Otro de los rasgos del sector industrial local es el contraste entre la (elevada) proporción de establecimientos pequeños y su (escasa) participación en la generación de riqueza. Tybout (2000), en un estudio sobre el sector manufacturero de los países subdesarrollados ya había observado esta peculiaridad. En Tucumán, Mendoza, Jujuy y Corrientes se refleja claramente el dualismo en la estructura de tamaños; los establecimientos pequeños representan más de 3 cuartos del tejido manufacturero, una proporción similar del valor agregado es generado por empresas con más de 150 ocupados. Incluso la provincia de Buenos Aires muestra una disparidad similar en magnitud; el 69% de los locales tiene menos de 6 ocupados mientras que 62% del VAB es aportado por establecimientos con 150 ocupados o más.
1.2.3 Baja transabilidad
Una de las cuestiones señaladas por Gatto (2003), que está entre las raíces de los problemas de desigualdad regional, es la dimensión extremadamente pequeña de los aparatos productivos de bienes transables, tanto al exterior como al resto del país. Por ello, para este autor, en ausencia de transferencias interprovinciales que compensen las diferencias de ingreso de la población, las mejoras en el desempeño económico, empleo y calidad de vida estarían vinculadas a la puesta en marcha de actividades productivas (nuevas o reconvertidas) orientadas hacia mercados externos (fuera de la provincia o del país).
Se registra entonces una estructura manufacturera conformada por dos grandes grupos de actividades; por un lado, un reducido conjunto de establecimientos que operan en un surtido aún más estrecho de ramas dedicado a la transformación de materias primas de origen primario para el mercado interno de alcance nacional o para su eventual exportación y, por otro, un numeroso conjunto de locales dispersos en ramas con escaso contenido transable, ya sea porque la propia actividad tiene una transabilidad reducida o porque, aunque la rama sea potencialmente transable, el conjunto de establecimientos que allí operan están insertos en nichos con barreras a la circulación espacial de los productos que ofrecen (e.g. barreras técnicas o regulatorias, como las que operan en el tránsito inter-provincial de carnes frescas ). Si bien es cierto que este mismo aspecto se refleja también en la estructura de tamaños de los establecimientos (establecimientos de mayor tamaño asociados a mercados geográficos más extensos y viceversa), la sucesión de cambios tecnológicos y organizativos en el mundo industrial, aunque adoptados parcialmente y con rezagos en Argentina, ha debilitado los criterios basados exclusivamente en el tamaño de los locales. Por otra parte, los análisis históricos suelen basarse en la orientación de mercado de las actividades (transabilidad) y tener en cuenta la estructura de tamaños al adentrarse únicamente en un sector productivo particular. Además, analizar la brecha de tamaños sin ninguna consideración de la composición sectorial no permite dilucidar si ésta se origina en cada espacio por contener actividades de distinta naturaleza o, alternativamente, por estar conformado por actividades con estructuras heterogéneas de tamaños. Por todo ello se considera que el criterio basado en la orientación de mercado de las producciones locales es más apropiado para el problema aquí analizado .
Como se verá en el último Capítulo de esta tesis, además, el grado de transabilidad afecta de distinto modo a la dinámica de crecimiento de la economía regional. En suma, la estructura manufacturera espacial presenta en Argentina una peculiar composición; por un lado un pequeño sector productor de transables dedicado especialmente a la agroindustria y otro sector, numeroso en términos de establecimientos, formado por actividades de baja transabilidad regional. En el Capítulo 4 se mostrará cómo incide esta dualidad en el desempeño económico de la región. No hay indicadores que midan directamente el grado de transabilidad de una actividad, es decir, la capacidad efectiva o potencial de superar el mercado local para atender mercados más alejados. Se presentan a continuación algunos indicadores que pueden ser considerados como "marcadores" del grado de transabilidad con el objetivo de dimensionar este aspecto en el sector manufacturero regional en Argentina.
