En concordancia con Álvaro Delgado1, era preciso integrar, en el año de 2003, el nuevo Consejo General de IFE con personajes afines al grupo hegemónico. Recordemos que en las elecciones intermedias federales de ese año el PAN sufrió un severo descalabro traducido en la merma de diputados federales en la Cámara. Por otra parte, la entonces secretaria general del PRI y diputada federal, Elba Esther Gordillo Morales no ocultaba su convergencia con el gobierno panista, ostentosa su complicidad con Fox y con Martha Sahagún, los planes conjuntos incluían un IFE a modo, para garantizar su poder transexenal.
Hecha a un lado la opinión de los organismos ciudadanos, que planearon robustecer la autonomía e independencia del órgano garante de los procesos electorales, se impuso la lógica de la facción.
Germán Martínez Cázares, ex secretario de la Función Pública y ahora ex presidente nacional del PAN, solía afirmar sin sonrojo que: “yo puse a los consejeros electorales, entre Roberto Campa y yo los amarramos”. Martínez Cázares colocó como consejeros a prominentes filopanistas: Arturo Sánchez Gutiérrez, compadre de Juan Molinar Horcasitas (hoy secretario de Comunicaciones y Transportes en el gobierno de Calderón), Andrés Albo compañero de Calderón desde antes de ser presidente nacional del PAN; María Teresa González Luna Corvera, nieta del fundador del PAN, y Rodrigo Morales Manzanares, amigo de Calderón.
La fracción del PRI, controlada en ese entonces por Gordillo, impuso a Luis Carlos Ugalde Ramírez, como presidente; Marco Antonio Gómez Alcántar, ex representante del PRI ante el IFE en 1994; Virgilio Andrade Martínez, posición del Partido Verde; María de Lourdes López, ex vocal ejecutiva del IFE en Coahuila y cercana al PRI; y Alejandra Latapí Rener, enlace del Consejo Coordinador Empresarial con la Cámara de Diputados.
La integración facciosa del Consejo General es anodina. Desde ese órgano central del IFE se designa a los vocales ejecutivos en los estados del país y a los consejeros locales y distritales, una estructura contaminada por los intereses partidistas.2
“Los consejeros del PRI, eran en realidad de Gordillo y que al irse del PRI se los llevó consigo en su pacto con Calderón, que tenía la otra parte”.3 En esta tesitura, el carácter ciudadano que el otrora Consejo General, encabezado por José Woldenberg, poseía se vino completamente abajo al triunfar la lógica de la facción, como hemos establecido, y esto constituyó el primer revés antidemocrático y el punto de partida del derrumbe de la credibilidad de ese instituto, pues hoy en día el IFE de Valdés Zurita no genera confianza, entre otras cosas, por su subordinación a la concesionaria Televisa.
En las elecciones presidenciales del 2006, el desempeño de los integrantes del Consejo Electoral del IFE fue, por decir lo menos, desastroso, toda vez que no cumplieron con la normatividad establecida muy claramente en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe).
La confianza en el Instituto Federal Electoral cayó aún más en una buena parte de la ciudadanía mexicana y, en ese tenor, las tres principales fuerzas políticas: PAN, PRD y PRI, tuvieron que negociar la salida del consejero presidente, Luis Carlos Ugalde y la de cinco consejeros más, aunque el desempeño del primero y demás integrantes del Consejo General favoreció en gran medida los resultados electorales del candidato presidencial de Acción Nacional, Felipe Calderón. Sin embargo, el gobierno ilegítimo de este último se vio en la necesidad de negociar también la reforma fiscal en la cual el PRD tomaría una parte importante, por ello, Ugalde sirvió, en palabras de él mismo, como una moneda de cambio.
Luis Carlos Ugalde declaró que su salida fue una decisión inadecuada para salvar agravios de 2006, que el fraude en las pasadas elecciones “es una mentira histórica” y que no se tenían elementos para sancionar lo que se reclamaba, y por último acusó falta de transparencia para designar a los integrantes del IFE que dejarán el cargo.4
Los principales partidos políticos representados en la Cámara de Diputados, en vez de preocuparse por restituir credibilidad y autoridad moral de esa debilitada institución, se trenzaron en un jaloneo para asegurar tajadas de poder en el IFE, y en todos los casos buscaron colocar a incondicionales suyos como consejeros electorales.
Después de un proceso desgastante y degradante, y de un lamentable manoseo de nombres, trayectorias y prestigios o desprestigios personales se nombró al nuevo Consejo general del IFE encabezado por Valdés Zurita.
2 Ibidem.
3 Delgado, Álvaro, Opus Citaum, pag. 252. A guisa de ejemplo, tenemos que la infiltración del PAN alcanza niveles de escándalo en Chihuahua: el asalto del PAN a los órganos electorales ha sido hecho por medio de Coparmex y organismos satélite, como Celiderh, controlados por la multimillonaria familia Terrazas, patrocinadora de la campaña de odio en las elecciones de 2006.
4 Ugalde señala: “el retiro fue una moneda de negociación, lo que dijeron ellos, los legisladores que lo removieron, quienes plantearon que la salida de los consejeros era condición necesaria para negociar la reforma fiscal. Si no se van, no hay ningún trato de su gobierno”.
“Si quiero ser autocrítico tengo que resaltar lo que se hizo bien y los errores que se cometieron, la comunicación del 2 de julio, el conteo rápido, si se debió sacar un promocional antes de tiempo. Hay muchas decisiones criticadas al IFE en las que yo perdí la votación en el Consejo General. Soy cuestionado por decisiones que en lo personal no estuve de acuerdo, pero ni modo, tengo que defender a la institución.
“La reforma que está por aprobar el Congreso, es el reconocimiento implícito de que el IFE, no tenía elementos para sancionar lo que se nos pidió. Si esa ley hubiera sido propuesta para el 2006, la campaña de Vicente Fox no habría ocurrido; hubiéramos tenido ocho veces más espots; no tendríamos el problema de los 281 mil promocionales no reportados, que no sabemos quién pagó, no habría habido los anuncios del “peligro para México” e Hildebrando. En esa lógica, la polémica del 2006 no hubiera existido”.
“Me parece inadecuado, pero es una decisión para salvar agravios del año pasado, pero que a la larga no conviene al país. Entiendo que se hace para tratar de jalar votos para una reforma electoral, para una reforma fiscal, para dar la idea de que el país camina. Entiendo eso, pero eso a la larga no servirá al país.
Ugalde se va convencido de que la existencia del fraude electoral en 2006 es una “mentira histórica construida desde el PRD, y agrega que es muy irresponsable que los partidos le transfieran al árbitro la responsabilidad de todos los excesos de los partidos, de los particulares, de todos”. “Ciertamente, para quienes han construido esa mentira histórica, la salida de los consejeros serán argumento adicional para sostenerla”.
“La reforma electoral modifica sustancialmente el sistema de gobierno del IFE, concentrando mayor influencia en la presidencia, la secretaría ejecutiva y la contraloría, en detrimento del esquema de construcción colegiada de decisiones entre los consejeros que está vigente hasta ahora”.
En especial, advierte, “será sensible el cambio con la desaparición de la comisión de fiscalización, la cual, bajo el actual esquema favoreció el arropamiento institucional de Amigos de Fox y el Pemexgate, por lo que habrá que ver cómo funciona la nueva Unidad Técnica, con un papel menos relevante de los consejeros”. La Jornada, 10 de diciembre de 2007.
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