En agosto de 1945 un Japón exhausto y agotado por la guerra aceptó los términos de la rendición impuestos por los aliados y, por edicto imperial, depuso las armas. Por primera y única vez, Japón fue ocupado por las tropas aliadas bajo el control de los Estados Unidos, hasta abril de 1952. 1
Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, Japón perdió el 42% de la riqueza nacional y el 44% de la capacidad industrial –energía, instalaciones, maquinaria, etcétera. El personal militar desmovilizado y los civiles que regresaron, por una parte, agravaron la ruina y el hambre y, por otra parte, se unieron de inmediato a la fuerza de trabajo, cubriendo sobradamente las necesidades de mano de obra para la reconstrucción económica durante la primera etapa del período de posguerra.
Durante algunos años después de la derrota, la economía japonesa estuvo casi totalmente paralizada con una severa escasez de alimentos, una elevada inflación y los efectos de un mercado negro generalizado. El país había perdido todos sus territorios de ultramar, mientras su población sobrepasaba la cifra de los 80 millones, además de alrededor de 6 millones de repatriados que llegaban del extranjero. La demanda interna descendió con la interrupción de las compras militares, y el comercio exterior se hallaba restringido por las fuerzas de ocupación aliadas.
El pueblo japonés emprendió la tarea de reconstruir su economía devastada por la guerra, y la ocupación norteamericana se encargó solo de desmilitarizar y democratizar la sociedad nipona. No asumió ni el costo de la reparación de los daños, ni la elaboración de una política estratégica para la reconstrucción económica.2
En un período histórico relativamente breve (1945-1960), Japón logró no solo reconstruir su economía, sino convertirse en una de las naciones industrializadas más importantes del mundo actual. En ello desempeñaron un papel fundamental la regulación económica estatal y la política industrial concebida para la reconstrucción.
La burocracia japonesa emitió el documento “Problemas básicos para la reconstrucción de la economía japonesa de posguerra”, en fecha tan temprana como 1946. Aquí se planteaba que Japón debía seguir un modelo intermedio entre la planificación socialista y las instituciones capitalistas; había pasado el período de laissez faire.
Con la nueva constitución de Japón (1947), el emperador fue despojado de su poder soberano y reemplazado por un gabinete parlamentario. El contexto de funcionamiento del capitalismo japonés se diseñó por la reforma política de las naciones aliadas tras la Segunda Guerra Mundial. Esta reforma abarcaba ámbitos, como la tierra, la educación, la protección de los sindicatos, la desmilitarización y la disolución de los zaitbatsus (agrupación entre empresas). El nuevo programa originó dos conceptos que iban a desempeñar un importante papel en el posterior desarrollo del capitalismo japonés: igualdad y competencia.
La mencionada reforma aplicada a Japón en este período contempló las cuestiones siguientes:
En 1949 el Ministerio de Comercio Internacional (MCI) y el Consejo de Comercio se extinguieron, y surgió el Ministerio de Industria y Comercio Internacional (MITI). Se estableció el Departamento de Empresa del MITI, con el objetivo de desarrollar de modo estratégico las empresas del país y crear un entorno favorable a la competencia; o sea, el Estado dirigió su acción reguladora como máximo responsable de la competencia y el desarrollo de las empresas.
Después de la guerra había poca oferta de capital, y los tipos de interés eran consecuentemente altos. Sin embargo, el gobierno hizo posible que las empresas con más futuro obtuvieran fondos a unos tipos de interés extremadamente bajos. Como regla, estas empresas orientaban su producción hacia el mercado externo.
Los bancos canalizaban el capital acumulado para prestarlo a industrias estratégicamente importantes, apoyadas por las garantías de créditos del Banco de Japón. Asimismo, el gobierno ofrecía importantes concesiones tributarias a los ingresos por exportación, a la vez que establecía la adquisición de tecnología como prioridad nacional. La moneda extranjera fue escasa durante muchos años después de la guerra, pero las autoridades aprovecharon estas circunstancias para que los exportadores obtuvieran asignaciones especiales.3
El Departamento de Empresa MITI preparó la nueva política para la racionalización industrial basada en la competencia inducida:
En los primeros años después de la guerra, debido a la escasez de materiales, las fábricas producían muy poco y para vender lo producido, el entorno, externo e interno, era muy competitivo tanto en precio como en calidad”. Las empresas que no conseguían recortar costos se encontraban sin clientes. Esta presión causó una verdadera revolución en la planificación de las empresas. El MITI creó el Departamento de Empresas, con el objetivo de flexibilizar los caminos de la empresa japonesa hacia la competitividad nacional e internacional.