a) cociente de localización
El cociente de localización mide la participación (en términos de empleo, valor agregado o cualquier otra variable que se considere relevante para el análisis) de una actividad en una región comparada a la participación que la actividad tiene a nivel nacional:
donde i y j representan a la actividad y a la región respectivamente, L representa la variable utilizada como base para calcular el cociente. Si LQ > 1 se considera que la región es exportadora neta en la actividad i. Si LQ < 1 se interpreta que la región no es autosuficiente para abastecer la demanda local por la actividad i. En términos de implicancia de política industrial, las actividades con LQ >1 no deberían ser desestimuladas, mientras que las ramas con LQ < 1 deberían recibir apoyo (tecnológico, financiero, fiscal, comercial, etc.) a fin de reducir el drenaje de recursos provocado por las importaciones. De este modo, actividades con LQ superior a la unidad serían consideradas como parte del sector transable, mientras que ramas con LQ cuyo valor es inferior a 1 formarían parte del sector no transable. En el caso aquí estudiado no puede ser estimado ya que no se dispone de información completa del universo manufacturero por provincia. Ocurre que, en la mayor parte de las regiones en un número no despreciable de ramas operan 2 o menos establecimientos fabriles, condición suficiente para que el organismo de estadística no revele las variables censales (véase Anexo 1C, donde se expone la disponibilidad y calidad de información estadística con desagregación regional y sectorial en Argentina).
El cociente, si bien sencillo, tiene algunas limitaciones. El hecho de que una región tenga más o menos que la participación "proporcional" de una cierta actividad no es confirmatorio de su posición en la balanza comercial regional debido a que supone que las propensiones a consumir de los hogares son iguales entre regiones y la única fuente de disparidad es el ingreso. Ceteris paribus, si una región tiene un consumo relativamente menor de cierto bien que otra, un cociente cercano a la unidad podría ser consistente con exportaciones de dicho producto. Lo mismo puede suceder a la inversa. Si una región consume mucho más de cierto bien, un cociente superior a la unidad puede implicar igualmente importaciones de dicho bien. Además, las prácticas de producción (incluida la productividad del trabajo) difieren entre regiones. Si una región consume más de cierto insumo por unidad de producto que otra, la importación de dicho material puede ocurrir simultáneamente con un cociente mayor a 1 en la producción del insumo.
Como, además, las estructuras productivas varían considerablemente entre regiones, el cociente de localización de ciertas actividades (como la energía) puede exceder la unidad porque en dicha región se localizan además actividades intensivas en dicho sector. De modo que el cociente de localización usado aisladamente resulta insuficiente para extraer conclusiones acerca de la posición en la balanza comercial regional de las actividades productivas de cada espacio. Tiene alguna utilidad en los análisis exploratorios y puede ser relevante en conjunción con otras técnicas y herramientas de análisis que reconocen cabalmente e incorporan en su esquema no linealidades.
b) matrices regionales
El instrumento probablemente más adecuado para analizar el grado de transabilidad de una actividad a nivel regional es el esquema de la matriz insumo producto (en adelante, I-O), que expresa las transacciones y vínculos comerciales entre sectores tanto locales como foráneos . A nivel regional, el esquema de I-O puede estar representado por R regiones y N ramas productoras de bienes y servicios. Suponiendo que no hay restricciones a la aceptación de la moneda provista por la administración nacional ni las regiones pueden proveer su propio dinero, la apertura de la matriz I-O nacional puede ser reproducida en cada región.
