico.
1 Terrazas, Julio, “Avances y límites de la democracia en América Latina en los últimos veinte años” en “Democracia política y desarrollo en América Latina” en La democracia en América Latina, hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Opus Citatum. Consulta www.pnud
2 García, Marco Aurelio, “Democracia política y desarrollo en América Latina” en La democracia en América Latina, hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Opus citatum, pag. 38. Consulta www.pnud
3 González, Felipe, “Crisis de la política: causas y respuestas eficientes” en La democracia en América Latina, hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Opus citatum, pag.41.
4 Cuyo régimen político es el democrático.
5 Amin, Samir, Más allá del capitalismo senil. Por un siglo XXI no norteamericano, Opus Citatum.
6 El Obispo de Saltillo Raúl Vera López establece que el ingreso de México al “sistema de libre mercado” permitió ubicar al país como la décima economía del mundo (que ya no lo es, sino la décimo cuarta) y a tener al cuarto hombre millonario a escala global, Carlos Slim (que más bien es el tercero y que construyó su fortuna con base en la compra de activos del Estado mexicano vendidos por Salinas de Gortari)-según la revista Forbes- “pero a costa de tener a 75% de su población en pobreza y a la tercera parte de la misma en pobreza extrema, así es la distribución de la riqueza que se alcanza con el neoliberalismo, un atropello a los derechos humanos”. La Jornada, México, Distrito Federal, 15 de mayo de 2005.
7 Válido sólo para los que tienen ingresos suficientes.
8 El filósofo Enrique Dussel establece que en toda América Latina hay movimientos sociales novedosos que enfrentan con vigor al “neoliberalismo feroz”. Indicó que en la región, la izquierda se reorganiza. Para Dussel los movimientos de izquierda han logrado cambiar en cinco años el panorama político de la región y que estos movimientos nacieron y se han consolidado a partir de “una consecuencia” del neoliberalismo feroz. Balboa, Juan, “La nueva izquierda en Al surge por el neoliberalismo” en La Jornada, México, Distrito Federal, 18 de marzo de 2005, pag. 7.
9 Como es el caso de México en el sexenio de Calderón, toda vez que éste insiste en esos medios de comunicación que la crisis vino de fuera, “la crisis internacional”.
10 Dada una cultura política estatista. Ya estaremos hablando en apartados posteriores sobre la relación entre cultura política y el binomio abstencionismo participación electoral
11 ONU, Human Rights Sub Commission 2000, Economic Globalization and Democracy, http://www.cetim.ch/2000/00AS12R4.htm
12 Ibidem.
13 P. Gordín, Jorge, Neoliberalismo y democracia en América Latina: descentralización, ¿el eslabón perdido?, Universidad de Pittsburg. http://www.tau.ac.il/eial/current/gordin.html.
14 Es interesante revisar también el documento: Neoliberalismo y Democracia restringida. Causa de la crisis argentina de Emilio Máspero de la Universidad de los Trabajadores de América Latina.
15 Sader, Emir, Neoliberalismo o democracia. www.geocities.com/CapitolHill/6349/2000/v-44.html
16 Valero, Jorge, Democracia y pobreza Opinión, http://www.venezuela-oas.org/articulo
17 Como resultado del proceso de acumulación del capital, de la ineficiente distribución del ingreso y de las desigualdades inherentes al capitalismo.
18 Idem.
19 Idem.
20 Romero Montalvo, Salvador, La democracia como hegemonía en el capitalismo, La Habana, Cuba, Ed. De Ciencias Sociales, 2007.
21 El autor se refiere a la democracia como régimen y no como lo hemos hecho aquí, como democracia en el sentido integral o societal.
22 Ibidem, pag. 2.
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