Este Departamento facilitó el entorno interno que guió el desarrollo económico de la nación en la posguerra. Las características del entorno interno fueron:
Las funciones del Departamento de Empresas eran:
El Departamento de Empresas del MITI protegía el desarrollo industrial y abarcaba todo el ciclo económico.
El Consejo de Racionalización Industrial, creado en diciembre de 1949, promovió durante la década de los 50 una cultura empresarial común, con énfasis en la administración científica. La vida empresarial se centraba en las prácticas administrativas y no en las preferencias arbitrarias de los propietarios del capital.
La concurrencia inducida significaba que esta competencia se daba siempre en el contexto de la racionalización, de la selectividad, con conciliación productiva nacional. El MITI promovió prácticas administrativas racionales, como por ejemplo:
El MITI podía bloquear el acceso de divisas extranjeras –Ley del Capital extranjero, 1950– de cualquier firma que considerase estuviera desperdiciando recursos valiosos. Con la Ley del Capital Extranjero se estableció un Comité de Dirección Extranjero, el cual determinaba que cualquier inversionista foráneo con licencias, patentes, etc., debía ser autorizado por este comité. El Departamento de Empresas MITI asumió esta responsabilidad.
Cuando al MITI se le acusaba de monopólico, argumentaba que solo pedía comportamiento cooperativo, es decir, compartir tecnología, limitar líneas de producción, utilizar de manera conjunta los depósitos para materias primas y productos acabados y realizar consultas sobre planes de inversión.
El carácter selectivo para el crecimiento acelerado 1955-1990 se manifestó en las políticas básicas siguientes:
En general, el MITI y su Departamento de Empresa desempeñaron un papel relevante en la creación de un entorno interno muy competitivo, que “entrenase” a la empresa nacional para la competencia internacional. Por eso, puede identificarse como competencia inducida esta forma de protección estatal.
Las características de ese entorno interno fueron:
Un aspecto externo importante que benefició directamente al crecimiento económico de Japón, fue la guerra de Corea que se inició en 1950 ya que mientras los Estados Unidos combatían, lógicamente demandaban diferentes recursos para el sostenimiento de sus tropas y las de los aliados en el conflicto.
Japón vendió al ejército americano alimentos, equipos, productos textiles, entretenimiento, entre otros. En un principio estos recursos provenían del continente americano, pero al tener un precio elevado, Estados Unidos comenzó a demandar recursos de la zona asiática, especialmente del Japón; esta acción fue denominada como el "Consumo Especial". Esta clase de consumo fue muy importante en la recuperación de la economía nipona, ya que generó más de 3.500 millones de dólares en ingresos para las compañías japonesas.
Es lógico pensar que Japón tuvo que invertir en nuevas industrias en orden de satisfacer las diferentes necesidades que componían el "Consumo Especial". Este hecho hizo que las empresas japonesas efectuasen una acumulación y obtuvieran ganancias, las mismas ganancias que luego serían reinvertidas en la propia reconstrucción del tejido empresarial japonés, diezmado por la Segunda Guerra Mundial. En paralelo, al desarrollarse la industria en sentido horizontal y vertical, se crearon nuevas plazas de trabajo, aumentaron los ingresos, se optimizó el mercado interno y externo y en términos generales se generó bienestar a la población. 5
1 Sociedad Internacional para Información Educativa, Inc. El Japón de hoy. Japón Echo. Tokio 1989, p. 14.
2 Ibídem.
3 Cuadernos de Japón No. 1, Japón Echo Inc., Tokio, 1992, Vol. V, p. 44.
4 Joaquín Fernández y Ernesto Molina: La organización empresarial japonesa como escuela en el campo de la teoría económica y el papel del Estado japonés en el desarrollo del capitalismo, CEAO, La Habana, 1996.
5 Evolución histórica de la economía japonesa, II Parte
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