La representación de la Tabla 1.9 sigue la convención de que las columnas representan compras del sector j al sector i (con i = j =1, …,N) y los pagos a los factores en la región r y que las filas representan ventas de bienes intermedios a otros sectores y de bienes finales destinados a consumo, inversión y exportación. Naturalmente, la suma de los subtotales por región debería coincidir con las cifras nacionales de compras intermedias, pagos a los factores y valor de producción para cada sector. Así, el grado de transabilidad puede ser estimado a partir de la proporción del VBP de cada sector destinada a demanda final en mercados extra-locales. Formalmente:
(1.1)
Donde Tir = grado de transabilidad del sector i en la región r; Cir = consumo final de los bienes producidos por i en el sector r (ambos, origen y destino, coinciden); Iir = ventas del sector i localizado en r destinadas a inversión en la región r. La estimación propuesta en (1) contendría a las celdas sombreadas de la matriz de la Tabla 1.8 y los cálculos se harían por filas. Mientras que el cociente contenido en el segundo lado de la ecuación (1.1) representa el porcentaje de producción del sector i destinada a demanda final local, mayores guarismos de Tir indican mayor grado de transabilidad de la rama en una región dada. Un esquema I-O regional como el planteado anteriormente requiere un nivel de desagregación sectorial y espacial de la información tal que vuelve compleja su administración aún en países con sistemas de información altamente desarrollados y articulados (flujo del sector i al sector j desde la región r a la región s). En la práctica, la mayor parte de las aplicaciones reducen el número de dimensiones de 4 a 3, colocando todos los flujos provenientes o destinados al resto de la región en una misma celda (este método se conoce como enfoque multirregional. Para una exposición detallada, véase Anexo 1B). A su vez, tal como se describe en el Anexo 1B, hay 3 métodos posibles para obtener la información de las celdas de la matriz I-O regional. En los países desarrollados el más empleado es el que combina información nacional regionalizada bajo algún supuesto con información primaria.
En los países subdesarrollados, en cambio, donde las fuentes primarias de información son más débiles y heterogéneas, aún dentro de un mismo país, generalmente se opta por regionalizar la matriz I-O nacional bajo algunos supuestos sin posibilidad de ser complementada con datos primarios. Los métodos utilizados en países con sistemas de información menos desarrollados emplean técnicas de regionalización que sólo requieren la matriz I-O nacional y su contraparte regional de por lo menos una variable de dimensión del sector en la región (generalmente empleo o valor agregado). En Argentina, la disponibilidad de matrices regionales es nula. A la fecha se contabilizan 2 trabajos que producen matrices regionales, ambos apelando a fuentes primarias (Méndez, 2003 y Antonelli, 1993) pero se trata de 2 provincias aisladas sin llegar a representar a un conjunto más abarcativo de regiones. Es que los métodos que se basan exclusivamente en información primaria significan un esfuerzo de tal magnitud que generalmente carecen de continuidad y generalmente han sido ensayados en provincias con una estructura productiva poco compleja. El principal obstáculo para el cálculo de los indicadores anteriores a nivel regional y con una desagregación sectorial a 5 dígitos es la ausencia de información censal de numerosas actividades a nivel regional. En este nivel, varias provincias cuentan con pocos establecimientos y protegen los datos del resto de las variables censales bajo el amparo del secreto estadístico . Si a nivel nacional hay varias ramas con pocos establecimientos activos, en el regional este problema alcanza a una porción significativa del tejido industrial: en Catamarca, Corrientes, Mendoza y Salta las ramas con información disponible cubren la mitad o menos del valor agregado y de producción del sector manufacturero provincial (Anexo 1C) .
Esto ocurre también -aunque en menores proporciones- tomando una desagregación de 2 dígitos. En el presente análisis, la utilización de los indicadores arriba mencionados requiere contar con datos censales desagregados a nivel sectorial y provincial con un grado de cobertura amplio. Sin embargo, con la escasa cobertura del CNE 1994 impuesta por el secreto estadístico, los cálculos anteriores serían restringidos a aquellas ramas con datos publicados, no pudiendo garantizar que dichas ramas sean exportables o, alternativamente, tengan un carácter no transable, en cada región. En particular, considerando el LQ, no sería posible una clasificación completa de todos los sectores, con lo cual la dimensión de los sectores transable y no transable quedaría indeterminada. Con el enfoque de I-O la carencia de información regional impide no sólo el cálculo de Tir, sino la propia regionalización de la matriz. La ausencia de datos censales para una porción significativa de ramas en cada provincia inhabilita entonces el empleo de un indicador definido a priori y lleva a la adopción de criterios definidos ad hoc detallados a continuación, que intentan superar las limitaciones informativas del CNE.
