Entre los autores que han desarrollado la perspectiva racional en la formulación de las políticas públicas se encuentran Hogwood y Gunn; proponen un modelo interpretativo de las políticas públicas definido por el siguiente ciclo de acción:
1) La configuración de la agenda política (decidir cuáles son los temas sobre los que se decidirá políticamente la articulación de políticas públicas).
2) La decisión sobre cómo se tomaran los diferentes tipos de decisiones.
3) La concreción y definición de los temas que deben tratar
4) El diseño de pronósticos factibles para los temas elegidos; es decir, de las principales alternativas de acción pública existentes.
5) La fijación de cuáles son los objetivos que se persiguen y de cuáles de estos objetivos son
prioritarios.
6) La decisión sobre cuál es la mejor opción.
7) La implementación de la opción de política pública elegida.
8) La evaluación y revisión de los resultados de la política pública implementada.
9) El mantenimiento, sustitución o interrupción de la política.
Como se observa, los pasos del 1 al 6 pueden agruparse en un mismo bloque, que podría denominarse proceso de formulación de las políticas públicas, caracterizado por la acción de la decisión política sobre el problema social que quiere solucionarse con la articulación de una política pública. Este proceso de formulación de políticas públicas constituye el primer paso de
un ciclo más amplio que da forma a la acción del Estado en sus políticas públicas. (Ruiz Viñals,
2004:56-57).
En el modelo de Pressman y Wildavsky (1973) se enfatiza que la implementación y reformulación de objetivos política pública es un proceso plenamente político, en que están implicados los administradores, pero también grupos de interés y otros actores con diversos valores, que movilizan recursos para ejercer poder e influencia, forman coaliciones, elaboran estrategias y, en general, llevan acciones para lograr que su punto de vista prevalezca.
En base al trabajo de estos autores, Subirats (1989:108), concluye que los proceso de implementación deben pensarse como interorganizativos donde la negociación entre actores es la variable clave. A este proceso de la elaboración y puesta en práctica de las políticas públicas los autores lo denominan Modelo top-down (arriba-abajo), esquema en el que la decisión se toma arriba y luego fluye hacia abajo en la escala jerárquica, que la recibe de manera relativamente pasiva y la implementa (Ferraro, 2009:112).
Los autores del enfoque arriba abajo, postulan que cada política pública es una hipótesis con condiciones iniciales y consecuencias predichas, la implementación requiere de un sistema de arriba hacia abajo o top down (Figura 3.4) de control y comunicaciones, así como de recursos para hacer el trabajo, los tomadores de decisiones no deben prometer aquello que no pueden cumplir ya que pueden causar desilusión o frustración; al concentrarnos en la implementación de programas tanto como en su iniciación, debemos ser capaces de aumentar las probabilidades de que las promesas de las políticas se cumplan, probablemente haya obstáculos para su cumplimiento pero seria más honroso reconocerlo durante el proceso (Parsons, 2007:484).
Por otra parte la tesis de Pressman y Wildavsky (1973) incide en que si no hay un entendimiento y una cooperación entre los diferentes actores que participan en la puesta en práctica de la política pública, difícilmente lo planificado puede verse reflejado en consecuencias reales, tanto en términos de productos (outputs) como de los (outcomes) impactos (Ruiz Viñals, 2004:59).
De la misma forma, el análisis de Lipsky (1980), se ocupa de explicar la importancia del capital humano que ejecuta las políticas públicas para entender éxito o fracaso en su provisión; la tesis se resume en lo siguiente:
Las decisiones de las personas que ocupan la burocracia de contacto con el público, las rutinas que establecen y los asesoramientos que realizan, para adaptarse a las presiones de tiempo y de incertidumbre en las que trabajan, también moldean las políticas públicas que
están gestionando y proporcionando al ciudadano. La política pública no se entiende mejor solo al nivel de las decisiones de las cúpulas decisionales, sino que también tiene que analizarse el lugar de su provisión final, porque muchas veces es el último nivel donde adquiere su fisonomía global. (Ruiz Viñals, 2004:60).
Lipsky no pretende entrar en debate con Pressman y Wildavsky, sino ofrecer una visión complementaria, de ambas perspectivas surge la necesidad de estudiar por separado las fases de formulación e implementación al analizar una política pública, especialmente cuando falta alguno de los requisitos para que la formulación y la implementación coincidan; a saber:
1) Tener una comprensión muy clara por parte de los decidores públicos de los que se desea conseguir con la formulación de la política pública en cuestión.
2) Contar con un volumen de recursos suficiente para alcanzar los objetivos planteados.
3) Disponer de las habilidades suficientes para manejar los recursos disponibles y alcanzar los objetivos que se persiguen.
4) Poseer capacidad suficiente de información, comunicación y control sobre aquellos agentes sociales que son esenciales en el curso de acción de la política (Ruiz Viñals, 2004:60-61).
Señala Ruiz Viñals (2004:61) que la obtención de los requisitos arriba señalados resulta muy difícil de lograr sobre todo porque a los políticos no les interesa explicitar los objetivos de las políticas…
Lo que trae como consecuencia ambigüedad en las mismas, no los explican para no entrar en conflicto con determinados grupos sociales y para no dar detalles acerca de cómo será y cómo se articulará la política y que traiga como consecuencia críticas antes de tiempo e impedir una correcta implementación de tales políticas, por tal razón el modelo arriba abajo resulta inoperante. En todos los casos debe existir el compromiso de alcanzar los objetivos propuestos en la formulación de las políticas, la perspectiva de análisis de abajo arriba o Bottom up, aporta la conciencia de que existe una línea divisoria clara entre las fases de formulación y de implementación en el ciclo de una política pública.
Es importante el énfasis del enfoque Bottom up sobre la complejidad, la ambigüedad y la necesidad de negociación y de compromiso en torno a las políticas públicas ya que se observa un espacio de mitigación del conflicto social de las políticas públicas junto con las estructuras institucionales del Estado y los comicios electorales.
La perspectiva de análisis de abajo arriba (Bottom up) no constituye una simple inversión de la perspectiva arriba abajo, la diferencia crucial entre ambas es que el primer enfoque rechaza totalmente que pueda esperarse, de una política, una idea clara sobre cuáles son sus verdaderos objetivos y finalidades antes de que se inicie su proceso de ejecución, eso significa que, en ausencia de instrucciones detalladas con mucha claridad, los ejecutores deben tomar determinaciones que son decisiones importantes, pues afectan a la forma y al contenido finales de la política. Por tanto las políticas públicas se ven inevitablemente modificadas a medida que son negociadas para ser convertidas en acciones.
La perspectiva abajo arriba no niega que las políticas se realicen en las cúpulas decisionales de los gobiernos y de los partidos políticos, sino que pretenden explicar porqué esas políticas se
van modificando a medida que se convierten en acciones, definiéndose inadecuaciones entre las
fases de formulación e implementación. El proceso político asociado a cualquier política pública es mucho más complejo de lo que puede deducirse de cualquier modelo de análisis
genérico de políticas públicas, ya sea en el ámbito de formulación de la política o en el de su
implementación (Ruiz Viñals, 2004:63).
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