En el siguiente apartado se abordan de forma muy sintetizada los componentes que conciernen a la Subjetividad Mediática: La educación como encierro, disciplina y vigilancia; el paso del moldeamiento a la modulación; sociedades de control; forma, formación e información; espacio, tiempo y cuerpo en las sociedades de control y la subjetividad mediática. Lo anterior se aterriza bajo la intención de evidenciar las transformaciones sociales, encontrándose entre ellas la “crisis de la educación”, la cual en una actualidad está buscando soportarse y transnacionalizarse por nuevas dinámicas sociales, flujos tecnológicos y los efectos subjetivos. Permitiendo dar respuesta a la cuestión: ¿Cómo pensar la potencia de la educación superior en la era de la información?
Se puede ver la contribución que las tecnologías de información y comunicación realizan en una sociedad, donde las instituciones educativas son percibidas como un “espacio de socialización”, aquí el educando recurre a éstas, más que por fines académicos, por fines culturales, se hacen presentes el marco de una moda, considerando que no son iguales ante el proceso educativo mismo y donde el uso e implementación de una tecnología se encuentra al alcance de todo educando llámese: teléfono, radio, cine, televisión, computadora, fax, correo electrónico, internet, entre otras innovaciones tecnológicas, en las que existe distinciones entre éstas, producto de una realidad socialmente construida que se enfoca en la producción, comercio y publicidad como emprendimientos capitalistas articulados con grupos, clases, segmentos de poder predominantes, sin escaparse de ello el papel formativo.
Con respecto a lo antes mencionado, cuando se habla de educación es necesario entender que se hace alusión a ésta como un dispositivo de control y autorregulación, acompañado por un poder que surge cuando existe alguien que tiene algo que otro no tiene, entendiéndose que al hablar de personas, estará hablando como bien lo señala Foucault (2000) como un poder disciplinario, un poder que, en lugar de sacar y de retirar, tiene como función principal el de enderezar conductas, a través de la vigilancia como dispositivo de poder sostenido en una arquitectura panóptica.
Por lo tanto es necesario puntualizar que, cuando se alude al aula, se hace referencia a un espacio inmediato de la educación, y de la escuela como su organización político-administrativo, enroladas por las señaladas sociedades disciplinares, que tienen como objetivo economizar y simplificar los procesos de conformación de las personas derivando en la consagración como ciudadanos en plena potestad de sus derechos y obligaciones.
La forma tradicional en la que se puede indagar al hablar de un espacio áulico, es mediante un encierro que enseña y transmite y que lamentablemente poco logra salir de dichos muros, así al referirse a un encierro se debe entender que se encuentra determinado por tres variables: tiempo, espacio y movimiento. Aun cuando en la actualidad se habla de un autodidactismo al que poco recurre el educando dado la cultura y disciplina que se tiene para ejercerlo. Será conveniente señalar, que la escuela contemporánea busca por medio de la figura de un docente y otros condicionantes, mantener y eficientar el encierro por medio de la vigilancia como un mecanismo de control y autorregulación para el alumno, no es casualidad el acomodo y la distribución del material y mobiliario que se encuentra tanto en el aula como en el edificio mismo de la institución, los cuales contribuyen como un Panóptico y medio de legitimación para la escuela misma. Por tal razón partes del discurso de las instituciones de Educación Superior en relación al encierro, es a través de la virtualidad, que aun cuando omitiéndose un encierro de cuatro muros, el panoptismo continúa presente.
Lo anterior da vida al moldeado, Foucault (2000) señala la idea de que el control del espacio y del tiempo, ejercicio de un tipo espacial de poder sobre los cuerpos, retoma nuevamente la nula coincidencia de un acomodamiento de los mismos en el aula y sus muros formativos, permitiendo la vigilancia y transmisión de contenidos que pretenden que éstos últimos queden asegurados y legitimados como claros ejemplos de violencia sistémica.
Es necesario retomar el trayecto y giro que tiene que surgir para que se pueda dar el trayecto del moldeado a la modulación en el que se distingue tres formas posibles de elaboración de los objetos técnicos que al orden del día podemos situar en un proceso académico formativo: el moldeado, la modulación y el modelaje. La técnica del moldeado asume que el alumno tiene ante sí una materia completamente informe, inerte, que toma la forma que se le dé según el molde con que se cuente, básicamente ésta técnica podemos verla con claridad en las primeras experiencias de aprendizaje áulico en los alumnos, cuando se apertura su proceso educativo en una escuela de educación inicial, donde los alumnos van continuando con las formas que iniciaron desde un núcleo familiar. La propuesta de la modulación, en cambio, asume que la materia con la que se trabaja adopta ya una forma, de manera que la forma específica que debe ser introducida en la materia tiene que relacionarse con la anterior. En la modulación, se entiende que el educando que llega a un nivel superior, cuenta con formas, cocimientos, habilidades, destrezas y competencias conducidas por un docente, que dan apertura a crear un molde más frígido donde emerge un llamado al alumno para colaborar activamente en su propia formación, evitando solamente el simple aprendizaje.