c) indicadores ad hoc
Como se mencionó anteriormente una apreciación general en los diagnósticos del sector productivo regional es que, especialmente en las regiones no centrales se observa la presencia de dos polos en la estructura manufacturera. Por un lado, las ramas básicas, orientadas a la exportación de productos con ventajas absolutas y comparativas y, por otro, establecimientos que operan en actividades de baja transabilidad aún dentro del propio territorio nacional. Ambas representarían prácticamente la totalidad del aparato productivo local medido en términos de locales, empleo o valor agregado. Si bien en los países desarrollados este fenómeno también ocurre, el peso de las ramas intermedias (actualmente no exportadoras pero intrínsecamente transables) es mayor. A continuación se presentan métodos aplicados para mensurar el peso de ambos sectores en el aparato manufacturero regional. Vale aclarar que uno de los inconvenientes de los métodos desarrollados específicamente para este propósito es la carencia de una variable continua, o al menos, multivariada, que evite caer en una categorización dicotómica del tipo "transable / no transable" y que refleje más bien el grado en que una rama se acerca a uno u otro extremo. Las limitaciones informativas referidas anteriormente han obligado a adoptar indicadores que no solamente resultan ad hoc y carecen, por lo tanto de cierto consenso previo, sino que en alguna medida resignan riqueza analítica. A pesar de ello, es posible extraer algunas conclusiones de interés.
c1) Ramas transables La identificación de las ramas transables se basó en información publicada en informes de organismos oficiales, especializados en la problemática productiva provincial (Dirección Nacional de Programación Económica Regional, Agencia de Desarrollo de Inversiones, Consejo Federal de Inversiones). El criterio empleado fue seleccionar aquellas actividades significativas en el producto provincial e inferir su exportación hacia otros territorios (fuera y dentro del país). La asociación entre importancia para el sector industrial provincial y el carácter de exportadora neta de una rama se fundamenta en la estrechez de la mayor parte de los mercados provinciales y la elevada probabilidad de que, si la actividad es significativa en su aporte al VAB provincial, su producción sea enviada a otras regiones . Una vez identificado el subconjunto de ramas de exportación, en aquellas regiones donde los datos de la rama se encontraban protegidos por secreto estadístico, éstos fueron estimados con cifras provistas por el Consejo Federal de Inversiones y/o los organismos provinciales de estadística correspondientes o resignando niveles de agregación (por ejemplo, la rama 210 en vez de la 21010). En otros casos, se realizaron supuestos de contribución máxima de aquellas ramas con datos ocultos que cuentan con varios establecimientos (resguardados únicamente para evitar inferir la estimación de las ramas con 3 locales o menos) y se obtuvo así la contribución mínima de las ramas donde operan pocos establecimientos. El conjunto de las ramas exportadoras, su dimensión para cada provincia y los cálculos realizados en cada caso se especifican en la Tabla 1.10 . En la mayor parte de las provincias, el sector transable se confina en menos de una decena de ramas, aunque su aporte al producto manufacturero provincial suele representar entre un tercio y 40% (a excepción de las regiones de mayor tamaño donde la dependencia de las ramas exportables es menor).
Si bien las actividades consideradas como exportadoras suelen mostrar un ordenamiento similar en VAB y en VBP, muestran mayores diferencias en ocupación y empleo asalariado. Por ejemplo, la refinación de petróleo en Ciudad de Buenos Aires y en el conurbano aparece en lugares 50 a 60 en el ranking de importancia en la ocupación y asalariados; la elaboración de aceites y grasas de origen vegetal ocupa el lugar 69 en el ranking de ocupación en el interior de Buenos Aires, mientras que está entre las ramas que más aporte hacen al VAB y al VBP. Salvo contadas excepciones generalmente relacionadas con regímenes de promoción especiales, las ramas manufactureras productoras de transables están fuertemente asociadas a la transformación de recursos naturales específicos de la provincia. En varios casos, además, se registra una fuerte dependencia de la economía regional de la exportación de un conjunto reducido de actividades.
