Se atenúan como una de las principales problemáticas de una subjetividad mediática en las Instituciones de Educación Superior, la gran masa de estímulos informativos y mecanizados que son transitados a gran velocidad, mayores de la capacidad de elaboración consciente; es decir permite interrogar, ¿Por qué afecta tanto el flujo mediático como dispositivo pedagógico-didáctico responsable de la transición de conocimientos universales en del individuo, al influir en éstos de manera subliminal, moldeando las reacciones cognitivas?, por tanto se estará identificando como el sujeto de estudio las Instituciones de Educación Superior, y como objeto las prácticas subjetivistas mediáticas en educación.
Sin situar a favor o en contra, sino más bien a partir de ellas; las tecnologías son al mismo tiempo expresión y potenciación; que están pivoteando entre las sociedades de control como aspecto general y las subjetividades mediáticas como aspecto individual, impersonal y atemporal. Lo anterior permitirá analizar y evaluar que en la actualidad el alumno-cliente que cree no tener tiempo para atender los contenidos temáticos sujetos en una institución de educación superior, al igual que los mensajes a los que está expuesto diariamente, es decir se minimiza la capacidad de reflexión y análisis, al concretarse en una rivalidad interminable a modo de competición entre su contexto, como una motivación excelente que contrapone a unos individuos con otros y atraviesa a cada uno de ellos, dividiéndoles interiormente, lo que propicia y da pauta a un individualismo colectivo, es decir un individualismo sujeto a los intereses de una clase dominante (Althuser, 2008).
Por lo anterior, ¿Cómo se podrá entender entonces, de que los discursos sobre la sociedad de la información apelan al espacio inmaterial de los flujos, a la vitalización, la unificación atemporal del planeta a través de la globalización, medios masivos de comunicación y de las tecnologías de acción a distancia? ¿No será, más bien, que la noción de la información ya suponía inmaterialidad –hoy llamada virtualidad-, matematicidad -hoy llamada abstracción- y organicidad -hoy aplicada en las conocidas teorías cognitivas y sistémicas-, y que las tecnologías nacidas y adoptadas por los actuales muros formativos no hacen más que materializar esta visión transnacional, llevándola a los hogares, y a las instituciones, entre ellas la escuela.
Por lo tanto, se estará recayendo en el actual papel formativo, recurrente a dispositivos de tecnología de acción a distancia como transmisores de conocimiento bajo la familiaridad con la que hoy el individuo transita en Instituciones de Educación Superior netamente virtuales, producto de una sociedad de la información, creyente de un principio inmaterial, no observable por los sentidos, que existe sin que necesite ser comprendido y que transforma números y signos en imágenes, que al mismo tiempo da cabida a la propia autorregulación, es decir al superpanóptico derivado de las sociedades de control, bajo la edificación subjetivista de la construcción social del espacio virtual, generando un despliegue del espacio genérico como lo señala Koolhas (1997), descontextualizante, donde puede estar en cualquier parte, condicionante a esquemas de competitividad, productividad, eficiencia y desarrollo de competencias en un ámbito educativo, reflejadas más adelante en el productivo.
Por ello, al hacer mención de una educación transnacional inmersa en la virtualidad propiciando espacios genéricos o descontextualizados, ¿Cómo potenciar las necesidades actuales del Estado Potosino, si las Instituciones de Educación Superior están expuestas a la formación de individuos desvirtuados y explotados bajo las exigencias, competencias y problemáticas ajenas a las del contexto donde habitan?.
La constitución de los lugares en la modernidad (Levy, 2002) dependía de la sucesión de los tiempos en un espacio; esto no sólo refiriéndose a los lugares en su existencia física, sino sobre todo en su existencia simbólica, lo que permitía hacer de los lugares un ámbito de vivencia y socialización humanística, por lo tanto, al encontrarse con el desdibujamiento del espacio territorial físico de las Instituciones de Educación Superior, entre ella su cultura y estructura organizacional, dando respuesta a las exigencias de un sistema capitalista por medio de artefactos virtuales y subjetividades mediáticas, propuestos por las nuevas universidades al adoptar una instrumentación didáctica en la tecnología educativa que pregona tres nociones básicas: progreso, eficiencia y eficacia, racionalizando al máximo la enseñanza al igual que centrando su propuesta en el cómo de la enseñanza, sin cuestionarse el qué y para qué del mismo, donde es evidente el activismo más que el receptivismo, la impersonalidad más que la colectividad, la certificación más que la reflexión, la instrucción más que la construcción, y donde el poder del docente cambia de naturaleza, su autoridad ya no reside en el dominio de los contenidos, sino el dominio de las técnicas.
Por tanto, en base a lo anterior, ¿Cuál es la temporalidad que les corresponde a las instituciones de educación superior bajo la modalidad educativa a distancia (virtual), sino hay lugares sino flujos? ¿Cómo se construye el tiempo si no puede cristalizares en un lugar, o mejor dicho, si su cristalización es un flujo?, por ello se presenta la imposibilidad de vivir un eterno presente, y la dificultad de abandonar de modo artificial el legado de un propio pasado, lo que permite entender que los medios de comunicación asincrónicos, así como las tecnologías de información, cristalizan el tiempo y el espacio en un tiempo presente de exhibición, intercambio y consumo del que hoy los participantes son testigos, en el que la narración científica se logra, entonces, mediatizando la realidad, de hecho no la ha cambiado ni la ha transformado, pero si la ha simplificado, ante el problema, acaso sea más profundo y complejo de lo insinuado hasta ahora ya que, quizás, no se trata sólo de un problema de comunicación interindividual, sino de la propia capacidad de percepción; es decir, ¿Lo que ve es realmente lo que existe, o es únicamente lo que se percibe?.
Por ello se hablará del papel formativo de la educación al convertir a la escuela no en un centro de enseñanza, sino de aprendizaje, un centro preocupado no por la simple transmisión de conocimientos, sino por el enriquecimiento en experiencias de todo tipo: conocimientos, sensaciones, emociones, intercambios, actitudes, instituciones. La escuela que arbitraría metáforas acerca del conocimiento más que la transmisión de conocimientos, que apoyada por las técnicas virtuales conduce la instrucción y retroalimentación en el educando, más que gestionar el análisis, reflexión y argumentación del nuevo conocimiento, como lo sostiene Cakzavara (1975):
“La educación es la única actividad humano en la que la tecnología no puede acrecentar el potencial humano, y la única actividad que se siente capaz de cambiar al mundo sin admitir que ella misma puede sufrir alguna modificación”.
Considerando lo anterior, es que puede mencionar el actual papel de las Instituciones de Educación Superior, el encontrarse adoptando técnicas y estrategias didácticas tildadas de una virtualidad, donde se cambian las condiciones del saber (Foucault, 2000) pero no solo ello, se habla de un cambio en el sentido del saber y por ende del saber mismo, transformándose la sociedad, ya que la sociedad es el lugar, la condición, el origen o el foco en el que se gesta y produce el saber, por ello al hablar de cambio en sociedad, entendemos que cambian las condiciones desde las que emerge el saber.
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