La labor creadora de Cintio Vitier se constata en la publicación de una polifacética obra en los géneros literarios y axilares, considerada por la crítica especializada como proyecto o programa para el estudio de la lírica como género literario a través de su proceso creativo y de sus figuras más significativas, de sus categorías estéticas; del proceso de desarrollo de la cultura cubana y de sus figuras, en especial la obra y el pensamiento de José Martí por su contenido libertario y emancipador, y sus expresiones a través de la polifuncionalidad del arte.
Como poeta, expresa en su discurso la unidad de las funciones propiamente estéticas desde el propio proceso interno de la creación; propuesta elaborada desde una edad temprana expuesta en su texto de 1944, “Mnemosyne”. En el mismo analiza este proceso desde la motivación prístina, la memoria como materia, no como objeto, el saber poético y el acto poético, concretado en el texto, como acto individual y de participación a su vez.
Su estética de la libertad expresada a través de estas funciones, le permiten la aprehensión, en los fundamentos de su obra, de las funciones extraestéticas, como lo es la función religiosa, fundamento esencial de su concepción estética sobre la creación; la función ético moralizante como modo de orientación valorativa en el individuo sustentado en la asunción de una ética humanista y martiana, cuyas fuentes fueron analizadas al inicio de este estudio; la función educativa, expresión de una constante búsqueda de conocimiento y aprendizaje enraizado en la vida, en la realidad histórica y en su necesidad de comunicación; la función ideológico política, como fuente inagotable en su búsqueda de la libertad y de lo cubano, a través de un discurso que proclama la tesis martiana, con todos y para el bien de todos, en plena identificación con los principios de justicia social de la Revolución Cubana, uno de sus más fieles intérpretes, a la vez de ser uno de sus más agudos críticos.
La unidad de esta polifuncionalidad del arte es la fuente cognoscitiva y epistemológica de su estética de la libertad, manifestada en la producción intelectual estudiada y en su praxis revolucionaria.
2.3.1 Funciones estéticas del arte
2.3.1.1 Función estética
Se retoma la tesis de la estética marxista en relación con la prioridad de la función estética como función dominante, la cual se expresa mediante el comportamiento del individuo frente a los procesos vitales como resultado de su sensibilidad estética. En Vitier lo estético es dimensión esencial, porque su concepto de “lo estético” se revela desde la creación, al desplegar sus fuerzas creativas en sus relaciones con el mundo a través de una amplia obra artística, y de una consecuente praxis vital de propuestas transformadoras.
Lo estético y lo creativo en unidad indisoluble, como funciones, se sustentan en su concepción de la libertad: el conocimiento de sí mismo, la libertad expresiva y espiritual, la responsabilidad frente a la posibilidad de elección creadora, el vínculo con la praxis: el enfoque de la cultura como instrumento de liberación, la “encarnación” de la poesía en la historia para darle verdadero sentido a la existencia, a través de una constante evolución de su pensamiento estético, cuyos signos son el recuerdo, la memoria creadora, el tiempo ético―“floración de las metamorfosis”, “sustancia amorosa” ―, para así arribar a la concepción del tiempo histórico, en la búsqueda del ser nacional a través del concepto de “lo cubano” desde una perspectiva estética y ontológica.
La función estética se expresa a través de diversas categorías, primeramente en su concepto de la belleza, la cual tiene un carácter polisémico. Para el Vitier de los años de iniciación estética, la creación tiene un origen místico ; es sustancia, es conocimiento de la realidad a través de la belleza, es angustia insaciable; revela así la influencia del pensamiento de Heidegger sobre la creación, asimilada por los origenistas y por la generación literaria de los años cincuenta del siglo XX.
A esta concepción se une su concepto de la belleza de raíces cristianas donde predomina el objetivismo de lo bello, al expresar con angustia la fugacidad de la belleza, unido a otro elemento de lo estético, su temporalidad: “[…]¿Y qué es la belleza sino ese ver y no ver nunca más las cosas? ¿Qué será, me pregunto, sino el tiempo, el solo tiempo aterrador, la angustia y la nostalgia del tiempo en el hombre.” No la belleza como cualidad, “[…] sino la vida misma. La belleza que digo es el cuerpo de la vida. [...] la vida es belleza y es sueño, y es sueño la belleza de la vida[…].”