En Misiones, por ejemplo, cerca de ¾ del producto bruto industrial proviene de la producción de tabaco, yerba mate y productos forestales. Más de la mitad del empleo asalariado en el sector de manufacturas mendocino es generado solamente por las bodegas, refinerías y establecimientos procesadores de frutas y legumbres. En Jujuy, aproximadamente 60% del valor agregado y ocupación manufactureros provienen de la molienda de azúcar, tabaco y elaboración de papel. Así, parece verificarse cierta correlación (negativa) entre el número de ramas que componen la canasta de transables industriales en cada provincia y la significación que dichos bienes adquieren en el producto y empleo industrial de la región.
Otra observación que se puede extraer de esta información la notable especialización provincial en sectores productivos que no compiten entre sí; en cierta medida se observa hasta cierta complementariedad en el patrón de concentración de las actividades manufactureras. Con otra metodología , Lamarche y Posadas (2000) encuentran un resultado similar para el caso de la provincia de Buenos Aires. Estos autores encuentran que determinadas ramas se producen sólo en algunos municipios (e.g. escasa dispersión espacial).
Casualmente estas ramas, denominadas por los autores como "producción local" por su carácter fuertemente localizado, son altamente transables . En base a sus cálculos (basados a su vez en algunos supuestos sobre tamaño de las plantas), concluyen que casi 53% de las ramas pertenecen a actividades fuertemente localizadas y el resto a ramas relativamente dispersas en el territorio. No informan, sin embargo, qué proporción de los locales y del empleo explica cada grupo .
c2) No transables. El criterio aplicado para identificar actividades no transables a partir de los datos censales, es el número de regiones en las que cada rama de actividad (a 5 dígitos) está presente. Se entiende que actividades con presencia en todas las provincias tienen una inclinación mayor a ubicarse cerca del consumidor final y, por ende, el comercio entre regiones de este tipo de mercaderías disminuye: los oferentes locales atienden (total o parcialmente) la demanda cercana . En otros términos, teniendo en cuenta las fuertes desigualdades en la distribución espacial de población y de actividad económica, la dispersión locacional es considerada aquí como síntoma de barreras comerciales intra-país y, por ende, como signo de escasa transabilidad en ciertas actividades. Este criterio ad hoc fue empleado en algunos estudios para regiones alemanas en las décadas de 1930 y 1940 debido a la falta de relevamientos de tránsito de mercaderías entre regiones (especialmente los conducidos por Isenberg, referido en Losch, 1944). Aunque este criterio parece haber sido superado por criterios con una base apriorística más amplia, en contextos de información imperfecta resulta todavía útil. Un criterio similar fue aplicado por Méndez (2003) para estimar la absorción interna de la producción pampeana. De este modo, el primer criterio consiste en identificar aquellas actividades presentes en 24 o más regiones. El subconjunto seleccionado se expone en la Tabla 1.11. Este criterio, sin embargo, resulta imperfecto como indicador de ausencia o escasa transabilidad ya que algunas de sus ramas son muy heterogéneas tanto en términos de las características del producto que ofrecen como de los establecimientos que los fabrican (e.g. frigoríficos, lácteos, prendas de vestir, etc.). En su interior suelen convivir plantas de gran dimensión y poder de mercado con establecimientos más pequeños, reproduciendo una estructura de mercado semejante a la de competencia monopolística.
