En Gran Bretaña por el año 1804, existían sociedades de socorro mutuo que aportaban dinero a
sus afiliados cuando se enfermaban, posteriormente llegaron a contratar servicios médicos para atender a sus asociados (Jaramillo, 2005:173-174).
En el año 1900, estas sociedades tenían una gran cantidad de miembros, y los asociados no solo recibían servicios médicos, sino pensiones de invalidez. Al enfrentarse Enrique III con la Iglesia Católica, este pasó los servicios hospitalarios a organizaciones de caridad, los que con algunos apoyos municipales o asumidos totalmente por éstas, se mantuvieron así hasta la fundación del Servicio Nacional de Sanidad en 1948. Sin embargo en 1911, se creó en Inglaterra un seguro nacional para trabajadores de bajos ingresos, pero excluía a los familiares y se limitaba a la medicina general y sus medicamentos. Con esa experiencia años después, la Asociación Médica Británica propuso que el seguro se extendiera a todos los trabajadores y que se dieran más beneficios.
A principios del siglo XX escribe Sánchez González (2002:158-160), la medicina científica ofrecía excelentes resultados.
Se abrieron nuevas posibilidades gracias a la cirugía, la quimioterapia, la endocrinología y la nutrición científica y existían complejos instrumentos para el diagnóstico y el tratamiento, recursos que solo podían concentrarse en los hospitales, lugares que se convirtieron en lo más idóneo para el tratamiento de enfermedades agudas de todas las clases sociales ya que la asistencia sanitaria había sido anteriormente diferente según el nivel social, político y
económico del enfermo; esa corrección evitó consecuencias sociales ya que al introducir a la asistencia médica39 principios y valores distintos a los del mercado económico, entre ellos la caridad eclesiástica, la filantropía o la beneficencia pública hubo resultados satisfactorios en el avance de la medicina.
Tras todo esto, refiere Sánchez González (2002-165) nacieron los denominados sistemas de salud que son: combinación de recursos, organización, financiación y gestión, que culmina en el suministro de servicios de salud a una población.
Los distintos sistemas se distinguen por múltiples peculiaridades, pero las principales características son: el porcentaje de población atendida, la disponibilidad total o parcial de los recursos, la fuente de financiación y el modo de organizar el suministro directo de los servicios de salud, sin embargo un factor decisivo en la configuración de cualquier sistema de salud es la intervención del Estado, que consiste en una modificación o suplementación de las leyes de mercado, así como en una regulación de la iniciativa económica de los individuos y de las empresas.
En los países en que hay muchas personas empleadas por cuenta propia, llámense profesionales de una actividad como la electricidad, plomería, mecánicos, trabajadores de la construcción, tenderos, pequeños agricultores, taxistas, artesanos etc., que trabajan por su cuenta existen problemas de identificación y de cumplimiento adecuado de la legislación de seguridad social. Se han intentado distintos métodos para hacer extensiva la protección a estos trabajadores del sector no estructurado, pero no siempre han tenido éxito. Lo cierto es que la mayoría de los regímenes en los que contribuyen empleadores, trabajadores y gobierno cubren a trabajadores que dependen de un empleo remunerado dejando a otros grupos de la población la tarea de adoptar sus propias medidas; para quienes pasan apuros, se les puede brindar protección mediante la asistencia social o regímenes universales financiados con cargo al presupuesto de egresos federal.
Por otra parte, la OIT (1995:7-8), afirma que en lugar de basarse en las cotizaciones individuales de trabajadores y empleadores, algunos países han iniciado o reelaborado su seguridad social sobre la base de lo que se llama asistencia social.
Se recurre a impuestos locales o nacionales para financiar los diversos programas de los que se derivan las prestaciones pagadas como un derecho legítimo, cuando se cumplen las condiciones de necesidad prescritas. En general, para la valoración de la prestación se tienen en cuenta los recursos económicos de la persona en cuestión. Muchos países en se basan fundamentalmente
en el seguro social también cuentan son asistencia social para las personas que por alguna razón no están comprendidas dentro del ámbito del régimen principal o a las que éste proporciona prestaciones insuficientes para cubrir sus necesidades. Puesto que la solidaridad y la asistencia social están muy interrelacionadas, suele actuarse de manera discrecional en el momento de fijar el importe o clase de prestación. Los países escandinavos y otros como Australia han optado por una seguridad social basada en la asistencia.
La asistencia social médica opina Solorio (2001.41-42) prevé el mantenimiento, restablecimiento y mejora de la salud de las personas. En una situación ideal, todos los ciudadanos de un país tendrían acceso a la asistencia, sin embargo, esta prestación resulta muy cara, tanto más cuanto que la medicina moderna se ha perfeccionado en gran medida y al mismo tiempo han aumentado las esperanzas en ella depositadas.
Se había previsto que para el año 2000 muchos países dedicarían por lo menos el diez por ciento del producto interno bruto a la atención médica, previsión que ya se ha cumplido en algunos casos. En los países en donde, por alguna razón, la prestación de asistencia médica resulte inadecuada, será necesario decidir la forma de distribuir los escasos recursos disponibles, ya que sobre las finanzas nacionales recaen múltiples y variadas peticiones de fondos para toda clase de gastos; tiene que llegarse a un equilibrio entre los diversos programas que el Estado debe llevar a cabo.
La asistencia social afirma Ahumada( 1972:111) es la rama de la seguridad social que se ocupa de proporcionar condiciones mínimas suficientes a aquellos miembros de la comunidad que por causas ajenas a su voluntad, se encuentran en situación de menor valencia sico-física, económica y social. Menciona el autor que la asistencia social constituye la forma más antigua de protección social y es la expresión de las primeras formas de fraternidad y solidaridad humanas, y establece que son dos las características de la transformación del concepto de beneficencia o asistencia en el de Asistencia Social:
* Su financiamiento es no contributivo, vale decir, se hace mediante impuestos o contribuciones que ingresan en el presupuesto nacional o federal.
Al otorgarse la prestación vía impuestos se deben a una condición del sujeto debido a su estado de necesidad, -tal vez causado por ingresos nulos o insuficientes- la invalidez, orfandad o cualquier otra causa de naturaleza semejante.
* Todo se efectúa mediante el otorgamiento de prestaciones al caso social, individual, que se realiza gracias a la acción de profesionales especializados.
* Son prestaciones transitorias y se deben a una condición exógena o del medio externo natural, tales como inundaciones, sismos, derrumbes, incendios, sequías, etc.
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