Hay en su concepción sobre la belleza una filosofía del ser, recibe las influencias de la poesía mística española medieval, y del existencialismo, válidas en este sentido; una concepción del mundo caracterizado por la belleza y la angustia debido al transcurrir del tiempo y la presencia de la muerte, traducida en los signos: nostalgia, sombras y melancolía. Para Vitier no hay belleza general o abstracta, el poeta traduce el lenguaje de las cosas a través de la creación, “el barro de la nueva creación, barro de la ternura humana”, moldeada y fundida por el hombre como el artesano. Para Vitier es el signo de la entrada en el reino del arte; el poeta poseído por las cosas, las criaturas, la fugacidad traducido en “el demonio insaciable de la belleza.” La belleza, demonio insaciable, concepto moderno de la belleza despojada de la tradición clásica.
En su primer texto de carácter estético publicado,1944, “Experiencia de la poesía”, presenta su idea de la belleza como expresión de la vida, retomándolo en “Mnemosyne” y en “La zarza ardiendo”, textos también de contenido estético; profundiza en la concepción de la memoria desdoblada en ausencia y recuerdo, como memoria creadora; principio germinador de la creación en la poesía como éxtasis, es decir, como placer.
Es esta una concepción hedonista de la belleza que se expresa en su estética como fidelidad a la creación, a la vida: las raíces de la memoria están en su poética en el tiempo, la belleza del dolor y el misterio de la creación. De ahí que defina a la poesía como “el rapto de amor del hombre por las cosas, la belleza” ; vida y verdad, donde la verdad artística es el rasgo de significación de la belleza.
Vitier mantiene desde su poética inicial esta concepción de la belleza como expresión de la vida, la fidelidad a ella, y a la verdad artística; primero desde la subjetividad y luego en una trasformación hacia el objetivismo; tesis expuesta en “Raíz diaria”,1956-57: “Solo en la acción podemos vivir la belleza; podemos, en cierto modo, ser la belleza” ; concepto retomado en 1982, ahora la belleza es expresión de la vida vinculada con su participación y la praxis revolucionaria. Por ello, en sus estudios sobre la poesía y la poética francesa de finales del siglo XIX, no sorprende la recepción de la poética de Baudelaire, en su concepción anticlásica de la belleza; en el texto “Rebelión de la poesía”, encontramos una valoración sobre el nuevo contenido de la belleza propuesto por los simbolistas, lo que demuestra su comprensión ante el drama que significaba la belleza a partir de una nueva realidad; define así la poética de Baudelaire:
Poeta de la voluptuosidad y de la vigilia, sus dos centros dialectos son la belleza y el hastío. Pero la belleza que lo deslumbra está hecha, realmente, de abismos y destrucciones, de impotencia y nostalgia; es una belleza maldita que solo da flores efímeras y no frutos que sacien. Es, en fin, la sombra de la belleza que en el fondo es sufrimiento, […].
Reconoce en el poeta francés la concepción de la belleza como expresión del sufrimiento, ya lo bello no es armonía y equilibrio clásicos, sino que se torna efímera, y junto a ella emergen otras categorías estéticas con mayor fuerza. como lo feo, lo sórdido, lo grotesco.
En el discurso estético de Vitier estas categorías no se revelan en su función estética; en su concepto la belleza en el arte se vincula con la vida, y con la libertad, al expresar en referencias a la obra de Martí, que “consideró la libertad de Cuba como una ejecutoria de la belleza.”
No hay un concepto único de belleza, su manifestación es múltiple como las expresiones en la vida, a partir de una visión subjetivista llega a un objetivismo y al concepto de belleza como agente capaz de producir transformación y de expresarlas.