Por este motivo, la presencia de la rama en la mayor parte de las regiones no constituye un criterio unívoco como indicador de la falta de transabilidad de la misma. En este caso, la condición adicional es que el tamaño medio de los locales (expresado como VBP por asalariado y/o VAB por asalariado) no sea superior al que exhibe el promedio de la rama a nivel nacional o que la rama no se ubique entre los cinco primeros sectores en orden de importancia en el VBP y del VAB manufacturero provincial. En aquellas regiones donde la rama presenta tamaños medios superiores al promedio nacional o cuando el valor de producción de la rama adquiere cierta relevancia en la economía provincial, es eliminada del subconjunto de actividades no transables para la región en cuestión (columna Excepciones de la Tabla 1.11). Nuevamente, el secreto estadístico vela información censal en varias ramas de este grupo. Estos casos debieron ser estimados multiplicando el tamaño medio por local nacional al conjunto de establecimientos en la provincia (el detalle se expone en el Anexo 1D). A nivel nacional, las ramas de baja transabilidad inter-regional representan casi 55% de los locales manufactureros. Sin embargo, las diferencias entre provincias son notables; mientras que en Capital, Conurbano bonaerense, San Luis y Santa Fe estas actividades representan no llegan a ser más de la mitad de los establecimientos, en La Pampa, Santa Cruz, Jujuy, Salta y Santiago del Estero se ubican en torno al 80% o más de los locales industriales. De modo que, en términos del número de plantas, estas actividades representan una porción mayoritaria de la actividad fabril, especialmente en las provincias económicamente más pequeñas. De hecho, se registra cierta correlación negativa (-0,686) entre el grado de industrialización provincial (medido en términos del cociente del PBI industrial sobre el PBI provincial) y el peso de las actividades manufactureras de baja transabilidad. En términos del empleo, las actividades manufactureras de baja transabilidad ocupan al 25% de la ocupación industrial total. Ese guarismo cae más de 4 puntos porcentuales si se considera únicamente el empleo asalariado. Aquí, las diferencias entre regiones se acentúan; cuanto mayor es el tamaño medio de los establecimientos manufactureros provinciales, menor es la porción del empleo que el sector de baja transabilidad ocupa. Tierra del Fuego y San Luis, por ejemplo, registran un tamaño de medio de 23 y 26 empleados respectivamente, mientras que el sector no transable ocupa menos del 25% de la mano de obra industrial. Esto muestra que si existen grandes plantas manufactureras en la región, la participación del sector no transable en el empleo disminuye sustancialmente.
Lo contrario ocurre con las provincias donde predominan establecimientos manufactureros pequeños, como Formosa y Neuquén (con 4,6 y 6,2 empleados por local, respectivamente). En esos casos, más de la mitad de los ocupados en el sector manufacturero se encuentra en ramas de baja transabilidad. La relación (inversa) entre el tamaño medio de los establecimientos en cada provincia y la absorción de empleo del sector productor de no transables se verifica tanto en términos del empleo total como del asalariado .
Un segundo patrón es que, cuando el peso de las actividades no transables es elevado, la brecha con el porcentaje de asalariados se agranda, reflejando además el alto grado de cuentapropismo en este tipo de actividades. Por otra parte, las provincias donde el sector no transable absorbe poco empleo son las que contaron con regímenes promocionales. Probablemente, si la promoción no existiese el tamaño de sus establecimientos industriales sería similar al de las pequeñas, engrosando la cantidad de regiones con mayor dependencia del sector atrasado en términos de ocupación.
Naturalmente, las características de estas actividades hacen que la porción del VAB y del VBP provincial que generan sea muy inferior al porcentaje de los locales y del empleo industrial. En el agregado nacional, estas ramas generan el 11% del VBP y el 13% del VAB. Sin embargo, nuevamente las disparidades provinciales vuelven poco representativos estos guarismos; en las regiones de menor dimensión económica y que carecen de una actividad motriz en el proceso de generación de riqueza (e.g. Santa Cruz, Formosa, Santiago del Estero) las ramas no transables generan el 40% de producto industrial provincial.
En las provincias pequeñas que albergan a algún circuito productivo central para sus economías (en Corrientes, arroz y tabaco; en Tucumán, azúcar; en Mendoza, vino; etc.) el aporte que las actividades de baja transabilidad hacen al VBP o VAB es considerablemente inferior (entre el 10 y 16% para el VBP y entre el 8 y 22% para el VAB). En suma, el sector industrial a nivel provincial se compone entonces de dos polos; pocos establecimientos de elevada productividad (relativa) y gran número de establecimientos pequeños, en sectores no transables. El peso de los no transables (sector atrasado, tradicional) es mayor en provincias pequeñas (restada la promoción industrial).