Dicho aprendizaje debe basarse cada vez más en la capacidad de encontrar, acceder o aplicar el conocimiento. Así éste nuevo paradigma, aprender a aprender es más importante que memorizar información específica, permitiendo que se otorgue primacía a la búsqueda de información y a las habilidades analíticas de razonamiento y de solución de problemas que se consigue gracias a la modulación.
Otro atenuante abordado es el control, en el que Deleuze (2000) postula que la sociedad disciplinaria está sufriendo una crisis, aunque no todavía una decadencia definitiva. El nombre que aborda Deleuze (2000) para dicho proceso, es del de sociedades de control. El término control, tomando por Burroughs (1968) y de las reflexiones del ensayista francés Virilio (1997), en el que se alude a un tipo de vigilancia al aire libre, que no necesita del encierro como forma de supervisión de las actividades en el espacio y en el tiempo. Partiendo de esta postura es que se puede abordar una subjetividad mediática en la educación superior, en las que como se mencionó existen modalidades completamente virtuales, omitiéndose la presencia de los alumnos-consumidores, en la que no es desprendida una vigilancia ejercida por las sociedades de control, columna vertebral de programas de educación a distancia.
La educación en las sociedades de control se produce en ámbitos donde el mundo humano se compone de artefactos que multiplican voces y miradas también humanas, pero transmitidas por medio de tecnologías retomando un concepto antropomórfico. Si esto es así, entonces la condición misma de la socialización se hace mucho más compleja. En las sociedades de control o de “conocimiento” (como lo señala en la actualidad la Secretaría de Educación Pública), los seres humanos ya no se proyectan sólo en seres humanos sino también en máquinas y dispositivos de información y de comunicación bajo la subjetividad de un “tiempo” donde el factor decisivo en la actualidad no está supeditado a la aceleración mecánica del transporte, sino a la velocidad absoluta del campo de la información, aun cuando se apertura a una desterritorialización de los medios de información.
Berardi (2006) en los ´60, expone la cultura de los medios, y la crisis de los valores humanistas, donde hace mención a una la desterritorialización de las fuentes de información al establecer que son procesos que disgregan las comunidades urbanas en las formas que ha conocido desde el Renacimiento:
“En la virtualización, la presencia del cuerpo del otro se vuelve superflua, cuando no incómoda y molesta. No queda tiempo para ocuparse de la presencia del otro. Desde el punto de vista económico, el otro debe aparecer como información, como virtualidad y, por tanto, debe ser elaborado con rapidez y evacuado en su materialidad” (Berardi, 2006).
Al hablar de información, es necesario retomar el pensamiento de Simondon (1989), al encerrar la información en el terreno tecnológico, al concebirla como un proceso sin sujeto, la convirtió en una nueva sustancia, que como tal no sufre cambios ni desplazamientos más que por un agente externo, propone que la información debería ser el nombre de una situación dinámica, que influye en todos los aspectos de la naturaleza y la sociedad.
Haciendo alusión a lo expuesto anteriormente, será necesario tildar una mayor diferenciación entre la formación y la información. Al definir nuestro concepto de formación, se podría hablar de una categorización respecto de una formación histórica que responde a la educación moderna tradicional y una formación permanente, aunando a ellas se adhieren las tecnologías de información de manera correlativa, ya que no son una causa del crecimiento de la formación permanente, a lo que se puede llamar subjetividades híbridas, esto es aquellas que no se reconocen según el patrón de la formación histórica.
De la misma forma, es conveniente que se mencione la relevancia de la sociabilidad del espacio de los lugares al espacio de los flujos, encontrándose inmersos en éstos las sociedades disciplinares, manifestándose en un nivel global con la famosa crisis del Estado-Nación, definido como la alianza perdurable entre población, territorio y soberanía. Dicha crisis se vincula con la emergencia de la ciudad global, que “no es un lugar, sino un proceso. Un proceso mediante el cual los centros de producción y consumo de servicios avanzados y sus sociedades locales auxiliares se conectan en una red global en virtud de los flujos de información, mientras que a la vez restan importancia a las conexiones con sus entornos territoriales (Castelles, 2006), prueba de ello son las redes de universidades a distancia, en la que por medio de una franquicia universitaria, el alumno-cliente, puede hacer uso del servicio educativo internacional. Por tanto, el Estado, la ciudad y las instituciones de encierro están siendo afectadas por un proceso en el que la comunicación asume la construcción de los lugares.
Mapa conceptual del objeto de estudio
Figura 2: Subjetividad Mediática y Educación
Fuente: Elaboración propia
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