Una segunda manifestación en la asimilación estética de la vida es la concepción de la imagen; en la visión de su poética esa imagen nunca es imaginaria, sino real y exterior al sujeto, apresada en la imaginación; la experiencia poética es campo de batalla, un acto “libre y necesario” que expresa las esencias, el summun; solo media entre la vida y la poesía, la memoria: “[…] cuando lo vivido, al contagiarse del medio transparente de la intimidad, y por un salto de energía rigurosamente místico, da de sí […], las esencias.”
Lo estético se expresa también como categoría creadora, el “saber estético”: “conocimiento a través del arte, la ética y la metafísica” en la búsqueda del sentido, la cual lo conduce al conocimiento para llegar a la libertad, inseparable de la realidad. En 1968 retomó su concepción cognoscitiva sobre la creación para expresar que toda su poesía, y por extensión su poética, están dirigidas hacia “[…] una búsqueda incesante de conocimiento y esa búsqueda lo condujo al hallazgo de la entrega como condición sine qua non para la libertad.” La libertad como categoría unificadora a partir de la búsqueda del conocimiento para encontrarle sentido a la vida.
Para Vitier, el saber poético no se agota en la expresión; es inagotable debido a la capacidad creadora del hombre, por ser un saber espiritual, objetivado en la libertad de creación ajeno a toda acción utilitaria de la literatura; aquí están los fundamentos del enfrentamiento en su concepción estética de la poesía con la literatura, tema tan reiterado en sus textos ensayísticos y en su obra poética.
Otra manifestación de la función estética se refiere a la creación vista como “fidelidad a la vida” , como “transfiguración” y “participación” en el acto poético de “nombrar las cosas”; en una etapa superior de su poética, la poesía como fuego de la conciencia hacia una nueva realidad, al asumir los hechos colectivos como propios, como experiencia de su incorporación a la acción revolucionaria, desafiando adversidades, frente a las cuales logró imponerse con su ética martiana y cristiana, “sus escudos.”
La tesis esencial de este proceso de madurez estética es expuesta en el prólogo a la segunda edición de Lo cubano en la poesía (1970): ”la poesía encarnada en la historia” , al asumir “[…] todos los riesgos que ella implica.” En 1988 retoma esta concepción estética en relación con la poesía como acto de fidelidad a la vida, y el concepto de la poesía ajena al retoricismo clásico es ahora expresado como: “la encarnación de la poesía en el poema […]; un poema es un discurso, pero si no parte ni se alimenta de esos instantes de la emancipación poética ese discurso acaba en retórica.”
Es su estética de la libertad una reflexión sobre la creación, la apropiación estética y la cultura en la aprehensión de lo cubano; con razón Arcadio Díaz Quiñones expresó que para Vitier no había diferencias entre lo político y la nueva fundación de la historia cubana, y su “ser nacional, la historia de lo cubano.”
La función estética de la poesía, para Vitier, está en las fuentes de la creación; la poesía presente en todo hombre o mujer, porque ―en su concepción― el saber poético no es abstracto ni separable de la experiencia vital; la poesía proviene del conjunto de una realidad: “la voluntad no juega aquí ningún papel, aunque uno no se encuentra en estado pasivo, sino participante [...]; la poesía es encuentro, es hallazgo permanente, puede desembarcar en una batalla contra la injusticia.”
Las fuentes de la creación están en la vida, vía del conocimiento, y en el sentido trascendente de la realidad; esta es la episteme poética del grupo Orígenes ―del cual se ha expresado ha sido Vitier su mejor teórico―; es por ello que Orígenes apostó por la cultura cubana universal, asumiendo el ecumenismo martiano: “Orígenes sigue ahí, ofreciendo su ejemplo de crítica y creación, de servicio y libertad, de autoctonía y trascendencia,” reiteró en l996. Vitier es fundador junto a Lezama, de una propuesta estética que al mismo tiempo es una interpretación ética de la cultura.
Su concepción de lo cubano expresado en Lo cubano en la poesía, adquiere también
una función estética a través de las manifestaciones de su estética de la
libertad en una selección de los mejores exponentes. Belleza, libertad, hallazgo
y entrega, saber poético, concepción de la imagen como imaginario de la vida,
conducen al concepto de lo cubano en su función estética en un creador proyecto
de estudio de la nacionalidad cubana y de su cultura.
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