d) el modelo de Dendrinos Sonis
El objetivo de esta sección es presentar un enfoque recientemente desarrollado en la economía regional para estimar indirectamente el grado de transabilidad de la producción manufacturera regional. El análisis está basado en un modelo econométrico que ha menudo ha sido considerado adecuado para identificar el tipo de relaciones entre territorios próximos, para realizar estudios de tipo exploratorio y para evaluar situaciones con información limitada sobre la naturaleza de la interacción entre regiones dentro de un mismo territorio nacional . El grado de transabilidad (ya sea del conjunto de las actividades que componen un sistema económico o de un sector particular) se refleja en mayores o menores flujos de bienes, servicios, etc. entre regiones; es decir, en cierto grado de integración y/o interacción regional. La interacción es el resultado de un complejo conjunto de flujos que incluye capital, transferencias, etc. Como estos flujos no suelen ser registrados individualmente en términos de origen-destino, generalmente el analista está obligado a considerar algún sustituto a algún nivel de mayor agregación del que sería deseable. Los trabajos que abordan la perspectiva de la interacción regional sin recurrir a datos del comercio inter-regional de bienes y servicios (escasos aún en países desarrollados) ni apelan a alguno de los indicadores arriba expuestos suelen utilizar como metodología de base el modelo de Dendrinos-Sonis (1988, 1990). El modelo, originalmente desarrollado para explicar la dinámica de los cambios poblacionales, ha sido utilizado para analizar otras problemáticas (Hewings et al, 1996; Nazara et al, 2001; Magalhaes et al, 2001). En su mayoría, las aplicaciones al campo de la economía regional se han enfocado en el análisis del predominio de relaciones de complementariedad o competencia (dos formas extremas de la interacción) entre distintos territorios. Esta sección aplica dicho enfoque desde una perspectiva algo diferente; los resultados econométricos son interpretados como indicadores (aunque indirectos, naturalmente) del grado de transabilidad del producto industrial regional. En la medida en que regiones fronterizas puedan emplear la misma infraestructura (o, al menos, adyacente), los costos de transporte y de transacción y opciones tecnológicas serán similares entre regiones próximas que entre regiones distantes. De ello se deriva la hipótesis de que la competencia o complementariedad que se registre entre 2 regiones tendrá más chances de ocurrir entre regiones fronterizas (hipótesis similar utilizada en la matriz de contigüidad, indicadora de dependencia espacial propuesta por Anselin, 1988). Por ello, la proximidad geográfica domina la perspectiva empírica de varios trabajos en este campo. Se supone que las regiones adyacentes a menudo comparten características estructurales y por ello podrían desarrollar relaciones de competencia o complementariedad de largo plazo. Formalmente, yit define al producto (en este caso manufacturero) relativo de la provincia i, es decir su participación en el producto (manufacturero) nacional. Así, la distribución del producto relativo puede expresarse como un vector Yt = [y1t, y2t, ….ynt] donde n denota a la región/provincia y t el período. Queda entonces definido un sistema discreto de la dinámica distribucional espacial, que en términos discretos se expresa como: (1.2)
con i, j = 1, …N; t = 1, …T; 0 < yi0 < 1; Fi yit-1 > 0 y j yj0 =1 La función Fi(.) representa las ventajas comparativas locacionales y temporales en la dimensión (i, t) (Dendrinos y Sonis, 1990; Sonis y Hewings, 2000). Es necesario definir una región de comparación o numerario, de modo de expresar todo en términos comparativos a esta región de referencia:
Gj0 = Fj0 / F10 para todo j = 2, ….n
De este modo, es posible reexpresar (1.2) en el siguiente sistema de ecuaciones
La adopción de un numerario es una forma matemática de representar la interacción regional, ya que el crecimiento de una región se expresa en términos de otra . Así, el modelo intenta captar que una región no se encuentra aislada en un sistema de regiones, sino que interactúa con otras. La naturaleza (competitiva o complementaria) de esta interacción es la que es captada a través del numerario. La especificación generalmente adoptada para Fi(.) y por ende de Gj(.) es multiplicativa (Dendrinos y Sonis, 1988), de modo que:
Gj(yjt) = Ajiyitaji (1.3)
donde j = 2, … n; i = 1, 2, …n
El coeficiente Aj resume las ventajas locacionales de la región j = 2, …, N. Aplicando logaritmo natural a la expresión (1.3) se obtiene que
ln yjt - ln y1t = lnAj + i aji lnyit-1 (1.4)
donde j = 2, … N, i = 1, 2 … N. El coeficiente aji es Gj(.)/ lnyit-1 y puede ser interpretado como una elasticidad; representa el crecimiento porcentual del producto manufacturero de la región j relativo al del numerario frente a un aumento de 1% del producto manufacturero relativo de la región i. En términos del objetivo inicialmente planteado interesa analizar únicamente la significatividad de aji . Dada la forma funcional adoptada para Gj(.), la ecuación (1.4) es lineal en los parámetros. Como esto constituye un sistema, es posible aplicar el método SUR . Como nota final para esta sección, el modelo trata la interacción espacial sin necesidad de recurrir a una matriz de ponderaciones espaciales, una estructura a priori de interrelación espacial impuesta comúnmente a varios sistemas regionales (Anselin, 1988). En cierto sentido, el modelo obtiene la estructura de interacción espacial dejando que los datos "hablen por sí mismos" . El modelo fue ajustado para datos del sector manufacturero regional para el período 1970-1992 . La estimación de la ecuación (1.4) requiere, sin embargo, algunos ajustes para el caso argentino; debido a que el número de provincias es similar al de períodos temporales, ello anula los grados de libertad mínimos para realizar la estimación. Por ello se realizó un agrupamiento de provincias con características socioeconómicas similares a fin de hacer estimable la expresión (1.4). Yit representa al producto bruto manufacturero (división 3 del PBG) a precios constantes de 1970, publicado por el Consejo Federal de Inversiones. Se consideraron 6 regiones agrupadas según se consigna en la Tabla 1.13. Los datos excluyen a Misiones y Río Negro por carencia de datos para el período muestral . Por su parte, la muestra excluye períodos posteriores a 1992 por carencia de la serie a precios constantes para la provincia de Buenos Aires.
El modelo estimado posee para el rango temporal y regiones especificados 30 coeficientes de pendiente. Sólo 11 de ellos resultaron significativos (si el nivel de tolerancia se reduce al 5%, los coeficientes significativos son 7) lo cual muestra un elevado grado de autarquía entre las regiones. El crecimiento relativo del sector manufacturero en la mayor parte de las regiones no registra relaciones de complementariedad o competencia con otras regiones del país, lo cual resulta consistente con la presencia de un sector productor de no transables de cierta significación. Como se aprecia en la Tabla 1.13, ocurren algunas excepciones. La región 2 (periferia pampeana) tiene una relación competitiva con la región 1 (área pampeana central). La región 3 (NO argentino) muestra una relación de complementariedad con la región 1. Un aumento del 1 punto porcentual de la participación de la región 1 provoca una expansión superior a 7 puntos en el crecimiento relativo de la región 3. Esta región también muestra una relación de complementariedad con la región 2, aunque de menor magnitud. Estas relaciones de complementariedad pueden explicarse por el perfil de actividades manufactureras en el NOA, fuertemente centradas en la producción de bienes destinados al mercado nacional (tabaco, azúcar, papel, etc.). Por su parte la región 4 (NE argentino) es la única que no muestra lazos de ningún tipo con el resto de las regiones en el sector manufacturero. La región 5 (Cuyo) refleja una relación de complementariedad en su sector industrial con la región 6 (Patagonia). Un aumento de la participación del sector manufacturero patagónico en el total nacional se difunde (aunque con una elasticidad menor a 1) a la región cuyana. No ocurre lo mismo a la inversa. Finalmente la región patagónica se ve beneficiada de la expansión de la participación del producto manufacturero en las regiones 2 (pampa periférica) y 3 (NO argentino). Naturalmente, el grado de agregación utilizado no permite visualizar qué sectores manufactureros lideran las relaciones de complementariedad y en los casos en que predomina la competencia entre dos regiones qué sectores la impulsan. Sin embargo, una mirada a la especialización de cada región s útil para inferirlo.
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